ISSN: 1139-8736 Depósito Legal: B-39198-99 |
5.8 La última etapa: hacia el sistema de colocación moderno
El caso único en Guerras de anteposición con 0 palabras precedentes (cf. la tabla 5.10) es un ejemplo de parataxis, en el que sí preceden palabras al verbo y su PA, las cuales, empero, no forman parte de la principal en que se encuentran el verbo y el PA.
A finales del siglo XVI nos encontramos con una situación de variación en la que la gran mayoría de los PAs se antepone al verbo, en tanto que una minoría se coloca detrás del verbo, siempre cuando éste está en posición inicial absoluta. Dicha variación, sin embargo, no es funcional en el sentido de que sirva un fin comunicativo, como era el caso con la variación observada en las categorías 9 a 13 en el período anterior al siglo XV, sino que es más bien un residuo de una época anterior.
En vista del principio lingüístico de que se trata de eliminar «purposeless variety» (Anttila 1972: 107; también Aitchison 1991: 146), no es de extrañar que en el español moderno la variación de colocación con +/-posición inicial absoluta haya desaparecido, resultando en un sistema de anteposición absoluta con cualquier forma verbal finita (salvo las formas del imperativo), independientemente de la posición que ocupe el verbo en la oración.
Si bien la transición al sistema moderno, es decir, la extensión de la anteposición del PA al último contexto con posposición, es lógica, no puede ser una consecuencia automática de la regla de colocación que surge a partir del siglo XV. En dicha regla el factor que determina la anteposición del PA es justamente la presencia de por lo menos una palabra delante del verbo. En el momento en que el PA aparezca en posición inicial absoluta hay que concluir que la presencia de una palabra precedente al verbo precisamente ha dejado de ser un factor relevante.
Según de Dardel & de Kok (1996: 152) el cambio de ritmo en las distintas lenguas románicas, lo que resulta en un ritmo ascendente, constituye una condición necesaria o incluso la causa del surgimiento del PA en posición inicial absoluta. Si bien creemos que el hecho de que en el español antiguo dominara un patrón fonológico llano o grave debe de haber favorecido el aumento de anteposición del PA, a nuestro parecer no es la causa del cambio final, ni es, como explicaremos a continuación, la condición más importante para que el PA pueda establecerse al principio de la oración.
Lo que tienen en común todos los casos de verbo y PA discutidos aquí es que el verbo está conjugado. Esta característica indudablemente les une, si bien la posición del PA, preverbal o postverbal, varía. Por la forma del verbo se distinguen claramente de los casos de infinitivos y gerundios, ya que éstos son formas verbales no finitas. Dichas formas a finales del siglo XVI llevan el PA casi exclusivamente pospuesto, posición que también es la norma en el español moderno (véase el capítulo 6).
Ahora bien, si por una parte la posición del PA respecto del verbo finito ha dejado de servir un fin comunicativo y si por otra parte hay una clara división entre un grupo relativamente grande de [V+fin y PA antepuesto] y otro relativamente grande de [V-fin y PA pospuesto] es lógico que la minoría de los verbos finitos con posposición del PA se vaya ajustando, por lo que se refiere a la colocación del PA, a la gran mayoría de los verbos finitos, resultando en la desaparición de la posposición del PA con los verbos finitos.1 Así se produce una división formal entre [V+fin y PA antepuesto] y [V-fin y PA pospuesto]. Esquemáticamente la situación de finales del siglo XVI es la de la figura 5.1, donde se presentan los diferentes contextos en lo que el PA se antepone o se pospone respectivamente. Si la posición es la minoritaria el contexto se encuentra entre paréntesis.
Figura 5.1: estado de cosas respecto de la posición del PA a finales del siglo XVI
anteposición | posposición |
V+fin | V-fin (V+fin) |
Sin embargo, si bien la conquista del último contexto de posposición por parte del PA antepuesto es lógica, no es un paso que pueda darse sin más. En el capítulo 3 hemos argumentado que en el español antiguo los PAs tenían cierta independencia sintáctica en la oración, comparable con la de los SNs, característica que se reflejaba en su colocación tanto delante como detrás del verbo y la posibilidad de intercalar otras palabras entre el PA antepuesto y el verbo. Por otra parte, en el mismo capítulo 3 hemos argumentado que en el período antiguo el PA fonológicamente dependía de la palabra precedente, característica que se reflejaba, entre otros, en el fenómeno de apócope. Dicha palabra precedente, sin embargo, no necesariamente era la forma verbal con la que se relacionaba el PA, sino que podía tratarse de cualquier clase de palabra que terminaba en vocal. Por lo tanto, en el español antiguo ni fonológica ni sintácticamente había una relación inseparable entre el verbo y su PA.
A partir del siglo XV los textos muestran cada vez menos ejemplos de interpolación (cf. Chenery 1905: 67-68; Sánchez Lancis 1993: 326), lo que sugiere que a partir de entonces el PA va perdiendo su independencia sintáctica, juntándose cada vez más con el elemento de que semánticamente depende, es decir, el verbo.2 Mientras que en los siglos XII y XIII era muy común el apócope, resultando en la pérdida de la vocal final de los PAs me, te, se, le y lo masculino, este fenómeno desaparece en el curso del siglo XIV (cf. Echenique Elizondo 1981; Gessner: 1893: 9; Lapesa 1981: 209, 257; Menéndez Pidal 1982: 254-255; Staaff 1906). Ya que, para que se produzca el apócope, es indispensable que el PA se apoye en una palabra precedente, se puede ver la decaída de dicho fenómeno justamente como indicio de la disminución de la relación fonológica estrecha entre el PA y la palabra que lo precede.3 Si al mismo tiempo desaparecen las palabras intercaladas entre el verbo y su PA antepuesto es comprensible que se vaya a tomar en cuenta cada vez más la relación entre el verbo y el PA, puesto que éste semánticamente depende de aquél. Esto resultará en una dependencia del PA tanto fonológica como sintáctica del verbo que sigue. Esquemáticamente se trata del siguiente reanálisis:
Figura 5.2: reanálisis de la relación entre palabra precedente (PP), PA, palabra intercalada (PI) y V
[PP <- PA] ([PI]) [V] [PP] [PA] [V] [PP] [PA -> V] |
Por lo tanto, para que el PA antepuesto pueda extenderse al último contexto de posposición, es decir, para que el PA pueda aparecer en posición inicial absoluta, es necesario que una vez que surge la secuencia [PP], [PA], [V], se produzca un reanálisis de dicha secuencia, en la que el PA, que antes era un pronombre enclítico fonológicamente dependiente de la palabra precedente y sintácticamente independiente, se convierte en un pronombre proclítico fonológica y sintácticamente dependiente del verbo que lo sigue.4 La desaparición de los fenómenos de apócope e interpolación constituyen los primeros síntomas de dicho proceso.5
Si bien en 1626 Gonzalo Correas en su Arte de la lengua española castellana ([1626] 1954: 288) afirma que «si el verbo comienza la habla, los prononbres se posponen; si se pone despues otras palavras, ellos se le anteponen», su crítica sumamente fuerte hacia «algunos inadvertidos ó no Castellanos» que colocan el PA en posición inicial absoluta, hace sospechar que el PA antepuesto efectivamente está ganando el último contexto de posposición. Dice Correas ([1626] 1954: 189) al respecto:
«i lo que de una manera está bien dicho, no lo estará sienpre de otra con las mesmas palavras trocadas. Bien le puedes enbiar; bien puedes enbiarle; no las fatighes; no me lo digas, se dize propiamente: enpero Bien puedesle enbiar; no fatigheslas; no me digaslo; no digasmelo, ni no digaslome, no se puede dezir, como ni tanpoco lo que dizen algunos inadvertidos ó no Castellanos, comenzando por estos encliticos la rrazon: te vas?, me voi, se va, que es intolerable, sino como es el uso propio: vaste? voime, vase, vanse; quede esto advertido para todos.»
NOTAS
1 La situación inversa se produce en el caso de los infinitivos y gerundios. Allí a finales del siglo XVI la gran mayoría de los PAs se pospone, en tanto que queda un porcentaje muy bajo de PAs antepuestos de un período anterior con mayoritariamente anteposición. Con el tiempo estos casos de anteposición van desapareciendo, proceso que culmina en la posposición absoluta con dichas formas en el español moderno. Véase para un análisis detallado de las formas no finitas el capítulo 6.
2 Rini (1990: 362-363), basándose en unas observaciones de Keniston y Valdés, sostiene que la interpolación sigue existiendo hasta en el siglo XVI, si bien en este siglo el fenómeno va siendo cada vez menos usual. De hecho, dice Valdés ([1535] 1982: 250) en 1535 al respecto:
Paréceme también mal aquella manera de dezir «si me vos prometéis» por si vos me prometéis» y aquello «de lo no descubrir» por «de no descubrirlo». ¿Qué os parece desto?
Además, antes Valdés ([1535] 1982: 236) ya ha criticado la práctica de poner el verbo al final de la cláusula, que según él es imitación del latín, lo que también resulta en interpolación:
Digo que os devéis guardar siempre de hablar, como algunos, desta manera: «siempre te bien quise, y nunca te bien hize», porque es muy mejor dezir «siempre te quise bien y nunca te hize bien».
3 No queremos implicar aquí que el PA haya dejado de ser fonológicamente dependiente. Lo que sostenemos es que a lo largo de la historia del español el PA ha cambiado de una forma exclusivamente enclítica que se apoya necesariamente en el elemento que lo precede, en una forma básicamente proclítica que se apoya en el elemento que lo sigue.
4 Cf. Hopper & Closs Traugott (1993: 40-42) para más ejemplos de reanálisis de estructuras sintácticas.
5 Según Ishikawa (1990: 222, 259), la atonicidad del PA es una de las condiciones necesarias para que pueda producirse el cambio en la naturaleza del mismo de un constituyente sintácticamente independiente y fonológicamente dependiente a un afijo morfosintáctica y fonológicamente dependiente. Más adelante, Ishikawa (1990: 260) incluso sostiene que el carácter átono del PA constituye la causa del cambio. Como ya hemos dicho, el hecho de que se trate de una forma átona, lo que en caso de anteposición suele resultar en un grupo cuyo acento cae en la penúltima sílaba, de acuerdo con el patrón fonológico general de la lengua, indudablemente habrá contribuido al éxito final del PA antepuesto. Sin embargo, no creemos que la atonicidad del PA haya causado dicho éxito.
Anterior I Siguiente I Índice capítulo 5 I Índice General
ISSN: 1139-8736 Depósito Legal: B-39198-99 |