Estudios de Lingüística del Español (ELiEs) |
Cortesía y descortesía: teoría y praxis de un sistema de significación / Alexandra Álvarez Muro |
2.2.1 Reparaciones y evasiones
Los errores y las correcciones del lenguaje han sido tratados de las más diversas maneras. Chomsky tiene los falsos arranques, desviación de las normas y los cambios de plan como propios de la actuación, del uso real del lenguaje en situaciones concretas que sólo idealizándose podría reflejar la competencia del hablante-oyente ideal: “A record of natural speech will show numerous false starts, deviations from rules, changes of plan in mid-course, and so on” (Chomsky 1965:4).
Grice (1975), por su parte, postula un sistema de principios y máximas con un principio de cooperación que él tiene como universal: “adapta tus contribuciones conversacionales a la índole y al objetivo del intercambio verbal en que participas”; de este principio, categoría fundamental e irreductible, se derivan las máximas, que representan normas específicas. En este punto, lo interesante para nuestro estudio es que, en el sistema griceano, los hablantes reciben información precisamente del incumplimiento de las cuatro máximas de cantidad, calidad, relación y manera, en las llamadas implicaturas, al suponer las violaciones son intencionales: de la misma manera, veremos cómo las reparaciones que hacen los hablantes en el corpus que estudiamos nos llevan al conocimiento de las normas subyacentes.
Precisamente, las reparaciones son más que borrón y cuenta nueva, porque podemos percatarnos, a través de ellas, de cuál es el ideal de lengua que los hablantes persiguen: una gramática de los errores que ellos cometen nos llevaría a la gramática de la norma, o sea, del ideal de lenguaje. Según Goffman, esas formas mayores de disrupción de la actuación –gestos involuntarios, intrusiones inoportunas, faux pas y escenas en la actuación de todos los días– se llaman generalmente incidentes. Cuando ocurre un incidente, la realidad fomentada por los actores, esos del teatro del mundo, como diría Calderón, está en peligro (Goffman 1959: 212).
Barros (1997), siguiendo a Sacks, Schegloff y Jefferson (1974) –quienes proponen el clásico modelo de la toma de turnos y sus reparaciones– estudia las reparaciones que hacen los hablantes en la llamada norma culta, en el Corpus de São Paulo. Para esta autora, la reparación debe entenderse como la corrección de las violaciones de las reglas conversacionales. El modo, por lo tanto, como el hablante infringe las reglas de la conversación o corrige las infracciones propias o de su interlocutor es una de las formas de la construcción del papel social de hablante culto (p. 36). Para Barros (1993, 1997), son pocas las reparaciones que los hablantes se permiten; las hacen en condiciones extremas y se dan como sustituciones de términos en el plano estilístico, superposiciones de voces en la disputa por el turno, y en los procedimientos de reparación de la imagen.
Jefferson (1974) diferencia entre las correcciones a la producción, es decir "a los problemas que se pueden encontrar en la producción del habla coherente y gramaticalmente correcta y las correcciones de la interacción, a los errores que atentan contra el habla apropiada hacia algún(os) coparticipante(s) y/o en relación con la situación" (1974:181). Es precisamente de las correciones de la interacción de lo que se trata en esta sección.
Aquí haremos referencia a las reparaciones que hacen los hablantes del Corpus sociolingüístico de Mérida (Domínguez y Mora 1995). Estos materiales son el resultado de la transcripción de cuarenta horas de grabación de entrevistas semi-elicitadas con ochenta hablantes merideños nativos, de media hora cada una de estas sesiones. Los hablantes, o bien nacieron en la ciudad de Mérida, o en el Estado Mérida (Venezuela) y han vivido, todos ellos, gran parte de su vida en la ciudad. Los encuestadores no tenían trato familiar con los entrevistados, de modo que no hay, en el corpus, conversaciones en las que la cercanía dificulte la recuperación de la referencia a los temas tratados en las entrevistas (Domínguez 1996). Las intervenciones de los entrevistadores son limitadas, de acuerdo con las instrucciones que recibieron. Con el fin de evitar que los hablantes prestaran atención al lenguaje, se le dijo que el interés de las grabaciones era recopilar información sobre las tradiciones, las costumbres y los valores regionales (Domínguez 1996).
La edición de El Habla de Mérida (Domínguez y Mora 1998) con la que trabajamos recoge las entrevistas de veinticuatro de los hablantes del corpus general: 12 hombres y 12 mujeres, seis hablantes por grupo de edad y ocho hablantes del nivel alto, ocho del nivel medio y ocho del nivel bajo35. Para estudiar las reparaciones en este conjunto de materiales, aislamos todas las instancias en las cuales los hablantes se corregían, o corregían a sus interlocutores, en este caso, los encuestadores del corpus. Sin embargo, no es este un trabajo cuantitativo porque no estudiamos las instancias de la aparición de un fenómeno. Como vimos anteriormente, la norma no necesariamente es lo más frecuente, mientras que el uso promedio es lo que podríamos llamar el estándar. El estándar se obtiene a partir del uso de todo el mundo, mientras que para llegar a la norma hay que hacer un salto de valor y llevar a cabo un proceso de codificación (cf. Lara 1976).
Al separar los casos de reparaciones y evasiones, que nos llevaban a las posibles infracciones de las normas que se habían producido inferimos, a partir de cada caso, por qué había una evaluación negativa36. Obviamente que esto se da a partir de un proceso de interpretación que puede resultar subjetivo. Para paliar esta deficiencia comparamos nuestros resultados con otras instancias, como por ejemplo con el Manual de Carreño, que recoge las normas que han regido a la sociedad venezolana durante el último siglo; además se hicieron comparaciones con los resultados de Barros (1977) que hace un estudio similar en el corpus sociolingüístico de São Paulo. Dado que nuestro interés era más precisamente el estudio de la norma social, nos detendremos sobre todo en las reparaciones de la norma que se relacionan con este ámbito. Para ello nos redujimos a las instancias donde se muestran las normas de cortesía. Analizamos, en la primera parte, los procedimientos de reparación de la imagen, dejando de lado las correcciones relacionadas con la gramática (ver Domínguez 2002b) y las infracciones a los cambios de turno, que pertenecen a los procedimientos de cohesión del género“conversación”37. Además de las reparaciones, incorporamos otras modalidades para la construcción de la imagen del hablante cortés, como son la búsqueda del consenso, los halagos, y el uso de las llamadas “fórmulas de cortesía”. Obtuvimos de este modo el conjunto de normas que suponemos se infringieron en el corpus y que los hablantes, conscientes de sus infracciones, intentaron corregir. Ello nos da una idea, por una parte, del conjunto de normas sociales que rige el lenguaje recogido en El Habla de Mérida; por la otra, nos indica la importancia de las estrategias de atenuación en el corpus y, en tercer lugar, nos ofrece la imagen del ideal de hablante manejada por nuestros encuestados.38
Notas
35 El corpus, en su totalidad, está repartido en 40 hombres y 40 mujeres distribuidos en cuatro grupos generacionales (A: 14-29 años; B: 30-45 años; C: 46-60 años; D: 61 años o más). Los hablantes se distribuyeron en cinco grupos socioeconómicos, de 16 hablantes cada uno, identificados como 1: alto; 2: medio-alto; 3: medio; 4: medio-bajo; 5: bajo.Estudios de Lingüística del Español (ELiEs), vol. 25 (2007) | ISSN: 1139-8736 |