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7.3 Las causas del cambio lingüístico
Cabe preguntarse por qué después de un período relativamente estable de colocación del PA con las formas finitas, se pierde dicho equilibrio en el siglo XV. Para explicar dicho fenómeno tenemos que ir en busca de algún factor externo que no tenga que ver directamente con el sistema interno de colocación del PA con las formas finitas, pero que pueda haber afectado el mismo de tal manera que se ponga en marcha el proceso de cambio del siglo XV.
Volvamos, por un momento, a la situación de las formas no finitas, ya que ellas presentan una evolución muy interesante. Después de un período de posposición absoluta, a principios del siglo XIII, siendo por prácticamente la única preposición en la construcción prep+Vinf, el PA antepuesto llega a establecerse muy rápidamente en el siglo XIV en dicha construcción, desarrollo que coincide con un empleo de muchas más preposiciones diferentes en la misma.
Esta evolución, a primera vista quizá poco trascendente, puede tener graves consecuencias para la colocación con las formas verbales finitas, ya que con la anteposición casi absoluta en prep+Vinf se suma una nueva categoría de anteposición a las categorías absolutas de las oraciones subordinadas y parte de las principales. En todas estas categorías la anteposición no está motivada pragmáticamente, sino que se debe a una regla sintáctica. Ahora bien, es posible que dicha situación sea responsable del aumento del uso del principio pragmático en las oraciones principales con variación de colocación en el siglo XV. Una vez que el uso del PA antepuesto en general ha aumentado en el curso del siglo XIV debido a prep+Vinf y, por consiguiente, se ha hecho más común la anteposición, el usuario de la lengua puede llegar a creer que la misma no está reservada para contextos en que la necesidad de destacar el referente del PA es particularmente grande, es decir, cuando la distancia referencial es muy grande. Consiguientemente, puede pasar a anteponer el PA también en nuevos contextos que en el período anterior no favorecían la anteposición, donde la distancia referencial es relativamente pequeña. Por otra parte, es muy probable que el hecho de que la secuencia PA-V reafirmara el patrón fonológico dominante de acento llano o grave del español antiguo haya contribuido a la propagación del PA antepuesto.
Creemos, por lo tanto, que el aumento de la anteposición en prep+Vinf a partir del siglo XIV, un desarrollo que se produce independientemente de la situación tal como existe con las formas finitas, puede haber sido el factor externo responsable de que se rompe el equilibrio de los siglos anteriores, lo que prepara el camino para la regla sintáctica del siglo XV.
No obstante, también creemos que dicho factor externo sólo ha podido actuar gracias a que el sistema de colocación tenía sus puntos débiles que lo hacían susceptible de cambio. Si bien el sistema en el período de los siglos XIII y XIV era útil desde el punto de vista comunicativo del hablante, también era relativamente complicado de aplicar, puesto que el hablante en cada contexto en que por medio de la posición del PA podía llamar la atención hacia su referente, tenía que determinar si la importancia o predecibilidad del mismo era tal que justificara la atención especial del oyente. Por otra parte, otros contextos no le ofrecían esa opción, bien porque la anteposición del PA ya estaba gramaticalizada, bien porque la anteposición quedaba excluida por motivos fonológicos. De ahí que el principio pragmático fuera, además de un recurso comunicativo útil, un recurso que sólo podía aplicarse en un número de contextos limitado, con un manejo bastante complicado. A la luz de esto, por lo tanto, el factor del aumento de la anteposición en prep+Vinf no constituye sino el motivo directo para un cambio lingüístico del que las condiciones más profundas ya se encontraban desde hace mucho tiempo en la lengua (cf. Aitchison 1992: 123).
Las desventajas del sistema de colocación antiguo desaparecen con la entrada en vigor de la regla sintáctica de colocación del siglo XV. Los criterios a base de los que el hablante entonces tiene que decidir sobre la posición del PA -la presencia de otro elemento delante del verbo- son de índole sintáctica, inmediatamente observable en el contexto. Además, dicha regla vale para todos los contextos en que aparece un verbo finito, es decir, tanto para las oraciones subordinadas como para todas las oraciones principales.
Sin embargo, la nueva regla del siglo XV sólo vale para parte de las formas verbales -las finitas-, ya que en parte de las formas no finitas sigue rigiendo el principio de complejidad y en otra parte sigue dándose la posposición original del período anterior. En este sentido la nueva regla también tiene sus inconvenientes para el hablante.
El traspaso a la regla moderna sólo se hace posible cuando el PA deje de depender fonológicamente de la palabra precedente y pase a orientarse hacia el verbo del que depende semánticamente, es decir, cuando el verbo llegue a ser el punto de referencia para la colocación del PA. En tal caso, por una parte, puede colocarse el PA también delante del verbo si éste está en posición inicial y, por otra parte, puede darse la división sistemática entre formas finitas y no finitas. Por lo tanto, a nuestro parecer, ha sido esencial para el surgimiento de la regla moderna el cambio en la naturaleza del PA, de un constituyente fonológicamente dependiente de la palabra precedente y con cierta independencia sintáctica, a un constituyente que tanto fonológica como sintácticamente depende del verbo.
Si tomamos en cuenta las distintas etapas de la evolución de la colocación del PA, vemos que hasta finales del siglo XVI, cuando ya se trasluce la colocación moderna con la división completa entre formas finitas y no finitas por lo que se refiere a la posición del PA, el sistema siempre ha estado desequilibrado en ciertos aspectos. En el siglo XIII el PA se antepone con parte de las formas finitas, mientras que se pospone con otra parte de las formas finitas y con (la mayor parte de) las formas no finitas. En el siglo XIV la colocación con las formas finitas ha quedado igual pero ahora el PA se antepone con una parte más grande de las formas no finitas. En el siglo XV el PA se antepone con casi todas las formas finitas y parte de las formas no finitas, mientras que se pospone con otra parte de las formas no finitas. En el siglo XVI, por fin, casi todas las formas finitas llevan el PA antepuesto, mientras que casi todas las formas no finitas llevan el PA pospuesto.
Con la regla moderna ha quedado anulada la desventaja de la regla del siglo XV, que sólo valía para las formas finitas. Se trata ahora de una regla sintáctica que se aplica a todas las formas verbales, siendo el criterio que determina la posición del PA -la forma o función del verbo- directamente observable en el contexto. Si bien, al desaparecer el sistema de colocación pragmática del español antiguo, el usuario de la lengua ha perdido un recurso comunicativo, en la actualidad dispone de un sistema de colocación sintáctica sencilla y transparente, características que facilitan su tarea comunicativa considerablemente.
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