ISSN: 1139-8736
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1.2.3. Palabra, término, concepto y categoría

Se puede afirmar que, por lo general, los términos pertenecen a planos de especificidad tanto superordinados como subordinados al nivel básico de categorización (Rosch 1978), como se puede observar en los ejemplos de la siguiente tabla:

Vocabulario
Nivel de categorización
Unidades léxicas
especializado: términos
superordinado
glándula, corpúsculoenzima, sistema endocrino
básico
básico
mano, cabeza, corazón, piel, sangre
especializado: términos
subordinado
leucocito, alveolo, anticuerpo, falange

[Adaptado de Márquez Linares et al. 2000]

Tabla 1.1: Niveles de categorización de términos pertenecientes al cuerpo humano

Si bien existen ul cuyo nivel de categorización está claramente diferenciado, caso de ‘cuerpo’ y ‘leucocito’, hay otras unidades como ‘cáncer’ o ‘adrenalina’ que, si bien son términos específicos propios de los lenguajes especializados, tampoco podemos desterrarlos completamente del nivel básico de categorización (Márquez Linares et al. 2000). El conocimiento especializado no puede guardarse en compartimentos estancos, cada uno con su terminología propia, ya que el saber es un continuo y su segmentación en materias es puramente metodológica; en ningún momento responde a una segmentación real en el conocimiento. Se trata por tanto de un gradiente, de un continuo de especificidad que no permite establecer líneas divisorias claras por encima o por debajo del nivel básico de categorización.

Esta falta de límites precisos la corrobora Estopá (1999: 177) al comprobar que un documentalista, un traductor y un médico tienen distinta noción de lo que constituye un término y, consecuentemente, si se les pide que los identifiquen en un texto para diferenciarlos de las ‘palabras del lenguaje general’, aportarán resultados distintos. La selección del término depende por tanto de las necesidades reales de cada uno de los usuarios, por lo que dependiendo de su actividad profesional, éste requerirá un tipo u otro de unidad de significación especializada (use) que se corresponderá con una estructura gramatical bien delimitada (un morfema, una palabra, un sintagma o una oración) (Lorente y Bevilacqua 2000). En este sentido, la selección final es tarea del usuario, mientras que una primera criba descriptiva y, por lo tanto, aproximada sí es tarea del terminógrafo. Esta es la razón por la que en el marco de este trabajo de investigación no podemos establecer a priori un tipo de unidad que interese más que otro, lo que nos obliga a incluir todos los candidatos a término, o en nuestro caso más específico, todos los candidatos a frasema terminológico, y dejar al usuario la elección final. En esta tarea de selección, a pesar de la falta de límites claros, no se puede concluir que todo elemento léxico que aparezca en un texto especializado deba incluirse como término en el módulo terminográfico de OntoTerm®, nuestro programa gestor de bases de datos terminológicas ( §4.6). Aunque a primera vista es evidente la especificidad de ‘quimioterapia’ frente a ‘tratamiento’ también habrá que tener en cuenta que los términos son unidades cognitivas que no se pueden estudiar al margen de las lenguas naturales y han de ser encuadrados en una situación comunicativa y no al margen de la misma (Cabré 1999:14). En palabras de Subirats (2001: 76), "la imposibilidad de delimitar el significado de las palabras descontextualizadas no es más que una consecuencia del hecho de que es en un contexto donde los elementos léxicos adquieren un significado específico". Nuestra tarea es estructurar la información de tal manera que el sistema se adapte y adecue al máximo al perfil de la búsqueda que el usuario demande en cada momento, de forma que se evite el ruido (unidades generadas que no son pertinentes) y el silencio (unidades que se deberían haber generado) (Estopá 1999: 180).

Por otro lado, al hablar de términos siempre es necesario referirse a los conceptos. La relación existente entre ambos ha sido muy debatida en los diversos foros terminológicos, teniendo siempre clara la necesidad de otorgar prioridad al concepto sobre el término. Así, según la terminología tradicional, todo trabajo terminográfico comienza desde el concepto, que ha de estar muy bien delimitado, y finaliza en el término con el que establece una relación preferentemente unívoca. Estos conceptos ocupan un lugar en la estructura conceptual, bien sea lógica u ontológica, y se pueden definir siguiendo principios intensionales o extensionales que se formalizan en una definición del término que se presenta como como invariable y normalizadora, e incluye las características necesarias y suficientes que lo diferencian del resto de los términos del dominio de especialidad.

Sin embargo, al contrario de lo que postula la terminología tradicional, los conceptos no siempre están bien delimitados ni la relación 1:1 entre concepto y término es siempre posible (Temmerman 2000: 223). Por otro lado, los conceptos no sólo se organizan en torno a relaciones jerárquicas (lógicas y ontológicas) sino que existe un amplio abanico de relaciones no-jerárquicas que han de ser codificadas si se quiere dar cuenta de la arquitectura conceptual global en cada dominio de especialidad (García de Quesada 2001: 249). Finalmente, todo dominio de especialidad está en continuo cambio y los conceptos, términos y relaciones, jerárquicas y no jerárquicas, que se establecen entre ellos evolucionan a la misma velocidad. Por todo ello, en nuestra propuesta la relación entre término y concepto implica una estructuración previa del dominio de especialidad en categorías conceptuales dinámicas y prototípicas (García de Quesada et al., en prensa). A partir de una estructura categorial válida se pueden extraer patrones semánticos y sintácticos recurrentes (Capítulo 5), ya que existen propiedades comunes que unen a los distintos conceptos agrupados en cada una de las categorías, de la misma forma que también existen propiedades que diferencian unos de otros (Faber y Mairal 1999: 79, 141).

Así, el conocimiento, general y experto, se segmenta en categorías siguiendo patrones prototípicos recurrentes que dan cabida a los conceptos que no son más que una formalización de una parte del conocimiento. De esta forma, un número limitado de categorías, específicas de cada dominio de especialidad, sirve para estructurar los conceptos que, a su vez, remiten a las use de cada una de las lenguas de trabajo.


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