ISSN: 1139-8736 Depósito Legal: B-39198-99 |
De acuerdo con la jerarquía de género, tienen prioridad las entidades masculinas sobre las femeninas y otras. Partiendo otra vez de la idea de que los constituyentes con referentes importantes tienden a anteponerse al verbo, es de esperar que los PAs que se refieren a entidades masculinas aparecen más en posición preverbal que los que se refieren a entidades femeninas. Si bien Dik (1989: 34) en su jerarquía de género no especifica la tercera categoría de «otro», en el caso del español antiguo podemos incluir en esta categoría los ejemplos de lo neutro, que no son masculinos ni femeninos. Es de esperar que dichos PAs aparecen menos delante del verbo que los masculinos y femeninos.
En el cálculo de la tabla 4.8 el punto de partida ha sido el género del referente del PA en cuestión. En caso de los PAs de complemento directo la forma en sí indica si se trata de un referente femenino (la/las) o no (lo/los o le/les). Sólo en caso de lo hay que fijarse en el contexto para determinar si se refiere a un referente masculino singular o neutro. En cambio, en caso de los PAs de complemento indirecto se aplica la misma forma le para los tres géneros en singular, mientras que tanto para el masculino plural y femenino plural se aplica les (cf. el esquema 1.1b del apartado 1.2). En el último caso, por lo tanto, en cada caso hemos tenido que decidir, a base del contexto, si el PA se interpreta como masculino o femenino. Por los motivos ya explicado antes se han excluido los ejemplos de se, además de los casos de dos PAs. Los resultados del cálculo se presentan en la tabla 4.8:
Tabla 4.8: % de anteposición (frente a posposición) de los PAs (formas en l-) con referentes masculinos, femeninos y neutros en las categorías 9 a 13 de las oraciones principales
% (N/tot.) | Fazienda | Crónica | Sumas |
masculino | 1% (1/75) | 4% (2/49) | 14% (5/36) |
femenino | 22% (4/18) | 23% (9/40) | 0% (17) |
neutro | 0% (11) | 14% (1/7) | 40% (2/5) |
Los resultados de la tabla 4.8 no confirman la expectativa de que los PAs con referentes masculinos se anteponen más al verbo que los con referentes femeninos o neutros respectivamente. Tanto en Fazienda como en Crónica el porcentaje de anteposición de los PAs con referentes masculinos es más bajo que el de los PAs con referentes femeninos (el 1% frente al 22% y el 4% frente al 23% respectivamente); sólo en Sumas se confirma parte de la expectativa con el 14% de anteposición de los PAs con referentes masculinos frente al 0% de los PAs con referentes femeninos. En cambio, allí el porcentaje de anteposición de lo neutro (40%) es mayor que el de los otros dos géneros, lo que también va en contra de nuestra hipótesis. Y si bien en Crónica el porcentaje de anteposición de lo neutro (14%) es menor que el de los PAs con referentes femeninos (23%), todavía es mayor que el de los PAs con referentes masculinos (4%).
Hay que concluir, por lo tanto, que la jerarquía de género en el español antiguo no influye en la colocación de los PAs.1 Esto, sin embargo, encaja de manera indirecta con los resultados de las tablas 4.5 a 4.7. Allí vimos que la importancia del referente diferenciaba a los +participantes del acto de habla de los -participantes. En cambio, dentro del grupo de los -participantes la importancia del referente, entendida como humano/inanimado, no influía en la colocación del PA respecto del verbo. Ahora resulta que otro factor que podría tomarse como señal de la importancia del referente, el género gramatical, tampoco influye en la colocación de los PAs -participantes.
1 Se podría objetar que el hecho de que se hayan incluido las formas de complemento indirecto, que no muestran género gramatical, influye de manera negativa en los resultados del cálculo de la tabla 4.8 y que sólo se tendría que tomar en cuenta las formas de complemento directo. Sin embargo, esto no solucionaría el problema por completo. Ya hemos dicho que la forma lo podía tener un referente masculino singular o neutro. Asimismo, las formas le y les también se usaban para complementos directos masculinos, de manera que tampoco todas las formas de complemento directo eran completamente transparentes (cf. el esquema 1.1b del apartado 1.2). Además, el fenómeno de apócope complicaba aún más la situación, puesto que por una parte le tanto en función de complemento directo como en función de complemento indirecto se abreviaba y por otra parte también lo masculino a veces perdía su -o final. Está claro que podríamos haber excluido del cálculo de género todas esas formas ambiguas, quedando sólo con las formas no abreviadas lo(s) y la(s), pero, aparte del problema práctico de que hubieran quedado pocos casos, no parece lógico que una jerarquía de género se manifieste sólo con parte de las formas, mientras que todas pertenecen al mismo paradigma. Al tomar el género del referente del PA como punto de referencia se han podido incluir todas las formas en l-.
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