ISSN: 1139-8736
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3.2.1 Normalización terminológica: esfuerzos de estandarización e instituciones normalizadoras

La normalización terminológica, que se encuadra dentro del marco general de la normalización de productos, procesos, unidades de medida, etc., surge de la preocupación en el seno de la ciencia y la tecnología por las posibles confusiones en la utilización de los términos y el deseo de establecer criterios lingüísticos claros para la designación y la descripción de los conceptos.

La labor realizada por la Comisión Electrotécnica Internacional (IEC, por sus siglas en inglés) suele considerarse la primera labor normalizadora a gran escala. Comenzó su andadura en 1906, con una serie de trabajos orientados a la unificación de los métodos y a la regulación de la producción electrotécnica. En 1938 publicaron la primera edición del Vocabulaire électro-technique international, al que le han seguido sucesivas ediciones ampliadas.

Otro momento histórico importante en el desarrollo de la normalización terminológica fue la publicación de la tesis doctoral del ingeniero Eugen Wüster en 1931,29 ya que en ella se proponía un enfoque terminológico nuevo y se establecían los principios metodológicos para la acuñación de nuevos términos y la creación de recursos terminológicos. En 1926, algunos organismos nacionales de normalización fundaron la Federación Internacional de Asociaciones Nacionales de Normalización (ISA), con la finalidad de promover el comercio internacional a través de la estandarización de los procesos de producción y los productos. La ISA creó un comité técnico encargado de establecer unos principios para la normalización y la presentación de las terminologías. El resultado de este trabajo estaba basado en gran medida en las tesis propuestas por Wüster (Pearson 1998: 8).

La ISA puede considerarse el precedente inmediato del actual Organismo Internacional de Normalización (ISO), creado después de la segunda guerra mundial. En 1951, se estableció en el seno de ISO un comité técnico para la normalización terminológica (Comité Técnico 37, encabezado por E. Wüster), publicándose las primeras normas sobre terminología en 1968. En la actualidad, 90 países forman parte de la ISO y cuenta con 190 comités técnicos de muy distintas materias.

El trabajo pionero de Wüster se ha identificado a nivel teórico en la ya mencionada Teoría General de la Terminología (TGT), centrada en la normalización de los términos científico-técnicos y con unos principios teóricos y metodológicos estrictamente delimitados. Estos principios, tomados por los organismos dedicados a la normalización terminológica se hallan resumidos en Cabré (1998c: 111):

  1. la terminología se concibe como materia autónoma, campo de intersección entre la lingüística, la lógica, la ontología y la informática (véase cita de Wüster en el capítulo 1);
  2. el objeto de estudio son los términos científico-técnicos, que son unidades específicas de un ámbito de especialidad;
  3. los términos son unidades semióticas compuestas de concepto y denominación, cuya identidad se justifica sólo dentro de un campo de especialidad;
  4. los términos se analizan a partir del concepto que representan y, por ello, se asume que el concepto precede a la denominación;
  5. el valor de un término se establece por el lugar que ocupa en la estructura conceptual de una materia, en la que, además, el concepto que denomina estable relaciones con los demás conceptos de dicha estructura;
  6. el objetivo de la terminología es la normalización conceptual y denominativa y su finalidad es garantizar la precisión de la comunicación profesional.

Veremos en los apartados siguientes cómo estos principios, aunque coherentes dentro del marco estricto de la normalización terminológica, han sido objeto de revisión por parte de un destacado número de especialistas en terminología, sobre todo en lo que respecta a la visión restrictiva y estática que la TGT plantea sobre los ámbitos de especialidad, el conocimiento especializado, el objetivo y la finalidad de la terminología y, por supuesto, su visión de las unidades terminológicas.

En la actualidad, la normalización terminológica se lleva a cabo a través de diferentes organismos oficiales y empresariales con funciones bien delimitadas, aunque, como destaca Cabré (1993: 435), siguiendo las indicaciones de Auger (1984), la normalización en el ámbito de la terminología puede referirse tanto a la "fijación de unas variedades por la vía de la autoregulación" como a la intervención de una organización "en orden a establecer la preferencia de unas formas sobre otras". La normalización cuenta con dos áreas que, en buena lógica, deben ser complementarias, ya que puede estar dirigida a la regulación tanto de los términos de especialidad como de los principios y métodos de la terminología como teoría y como actividad.

En el seno de la ISO, el comité técnico 37 ha preparado varias normas que son directamente relevantes a ambos aspectos normalizadores, ya que atañen a la producción, la armonización y la gestión terminológica (Wright 1997: 208):

De las indicaciones dadas en Wright (1997), Strehlow (1997), Schrade (1997) y el informe Pionter, se desprende que la motivación fundamental en la creación de estas normas ha sido ayudar a organizaciones y a empresas a crear, homogeneizar y gestionar sus terminologías, así como a mejorar la información contenida en los estándares técnicos propuestos. De esta forma se facilita no sólo la comunicación entre especialistas, sino que es el mejor camino para conseguir que los estándares propuestos en otros ámbitos científicos y tecnológicos se apliquen.

Por otra parte, la creación de estándares asegura la armonización no sólo en el contenido de los repositorios terminológicos sino también en su forma, es decir, la manera en la que la información está codificada, ya que un formato estándar asegura la posibilidad de evaluar y validar la información contenida en los repositorios terminológicos, el intercambio de recursos terminológicos y la reutilización de los mismos, aspectos que, tal y como vimos en el apartado 3.1.1, hacen de la terminología un elemento de importancia central para el desarrollo y buen funcionamiento de la sociedad actual.

Algunos de estos estándares han tenido una repercusión muy amplia fuera del ámbito de aplicación para el que estaban diseñados en principio. Probablemente el más conocido de los estándares ISO en cuanto a documentos se refiere es el caso del estándar ISO 10241, que se creó para implementar un DTD uniforme para todos los documentos producidos en el seno de la ISO y posteriormente pasó a convertirse en un subconjunto bien determinado de SGML, denominado HTML (Hyper Text Markup Language). Este lenguaje ha servido hasta la fecha30 como base para la creación del lenguaje HTML, en el que está codificada la información a la que tenemos acceso a través de la WWW.

Hacer un repaso exhaustivo de los organismos de normalización existentes y las actividades que llevan a cabo sobrepasa el alcance del trabajo que aquí presentamos,31 a pesar de que consideramos que el trabajo de estas organizaciones es de suma importancia, tanto en el ámbito de la normalización general, como en los ámbitos más específicos de la normalización lingüística y terminológica.32 En el capítulo 4 resaltaremos la importancia que tiene la normalización terminológica en el ámbito de conocimiento específico en el que se mueve nuestra investigación: la terminología biomédica (con especial referencia a la oncología) y veremos algunas de las clasificaciones biomédicas normalizadas propuestas por organismos oficiales como el ICD (International Classification of Diseases, propuesta por la WHO -World Health Organisation) y el UMLS (Unified Medical Language System, creado por la National Library of Medicine en colaboración con varios centros de investigación y desarrollo).

Como vemos, las iniciativas para la creación y posterior utilización de normas y estándares terminológicos no son pocas aunque, a pesar de los avances tecnológicos de los últimos años y los desarrollos en el flujo de las comunicaciones, en la mayoría de las ocasiones la importante y costosa labor realizada por estas organizaciones tarda demasiado tiempo en llegar a sus usuarios potenciales. En palabras de Wright (1997: 200):

Although potential users of standardized terminologies working in online computer environments frequently search in vain for multilingual standardized terminology resources, standardizing bodies have been slow to move toward providing such services.

Más aún, la creación de recursos terminológicos normalizados que estén ampliamente disponibles, actualizados y que contengan una gran cantidad (y calidad) de información terminológica no es tarea fácil. Incluso si el recurso terminológico en cuestión se reduce a un ámbito de conocimiento restringido, por ejemplo, la terminología biomédica, un recurso de este tipo supone, al menos en principio, la fusión de varios repertorios ya existentes. Esto puede crear serios conflictos, no sólo en lo que respecta a incompatibilidades en el contenido de la información terminológica o en el formato en el que la información se encuentra codificada, sino también en lo que se refiere a los derechos sobre la propiedad intelectual y los derechos de autor de dichos repositorios:

Translators and technical writers, in other words, non-specialists who must use technical terminology on a regular basis, have long fantazised about creating a single, highly reliable, ready accessible online terminology resource. Unfortunately, the road to creating such a universal terminology resource is not an easy one. Questions of copyright have yet to be resolved, especially in the context of collaging, the mixing of data collections to form new bodies of knowledge. many of the collections that currently exist are proprietary in nature and represent an ongoing source of revenue for their holders. Before these materials will be made available online, mechanisms must be put in place to assure this continued source of income (for this very reason, some resources are available on CD-ROM, but not online).

Wright (1997: 200)

Éstas no son las únicas dificultades que puede presentar la normalización terminológica. También debe tenerse en cuenta que la estandarización prematura o inapropiada (sobre todo en dominios o áreas de conocimiento muy jóvenes o de rápido progreso) puede causar grandes problemas y, sobre todo, el mayor problema que presenta el complejo proceso de normalización terminológica es el constante riesgo que corren los organismos normalizadores de alejarse paulatinamente del uso que los especialistas, que al fin y al cabo son los productores y los usuarios de la terminología, hacen de los términos.


Notas

29 Die Internationale Sprachnormung in der Technik, besonders in der Elektrotechnick.

30 En el apartado 5.5.4 detallaremos esta información en relación a los estándares propuestos para el intercambio de información terminológica.

31 Tanto ISO como IEC cuentan con organismos nacionales de normalización que actúan como representantes suyos: AENOR en España, AFNOR en Francia o DIN en Alemania. También existen otros muchos organismos internacionales en cuyo seno trabajan unidades de normalización, como son la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Unión Europea (UE), o la Organización Mundial de la Salud (OMS), por citar algunos ejemplos.

32 Circunscribiéndonos a la Unión Europea hay que destacar la European Commission Terminology Unit, encargada de la compilación y mantenimiento del EURODICAUTOM, uno de los más importantes y frecuentados bancos terminológicos a disposición pública y de EURAMIS (European Advanced Multilingual Information Services). También cabe destacar el trabajo de cuatro grandes centros de investigación terminológica: INFOTERM (International Information Centre for Terminology), TermNet (International Terminology Network), GTW (Association for Terminology and Knowledge Transfer) y IITF (International Institute for Terminology Research). En cuanto a España y las lenguas oficiales que en ella se hablan, hay que destacar la importante labor realizada por TERMCAT como organismo de normalización lingüística en Cataluña y UZEI en el País Vasco.


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