ISSN: 1139-8736
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2.4 Estudios generativos

El tema de los PAs también ha recibido mucha atención por parte de los lingüistas que trabajan dentro de la teoría de la Gramática Generativa. Varios de ellos han estudiado la colocación del PA en el español antiguo.

Para describir la evolución de la colocación del PA, Anderson (1979) se basa tanto en estudios descriptivos como generativos; por lo que se refiere a los aspectos diacrónicos, su propuesta refleja sobre todo las ideas de Ramsden (1963).

Anderson sostiene que tanto el español antiguo como el español moderno se caracterizan por un orden SVO, o sea, que la posición del PA es detrás del verbo. El que el PA en la lengua antigua y moderna en ciertos contextos aparezca delante del verbo, se puede explicar por la existencia de una regla de movimiento que mueve el PA hacia la izquierda de la oración. Si bien la regla es igual para las dos etapas de la lengua, las diferencias de output de la misma, es decir, las diferencias de colocación en el español antiguo y moderno, se deben a que las condiciones bajo las que la regla entra en vigor han cambiado a lo largo de la historia del español. Para el español moderno las condiciones tienen que ver con la forma o función del verbo:

i. la regla tiene que entrar en vigor con un verbo finito;
ii. la regla puede entrar en vigor con un verbo finito e infinitivo o gerundio;
iii. la regla no entra en vigor con un infinitivo o gerundio independiente.

En cambio, en el español antiguo las condiciones bajo las que la regla de movimiento empieza a funcionar tienen que ver con la unión funcional y sintáctica que hay entre el verbo y el elemento precedente:

i. la regla no entra en vigor cuando el verbo está en posición inicial de la oración, cuando lo preceden las conjunciones coordinantes e y mas o cuando lo precede una pausa;
ii. la regla puede entrar en vigor cuando al verbo lo precede un elemento con el que puede estar unido estrechamente o no, en tanto que a dicho elemento puede seguirlo una pausa o no;
iii. la regla tiene que entrar en vigor cuando al verbo lo precede otro elemento con el que está unido estrechamente y a dicho elemento no lo sigue una pausa.

También con respecto a las formas no finitas el factor decisivo para la colocación del PA en el español moderno es la forma del verbo, mientras que en la lengua antigua lo era el elemento precedente. La evolución de la posición del PA con la construcción preposición+infinitivo, de la posposición a la anteposición para volver a la posposición en el español moderno, se explica, según Anderson, por el hecho de que sea una construcción románica que surgió relativamente tarde. Por ello, no puede generalizarse en dicho contexto el PA antepuesto y llega a establecerse la posposición por analogía con casos en que el infinitivo depende de un verbo finito auxiliar, contexto en que a finales del siglo XIII empieza a colocarse el PA cada vez más detrás del infinitivo.

Al contrario de los estudios discutidos antes, que para el español antiguo formulan una serie de reglas de colocación del PA que difieren fundamentalmente de las de la lengua moderna, Anderson postula una sola regla, que se aplica a las dos etapas de la lengua. La base de dicha regla es, como hemos dicho, el movimiento hacia la izquierda del PA, que se produce tanto en el español antiguo como en el español moderno.

Si bien las condiciones bajo las que la regla de movimiento entra en vigor cubren todo el output, es decir, todos los casos concretos de anteposición y posposición del PA que se presentan en los textos, lo hacen gracias a su generalidad. Para ambos estadios de la lengua la segunda condición mencionada arriba dice que el PA puede moverse hacia la izquierda, pero no queda claro qué contextos, de hecho, facilitan el movimiento. Para el español antiguo tanto la primera como la segunda condición se refieren a una pausa que precede al verbo, pero, mientras que a base de la primera condición en tal caso el PA no se mueve hacia la izquierda, bajo la segunda condición el movimiento puede realizarse sin que sea obligatorio; en la segunda y tercera condición se menciona una unión estrecha entre el verbo y el elemento precedente, por lo cual bajo la tercera condición el PA se mueve sin más, en tanto que bajo la segunda el movimiento es posible, aunque no obligatorio. La segunda condición, por lo tanto, es tan general que cubre todas las excepciones de las otras dos condiciones, que están formuladas en términos absolutos.

Anderson describe las reglas de colocación, sin que trate de explicar el cambio del sistema antiguo de colocación al sistema moderno. En tal caso, tendría que haber aclarado por qué dejan de funcionar algunas condiciones cuya base es la unión entre el verbo y el elemento precedente y ceden el paso a unas condiciones basadas en la forma o función del verbo. Por ello, la combinación de ciertas ideas descriptivas y generativas para analizar la colocación del PA, a nuestro parecer, no aporta una nueva perspectiva al problema.

En su artículo "The position of clitics in Old Spanish", Alemán (1985) propone para el español antiguo la existencia de una regla de anteposición del PA que se ha perdido en la lengua moderna. Tomando como punto de partida las 13 categorías de Ramsden (1963) con anteposición, posposición o variación de colocación del PA, Alemán argumenta que la anteposición del PA coincide con la existencia de una palabra-qu en Comp o un elemento movido a la posición de Comp. Así, por ejemplo, en caso de una cláusula relativa supone un constituyente vacío que se ha desplazado de la posición de sujeto de la oración subordinada a la posición de Comp inmediatamente detrás del núcleo de la relativa, dejando una huella en la posición original. Y una conjunción subordinante como si la considera Alemán una palabra-qu en Comp, ya que introduce preguntas indirectas. A base de un análisis de todas las categorías de Ramsden llega a la conclusión de que una palabra-qu en Comp o un elemento movido a Comp atrae el PA, provocando así la anteposición del mismo.

Si bien su propuesta es interesante en la medida en que por medio de un principio general se describe la distribución de los PAs en el español antiguo, Alemán no explica por qué una palabra-qu o un elemento movido a Comp atrae el PA. Por eso, no hay que descartar que la presencia de dichos elementos en Comp y el PA antepuesto sea mera coincidencia o la consecuencia lógica de otro fenómeno pasado por alto en el análisis.

Por otra parte, Alemán afirma que la regla de atracción del PA en el español antiguo ha dejado de funcionar en la lengua actual, donde, como es consabido, el PA siempre se pone delante del verbo finito (que no sea un imperativo), también en las categorías de Ramsden en las que antes no había ni actualmente parece haber una palabra-qu o un elemento movido a Comp. Tal afirmación, requiere, a nuestro parecer, una explicación o, como mínimo, una aproximación a ella. Si en la lengua antigua, bajo ciertas condiciones, funcionaba una regla de anteposición del PA y si en la lengua moderna dicha regla ha dejado de funcionar, a pesar de que las condiciones aparentemente no hayan cambiado, hay que cuestionar seriamente la probabilidad de la mera existencia de la regla. Si Alemán hubiera sido capaz de explicar por qué se ha perdido la regla de atracción del PA, demostrando la relación, por ejemplo, con la regla de colocación del clítico moderno, podría haber quitado las dudas que suscita su propuesta ahora.

En su análisis de las propiedades sintácticas del PA antiguo y el clítico moderno, Rivero (1986a y 1986b) señala unas diferencias muy interesantes entre la lengua moderna y la antigua. Según ella, en tanto que en el español moderno se consideran los PAs morfemas ligados al verbo o afijos, los PAs antiguos eran constituyentes sintácticos. Y mientras que actualmente la posición del PA depende de las características morfológicas del verbo, antes era la categoría sintáctica del PA la que determinaba la posición de la misma, siendo la falta de tonicidad la única limitación a su colocación en la oración; dado que se trataba de un pronombre átono que necesitaba otro elemento precedente para apoyarse, el PA no podía ponerse al principio de la oración. Esto implica que en el español antiguo los PAs podían ocupar las mismas posiciones que los SNs en función de complemento. Para el español antiguo Rivero postula dos posibles órdenes, OV y VO, aunque no indica las condiciones bajo las que el SN o PA se colocan en posición preverbal o postverbal.

En el capítulo 3 discutiremos más en detalle la afirmación de Rivero de que los SNs en función de complemento y los PAs tenían la misma distribución en el español antiguo, ya que nos sirve de base para analizar la naturaleza del PA. Por el momento cabe señalar que la propuesta de Rivero implica que no hace falta buscar reglas de colocación para el PA, dado que éste obedece a las mismas reglas sintácticas que los SNs en función de complemento, es decir, a ciertas reglas generales para el orden de constituyentes en la oración. Esto, indudablemente, es una ventaja de la propuesta de Rivero en comparación con la de otros estudiosos. No obstante, no está claro por qué sólo el PA muestra esa distribución tan característica de anteposición o posposición absoluta en ciertos contextos y variación de colocación en otros, distribución que no se registra con los SNs en función de complemento. Además, la propuesta de Rivero implica que a lo largo de la historia del español debe de haberse producido un cambio fundamental en la naturaleza del PA, pero su análisis no pone en claro cómo ha podido efectuarse tal cambio.

El objetivo de la tesis de Fontana (1993) es por una parte hacer un análisis tanto cualitativo como cuantitativo de los cambios que tuvieron lugar en la estructura de la frase a lo largo de la historia del español y por otra parte estudiar los cambios que se observan en la distribución de los PAs antiguos y los clíticos modernos. Por medio de este doble análisis trata de explicar las diferencias entre las propiedades sintácticas de los PAs en el español antiguo y en el español moderno.

Comparando la distribución de los PAs en el español antiguo con la de los PAs en el griego de Homero, Fontana llega a la conclusión de que en el español antiguo, igual que en el griego homérico, se trataba de PAs de segunda posición (2P). Los mismos formaban parte de una categoría Xmax, más específicamente eran SNs o constituyentes determinadores, y se adjuntaban a la derecha o a la izquierda de la primera posición XP dominada por la proyección IP, o ocupaban la posición Spec por medio de sustitución; la única restricción a dicho principio era de índole fonológica, puesto que los PAs prosódicamente eran deficientes y, por lo tanto, necesitaban un constituyente a la izquierda que les sirviera de apoyo fonológico.

Basándose en estudios recientes de la estructura de la frase en el yiddish y el islandés, que se caracterizan como lenguas de verbo en segunda posición (V2), Fontana sostiene que el español antiguo también es una lengua V2. En construcciones de imperativo, preguntas absolutas y oraciones declarativas de tipo V1 postula, además, un movimiento del verbo de I0 a C0, para así poder contar con los casos de V-Cl; en dichos casos, argumenta Fontana, el PA está en la misma posición que en las oraciones con el verbo en segunda posición, siendo el verbo el que se ha movido a Comp.

Según Fontana, en el español antiguo tanto el hecho de que la lengua fuera V2 como el hecho de que el verbo pudiera moverse de I0 a C0 en ciertas construcciones, tenía como consecuencia que el PA 2P siempre podía apoyarse enclíticamente en un elemento a su izquierda. Por lo tanto, el PA 2P podía sobrevivir gracias a la estructura específica de la frase.

Para explicar el cambio de los PAs 2P antiguos a los clíticos modernos, que se consideran afijos verbales, o sea, para explicar su traspaso de una categoría Xmax a una categoría de tipo X0, Fontana postula dos cambios en la estructura de la frase a lo largo de la historia del español, a saber, la pérdida de la condición de V2 y la pérdida del movimiento del verbo de I0 a C0. Dichas pérdidas, afirma, resultan en una situación en que los PAs se encuentran cada vez más en contextos que carecen de un elemento que pueda servirles de apoyo fonológico. De esta manera para un aprendiz de la lengua las pruebas de la índole inherentemente enclítica de los PAs se hacen cada vez más escasas. Estos contextos ambiguos se prestan a un reanálisis de los PAs como proclíticos a la categoría léxica a su derecha, es decir, como proclíticos al núcleo verbal. La consiguiente asociación entre PA y verbo, a su vez, causa una reinterpretación de aquél como afijo verbal, llegando así a la caracterización que tiene en el español moderno.

Fontana trata de demostrar su hipótesis acerca de la pérdida de la condición de V2 con un análisis cuantitativo de los SNs topicalizados en diferentes textos, fenómeno que considera característico de las lenguas V2. Su análisis muestra que en el período que comprende los siglos XII a XVI, los textos, efectivamente, presentan un descenso de SNs topicalizados, reflejando así la pérdida gradual de la condición de V2.

Además, analizando el número de oraciones declarativas de tipo V1 en el período que va del siglo XII al XVI, Fontana encuentra un descenso gradual del empleo de dichas oraciones, lo que toma como un reflejo de la pérdida gradual del movimiento del verbo de I0 a C0.

El estudio de Fontana es interesante, ya que en él no se limita a una descripción de las propiedades de los PAs, sino que también trata de explicar las diferencias de propiedades observadas en la lengua antigua y moderna. Asimismo, al recurrir a estructuras y fenómenos de otras lenguas no románicas, Fontana es capaz de incorporar su análisis en un marco más general, por lo cual las conclusiones adquieren más fuerza.

Sin embargo, Fontana deja sin discutir la funcionalidad del sistema de colocación de los PAs antiguos y los clíticos modernos. Si bien demuestra que el español antiguo era una lengua V2 y que esta condición en la lengua actual se ha perdido, pasa por alto el porqué de la pérdida de dicha condición. Esto conllevaría, por lo menos, un análisis funcional de la estructura de la frase antigua por una parte y de la estructura de la frase moderna por otra parte.

Asimismo, si en una etapa de la historia del español existía un movimiento del verbo de I0 a C0, hubiera sido interesante tratar de encontrar el objetivo funcional de dicho movimiento, para luego abordar la cuestión de la pérdida del mismo y, por consiguiente, de la pérdida de la función que tenía.

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