ISSN: 1139-8736
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3.3 Las propiedades de los PAs y los SNs

Al tratar los clíticos en el español moderno Strozer (1979: 100) llega a la conclusión de que éstos guardan una relación íntima con los SNs, pero que no son SNs. Para demostrarlo presenta trece criterios, tanto morfológicos y fonológicos como sintácticos (1979: 106-112), señalando en cada caso que los clíticos y los SNs se comportan de forma diferente.1 A pesar de que en este estudio estamos interesados en los PAs antiguos y Strozer aplica sus criterios para diferenciar los clíticos de los SNs en el español moderno, su análisis puede ser útil en cuanto nos permita definir mejor las correspondencias y/o diferencias entre los dos en el español antiguo. Por eso, pasamos revista de los trece criterios de Strozer, discutiendo en cada caso las posibles divergencias entre la lengua actual y la antigua.

1) Los pronombres átonos y tónicos presentan formas morfológicas diferentes.2

Si bien en el español antiguo había diferencia de forma en los pronombres de la 3a p., contrariamente a la situación moderna, los pronombres de la 1a p. plural (nos) y de la 2a p. (vos) se empleaban como formas átonas y tónicas hasta bien entrado el siglo XV (véanse los esquemas 1.1a y 1.1b del apartado 1.2). Esto quiere decir que hasta el siglo XV por lo menos en parte del paradigma de los pronombres personales se empleaba la misma forma morfológica para la función de sujeto, como término de una preposición y para la función de complemento, tal como era, y hasta la fecha es, el caso con los SNs.

2) Los SNs no distinguen caso, mientras que los clíticos de la 3a p. en l- sí lo hacen.

Ya en el español antiguo los SNs habían dejado de señalar caso, en tanto que las formas de la 3a p. en l-, descendidas de los pronombres demostrativos latinos, empleaban formas distintas para acusativo (complemento directo) y dativo (complemento indirecto) (Menéndez Pidal 1982: 205, 253). Por lo tanto, la diferencia a que se refiere Strozer en 2, también existía en el español antiguo.

3) Los SNs no sólo llevan un acento tónico, sino que también pueden llevar un acento enfático o contrastivo; en cambio, los clíticos, siendo átonos, no llevan ningún tipo de acento.

A pesar de que los PAs en l- se originaron en los pronombres demostrativos latinos, que eran formas fuertes o enfáticas, ya en el español antiguo los PAs habían perdido su función déictica y habían pasado a ser pronombres anafóricos débiles, en cuyo proceso también habían perdido su condición de tonicidad (Wanner 1987: 88-90). El valor enfático o contrastivo de las formas latinas de la 1a, 2a y 3a p. reflexiva en función de complemento variaba, pero ya en latín podían ser enclíticas (Wanner 1987: 74-76). Se puede concluir, por tanto, que ya en la lengua antigua los SNs y los PAs eran distintos en cuanto a acentuación y tonicidad.

4) Entre el verbo y el clítico sólo puede intercalarse otro clítico; tal restricción no se da en el caso del verbo y el SN en función de complemento.

En el español antiguo, es decir, en el período que abarca los siglos XIII, XIV y XV, era posible intercalar un elemento (que no fuera otro PA) entre el verbo y el PA. Sin embargo, el fenómeno de la interpolación no se producía en cualquier contexto sino casi exclusivamente en oraciones subordinadas y sólo se intercalaban determinadas clases de palabra, a saber, la negación no(n), adverbios, particularmente bien, y pronombres personales de sujeto; la interpolación de un sustantivo (sobre todo la palabra Dios), pronombre demostrativo o más de una palabra también se daba, aunque en contados casos (Chenery 1905).3 Según de Dardel & de Kok (1996: 107, 129) la interpolación es característica de la fase más antigua (fase I) del protorrománico, aunque sólo el español antiguo y el portugués antiguo muestran una gran cantidad de ejemplos.

Considérense, además del ejemplo (5) con interpolación del pronombre personal el, los ejemplos (17) y (18) aquí abajo; en (17) está intercalada la negación non, en (18) el PA y el verbo están separados por dos palabras (Dios y ally).

(17) E dizen avn que la fazia con vn betun que se falla en los lagos de Sodoma e Gomorra, que dizen que es insolubile, que se non puede desfazer ... (Sumas, p. 69, l. 7)
(18) ... que le Dios ally mandara meter. (Sumas, p. 65, l. 12)

Si bien la intercalación también se daba con los SNs en función de complemento, había notables diferencias entre los SNs y los PAs por lo que se refiere a la posibilidad de separarse del verbo. Los SNs no estaban, ni están actualmente, sometidos a las restricciones que se producían con los PAs. Por ejemplo, en (19) el elemento intercalado entre el verbo y el SN antepuesto es un complemento adverbial y se trata de una oración subordinada, en (20) es una oración relativa la que se intercala entre el SN antepuesto y el verbo finito, que, además, se encuentran en una oración principal.

(19) El quando lo oyo, con sanna dixo que numqua aquel pleyto de primero cabrie, ... (Crónica, p. 25, l. 39 (b))
(20) Todo lo que es destos terminos, que uos dixiemos, heredaron siete fijos de Japhet: ... (Crónica, p. 5, l. 17 (b))

Además, mientras que el PA antiguo nunca se separaba de su verbo finito en posición postverbal, es decir, las palabras sólo se intercalaban en la secuencia de PA-V, con los SNs también era común la intercalación de un elemento entre el verbo y el mismo en posposición. Considérense los ejemplos (21) y (22):4

(21) E asy partio Noe los terminos a sus fijos, ... (Sumas, p. 66, l. 21)
(22) ..., e non fallaron en toda la tierra arbol uerde, ... (Crónica, p. 14, l. 26 (a))

Por lo tanto, en cuanto a la posibilidad de separarse del verbo, los PAs antiguos tenían cierta libertad, aunque en contextos bien delimitados. En este aspecto se equiparaban más con los SNs antiguos que con los clíticos modernos.5

5) El SN no pasa a formar una unidad fonológica con el verbo cuyo complemento es, fenómeno que sí se da con los clíticos. Así, no es posible usar sólo un clítico en respuesta a la pregunta: ¿A quién viste ayer? *A la, mientras que sí es posible decir: A Lola/a ella. Además, con el pretérito perfecto no puede haber clítico si no está presente el verbo auxiliar finito: *Pepe lo ha construido y lo decorado él mismo.

Es verdad que ejemplos como ¿A quién viste ayer? *A la tampoco se registran en el español antiguo. Sin embargo, esto se debe al hecho de que ya en el español antiguo existieran formas diferentes para la 3a p. de complemento (in)directo, por un lado, y de sujeto y detrás de una preposición, por otro lado (cf. el criterio 1). La, del ejemplo de Strozer, es la forma femenina de complemento directo, lo que no encaja con la presencia de la preposición a. De ahí que la respuesta *A la sea agramatical.

En relación con el ejemplo del pretérito perfecto hay que señalar que en la lengua antigua el PA podía juntarse con el participio pasado, en caso de que no hubiera verbo auxiliar finito (cf. Gessner 1893: 44; González Ollé 1983). El ejemplo (23) muestra el mecanismo.

(23) aviendo tú fecho al tu rey [...] gran trayción e metídole en tan gran pesar (González Ollé 1983: 11)

No obstante, no queremos defender aquí, en base al ejemplo (23), que el PA en el español antiguo fuera fonológicamente independiente (cf. la sección 3.5 aquí abajo). Lo que sí muestra el ejemplo es el paralelismo distribucional de los PAs y los SNs en el período antiguo, ya que, al lado de (23), encontramos ejemplos como (24), en el que falta el verbo auxiliar finito con el segundo participio pasado (ganado) y a éste lo siguen dos SNs coordinados en función de complemento (debdo ni amistad).

(24) ..., porque has por tantas partes vagado é peregrinado, que ni has hauido prouecho ni ganado debdo ni amistad. (Celestina, p. 100, l. 15)

6) El orden de los clíticos de la 3a p. no reflexiva siempre se establece por su función gramatical de complemento indirecto - directo, mientras que el orden normal de los SNs es de complemento directo - indirecto.


7) Al contrario del orden de los SNs, el orden de los clíticos es fijo.

Hay indicios de que en el español antiguo el orden de los PAs era más libre que en la lengua moderna. Ishikawa (190: 113) cita varios ejemplos en los que el orden de los PAs no corresponde con el de [se-2-1-3], establecido por Perlmutter (1971: 45) para el español moderno.6 También Gessner (1893: 33) señala cierta libertad en el orden de los PAs. Los siguientes ejemplos ilustran la divergencia de órdenes en la lengua antigua:

(25) ¿Quien me vos comió? (Ishikawa 1990: 113)
(26) Yo su siervo te me ofrezco (Gessner 1893: 33)
(27) No te se puede dar (Gessner 1893: 33)
(28) E desta condición se le seguieron discordias e enemistades con aquel maestre, ... (Varones, p. 23, l. 7)

Por lo tanto, hay que concluir que en la lengua antigua los PAs no sólo se colocaban más libremente respecto del verbo (cf. el criterio 4), sino que también mostraban cierta libertad en el orden del uno respecto al otro, si bien los casos con un orden divergente no eran muy frecuentes.

8) Sólo los SNs pueden llevar modificadores.

En relación con este argumento es interesante que Ishikawa (1990: 114) señale que en el período antiguo los PAs podían ser núcleo de una oración relativa, o sea, que podían ser modificados por la misma:

(29) e fallólo que estava leyendo en una cámara muy apartada (Ishikawa 1990: 115)

Se puede concluir que en este aspecto los PAs antiguos se diferenciaban de los clíticos modernos, equiparándose más bien con los SNs; en tanto que en el español antiguo los PAs podían ser modificados, esto actualmente se consideraría gramaticalmente incorrecto.

9) Los clíticos pueden referir a entidades animadas y no animadas; en cambio, los pronombres tónicos correspondientes sólo pueden referir a entidades animadas.

No obstante, ejemplos como (30) y (31) prueban que las formas tónicas sí pueden referir a cosas.

(30) ..., y las cortinas levemente sucias exageraban la penumbra. El atardecer de diciembre se apresuraba en ellas, ... (Invierno, p. 17)
(31) Se aplica a un nombre para subrayar una coincidencia entre lo que él expresa y otra cosa ... (Moliner, p. 823, bajo el lema preciso)

Ejemplos parecidos los encontramos en los textos antiguos. En (32) los pronombres tónicos el y ellos, ambos término de una preposición, refieren a las entidades libro y el cielo e la tierra respectivamente.

(32) Moysen escriuio un libro que a nombre Genesis, por que fabla en el de cuemo crio Dios el cielo e la tierra e todas las cosas que en ellos son, ... (Crónica, p. 4, l. 26 (b))

Por lo tanto, hay que concluir, por una parte, que, contrariamente a lo que sostiene Strozer, los pronombres tónicos modernos sí pueden referir a entidades no animadas y que, por otra parte, en este aspecto los pronombres tónicos modernos no se diferencian de los antiguos.

Sin embargo, si Strozer quiere decir que las formas tónicas en función de complemento directo o indirecto no pueden referir a cosas, estamos de acuerdo con ella; la forma tónica como complemento sólo se emplea detrás de preposición, pero con el complemento directo sólo se suele usar la preposición a si aquél refiere a una persona (Matte Bon, 1992: 301). Esto implica que la forma tónica es incompatible con la función de complemento directo de cosa. Por otra parte, los complementos indirectos que refieren a cosas ya de por sí son sumamente excepcionales. A pesar de que el uso de la preposición a para marcar el complemento directo de persona en la lengua antigua variaba según el tipo de complemento de persona, con los pronombres tónicos ya era sistemático desde los primeros documentos (cf. Lapesa 1981: 213, 405). De ahí que quepa esperar que ya en el español antiguo los pronombres tónicos en función de complemento (in)directo sólo podían referir a entidades animadas, tal como es el caso en la lengua actual.

10) Los clíticos y los SNs no aparecen en las mismas posiciones en el sintagma verbal.

A base de los ejemplos (7) a (10) hemos argumentado que en la lengua antigua los SNs y los PAs podían ocupar las mismas posiciones sintácticas. Recuérdese que Rivero (1986b) explicaba este fenómeno postulando que en la lengua antigua había dos posiciones canónicas para los complementos del verbo, tanto a la derecha como a la izquierda del mismo, y que los PAs, siendo SNs, podían ocupar una posición canónica. Es probable, por lo tanto, que un ejemplo como: *Lola escribí una carta, que cita Strozer como agramatical en la lengua actual, en el período antiguo pudiera encontrarse en los textos.

11) Sólo los SNs pueden aparecer coordinados: El niño vio a Lola/a ella y a él (cf. *El niño vio a la y (a) lo).

Los ejemplos que aporta Strozer bajo 11 requieren cierta reserva, ya que en primer lugar en El niño vio a Lola/a ella y a él los complementos a ella y a él tendrían que ser introducidos por el PA correspondiente delante del verbo, por lo menos en el español peninsular (cf. Matte Bon, 1992: 251, 257). Por lo tanto, dicho ejemplo es agramatical y, por consiguiente, no puede servir de prueba de que los SNs en general sean capaces de juntarse sin más. Por otra parte, como ya hemos dicho con respecto al criterio 5, la agramaticalidad de un ejemplo como *El niño vio a la y (a) lo resulta del hecho de que los pronombres personales empleen formas átonas para ciertas funciones y tónicas para otras y que detrás de preposición se requiere una forma tónica. En este sentido el criterio 11 no es válido como argumento independiente para demostrar que los SNs y los clíticos son diferentes.

Cabe señalar que tanto los PAs antiguos como los clíticos modernos sí pueden aparecer en series, como en selo, melas, etc. Además, para referirse a dos complementos de la misma función gramatical, como es el caso en los ejemplos de Strozer, se emplea un solo PA que cubre los dos complementos: Vio a Lola y sus hijos -> Los vio.

Por lo tanto, el criterio 11 no nos parece adecuado para demostrar las diferencias y/o correspondencias entre los clíticos y los SNs. En base a dicho criterio sería más acertado concluir que la manera en que los SNs se juntan difiere de la de los clíticos, aunque ambos indiscutiblemente sean capaces de hacerlo. Y esta observación es válida tanto para la lengua moderna como para la antigua.

12) Los clíticos y los SNs no están expuestos a las mismas transformaciones, es decir que hay transformaciones que sólo se aplican a los clíticos y otras que sólo se aplican a los SNs.

Como ejemplos de las transformaciones reservadas para los SNs Strozer menciona la topicalización y la pasivización.7p> En el español moderno es posible decir: A Lola la vio Pablo y Lola fue vista por Pablo, mientras que son agramaticales los ejemplos: *La Pablo (la) vio y *La fue vista por Pablo. Sin embargo, se podría argumentar que la agramaticalidad del ejemplo de topicalización se debe al hecho de que en la lengua moderna entre el verbo y el clítico no pueda haber ningún otro elemento que no sea otro clítico (cf. el criterio 4). Teóricamente, en el español antiguo el ejemplo La Pablo vio podría ser un caso de interpolación, con el sujeto intercalado (cf. los ejemplos (5) y (18) arriba).

Por otra parte, la agramaticalidad del ejemplo de pasivización es consecuencia del hecho de que los pronombres personales empleen formas distintas para las distintas funciones gramaticales que pueden ejercer (cf. el criterio 1); así el átono la (la forma del acusativo) no puede funcionar de sujeto, estando dicha forma reservada para la función de complemento directo.

La transformación que mueve el PA que es complemento del infinitivo, al verbo finito, la llamada subida de clíticos, como ya indica el término, en el español moderno sólo se aplica a los clíticos. No obstante, antes, la subida se podía producir con cualquier complemento, sea PA, sea SN (cf. Rivero 1986b: 205). Compárense los siguientes tres ejemplos de La Celestina. En (33) se ha desplazado el complemento átono del infinitivo al verbo finito, en (34) es el SN en función de complemento el que se ha desplazado, en tanto que en (35) los dos tipos de complemento aparecen al lado del verbo finito.

(33) ... que me quiere sacar deste mundo. (Celestina, p. 249, l. 13)
(34) ... que por este lugar alcançar tengo yo á Dios offrescido, ni otro poder mi voluntad humana puede conplir. (Celestina, p. 32, l. 10)
(35) ... que yo la vida te quiero dar con buena esperança, ... (Celestina, p. 204, l. 21)

A base de estos ejemplos hay que concluir que la división que hace Strozer para la lengua moderna entre ciertas transformaciones referentes a los PAs y otras referentes a los SNs, no se daba tan estrictamente en el español antiguo, ya que, por lo menos la subida de un complemento a un verbo sintácticamente más alto, antes no sólo se limitaba a los PAs.

13) El SN en función de complemento (in)directo puede ir acompañado de un clítico redundante que reduplica a aquél, lo que no es posible si tanto el complemento como el elemento reduplicador son SNs.

Strozer señala correctamente que en los casos de reduplicación el SN sólo puede ser reduplicado por un clítico y no por otro SN. Sin embargo, puesto que el caso inverso también es verdad, es decir que un clítico tampoco puede ser reduplicado por otro clítico, este argumento demuestra más bien que en dichos casos el elemento reduplicador no puede formar parte de la misma clase de palabra que el complemento canónico. En este aspecto los clíticos y los SNs modernos justamente no se difieren.

Por otra parte, en relación con el fenómeno de la reduplicación cabe señalar que en el español antiguo el SN en función de complemento podía anteponerse al verbo, sin que hiciera falta retomarlo por medio de un PA (Ishikawa 1990: 98; Rini 1991: 24-298; Rivero 1986b: 213), lo que, como ya hemos dicho, actualmente resulta en agramaticalidad (cf. Matte Bon 1992: 259). De ahí que ejemplos como (7) y (8) muestren una distribución paralela del PA y el SN. Además, la distribución paralela de los PAs y los SNs en este tipo de construcciones también es notable si figuran tanto el complemento canónico como el elemento reduplicador.9 Los ejemplos (36) y (37) muestran las dos caras del fenómeno de reduplicación, ya que en (36) el complemento átono, delante del verbo, se retoma por un SN, detrás del verbo, mientras que en (37) el SN, delante del verbo, se retoma por el complemento átono, detrás del verbo. Asimismo, en (38) el complemento canónico y el reduplicador se encuentran pospuestos al verbo, en tanto que en (39) ambos están antepuestos.

(36) ...; pero que toda via le quedaron a Mida las manos tenblosas. (Sumas, p. 82, l. 33)
(37) ...; e al terçero despennaronlo de vna alta penna ... (Sumas, p. 2, l. 22)
(38) Dyol Juda a so fijo mugier e ovo nonbre Thamar. (Fazienda, p. 52, l. 2)
(39) Ca entonçe al rey Saturno las sus gentes por dios le tenian. (Sumas, p. 2, l. 18)

Strozer (1979: 106) sostiene que en el español moderno las formas tónicas de los pronombres personales comparten las propiedades básicas de los SNs y que en este sentido se diferencian de las formas átonas. En la lengua antigua justamente llama la atención que en las construcciones de reduplicación las dos clases de pronombre distribucionalmente se parecieran tanto. Mientras que actualmente es obligatoria la reduplicación en caso de que el complemento pospuesto al verbo sea un pronombre tónico (cf. Matte Bon 1992: 251), la lengua antigua no presentaba indicios de tal obligación (Ishikawa 1990: 98; Rini 1991: 271-279; Rivero 1986b: 213). De ahí que encontremos ejemplos como (40) y (41) en los textos antiguos:

(40) E dixo a ella: ... (Fazienda, p. 47, l. 14)
(41) ..., mas yo gradesco a vos lo que fezistes ... (Sumas p. 75, l. 16)

Estos dos ejemplos, por lo que se refiere a la posición sintáctica de los pronombres tónicos, se comparan con los ejemplos (42) y (43) en los que los complementos son PAs.

(42) ... e llamo a la reyna e dixole: ... (Sumas, p. 75, l. 14)
(43) E dixoles: "Priegovos, mis sennores, ... (Fazienda, p. 45, l. 26)

Los ejemplos de la falta de reduplicación muestran que en el español antiguo los complementos tónicos y átonos podían aparecer en las mismas posiciones sintácticas respecto del verbo. No era necesario reduplicar al complemento tónico -ni a los SNs delante del verbo, ni a los pronombres personales tónicos detrás del verbo-, pero en caso de que aparecieran tanto el complemento canónico como el elemento reduplicador, los dos compartían las mismas posiciones.

Pese a que algunos criterios no nos parezcan muy convincentes para establecer las diferencias tipológicas entre los SNs y los clíticos modernos, el análisis de Strozer (1979) en general demuestra que en el español moderno los SNs y los clíticos son categorías claramente distintas. Por eso es muy significativo que al aplicar los criterios a la lengua antigua resulte que la mayor parte de las diferencias registradas para el español actual, no se daba en el español antiguo (criterios 1 (parcialmente), 4, 5 (parcialmente), 6/7, 8, 10, 12, 13). Es de notar que todos los criterios que ponen de relieve las similitudes de los SNs y los PAs, con excepción del 1, son de índole sintáctica y se refieren a la distribución sintáctica de ambos tipos de complemento. Por lo tanto, este análisis muestra por una parte que en la lengua antigua los SNs y los PAs se parecían notablemente, pero por otra parte también pone en claro que el paralelismo únicamente radicaba en la distribución sintáctica de los dos.10 Morfológicamente los SNs y los PAs ya en el español antiguo eran en su mayor parte diferentes (cf. el criterio 1, sólo las formas nos y vos empleaban las mismas formas para funciones tónicas y átonas) o completamente diferentes (cf. el criterio 2). También eran diferentes fonológicamente los SNs y los PAs, como hemos visto en base al criterio 3 y parte del 5.

Si bien a base de ejemplos hemos comprobado que los SNs y los PAs pueden ocupar las mismas posiciones sintácticas en la oración, por el momento no sabemos hasta qué punto dichos ejemplos son casos únicos o se presentan con cierta frecuencia en los textos antiguos. El hecho de que cualitativamente los SNs y PAs compartan ciertas propiedades sintácticas, no implica automáticamente que también cuantitativamente muestren la misma distribución. Al contrario, hablando en términos generales, dado que se trata de dos formas distintas, es de esperar que cada forma tendrá su propio valor o significado, lo que la hace especialmente apta para aparecer en ciertos contextos y menos apta para aparecer en otros. Más específicamente, en este caso nos encontramos con pronombres personales, es decir, con una clase de términos con un valor descriptivo mínimo, que sólo sirven para señalar un referente en la situación de habla (Dik 1989: 130). Esto implica que los pronombres personales se refieren a entidades ya introducidas implícita o explícitamente en la situación de habla, o sea, entidades ya conocidas. En cambio, los SNs generalmente tienen un peso informativo más fuerte y precedidos por un artículo indefinido suelen introducir entidades nuevas que no hayan sido mencionadas antes.

En vista de esta distinción fundamental, cuantitativamente la distribución sintáctica de los PAs no necesariamente es la misma que la de los SNs, ya que en contextos en que se necesita un término para señalar una entidad ya mencionada en el contexto anterior, será más apropiado usar un PA, mientras que para introducir una nueva entidad será más lógico usar un SN.

En la sección 3.4 haremos un análisis cuantitativo con un objetivo doble: por una parte queremos demostrar que los contextos en los que hemos señalado una distribución paralela de los PAs y los SNs son más que casos únicos, de manera que se justifique nuestra conclusión de que sintácticamente ambos tienen las mismas posibilidades; por otra parte queremos averiguar si la frecuencia con que los PAs y los SNs aparecen en ciertas posiciones difiere según el contexto, lo que sería una indicación de la diferencia funcional de los dos.


NOTAS

1. Strozer (1979: 106) afirma que primero presentará los argumentos morfológicos, luego los fonológicos y al final los sintácticos. Sin embargo, esta división no queda muy clara, ya que entre los argumentos 3 y 5, ambos de índole fonológica, aparece el 4, que más bien es un argumento sintáctico. Además, el argumento 9 parece ser de índole semántica (véase el texto para la exposición de los argumentos).

2. Es de notar que en algunos casos Strozer (1979: 106) sólo contrasta los clíticos con sus formas tónicas, que según ella, sí muestran las propiedades básicas de los SNs.

3. Véanse Chenery (1905) y Sánchez Lancis (1993) que presentan casos de interpolación que aparecen en oraciones principales. Es de notar que Chenery (1905: 35) los llama «anómalos», mientras que Sánchez Lancis (1993: 330) subraya que la interpolación en oraciones principales «aunque extraña, también es posible».

4. El único caso que parece contradecir el hecho de que la interpolación sólo se dé con el PA antepuesto al verbo, es un ejemplo de Calila A, un texto que no forma parte del corpus en que está basado el presente estudio. El ejemplo reza como sigue:

..., e guardate que non seas tal commo la garça que quiso matar al cangrejo, e mato a si se." (p. 70, l. 1051)

Como se puede ver, entre la forma verbal mato y el PA se se ha intercalado el complemento directo tónico a si, que se refiere a la misma entidad que el PA.

5. Tradicionalmente, el término de interpolación se reserva para la separación de PA y verbo, mientras que la falta de colocación fija de los SNs en función de complemento se suele tomar como ejemplo del supuesto orden de palabras libre en el español antiguo. Esta diferencia de interpretación de las dos caras de la medalla -el orden del verbo y sus complementos átonos o tónicos- se debe, sin lugar a dudas, al hecho de que en comparación con la lengua actual las posibilidades de colocación de los PAs se hayan reducido, mientras que los SNs siguen exhibiendo cierta libertad de colocación (cf. Rivero 1986b: 208). Sin embargo, en base a los ejemplos antiguos y tomando distancia de la situación moderna, se podría decir que la interpolación podía producirse en el español antiguo con cualquier verbo y su complemento antepuesto, si se le da a este término el sentido más amplio de «la intercalación de uno o más elementos entre el verbo y su complemento».

6. Cf. también Prado (1975: 93), que establece [3+2+1+formas en l-] o Matte Bon (1992: 254), que para el orden de varios pronombres de complemento da: se-2-1-3.

7. Nos damos cuenta de que en la teoría actual de la Gramática Generativa Transformacional estas operaciones ya no se consideran transformaciones. Sin embargo, a pesar de la terminología, creemos que el análisis de Strozer (1979) sigue siendo válido para el presente estudio.

8. Parte del capítulo en que Rini (1992: 85-138) trata las construcciones de reduplicación ya fue publicada en Rini (1991). Si bien Rini (1992) es una revisión y ampliación de Rini (1991), remitimos a Rini (1991), ya que aquí, a nuestro parecer, la presentación de los datos cuantitativos acerca de la frecuencia y propagación del fenómeno en cuestión es más clara.

9. Dejamos aquí de lado la cuestión de la identificación del elemento reduplicador en los casos de reduplicación. Rivero (1986b: 217) sostiene que en dichos casos el PA es el complemento canónico del verbo, siendo el complemento tónico el sintagma reduplicador; éste, por lo tanto, sirve de tópico, tanto si precede al PA como si lo sigue. Rini (1992: 97, 99) afirma que mientras que en la lengua moderna el clítico es el núcleo o elemento básico de la construcción, antes lo era el complemento tónico.

10. Wanner (1987: 165) argumenta que los pronombres en latín eran SNs, mientras que no obedecieran a ninguna regla de colocación fija, como lo hacen los clíticos modernos. Sólo a causa de un cambio de categoría, de SN a clítico, llegan a aparecer sistemáticamente en segunda posición, es decir, en una posición fija. Este cambio de categoría lo sitúa antes de los primeros documentos románicos (siglo VIII o IX) (Wanner 1987: 443). Además, establece (Wanner 1987: 67, 76) una diferencia de evolución entre los pronombres latinos de la 1a, 2a y 3a p. reflexiva por un lado y los de la 3a p. no reflexiva por otro lado. Los del primer grupo ya en el latín clásico son clíticos potenciales, en tanto que los del segundo grupo, originalmente pronombres demostrativos, sólo adquieren el carácter de clítico más tarde, después de que hayan perdidio su función déictica. Para Ishikawa (1990: 116) el hecho de que en la lengua antigua el participio pasado del pretérito perfecto frecuentemente concuerde, en cuanto a número y género, con el PA en función de complemento directo corrobora las propiedades nominales de los PAs antiguos, ya que los SNs propiamente dichos en función de complemento directo antes también solían determinar la terminación del participio pasado. Sin embargo, este tipo de concordancia de complemento directo y participio pasado se ha perdido en el español moderno tanto con los SNs en función de complemento como con los clíticos. En este sentido este fenómeno morfosintáctico es diferente de los otros discutidos aquí, ya que no se trata de un cambio o restricción en las propiedades de los clíticos modernos solamente, sino que se ha dado la misma restricción en los SNs.

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