ISSN: 1139-8736


1. Introducción

La lexicografía hispanoamericana tiene una larga tradición de diccionarios que tienen como objetivo el recoger y describir los americanismos1 sea de alcance continental, sea de alcance nacional.2. Se pueden distinguir varios tipos de obras en la lexicografía hispanoamericana en el siglo XX. Un primer grupo consiste en diccionarios nacionales o provinciales. Estos muchas veces tienen además un carácter diastrático y una orientación normativista en un sentido bastante ingenuo. Un segundo grupo lo constituyen los diccionarios de pretensión continental como los de Augusto Malaret (1925), de Francisco Santamaría (1942), de Marcos Morínigo (1966), y de Alfredo Neves (1973). Cada uno, por razón de la procedencia de su autor, tiene también una cierta impronta nacional: mexicana en el caso de Santamaría, rioplatense en el caso de Morínigo y puertorriqueña en el caso de Malaret. Desde los años setena surge una nueva generación de diccionarios nacionales: cabe distinguir una generación premoderna, como los de Félix Morales Pettorino (1984 sig.) para los chilenismos y otro para los venezolanismos proyectado por Angel Rosenblat, terminado por María Josefina Tejera (1984-1994). Estas obras, ya producto de trabajos colectivos, estaban caracterizadas -a pesar de sus méritos empíricos de coleccionar y describir el léxico hispanoamericano- por su dependencia de y subordinación a otro diccionario. Son el resultado del deseo de remediar el hecho que el diccionario madre de todos los diccionarios en el mundo hispánico, el de la Real Academia Española (RAE) no toma en cuenta debidamente una gran parte del léxico de los países hispanoamericanos. Sin embargo, muchas veces no reconocen este hecho como una deficiencia. Al contrario, aceptan implicitamente tanto la concepción lexicográfica de la RAE como el castellano de España como punto de referencia de descripción léxica no cuestionado de su propio quéhacer.3 La lexicografía peninsular, dominada por la concepción de la Real Academia Española, tuve un altísimo prestigio también en Hispanoamérica, pero no consideró de forma adecuada el léxico de los países hispanoamericanos - sea por una concepción normativista o eurocéntrica, sea por incapacidad. Por ello lingüistas profesionales pero también diletantes aficionados o diletantes con un afán nacionalista desde temprano se veían apelados de llenar este vacío dejado por la labor de sus colegas en España y de los miembros corresponsales de la RAE en Hispanoamérica. Aceptando esta ideología lingüística de la supremacia del español de España y de la concepción de la madre Academia se llega por consecuencia al documentar el léxico de Hispanoamérica únicamente en su diferencia al de España. Es ello la sociogénesis de la lexicografía diferencial predominante durante tanto tiempo en Hispanoamérica.4 La manera concreta de llenar este vacío y de definir los conceptos derivados de esta concepción americanismo, mexicanismo, cubanismo etc. dependía de otros factores. Es cierto que en algunos casos prevalecía la necesidad de documentar las particularidades y los logros culturales de cada país sedimentadas en el léxico. Por ahí se entiende la búsqueda privilegiada de indigenismos, la denominación de "arcaismos“ de palabras en desuso en España y la búsqueda de palabras creadas en los paises americanos. No obstante, estos diccionarios en la mayoría de los casos no podían satisfacer este requisito. Ni partieron de una concepción bien razonada y fundada de americanismo por un lado o colombianismo, chilenismo etc. por el otro, ni han sido cumplidas las pretensiones de indicar la restricción del uso de muchas palabras dentro de un cierto territorio. No eran basadas en investigaciones sistemáticas y en comparaciones múltiples con otros paises, sino sólo en el conocimiento individual, restringido y no controlado de cada lexicógrafo.

Consecuencia de las críticas a los diccionarios existentes se creó el "Proyecto de Augsburgo“ bajo la dirección de Günther Haensch y Reinhold Werner. Este proyecto, iniciado en 1978 se sitúa, sin duda, dentro de la tradición de diccionarios de –ismos. Constituye la generación más moderna y sofisticada de diccionarios de este tipo, inicialmente anunciado con el nombre de Nuevo Diccionario de Americanismos (NDA),5 ahora, en una segunda etapa, titulado Diccionarios contrastivos del español de América: Español de América – Español de España (DCEA). Al inicio proyectado como diccionario continental de americanismos, los directores cambiaron de rumbo y optaron finalmente por elaborar una serie de diccionarios nacionales. Los primeros tomos de esta serie se publicaron en 1993 bajo los títulos Nuevo Diccionario de Colombianismos (NDCol), Nuevo Diccionario de Argentinismos (NDArg)y Nuevo Diccionario de Uruguayismos (NDUru)6. En su total con los tomos a publicar después constituirían un diccionario de americanismos7.

Los directores partieron de una concepción rígida de contrastividad y de americanismo así como de un instrumento lexicográfico nuevo para explicitar las diferentes variedades de contrastividad en el léxico, desarrollados y descritos sobre todo por Werner8. Este instrumento se revela innovador, inventando una manera de describir explícitamente los rasgos comunes y diferenciales al nivel del léxico y en el marco de la lexicografía, contribuyendo así a la elaboración de la metodología contrastiva nueva en el ámbito lexical. De hecho ya los diccionarios bilingües constituyen presentaciones contrastivas implícitas del vocabulario de dos lenguas. Pero los diccionarios bilingües en general carecen de una metodología explícita de contrastividad y de formas de presentación de lo diferente en cuanto a significado, características gramaticales, etc. Un diccionario contrastivo puede ser también monolingüe y la meta de presentar el léxico de manera contrastiva no se restringe a dos lenguas, sino puede abarcar también la diferencia de las variedades (nacionales o regionales) de una sola lengua. Esto puede resultar útil en el caso de las lenguas policéntricas, es decir en el mundo hispánico, la descripcion diferencial de las variedades nacionales del castellano en los diferentes países (lo mismo podría hacerse del alemán, del inglés, del portugués y francés, todas también lenguas policéntricas).

Los diccionarios elaborados en el marco del DCEA lo hacen, aplicando una combinación de dos técnicas: 1° la selección y presentación únicamente de los elementos que no ocurren en España, 2° la marcación diferencial de los elementos seleccionados. El primer paso, la selección consiste en la eliminación de todos los elementos que son comunes en el español de América y de España. Estos no figuran como lemas en el diccionario. Así las palabras que sí entran en los DCEA son o las que no existen en España o las que existen en ambos lados del Atlántico, pero que tienen matices diferentes. Estas últimas están descritas según una teoría explícita de la contrastividad léxica indicando su diferencia (de sentido, grafía, forma, marca diasistemática etc.).

La base esencial del DCEA es la misma que en los tomos anteriores del NDA: un concepto de americanismo de uso actual (no de procedencia). Igual que los tres tomos del NDA el DEArg y el DECu se caracterizan como "diccionarios sincrónicos, descriptivos y diferenciales“ (NDCol 1993: XXIV). Como diccionarios sincrónicos registran el léxico usado en la segunda mitad del siglo XX, como diccionario descriptivo se oponen a cualquier eliminación de palabra por criterios normativos, y como "diccionario diferencial con elementos contrastivos“ registran los elementos léxicos que presentan una diferencia de uso frente al español de la Península Ibérica“ (como variante de referencia).

Con la aplicación rigurosa de los criterios de contrastividad en el marco del proyecto, los directores se han dado cuenta en el transcurso de la ejecución del proyecto que una tal aplicación demasiado rígida de la definición (en el sentido de uso actual y privativo) conduciría de hecho a resultados lexicográficos indeseados. Mientras que un diccionario de americanismos podría con facilidad y sin problemas aplicar el criterio de contrastividad privativa frente al uso de la Península Ibérica, el mismo criterio aplicado al uso de la lengua castellana en cada país hispanoamericano no sólo frente a España sino de los otros países hispanoamericanos resultaría en la exclusión de todos los elementos americanos supranacionales (de uso en dos o más paises), los que por la constitución histórica de los Estados (separación de unidades coloniales) tienen un patrimonio lingüístico diferente al de España pero común con algunos de otros países (muchas veces vecinos) causado por una historia cultural común o parecida.





Notas

1 Para el concepto de americanismo cf. Werner (1994)

2 Son tantos, que querer enumerarlos todos traspasaría el marco y la intención de este artículo. Remito al lector interesado al las bibliografías de las publicaciones de Haensch (1990/91), Haensch (1994), y Zimmermann (1994) que conjuntamente ofrecen una lista bastante completa.

3 Cf. Werner (1994: 20). 4 No fue así en Brasil, dónde ya en 1975 el lexicógrafo Aurelio Buarque de Holanda Ferreira publicó un diccionario autónomo e integral del portugués (de Brasil). El primer diccionario integral de una lengua en territorio excolonial es el de Noah Webster para el inglés de EE.UU. ( publicado en 1828!. Parece incomprensible el hecho que no ha encontrado un paralelismo en el mundo hispánico hasta hoy en día. Sin embargo, la diversidad de países hispanohablantes de importancia menor y el tamaño de los EE.UU. en conjunto con la institución de la Real Academia Española unificadora en España en contraposición con la no existencia de una academia de la lengua en el mundo de habla inglesa pueden haber contribuido a esta diferencia tan interesante. Demuestra el caso del Webster, que la adopción de una u otra concepción no deriva tanto de razones lingüístico-lexicográficas sino de razones de identidad nacional (cf. Lara 1997: 61).

5 Los primeros tres tomos fueron publicados en 1993 en Colombia por el Instituto Caro y Cuervo bajo los nombres Nuevo Diccionario de Colombianismos (NDCol), Nuevo Diccionario de Argentinismos (NDArg) y Nuevo Diccionario de Uruguayismos (NDUru). Para una reseña exhaustiva de los primeros tres tomos cf. Zimmermann (1995).

6 También de orientación diferencial y contrastiva es el diccionario reciente de venezolanismos de Rocío Núñez y Francisco J. Pérez (1994). Los autores admiten cierta semejanza conceptual con la del Proyecto de Augsburgo, insistiendo, sin embargo, en una génesis autónoma y en algunas diferencias en cuanto a la aplicación del criterio de contrastividad estricta.

7 Cf. entre otros, Werner (1994).

8 Cf. la discusión de las concepciones diferentes en Werner (1994: 15-21).





Volumen 23 (2006)
ISSN: 1139-8736