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3.1.1 La importancia de la terminología en la sociedad de la información

Como decíamos en la sección anterior, la terminología ha emergido en la segunda mitad del siglo XX como una práctica imprescindible para el desarrollo de la sociedad tecnócrata en la que nos hallamos inmersos. Una serie de cambios sociales y económicos han hecho necesaria la aparición de una terminología sistemática y organizada, capaz de responder a evidentes necesidades estructurales y sociales. También ha provocado que exista mucha mayor variación en cuanto a la conceptualización y a designación, ya que el número de países que participan en el desarrollo de la ciencia y la tecnología es cada vez mayor, con más variados idiomas y más variadas visiones de la realidad, sesgadas culturalmente y reflejadas en la lengua (Cabré 1999b).

Los cambios a los que hacemos referencia pueden resumirse en los siguientes (adaptados de Cabré 1993: 25-26):

  1. La ciencia y la técnica han experimentado un desarrollo sin precedentes, con lo que una gran cantidad de conceptos (e incluso de campos conceptuales) nuevos han aparecido, a los que hay que asignar denominaciones nuevas, de forma regulada y estandarizada.
  2. La difusión de la nuevas tecnologías en el seno de la sociedad ha creado campos nuevos de actuación, como el de las llamadas industrias de la lengua. Esta difusión tecnológica es a la vez causa y consecuencia de un desarrollo sin precedentes en el campo de la comunicación y la difusión informativa, tanto a nivel monolingüe como multilingüe.
  3. Las relaciones internacionales, tanto políticas como culturales y económicas, han crecido en la segunda mitad del siglo XX de forma espectacular. De un mercado restringido se ha pasado al llamado mercado global. La aparición de empresas multinacionales y la producción en masa de bienes de consumo han extendido las fronteras comerciales hasta hacerlas universales. Sin duda, la competición global –así como la cooperación global- tiene como requisito fundamental la necesidad de la comunicación global.
  4. La globalización de los mercados y de la industria exige la estandarización y regulación de materiales, productos y denominaciones.
  5. La transferencia de conocimientos y productos, considerada uno de los aspectos más relevantes de la sociedad actual, provoca la aparición de nuevos mercados de intercambio científico, técnico, cultural y comercial; además, obliga a plantear y resolver el multilingüismo de los nuevos foros de intercambio; y, por último, provoca la necesidad de normalizar los elementos que canalizan el intercambio: los sistemas y unidades básicas de transferencia. Por otra parte, la creciente interdisciplinaridad de las ciencias experimentales (quizá paradójica en el seno de una sociedad cada vez más especializada) obliga a eliminar posibles ambigüedades en la comunicación y a la homogeneización de las designaciones que se dan a los conceptos que pertenecen a varias disciplinas.
  6. La información ha pasado a tener una importancia capital, el flujo y la cantidad de información que se intercambia (normalmente en formato magnético) ha crecido de forma exponencial, demandando canales de comunicación rápidos y efectivos. El acceso a esa gran masa de datos requiere soportes potentes y eficaces, y los avances tecnológicos y en las telecomunicaciones los ha puesto a disposición de los usuarios. Sin embargo, el uso y la difusión de estos soportes requiere a su vez que se creen bases de datos de todo tipo, que sean de fácil actualización, versátiles, reutilizables y multidimensionales. En consecuencia, surge una nueva necesidad de normalizar los sistemas y los elementos de almacenamiento y recuperación de la información, así como la de estandarizar los sistemas de transferencia automatizada y los contenidos de los grandes almacenes de datos, cada vez más sofisticados (volveremos sobre algunos de estos aspectos en el apartado 5.5.4).
  7. El desarrollo de los medios de comunicación de masas permite una difusión generalizada de la terminología, con la consiguiente interacción entre el léxico general y el especializado. La difusión de información especializada entre no especialistas (como es el caso de la información médica, de la que nos ocuparemos más adelante) es cada vez más común, por lo que se hace patente la necesidad de precisar y explicar el significado de los términos usados por los especialistas.
  8. La concentración casi exclusiva de la creación científico-técnica en las potencias económicamente dominantes produce una transferencia unidireccional de conocimientos y nuevos productos, lo que acarrea un entrada en masa de préstamos, sobre todo técnicos y comerciales, en países que hasta hace poco no se consideraban culturalmente poderosos. Es tarea de los gobiernos poner en marcha políticas lingüísticas, a menudo defensivas, que aseguren que la información llegue a todos los hablantes en su lengua nativa y de forma normalizada. Países pequeños, con o sin estado, con lenguas en situación inestable en algún grado, elaboran también planificaciones de la lengua que requieren un buen número de profesionales del lenguaje. Uno de los terrenos de importancia capital para la normalización de la lengua es el de los lenguajes de especialidad, y en su seno, el de la terminología.

Como vemos, los cambios sociales y económicos de las últimas décadas han demandado una cantidad creciente de productos y aplicaciones terminológicas, y éstas han de cumplir estrictos requisitos en lo que se refiere a la calidad, actualidad y al formato en el que se ofrecen a los usuarios potenciales. La amplitud y variedad de productos y aplicaciones terminológicas de vital importancia para la sociedad de la información se encuentran resumidas en la Figura 9, adaptada del informe publicado por el proyecto POINTER27 (Proposal for an Operational Infrastructure for Terminology in Europe).

Figura 9: Productos y Aplicaciones Terminológicas.

Como vemos, existe un número creciente de actividades (como la creación de textos legales y reglamentaciones, la información para el consumidor, la creación de modelos de control de calidad y manuales, etc.) y aplicaciones (sistemas de recuperación de información y tesauros, sistemas de traducción (semi-) automática, bases de datos, etc.) que dependen del uso de terminología para ser capaces de cumplir su misión adecuadamente. Es necesario pues, que los organismos oficiales y académicos y las empresas dedicados a la terminología dirijan sus esfuerzos a satisfacer adecuadamente estas necesidades, fundamentalmente en dos áreas:

  1. el acercamiento de los estudios terminológicos a la realidad del uso de los lenguajes de especialidad. La terminología no podrá ser de ninguna utilidad en las actividades antes mencionadas (ni en otras muchas que nos hemos dejado fuera) si se aleja de quienes son, a la vez, sus productores y usuarios.
  2. el desarrollo de mecanismos de intercambio de información terminológica y la reutilización de los recursos terminológicos existentes de forma eficiente, evitando la duplicación de esfuerzos e inversiones.

Sólo así podrá hacer frente a los problemas y limitaciones de la terminología actual.


Notas

27 El proyecto POINTER ha sido realizado por un consorcio en el que han participado prestigiosos centros de investigación europeos dedicados al desarrollo y difusión de recursos terminológicos (Infoterm, Termcat, CL Servicios Lingüísticos, Institut National des Telecommunications, Deutches Institut für Terminologie, etc.), así como organizaciones comerciales de Austria, Bélgica, Francia, Alemania, Grecia, Italia, España, Suiza, los Países Bajos, Escandinavia y el Reino Unido. Fue creado para estudiar detalladamente los recursos terminológicos existentes en Europa y recomendar en consecuencia una serie propuestas que aseguren el acceso, distribución y reutilización de dichos recursos, así como la creación de recursos nuevos que se ajusten a las demandas del creciente mercado europeo.


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