Estudios de Lingüística del Español (ELiEs)
Cortesía y descortesía: teoría y praxis de un sistema de significación / Alexandra Álvarez Muro


2.2 Las normas implícitas34

Como dice Knigge en la cita introductoria de este capítulo, la forma más rápida de conocer a la persona cortés es cuando ésta se comporta de manera descortés. Se entiende que el topos de la cortesía abarca la descortesía, un comportamiento que se da dentro del sistema, por ser su opuesto. Para ser descortés hay que saber que existe la cortesía: estar fuera del juego implica conocer las normas del mismo.

En esta sección, estudiamos las normas de la cortesía en un corpus oral, evidenciadas a través de las reparaciones hechas a las trasgresiones de esas normas y también a través de los intentos de los hablantes de concertar acuerdos entre ellos y evadir el conflicto. Asimismo, indagamos sobre el ideal de persona que proyectan esas normas: en la cortesía positiva, el de una persona amable, conocedora de la lengua, que evade los temas impropios; en la cortesía negativa, la imagen de una persona que también sabe salir firme, aunque suavemente, a la defensa del espacio propio y respeta el de los otros.

El no estar dichas o escritas confiere al estudio de las normas implícitas una dificultad adicional; ello les sucede también a los hablantes no socializados o poco socializados, como pueden ser los niños, o los extranjeros. Las normas de cortesía verbal son a veces difíciles de describir porque los manuales de cortesía solo abarcan una parte de estas normas. Lo acabamos de ver en el Manual de Carreño, que se dedica sobre todo a la conversación dejando de lado seguramente una serie de normas que los hablantes aprenden poco a poco, pero de las que no son conscientes. Por otra parte, la existencia de un manual no garantiza el cumplimiento de sus normas. Es precisamente ésta la diferencia que traza Briz (2004) entre la cortesía codificada y la cortesía interpretada, siendo la segunda evaluada en el transcurso de la interacción (p. 69).

La aplicación de las normas depende, para hacerlo más complicado aún, del contexto, y eso también es parte de la socialización de los niños. Domínguez lo señala así:

Cuando los niños empiezan a aprender ciertas palabras "proscritas", toda madre se apresurará a aconsejarle que "no las repita" ante su maestra, mucho menos ante su abuelo, aunque puede usarlas en el patio de la escuela, siempre y cuando no le parezca que el receptor se siente severamente ofendido por los términos (2003a:15)

En esta sección revisaremos algunas normas de cortesía verbal en un corpus de habla oral de la ciudad de Mérida (Domínguez y Mora 1998). Intentamos descubrir, a partir de las reparaciones y las reformulaciones de sus hablantes, la evaluación que está detrás de aquellas.

La cortesía abarca, como hemos dicho, un conjunto de actos simbólicos, gestuales o verbales, que expresan sentimientos de aprecio y/o respeto. Estos actos están normados o codificados e implican, de alguna manera, una contención, una medida, por lo que suponemos que son conscientes. Sirven para construir la imagen personal y social, pero también para regular la conducta entre los grupos humanos y evitar los conflictos entre sus miembros.

Los hechos sociales son obligantes, según Durkheim. Los fenómenos sociales serían según este investigador, “cosas” con existencia propia, que el individuo encuentra completamente formadas cuando nace y que participan de la supremacía material y moral que la sociedad tiene sobre sus miembros; no pueden modificarse sino en forma colectiva y la conciencia que se tiene de esos hechos es también colectiva y no individual (1993:28).





Notas

34 Una versión anterior de este trabajo aparece publicado en la revista DELTA (Álvarez 2002b).





Estudios de Lingüística del Español (ELiEs), vol. 25 (2007)   
 ISSN: 1139-8736