ISSN: 1139-8736


2. La concepción diferencial y contrastiva

Es una larga tradición en el ámbito de la lexicografía (y lingüística) hispanoamericana de orientarse en una concepción diferencial en la descripción del español de los paises respectivos. En ella se refleja una actitud de primacia cultural (y lingüística) de la parte de España de un lado y la acepción de ella en los paises hispanoamericanos. La descripción esencial de la lengua española se basa en la variedad peninsular (y se hace esencialmente por españoles) y las variedades hispanoamericanas se registran como deviaciones a las que se aplican categorías como americanismo o mejicanismo y venezolanismo etc. Queda constatado muchas veces el hecho significativo que hasta hace poco no existió un término complementario como peninsularismo o españolismo para referirse a las peculiaridades del castellano de España, que demuestra la ideología subjacente. Cabe afirmar que la necesidad (entre lingüistas y hablantes interesados o aficionados) de conocer el alcance de uso de palabras (y estructuras) en todo tipo de lenguas, especialmente en lenguas policéntricas es algo del todo legítimo. No obstante, el reconocimiento del español como lengua policéntrica es bastante nuevo. La concepción anterior era más bien una de un centro y muchas periferias. Una concepción policéntrica no descarta este interés del uso diferenciado sino lo aumenta, pero lo concibe de otra forma, es decir desde una perspectiva de igualdad.

El hecho de la existencia de una lengua policéntrica y el reconocimiento político de esta existencia produce el deseo de describir la diferencia y variación, de ubicar el uso diferenciado y de encontrar una forma de presentar este saber. El problema puede solucionarse de dos formas. O se elaboran diccionarios no contrastivos, es decir integrales de la variedad nacional de cada país, en las que figuran todos los elementos léxicos de cada país sin la pretensión de marcar los elementos privativos. En este caso debe seguir como segundo paso una comparación contrastiva de todos los diccionarios integrales que dará los –ismos de cada país y como consecuencia se podrían marcar los –ismos de cada país como tales dentro de cada diccionario integral o enumerarlos en forma de anexo.

Otra solución sería la confección conjunta de dos tipos de diccionarios contrastivos: uno de índole nacional y otro de indole supranacional, este último presentando los elementos que existan en dos o más países. Una tercera solución, no sólo fuera de alcance e utópico sino también complicadísimo en su diseño para una lengua como la española, sería un diccionario panhispánico integral y diferencial a la vez, marcando las diferencias en la microestructura.

El DEArg y el DECu se situan en la orientación del segundo tipo, pero sin separar los dos pasos necesarios. El resultado es que así resulta de hecho una contrastividad sólo frente al castellano de España lo que contribuyó y sigue contribuyendo al reproche de eurocentrismo. Al mismo tiempo los diccionarios –ahora explícitamente en el título- declaran su contrastividad restringida a la de la variante peninsular. No se puede descartar la impresión de que los directores del NDA y ahora del DCEA partieron inicialmente de una concepción lingüística de centro y periferia, es decir de la tradición larga de diccionarios de americanismos intentando de mejorar estos. Sólo en el transcurso del proyecto, yá más de veinte años, trataron de adecuar su concepción a los reconocimientos modernos y sus propias críticas. Eso es muy normal y legítimo y decirlo no constituye una crítica. Pero no les llevó a repensar su orientación fundamental. De hecho la ejecución del segundo tipo de procedimiento resultaría en una descripción de interés exclusivo de lingüistas. Además, este tipo implicaría la postergación de la publicación de los tomos individuales hasta terminar la descripción de todos los países. Por ello la forma actual de los DCEA es un compromiso entre el rigor científico9 y la utilidad para un público más ámplio.

Sin embargo, del interés evidente (por lo menos entre lingüistas, pero también entre el público hispanoamericano culto e interesado en cuestiones de su lengua) de saber, cuales hechos lingüísticos en Hispanomérica o en cada país hispanoamericano les son característicos y privativos, no se puede deducir que el público aspira a diccionarios contrastivos ofreciendo sólo las palabras y acepciones privativas en su país respectivo. Esta necesidad de información podría satisfacerse de otra manera, p. ej. marcando como mexicanismo, peruanismo o colombianismo las entradas o acepciones respectivas en un diccionario integral mexicano, cubano o venezolano, es decir uno que no se orienta en el DRAE o el uso peninsular, sino uno que describe el léxico del castellano que se habla en el territorio de cada país que por lo menos desde la independencia tienen una historia propia además de las influencias particulares ya en la época colonial (lenguas indígenas regionales, inmigración africana etc.). El interés unilateral de querer presentar en forma de diccionario sólo los hechos específicos, demuestra, sin embargo, desde el punto de vista ideológico, una cierta mentalidad colonializada de dependencia de los lingüistas hispanoamericanos. El trabajo básico –según esta concepción- no sólo sigue recaendo sobre la ex-metrópoli, sino también se considera más importante y fundamental la variedad peninsular del castellano en los aspectos generales.

Los directores del Proyecto de Augsburgo, al publicar la reedición del NDArg y el nuevo Diccionario dedicado al español de Cuba, cambiaron de título eliminando el concepto de –ismo. Ahora se llaman: Diccionario del Español der Argentina (DEArg) y Diccionario del Español de Cuba (DECu) y también la serie cambió de nombre a Diccionarios Contrastivos del Español de América: Español de América – Español de España. La orientación global, sin embargo, quedó la misma, sobre todo al respecto de la contrastividad "se registran únicamente elementos léxicos usuales en el español de Argentina (Cuba) y no usuales en el español hablado y escrito actualmente en España, así como elementos léxicos que se usan de modo diferente hoy en día en España ...“ (DEArg 2000: XVII). Mientras que el DECu es el primero de este tipo, el DEArg constituye una edición corregida e aumentada del NDArg.10





Notas

9 Se puede apreciar la alta conciencia científica y un rigor de precisión en todos los escritos teóricos de Reinhold Werner así como en la introducción de los diccionarios.

10  Las correcciones en este último van desde revisiones y precisiones de la descripción de contenidos a informaciones de contrastividad (se eliminó la indicación de que una unidad léxica tiene acepciones que tiene en el peninsular y, además las adicionales de Argentina (o Cuba) y se introduce un tipo de información adicional, no contenida anteriormente, cuando la acepción se refiere a una realidad no existente en la Península Ibérica), y otras corecciones como adiciones de aceptaciones por tener nuevos datos (p.e. almacenero).





Volumen 23 (2006)
ISSN: 1139-8736