ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-39198-99

5.10 Conclusión

Hemos visto que el aumento del porcentaje general de anteposición del PA a partir del XV se debe a un aumento de la misma en las categorías de variación. Ya que la anteposición, como posición marcada, es muy eficaz para avisar al oyente que preste especial atención al referente del PA, el hablante a partir del siglo XV gradualmente empieza a utilizar la anteposición en situaciones en que antes no lo consideraba necesario desde el punto de vista comunicativo. Este hecho se ve confirmado en los contextos en que el PA está separado de su referente por < 5 palabras.

Lo que muy probablemente ha favorecido la propagación del PA antepuesto es el hecho de que con anteposición el grupo resultante de verbo y PA reafirme el patrón llano o grave del español, en tanto que al posponerse el PA se crea un grupo de palabras esdrújulas, acentuación mucho menos frecuente en la lengua.

Con este mayor uso de la posición marcada, ésta se hace cada vez menos marcada, puesto que aumenta su frecuencia de uso. Sin embargo, simultáneamente con el aumento de uso de la anteposición, disminuirá la eficacia de este recurso, ya que cada vez llamará menos la atención cuando un PA aparezca delante del verbo.

Este proceso de incremento puede tener como consecuencia que se deje de reconocer el motivo original de la anteposición, a saber, su función pragmática de advertencia. No obstante, en los casos de anteposición siempre hay una o más palabras delante del verbo y su PA: en las categorías de anteposición absoluta en todo caso un constituyente P1, en las categorías de variación en todo caso un constituyente que ocupa la P1 por motivos pragmáticos. Ahora bien, cuando ya no está claro que la anteposición obedezca a un principio pragmático, es posible que se llegue a pensar que la anteposición esté relacionada con la presencia de otra(s) palabra(s) delante del verbo y su PA. Esto puede originar una nueva regla de colocación según la que la anteposición depende únicamente de la presencia de otra(s) palabra(s) delante del verbo y su PA.

Esta nueva regla resulta en una situación de variación en la que en la mayoría de los casos el PA se pone delante del verbo, siempre cuando haya una palabra precedente, mientras que en relativamente pocos casos se pone detrás, sólo si el verbo está en posición inicial absoluta. Contrariamente a la situación de variación en el período de los siglos XIII y XIV, la nueva variación no sirve ningún fin comunicativo, sino que resulta de una regla puramente sintáctica. Además, con las formas no finitas a finales del siglo XVI se nos presenta justamente la situación inversa: en la gran mayoría de los casos el PA se coloca detrás de la forma no finita, mientras que quedan sólo algunos residuos de anteposición de una etapa anterior.

Es obvio que en aquel momento estamos alejados sólo un paso del sistema moderno de colocación, en el que el PA se antepone a las formas finitas (salvo al imperativo) y se pospone a las formas no finitas. El paso que falta, empero, es uno muy importante. Mientras que la base de la regla de colocación que entra en vigor a partir del siglo XV, es la presencia de un elemento delante del verbo y el PA, para que el PA antepuesto pueda conquistar también la posición inicial absoluta, es justamente necesario que la presencia de otro elemento delante del verbo y su PA deje de ser relevante.

Este proceso puede producirse una vez que el PA ya no necesita una palabra precedente como apoyo fonológico y pasa de ser un pronombre enclítico a la palabra precedente a un pronombre proclítico al verbo. La pérdida del fenómeno de apócope a lo largo del siglo XIV sugiere que efectivamente va disminuyendo la relación fonológica entre el PA y el elemento precedente. Además, la pérdida del fenómeno de interpolación, también en el curso del siglo XIV, sugiere que el PA gradualmente deja de ser independiente sintácticamente y se va juntando con el constituyente del que depende semánticamente, es decir, con el verbo.

Al juntarse el PA tanto fonológica como sintácticamente con el verbo, ya no hay nada que le impida que también se coloque delante del verbo si éste está en posición inicial absoluta. El hecho de que tanto en los casos de anteposición como en los de posposición el verbo esté conjugado, probablemente haya sido el motivo más importante para que el PA antepuesto invada el último contexto de posposición y se gramaticaliza por completo la posición delante del verbo.

La posposición sólo sobrevive con las formas del imperativo, donde comunicativamente sigue siendo funcional.1 Allí la posición del PA sirve, supuestamente, para distinguir dichas formas de las homónimas del indicativo y subjuntivo, es decir, sirve para dejar clara la intención comunicativa del hablante.

El análisis del presente capítulo nos ha llevado hasta la lengua moderna. Sin embargo, en el siguiente capítulo, el capítulo 6 volveremos al español antiguo para estudiar la colocación del PA con las formas no finitas.


NOTAS

1 Cf. García (1991: 26, nota 3), que trata una serie de cambios lingüísticos en el español antiguo en los que una forma más corta, menos específica y más frecuente es reemplazada por una otra más larga, más específica y menos frecuente. Refiriéndose a las formas reemplazadas, afirma: «When they survive at all, the originally unmarked terms have been confined to extremely restricted, well-defined ranges that constitute a sub-domain of their original distribution.» Esto, claramente, también se aplica al PA pospuesto que en la lengua moderna dentro del grupo de las formas finitas sólo se emplea con las del imperativo, en tanto que éstas antes constituían una subclase de las formas finitas a las que se posponía el PA.

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