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A.2 La selección de los textos
Ya en los primeros documentos en que aparecen formas españolas, las famosas Glosas Emilianenses y Glosas Silenses del siglo X y los documentos notariales de los siglos X y XI, nos encontramos con PAs (cf. Menéndez Pidal 1980b). Así, en las Glosas Silenses, 320, detrás de la frase uiba occidantur pone: [uiba las decolaren] ('vivas las degollaren') y en un documento aragonés que data de aproximadamente 1090 se lee: e tenganlo ata pascua ('y tengalo hasta Pascua') (Menéndez Pidal 1980b: 22, 43). No obstante, el número de PAs que ocurre en estos textos tempranos es relativamente bajo, motivo por el cual ellos no fueron incorporados en el corpus, ya que un número bajo de ejemplos en que están basados los datos cuantitativos afecta la fiabilidad de los resultados.
Como punto de partida de la evolución de la colocación del PA se ha tomado el primer texto más largo en prosa La Fazienda de Ultra Mar, que data de finales del siglo XII o principios del siglo XIII. A partir de ahí se ha analizado un texto de cada siglo siguiente.
En el siglo XVII los textos ya no muestran mucha variación de colocación del PA, siendo el único contexto en que sigue posponiéndose el PA, el en que el verbo se encuentra al principio de la oración (cf. Gessner 1893; Lesman St. Clair 1980). Esto implica que a partir del siglo XVII los textos reflejan el sistema moderno de colocación. Ya que es sobre todo la variación la que nos puede dar una idea del sistema (cf. Aitchison 1991: 89) -con anteposición o posposición absoluta sólo se puede concluir que la posición del PA está gramaticalizada-, se ha tomado como punto final de la investigación el siglo XVI.
El corpus sólo contiene textos en prosa. Al estudiar la posición del PA con respecto al verbo en el período de variación, hemos partido de la idea de que el escritor de un texto ha optado por la anteposición o la posposición de acuerdo con el contexto sintáctico y pragmático. En cambio, en poesía la posición del PA puede venir dada por el metro, según el poeta quiera crear sinalefa o no. Los siguientes versos de Tractado de Amores (entre 1477 y 1491) de Obras de Diego de San Pedro, ([segunda mitad del s. XV] 1976) muestran el mecanismo:
(1) pues que ya de vos se alarga (p. 87, l. 30)
[pues-que-ya-de-vos-sea-lar-ga]
Tractado de Amores consiste en versos de ocho sílabas métricas. En el ejemplo (1) las sílabas -se- y -a- se funden y cuentan como una, puesto que aquélla termina en vocal y ésta empieza con vocal. Gracias a la sinalefa de las dos sílabas mencionadas el verso se adapta al esquema general de ocho sílabas. Por eso, no podemos estar seguros de que el poeta no haya colocado el PA delante del verbo a causa del metro.
Poesías Amorosas (compuestas a lo largo de su vida), otro texto que forma parte de las Obras de Diego de San Pedro ([segunda mitad del s. XV] 1976), también consiste en versos de ocho sílabas métricas. El ejemplo (2) es uno de ellos:
(2) seruicios grandes os hize (p. 214, l. 29)
[ser-ui-cios-gran-des-os-hi-ze]
En (2) el poeta evita la sinalefa con la anteposición del PA os. Si éste se hubiera colocado detrás de la forma verbal hize, las sílabas -ze- y -os- se podrían haber fundido y el verso con siete sílabas se distinguiría de los demás.
Por lo tanto, para no correr el riesgo de que los resultados del presente estudio estén afectados por cuestiones métricas se han seleccionado únicamente textos en prosa para el corpus.
Como fecha del texto siempre se ha tomado la fecha del manuscrito utilizado, la que no en todos los casos coincide con la fecha de la composición del texto original. Así, por ejemplo, La Fazienda de Ultra Mar probablemente fue escrito en la primera mitad del siglo XII, pero el manuscrito analizado para el presente estudio data de finales del siglo XII o principios del siglo XIII (véase la introducción de la edición manejada, Fazienda [finales del s. XII/principios del s. XIII] 1965: 9-13).
Al estudiar textos antiguos, por lo que se refiere a los aspectos lingüísticos, hay que tener en cuenta que a menudo se trata de una copia del original y que existe la posibilidad de que el copista haya alterado cosas, bien por descuido, bien porque le parecía que había que corregir algo. Es posible, por ejemplo, que al copiar una oración con un PA pospuesto el copista en su versión haya puesto el mismo delante del verbo, porque encuentra la posposición incorrecta o anticuada. Al utilizarse ese manuscrito para un estudio de la posición del PA, se obtendrían datos más bien sobre el lenguaje de la época en que vivió el copista que sobre la época en que fue escrito el texto original. Por lo tanto, para solucionar este problema se ha tomado como fecha relevante la del manuscrito utilizado, considerando la fecha el terminus ante quem del lenguaje del texto. Además, se ha procurado que el período entre la fecha del texto original y la del manuscrito sea lo más corto posible, lo que quiere decir que en los casos en que existan diferentes manuscritos de un determinado texto se ha manejado el más antiguo.1
No sólo en el caso de los copistas medievales sino también en el de editores modernos no se puede descartar la posibilidad de que se haya cambiado el texto original. Mientras sean cambios en la ortografía o en la puntuación éstos probablemente no afectarán los resultados de un estudio de la posición del PA. No obstante, si además de esto se han introducido cambios en la sintaxis, el texto no sirve para el trabajo que nos proponemos hacer. Por eso, sólo se han incorporado en el corpus textos que pretendan ser una transcripción fidedigna, es decir, sin modernización alguna, del manuscrito original.2
En resumen, los siguientes tres criterios han jugado un papel importante a la hora de componer el corpus:
i. tiene que ser un texto en prosa;
ii. en los casos relevantes no debe haber transcurrido mucho tiempo entre la fecha del texto original y la de la copia;
iii. tiene que ser una edición fidedigna.
1. Por este motivo no se ha incorporado ningún texto de Don Juan Manuel, puesto que los manuscritos conservados todos son del siglo XV o posterior, lo que significa que transcurrió un siglo entre el momento en que se escribió la obra original y el momento en que se hizo la copia (cf. Granberg 1988: 356).
2. Los datos acerca del procedimiento que se ha seguido al transcribir el manuscrito suelen mencionarse en la introducción de las obras en cuestión.
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