ISSN: 1139-8736
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3.3.2 Terminografía y lexicografía especializada: acercamiento de las dos disciplinas

Las diferencias entre el enfoque terminológico y el enfoque lexicográfico resumidas en el cuadro anterior, aunque existen sin duda teóricamente, deben, a nuestro entender, ser matizadas. Por muy alejados que estén en teoría tanto el objeto de estudio de ambas disciplinas (palabras del léxico general y términos respectivamente), como su aproximación a dicho objeto (de la palabra a su designación en un caso y del concepto al término que lo designa en el otro), la realidad de la práctica terminográfica acerca bastante ambas disciplinas:

Traditional terminological theory identifies its approach as "onomasiological", i.e. a "naming" approach, because, in principle, it starts from concepts and looks for the names of these concepts. By contrast the lexicographical approach is called "semasiological", i.e. a "meaning" approach, because it starts from words and looks for their meaning. In reality the onomasiological approach only characterises the scientist who has to find a name for a new concept (an invention, a new tool, measurement, etc.); the terminologist, like the lexicographer, usually starts from an existing body of terms to start with.

Sager (1990: 56, énfasis añadido)

Esta precisión hecha por Sager no niega necesariamente la característica distintiva de la terminología que sitúa a los conceptos como su punto de partida. Los terminólogos, a la hora de determinar cuáles son los términos relevantes de su lenguaje o área de especialidad, han de partir de un análisis exhaustivo del dominio de conocimiento que ese área representa, organizándolo y estructurando éste conocimiento en sistemas conceptuales, de forma que las relaciones que existen entre los conceptos que lo integran puedan ser representadas. El principal problema que plantea esta estructuración del conocimiento es la naturaleza evasiva y dinámica del conocimiento en sí, y el principal medio que los seres humanos usamos para su transmisión: el lenguaje:

Knowledge can only be transmitted by physical communication and the primary medium of communication is language.

Sager (1990: 17)

Existen, por supuesto, otros medios de transmisión y representación del conocimiento (véase, por ejemplo Galinski & Pitch (1997) donde se muestra un tratamiento exhaustivo de formas no-verbales -gráficas y visuales- de representación) y, por tanto, las unidades terminológicas pueden ser tanto unidades léxicas como gráficos, símbolos, fórmulas, etc. Lo que es indudable es que el medio fundamental que los humanos usamos para expresar y transmitir nuestro conocimiento es el medio lingüístico, haciendo en ocasiones muy difícil separar conocimiento lingüístico de otras habilidades cognitivas,37 por lo que los terminólogos, en la práctica, habrán de recurrir al final al lenguaje, y a su potencial de transmisión de conocimiento, al igual que los lexicógrafos.

While terminology is said to start from the concept, concepts can only be communicated between members of a discourse community, or accessed by terminologists, through linguistic forms (and in some cases through symbols, formulae, and so on).

POINTER Report (sección 5: 18)

Tanto los usuarios y receptores de los lenguajes de especialidad como los terminólogos han de acostumbrarse a las limitaciones que el lenguaje (por muy especializado que sea) impone a la hora de expresar con exactitud un concepto:

Since most transmission of knowledge uses the discrete medium of language, we have become accustomed to accepting the constraints of approximation imposed by linguistic communication.

Sager (1990: 15)

Por tanto es necesario que en terminología, a diferencia de la lexicografía, el término sea definido con un alto grado de exactitud y precisión, normalmente con referencia a un sistema conceptual, que el terminólogo debe construir con la ayuda de un especialista en el área de especialidad pertinente. Las definiciones lexicográficas suelen ser menos precisas, sobre todo porque al referirse a unidades de la lengua general, el lexicógrafo cuenta con el conocimiento general del usuario. En terminología, las definiciones deben ser consistentes con el sistema conceptual en el que se posiciona el concepto al que el término hace referencia, y debe hacerlo con exactitud y precisión, sobre todo desde la perspectiva de la normalización terminológica:

A standardised term, even more than a term, only has validity if both aspects of reference, the term and the concept, are both specifiable and specified. The problem arises as soon as it becomes necessary to specify the bounds of a concept through language; absolute specification is then only possible through use of other standard terms which themselves have already been specified absolutely.

Sager (1990: 20)

En referencia a la segunda de las características que separa la práctica terminológica de la lexicografía, el estudio morfológico y gramatical de los términos y la atención al contexto de uso, ya hemos mencionado que en los últimos años se ha incrementado el número de autores que, alejándose de lo que se considera la teoría terminológica general o tradicional, reclaman una mayor atención a los rasgos morfo-sintácticos y al comportamiento colocacional de los términos. Esta tendencia puede observarse en publicaciones hechas por Ahmad et al. (1996), materializada en el proyecto TRANSTERM (desarrollado en la Universidad de Surrey), en el trabajo llevado a cabo por Meyer (1995), Meyer & Mackintosh (1994, 1996a/b), en las propuestas hechas por Arppe (1995) y Brekke et al. (1996), y en el trabajo desarrollado por Kavanagh (1995), en el TEXT ANALYZER, proyecto desarrollado por el Grupo LAKE (Language Analysis and Knowledge Engineering) en la Universidad de Ottawa y en la propuesta teórica y metodológica recogida en Cabré (1999b) denominada Teoría Comunicativa de la Terminología.

De este modo parece establecerse una distinción entre aquellos que creen que los términos deben estudiarse de forma independiente a su contexto de uso y los que creen que es necesario un estudio detallado del co-texto y contexto en el que los términos aparecen, haciendo que la aproximación al objeto de estudio de la lexicografía y la terminografía sean afines:

[...] a totally different set of problems arises –not without theoretical interest- that centres on the linguistic data with which term banks have to struggle every day. Here the problems of the distinction between variants, synonyms and quasi-synonyms loom large, and there is a major division between those who believe context to be relevant for the identification of usage and those who believe terms to be context independent.

Sager (1990: 10, énfasis añadido)

El tipo de producto que ofrecen a los usuarios es la tercera característica que diferencia la actividad terminológica de la lexicográfica. Los productos terminográficos suelen ser de carácter onomasiológico (parten de una ordenación conceptual determinada) mientras que las entradas léxicas aparecen ordenadas de forma alfabética en los productos lexicográficos. Sin embargo, es de rigor señalar tres aspectos en los que esta diferencia parece diluirse, o al menos hacerse menos distintiva:

  1. la lexicografía onomasiológica,
  2. la versatilidad del acceso computacional a las entradas del diccionario y
  3. el floreciente mercado de la lexicografía especializada, a medio camino entre la lexicografía de carácter general y la terminografía.
El primero de estos aspectos es la existencia de una larga tradición en la lexicografía onomasiológica, actividad que, desde una perspectiva histórica, se remonta a Aristóteles. Si bien el número de diccionarios onomasiológicos que se han comercializado hasta la fecha es muy inferior al de diccionarios alfabéticos, algunos de estos diccionarios onomasiológicos han sido (y son) inmensamente populares, como es el caso del Thesaurus of English Words and Phrases, compilado por el médico Peter M. Roget en el siglo XIX, o el Longman Lexicon of Contemporary English, publicado en 1981 por Tom McArthur. Martín Mingorance (1993) hace un repaso exhaustivo de la tradición lexicográfica onomasiológica, poniendo de manifiesto los problemas con los que los compiladores de este tipo de diccionarios se han encontrado, entre ellos la dificultad de acceso en el orden onomasiológico y la falta de un método riguroso para el análisis onomasiológico que se refleje en un sistema coherente de definiciones.38

El segundo aspecto en el que la distancia entre terminología y lexicografía se acorta cada día, en lo que respecta a la macroestructura de las entradas, es la versatilidad del acceso a la información (onomasiológica o semasiológica) que los medios computacionales permiten a los usuarios. Y aunque el medio de acceso a la información más común en los diccionarios electrónico sigue siendo el alfabético, algunos incorporan un tesauro que permite búsquedas por áreas temáticas.

La existencia de una gran industria editorial dedicada a la compilación de diccionarios especializados es, en nuestra opinión, otro aspecto que acerca la práctica terminológica a la práctica lexicográfica. Los tipos de productos que esta industria ofrece a sus usuarios pueden considerarse a medio camino entre ambos mundos, ya que, aunque el método de trabajo usado en el proceso de compilación sea el lexicográfico, las unidades léxicas contenidas en dichos repositorios no pertenecen a la lengua general, sino que se circunscriben al vocabulario específico de un lenguaje de especialidad.

Trataremos en el apartado siguiente la relación entre diccionarios generales y especializados, pero nos parece muy significativo encontrar afirmaciones como la siguiente en la introducción de un manual de lexicografía especializada (Bergenholtz & Tarp 1995: 10), ya que confirma el carácter difuso de la distinción entre terminología y lexicografía:

We [...] do not agree with those terminologists who, in their attempt to demarcate terminology vis-à-vis LSP lexicography, only widen the gap between the latter and terminology/terminography, using arguments like:

Para estos autores (ambos compiladores de diccionarios especializados) estas distinciones, algunas de ellas ya recogidas en la Figura 10 del apartado 3.3.1, no son reales, y argumentan que existe una íntima relación entre ambas disciplinas, ya que la lexicografía especializada (o Language for Special Purposes -LSP Lexicography) se caracteriza por:

De la caracterización expuesta por Bergenholtz & Tarp se desprende que la terminología y la lexicografía son disciplinas que deben ayudarse mutuamente en la compilación de diccionarios especializados y, de hecho, los autores consideran la terminología como una parte integrante de la lexicografía especializada.

También hacen referencia a otros aspectos que suelen darse por sentado a la hora de establecer la distinción entre terminología y lexicografía, identificando a los usuarios de una y otra disciplina según sean estos especialistas o legos en la materia respectivamente. Podemos ver en esta distinción una de las características restrictivas de la Teoría General de la Terminología a las que aludíamos en el apartado 3.2.1, en las que la finalidad fundamental de la terminología se establece en torno a la normalización terminológica para facilitar la comunicación entre especialistas en la materia, sin hacer concesiones a otro tipo de usuarios. Sin embargo, tanto los productos lexicográficos como los terminológicos pueden ir dirigidos a un sector más amplio de usuarios, que puede englobar tanto especialistas en una materia determinada como legos o semi-expertos, y este caso puede darse en los dos sentidos: un experto puede consultar un diccionario para confirmar el uso o el significado de un término y, al contrario, los repositorios terminológicos no sólo sirven a los especialistas en una materia determinada, también pueden ser consultados por legos o por semi-expertos en la materia que, por una necesidad determinada se encuentran con un término cuyo uso o significado desconocen.

Otro aspecto importante en la distinción entre terminología y lexicografía es el carácter normativo de la primera frente al carácter descriptivo de la segunda. Si bien esta distinción es cierta en términos teóricos (al menos en lo que se refiere a la TGT), no debemos olvidar que en lexicografía también existe una larga tradición de diccionarios normativos que en los tres últimos siglos ha dado obras tan importantes para el desarrollo lingüístico europeo como el Dictionnaire de l’Académie Française, el Diccionario de Autoridades de la Real Academia de la Lengua Española, el famoso diccionario de Samuel Johnson, el Dictionary of the English Language. En la actualidad, la inmensa mayoría de los diccionarios que se publican son de carácter descriptivo y se limitan a describir el uso lingüístico. Sin embargo, es indudable que los diccionarios, aun sin intención expresa, ejercen una influencia fijadora o normativa sobre el lenguaje y su uso. La gran mayoría de los usuarios toma como "correcta" o como "aceptable" una palabra o un significado, por el simple hecho de encontrarla incluida en el diccionario, aunque la intención primera de sus compiladores sólo fuera descriptiva.

Lerat, por otra parte, desarrolla la noción de lexicografía terminológica (1997: 189) y reconoce en ella la posibilidad de una doble naturaleza, dependiendo de que su orientación sea eminentemente lexicográfica o terminológica. De este modo, establece una gradación que va desde los diccionarios generales (considerados en terminología como grado cero) a varios grados de especificidad de diccionario especializado:

Si consideramos [...] la terminología como una lexicografía terminológica, su naturaleza depende de que la orientación dominante sea lexicográfica (consagrada ante todo a las palabras) o más bien terminológica (atenta sobre todo a las nociones). Si consideramos el diccionario de lengua general como el grado cero de la terminografía, el primer nivel es el diccionario especializado monolingüe.

Lerat (1997: 189)

Considerando la relación entre terminografía y lexicografía, Lerat (1997: 198) argumenta que cuanto más descriptiva es la terminografía, más se acerca a la lexicografía. Sin embargo, cuanto más exclusivamente prescriptiva es, tanto más "conviene subrayar hasta qué punto su concepción pasa por alto incluso los adelantos antiguos de la lexicografía" (Gaudin 1993: 54). En esta sección hemos hecho alusión a algunas de estas largas tradiciones lexicográficas. Según sus palabras, este hecho "no es cuestión de fatalidad" y para subsanarlo basta que "los redactores de los repositorios terminológicos estén bien formados" (Lerat 1997: 198). Tanta importancia merece la tradición lexicográfica en la práctica terminológica que, en su opinión, "no habría que encomendar ninguna responsabilidad en este sector a nadie que no tuviera ya experiencia en lexicografía, y nadie puede adquirir competencia en lexicografía sin sólidos conocimientos de lengua y de lingüística" (ibid: 198).

Nos gustaría terminar esta sección dedicada a la relación entre terminografía y lexicografía haciendo una última puntualización. Aunque en el desarrollo de nuestra investigación hemos abogado en todo momento por la necesidad de un acercamiento e integración de métodos y presupuestos teóricos en ambas disciplinas, no es nuestra intención establecer una identidad entre ellas. Hemos señalado diversos aspectos de la teoría, práctica y tradición lexicográfica que, a nuestro entender, suelen pasarse por alto en las discusiones sobre terminología, ya que esto hace que se establezcan claras dicotomías donde, en realidad, deben establecerse diferencias graduales. El conocimiento de estos aspectos nos parece de vital importancia para desarrollar una mejor y más eficiente práctica terminográfica. Sin embargo, somos conscientes de que, como ya apuntamos en la sección 3.3.1, terminografía y lexicografía difieren (en mayor o menor grado) en una serie de aspectos fundamentales. La terminografía es, por encima de todo, una actividad práctica derivada de la terminología, que a su vez es una materia aplicada de base interdisciplinaria y, por supuesto, transdisciplinar (véase sección 3.1).

Además de la integración del enfoque lexicográfico en la práctica terminológica hay otro aspecto que nos parece determinante. Tal y como desarrollaremos detalladamente en el capítulo 4, pensamos que, a pesar de que la terminografía sea esencialmente una actividad práctica, no puede convertirse en una actividad puntual que cada especialista pueda resolver unilateralmente, sino que "se rige por una serie de supuestos de base exigidos por la teoría, y debe respetar una serie de recomendaciones técnicas, formales y de proceso de trabajo determinadas internacionalmente" (Cabré 1993: 263).


Notas

37 De hecho, la ciencia cognitiva, en su rama de estudios lingüísticos, la lingüística cognitiva, considera que existe una relación íntima, incluso dialéctica entre la estructura y la función del lenguaje y el conocimiento. En palabras de Taylor (1990: viii): "Language, being at once both the creation of human cognition and an instrument in its service, is thus more likely than not to reflect in its structure and functioning, more general cognitive abilities".

38 De hecho, el trabajo del grupo de investigación dirigido primero el Prof. Martín Mingorance y después por los doctores Faber y Mairal ha estado orientado a subsanar estos dos problemas, con excelentes resultados en el ámbito de la lexicografía computacional (véase Faber & Mairal 1999).


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