ISSN:  1139-8736
Depósito Legal: B-39199-99

3.1.4.  EL ADJETIVO

Al habla del nombre hemos tenido ya ocasión de referirnos a algunas de las cuestiones relacionadas con la vinculación de la categoría adjetivo a la categoría nombre y con la necesidad de hacer del primero una categoría gramatical independiente en el sistema de codificación que nos proponemos desarrollar.

Aparte de esta vinculación con la clase nombre podemos hablar de dos caracteres definidores de la clase adjetivo que abordamos en este apartado:

En primer lugar, el adjetivo es un término secundario, su papel es el de ampliar o precisar la significación del sustantivo1.
En segundo lugar, tienen únicamente una marca morfológica específica (el resto son nominales) que es el grado.

Las clases.

La mayoría de las gramáticas han reconocido en la categoría adjetivo, al menos, dos clases: los adjetivos calificativos y los numerales2, reconociendo, en la mayoría de los casos las peculiaridades y el tratamiento especial que han de recibir estos últimos.

Estas peculiaridades han motivado que los numerales constituyan una categoría independiente en la mayoría de los sistemas de codificación para procesamiento de la lengua natural de las distintas lenguas.

En nuestro caso, hemos optado por esa misma táctica con el inconveniente que supone el aumentar número de categorías en los planteamientos que nos hemos propuesto al desarrollar nuestro sistema de codificación. Las razones pueden resumirse en las siguientes:

a)  En primer lugar, como señala el Esbozo, el contenido conceptual vinculado un lenguaje formal como es el de la aritmética los convierte en una clase de palabras semánticamente homogénea que determina además un comportamiento gramatical peculiar y característico de esta clase.
b)  En segundo lugar, las distintas clases que podemos distinguir dentro de la categoría numeral (cardinales, ordinales, fraccionarios,...) presentan unas peculiaridades morfosintácticas tan diversas que, desde el punto de vista computacional, no nos ha parecido necesario establecer más vinculaciones que la que estos mantienen con la categoría numeral3.

Retomando lo que decíamos en el apartado anterior y tras este breve inciso sobre numerales, distinguiremos en la categoría adjetivo dos clases: aquellos que poseen una estructura de rasgos semejante a la correspondiente a la categoría pronombre, son no connotativos y ocupan, en la mayoría de los casos, la posición inmediatamente anterior al sustantivo, aquellos que no poseen una estructura pronominal (poseen, como ya veremos, las peculiaridades morfológicas), son connotativos y pueden preceder o seguir al sustantivo.

Codificación

PRESENCIA DE ESTRUCTURA DE RASGOS PRONOMINAL

TIPO

PERSONA GÉNERO NÚMERO CASO

POSESIVO

DEMOSTRATIVO
INDEFINIDO

RELATIVO

INTERROGATIVO/EXCLAMATIVO
AUSENCIA DE ESTRUCTURA DE RASGOS PRONOMINAL
GRADO GÉNERO NÚMERO
POSITIVO
COMPARATIVO
SUPERLATIVO

En el caso de los adjetivos con estructura de rasgos pronominal, con la excepción de los personales, las clases coinciden con las establecidas para el pronombre (posesivos, demostrativos, indefinidos, relativos e interrogativos).

Sobre la asignación de valores únicamente señalar que no es exactamente la misma que veíamos para el pronombre. Las variaciones que se observan con respecto a éste son consecuencia de la distribución como actualizador del nombre. El adjetivo con estructura de rasgos pronominal, como ya hemos dicho, precede casi siempre al nombre con el que concuerda en género y número. Presenta por tanto los mismos valores para estos rasgos que el nombre. El valor neutro que veíamos en la categoría pronombre (tipo demostrativos) está ausente en la categoría determinante como consecuencia de lo anterior.

En la codificación de los adjetivos con ausencia de estructura de rasgos pronominal tendremos en cuenta dos rasgos típicamente nominales (género y número) y un rasgo exclusivo del adjetivo (grado).

Sobre el género y el número, únicamente señalar, al igual que pasaba en el sustantivo, la presencia de formas invariables. Para el género son invariables, todas las palabras acabas en vocal distinta de o (indígena, agradable, homicida, leve,...) con las excepciones de las palabras acabadas en el diminutivo "ete" o en el aumentativo "ota" (regordete/regordeta) y todas las palabras acabadas en consonante (singular, gentil, ruin,...) con la excepción de las acabas en los sufijos "dor", "tor" "sor" (narrador/narradora). En el número, sólo hay ejemplos muy contados como isósceles, rubiales,...

El grado es uno de los rasgos señalados en los distintos documentos y sistemas de codificación existentes. Es un rasgo típicamente morfosintáctico: tiene una marca formal que determina un comportamiento sintáctico peculiar.

En algunas lenguas romances como el español, el italiano, y el francés, sin embargo, la expresión de los valores comparativos y superlativos adopta, en la mayoría de los casos, formas analíticas.

Las formas analíticas tanto del comparativo como del superlativo responden a un nivel de codificación superior al que estamos tratando en esta propuesta.

Sobre las formas sintéticas, sólo el superlativo ("ísimo/ísima", "érrimo/érrima") es una formación recurrente y vigente en el español de hoy día.

En el comparativo sintético podemos hablar de dos grupos de palabras:

a) Aquellas que carecen de grado positivo, se organizan en parejas, en cada una de las cuales, los términos designan oposiciones en el espacio o momentos en la sucesión temporal correlativos y opuestos (interior/exterior, inferior/superior, anterior/posterior, citerior/ulterior) y se comportan, en la mayoría de los casos, como adjetivos en grado positivo4.

Los superlativos correspondientes se derivan de las mismas bases que los comparativos o de otras análogas: íntimo (como interior), extremo (como exterior), ínfimo (como inferior),...

b) Aquellas que mantienen su vinculación con la forma en grado positivo y aparecen en construcciones comparativas y en comparativos y en comparativas de excelencia (mejor, peor, mayor y menor).

En nuestro sistema de codificación, marcaremos como valor comparativo sólo las cuatro formas recogidas en el apartado b. Sólo ellas mantienen vinculación con la forma positiva correspondiente y sólo ellas tienen un régimen sintáctico semejante al de las formaciones analíticas5.

Consecuentemente, marcaremos como superlativos únicamente las formas derivadas de los comparativos del grupo b (óptimo/pésimo, máximo y mínimo) y las formaciones recurrentes a partir de los sufijos "ísimo/ísima", "érrimo/érrima".

Junto a los tres rasgos anteriores, se han señalado en las propuestas de codificación rasgos como uso atributo vs. uso predicativo o presencia de sufijos aumentativos o diminutivos.

Sobre el segundo ya hemos hablado en el apartado correspondiente al nombre. Sobre el primero únicamente decir que se trata de un rasgo que no presenta una marca formal explícita y que, como su misma denominación indica (uso atributivo vs. uso predicativo) es, en el caso de la categoría adjetivo un rasgo típicamente contextual que supone un significado algo distinto en el caso del español y sin cabida en un sistema como el nuestro.

Asignación de membretes dobles

Pronombre/Adjetivo Adjetivo/Adverbio
Adjetivo/Participio Adjetivo/Sustantivo
Pronombre/Adjetivo

En general nos atenemos a lo dicho en el punto 3.1.3.

Únicamente añadir que la desambiguación automática entre estas dos categorías pasa necesariamente por la delimitación de contextos o distribuciones del segundo frente al primero basada en su condición de adjetivo o modificador del nombre al que se antepone casi siempre y con el que concuerda en género y número.

Adjetivo/Adverbio

Aparte de una similitud formal y morfológica entre estas dos categorías (coincidencia de formas y existencia de un rasgo morfológico común: el grado), Bosque (1991) parte de una distinción funcional que, con la formalización requerida, puede actuar como mecanismos desambiguador en el caso de asignación de membretes dobles.

1. Los adjetivos son predicados, poseen flexión y suelen calificar al sustantivo con el que concuerdan en género y número
2. Los adverbios son "circunstantes" que sitúan las significación del verbo en unas coordenadas espaciales y temporales o que añaden información que completa la estructura argumental de predicado.

El mecanismo más claro y seguro de desambiguación se establecería, por tato, a partir de sus respectivas distribuciones. Es adjetivo cuando acompaña al nombre con el que concuerda en género y número (teniendo en cuenta las peculiaridades de las formas invariables en en género y número). Es adverbio cuando acompaña a un verbo.

En español existen muchos adverbios con forma de adjetivo (claro, alto, duro,...). Bosque (1991) hace una clasificación de los adverbios adjetivales basada en los verbos o predicados con los que estos se construyen.

Bosque distinguen también entre adverbios adjetivales que constituyen complejos verbales léxicos con el verbo al que modifican (pisa firma/* pisa pero no muy firme) frente a adverbios adjetivales que se acomodan más a la sintaxis característica de un adverbio (trabaja duro/trabaja, aunque no muy duro).

Finalmente, siguiendo a Bosque (1991) existen un tipo de predicación adjetiva que se acerca más al tipo de modificación adverbial que se da en construcciones como: ""El actual primer ministro de Japón", "Duró una hora escasa", "Su sola presencia causo entusiasmo",...

En el sistema de codificación que pretendemos desarrollar en esta tesis solamente señalar que existe una posibilidad de doble asignación de membrete (adjetivo/adverbio) para algunas formas. Desde el punto de vista funcional, sin embargo, hay una diferenciación clara sobre la que se pueden construir los mecanismos de desambiguación que es la característica del primero como modificador o predicado del sustantivo frente al carácter de "circunstante" del adverbio respecto al verbo o sintagma verbal6.

Adjetivo/Participio

El participo se constituye en la mayoría de los tratados gramaticales occidentales como categoría independiente. Así aparece en la Techné Grammatiké de Dionisio de Tracia, en el sistema de cuatro clases de Varrón, en Nebrija, el Brocense,... Todos ellos coinciden en la atribución al participio de rasgos propios del nombre y del verbo. En la tradición gramatical española fue Bello, el primero en no incluir una categoría independiente para el participio.

Entre las características comunes adjetivo/participio figura su capacidad para actuar como modificador del sustantivo y la existencia de los rasgos morfológicos de género y número. Entre las características distintivas del participio como forma verbal se encuentra su capacidad para ser modificado por adverbios de tiempo ("edición recién aparecida") o de modificadores o complementos típicamente verbales como puede ser el complemento agente ("edición reducida por el editor").

Pese a lo anterior estamos entre dos categorías entre las que los límites son confusos en determinadas construcciones. Compárense la asignación de distintas categorías en los siguientes ejemplos de Bosque (1991):

Hombre resuelto (Adjetivo)  / Problema resuelto (Participio)
Mujer ocupada (Adjetivo)   / Territorio ocupado (Participio)

En la interpretación verbal o participal de estas formas el sustantivo se interpreta como paciente del verbo. La existencia de estas formas "sustantivo + participio", supone la realización de la acción del verbo.

En la práctica de codificación que proponemos en esta tesis adoptaremos un criterio amplio favorable a la categoría adjetivo y un criterio más restrictivo para la categoría participio. En este orden de cosas, codificaremos como participios únicamente lo que aparecen en las formas verbales compuestas y en la perífrasis verbales. Esto supone codificar como adjetivo algunas de las formas que aquí hemos considerado como participios ("edición recién aparecida", "edición reducida por el editor", "problema resuelto/territorio ocupado") e incluso las formas que aparecen en los participios absolutos.

La razón que nos hace tomar esta determinación se deriva de nuestro propio sistema de codificación y de las distinciones que en él se establecen. Efectivamente el conjunto de categorías y el de rasgos y valores a ellas asociadas no nos permite establece una formalización que permita delimitar los contextos o distribuciones que nos harían codificar estas últimas formas como participios.

Como veremos al tratar la categoría adverbios, ningún rasgo morfosintáctico nos permite distinguir un tipo de adverbio de tiempo como "recién". De la misma forma en la categoría preposición no tenemos tampoco ningún rasgo que nos permita diferenciar la preposición que encabeza un complemento agente frente al resto. En el caso de ("problema resuelto" o "territorio ocupado") la cosa se complica todavía más ya que se trataría de buscar un rasgo que nos permitiera distinguir las dos acepciones de resuelto ("hombre resuelto"/"problema resuelto") y de "ocupado" ("territorio ocupado"/"mujer ocupada").

Finalmente, el caso del participio absoluto, sería quizás el más claro a la hora de formalizar mecanismos de desambiguación. En estos casos criterios sintácticos y distribucionales permiten la asignación del membrete correspondiente a participio. Estos criterios serían la posición atributiva del participio, la necesidad de ir precedido por un nombre actualizado o determinado (Desalojada la habitación, se procdió a... / *Desalojada habitación, se procedió a ...)y la distribución de este tipo de sintagmas en el esquema oracional (siempre aparecen al principio y se separan del resto mediante coma). No obstante, la posibilidad (creemos muy poco probable) de que estos criterios se puedan aplicar a una construcción adjetiva nos inclina a mantener una codificación de adjetivo también en estos casos.

Con esta solución no descartamos (más bien recomendamos) que niveles de codificación y análisis posteior puedan (y deban) delimitar la asignación de estas dos categorías según los criterios que basándonos en Bosque (1991) exponíamos más arriba.

Adjetivo/Sustantivo

Cf. 3.1.1.


NOTAS

1 Sobre la atribución del término "secundario" a la categoría adjetivo, recuérdese la teoría de los rangos de Otto Jespersen en la que adjetivo y verbos son considerados palabras de rango secundario. Ambas representan un tipo de realidad que ha de ser pensada necesariamente de alguien o algo que gramaticalmente se expresa por palabras de rango primario o sustantivos.

2  Junto a ésta muchos lingüistas incluyen los llamados adjetivos pronominales a los que ya hemos aludido en el apartado anterior.

3  Además obsérvese que en la vinculación de estas clases con las categorías que hemos establecido no solamente habría que encuadrarlas en la categoría adjetivo, sino que habría que incluirlas también en la categoría nombre (los ordinales en construcciones como "el primero que me dijo...") o en la categoría pronombre (los cardinales en construcciones como "Dame ocho"),...

4  El par superior/inferior aparte de su valor locativo ("el piso superior", "la planta inferior") puede funcionar como comparativo de malo o bueno. Su régimen, sin embargo, es distinto al resto de los comparativos, aparecen siempre precedidos de la proposición a.

5  A este respecto, es necesario decir que la propuesta NERC es partidaria, en el caso de las lenguas romances, de marcas únicamente los superlativos sintéticos. La comparación sintética al no ser un proceso recurrente y vigente no deber ser registrado como tal.

No obstante, aclara que marcarla puede ser una decisión totalmente lícita siempre y cuando las guías o los principios de codificación de la lengua objeto de análisis especifiquen claramente cuáles son las formas comparativas sintéticas que deben codificarse.

6  En este orden de cosas debe quedar claro que en construcciones ambiguas (adverbios cuya sintaxis se parece más a la de los adjetivos "pisa firme/* pisa pero no muy firme" o adjetivos con un comportamiento más cercanos a los adverbios "duro una hora escasa") debemos codificar con los membretes que se siguen del comportamiento sintáctico que hemos definido para cada una de estas dos clases. Codificaremos, por tanto, "firme" como adverbios y "escasa" como adjetivo.

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