ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-37271-2002
Copyright: © Silvia Montero Martínez

1.3.2.2. Nuevos enfoques en terminología: Las necesidades terminológicas actuales

Al ponerse en entredicho las afirmaciones clásicas de unitarismo, se han empezado a desarrollar trabajos acerca de la terminología como fenómeno que se da en un marco textual propio de la comunicación especializada y sujeto a las influencias lingüísticas de la cultura originaria. Es decir, las lenguas son vistas como herramientas sociales creadas por las distintas comunidades y mejoradas continuamente para cumplir los propósitos comunicativos; se trata de agentes que condicionan el comportamiento individual a través de la interacción social que tiene lugar en una situación determinada por factores históricos, geográficos y culturales (Pavel 1993b: 23).

En esta línea, algunos autores de Francia y de la parte francófona de Canadá se han ido alejando del estructuralismo y de la terminología prescriptiva wüsteriana para cuestionar algunos de los principios clásicos en una nueva corriente que han venido a denominar socioterminología (Gaudin 1993). Como su propio nombre indica, en este enfoque se trata de incluir la terminología en el estudio del uso real de la lengua; se apuesta por un estudio descriptivo que sustituya al prescriptivo defendido por los postulados clásicos. En primer lugar, este enfoque incorpora el estudio de la sinonimia y de la polisemia en contra de la idea tradicional de la monosemia como único fenómeno deseable y, por lo tanto, analizable. En segundo lugar, la terminología y la lingüística ya no están interesadas en seccionar el conocimiento en partes homogéneas, exactas y protegidas de cualquier influencia exógena. La socioterminología cuestiona por tanto la existencia de dominios de especialidad con límites precisos (Boulanger 1995: 198) y prefiere considerar la ciencia y la técnica como nodos de conocimiento. En tercer y último lugar, la socioterminología se aleja del estudio sincrónico de la lengua de especialidad (Gaudin 1995).

No sólo la socioterminología se ha hecho eco de las distintas críticas formuladas a los postulados tradicionales. Autores como Sager (1990, 1994), Weissenhofer (1995), Kageura (1995), Meyer (1992, 1993), Zawada y Swanepoel (1994) también han señalado las deficiencias que dicha concepción clásica plantea y presentan nuevas alternativas respecto al concepto, la definición, la monosemia y la sincronía. Así, proponen estudiar la terminología a partir de su ocurrencia en textos, de donde surge la necesidad de sustituir la noción clásica de concepto por categoría (§1.3.2.2.2) (Weissenhofer 1995), ya que aquel no puede satisfacer la estructura conceptual real de los distintos ámbitos de especialidad (Zawada y Swanepoel 1994) que es difusa, en continua evolución y dependiente del contexto situacional. También se defiende que existen relaciones conceptuales que van más allá de las lógicas u ontológicas, reconociendo el fenómeno de la multidimensionalidad; los conceptos se pueden clasificar siguiendo más de un criterio dado que cualquier segmentación de la realidad es siempre arbitraria (Meyer 1992). En cuanto a la noción de definición, estos autores abogan por una estructura prototípica que va más allá de la intensional y extensional propuestas hasta la fecha (Meyer 1993); se trata de dar cuenta de información de tipo enciclopédico que es esencial para el usuario no especialista (Sager 1994). En efecto, no todos los términos se pueden definir en función de su intensionalidad o extensionalidad, sino que necesitan de un patrón mucho más amplio, que pueda recoger distintas relaciones del tipo is-best-example-of o is-similar-to (Zawada y Swanepoel 1994). En lo referente a la monosemia, existe consenso a la hora de afirmar que es poco frecuente y, además, no se considera necesaria para que se cumplan los requisitos de una comunicación unívoca. La polisemia es muy funcional y cuenta con un uso muy extendido en los dominios de especialidad (Kageura 1995). El perseguir una uniformidad absoluta es un proceso artificial condenado a fracasar. Se propone, por lo tanto, que la terminología se centre en la diversidad, creatividad e imaginación de la investigación científica (Meyer 1993). Por último, en lo que concierne a la sincronía, se introduce la necesidad de un estudio diacrónico de la formación y uso de los términos así como del proceso de la conceptualización.

Algunas de estas ideas se encuentran incluidas en la Teoría Comunicativa de la Terminología (tct), que parte del principio de la variación discursiva como fenómeno que permea todo acto lingüístico (Cabré 1999), y en la Teoría Sociocognitiva de la Terminología (Temmerman 2000) que sustituye la hipótesis objetivista de la terminología tradicional por la cognitiva: los conceptos no existen como entidades aisladas e independientes, sino que existen gracias a los textos donde los distintos autores dan testimonio de su forma de entender unas categorías dentro de un determinado Modelo Cognitivo Idealizado, que puede diferir del de otro autor.


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