ISSN: 1139-8736


2. El significado simbólico de verbos, la estructura argumental y el correlato cognitivo

El potencial combinatorio-designativo-discursivo-comunicativo del sustantivo y del verbo seguirá distinto, independientemente de si las sustantivaciones deverbativas conserven el significado predicativo-procedimental o eventivo (en un sentido restringido designando un subgrupo de verbos al igual que verbos de “achievement”, de “accomplishment”, etc.) u ostenten una lectura no procedimental de “sustancia” o bien que sólo dispongan de un significado transpuesto, donde se focaliza un determinado argumento de la configuración nuclear, evocadora de configuraciones cognitivas correlarias, o bien, tal vez, un modificador del semema o hasta un co-partícipe no socializado, no sememizado de la escena invocada. No sólo pensamos en las especificaciones comunicativas de la deixis EGO-HIC-NUNC que aportan los verbos token conjugados, mientras que los sustantivos derivados requieren de recursos más sofisticados y menos económicos para esta deixis indispensable para un texto coherente. Sabemos de investigaciones de Sommerfeldt/Schreiber 1977, Helbig 1992; Teubert 1979, etc. que hay no pocos sustantivos heteroincidentes, que por contraste a la mayoría de los verbos, no deben activar ningún actante, lo cual es muy poco frecuente en verbos (donde se presupone - con excepción de los verbos climatológicos llamados alentes - un sujeto implícito o explícito). Con esto no negamos que haya también sustantivos reverbalizables que deban actantificar un argumento intrafrásticamente (cfr. Helbig 1992, 116). Recordemos que los verbos suelen necesitar la actantificación del argumento externo en forma de sujeto; a veces hasta la actantificación obligatoria de otro argumento más, mientras que muchos sustantivos correspondientes pueden pasarse incluso de esta actantificación, lo cual los privilegia como recursos lingüístico-comunicativos disponibles para no tener que suministrar información que no se posee o que no se quiera expresar (economía comunicativa).

2.1 Para nosotros, el significado léxico de verbos (que abarca también lo particular de la categorización morfosintáctica como verbo) a nivel del código simbólico de Trujillo constituye una entidad cognitiva sui generis que no coincide plenamente con la configuración cognitiva coactivada o coactivable por este semema verbal. El significado verbal sólo abarca determinados co-partícipes de esta configuración cognitiva que ha sido denominada de forma distinta; se trata de elementos sememizados (=socializados y usualizados) que conforman como argumentos variables o casillas vacías argumentales (=slots argumentales) o argumentos constantes el potencial argumental de lo que hemos llamado la proposición básica o – recientemente – la configuración nuclear (archi)semémica del significado verbal. Este último abarca también elementos diferenciadores que podríamos llamar con Bondzio 1971 modificadores y que marcan las divergencias existentes entre los verbos con un denominador común, más allá de los argumentos y predicados semánticos o functores constitutivos, que conforman como elementos designativos e identificadores esta configuración nuclear, denominador común para varios verbos componentes de un mismo campo lexemático.

No resulta fácil llegar a una descripción adecuada de esta configuración nuclear que es responsable para la instauración o referencialización de configuraciones cognitivas correspondientes. El potencial argumental, que así se determina, desempeña un papel decisivo para la actantificación morfosintáctica, para la combinatoria del verbo, tal y como debería especificarse en el plano de la expresión como distribución y valencia. No puede sobrepasar el número de actantes (que, en nuestra opinión, siempre se corresponden con argumentos en el plano del contenido, más concretamente en la microestructura semémica sistémica) al número de slots argumentales (y argumentos constantes), pero sí la actancia puede no alcanzar la cantidad de argumentos. No parece haber, pues, una relación totalmente unívoca e isomórfica entre argumentos y sus respectivos actantes/actantificaciones. Siguiendo a Tesnière 1959/1980), podríamos diferenciar, además, los circunstantes de los actantes; estos circunstantes, sin embargo, sólo parcialmente corresponderían a los modificadores sememizados y usualizados del semema verbal (cfr. Wotjak 1996; 1997).

Los modificadores, al igual que los functores, suelen mayoritariamente pasarse por alto al discutir los fenómenos sintácticos y semánticos vinculados con lo que se ha llamado la estructura argumental (Grimshaw 1990; Goldberg 1995; Pustejovsky 1995; Jackendoff 1997).

2.2 La microestructura semémica, con su configuración nuclear más los modificadores, suele coactivar una configuración cognitiva más amplia; en el caso de los verbos, por ejemplo, otros co-partícipes de la acción, del proceso o evento, etc. instaurados, que no se han sememizado (cfr. para más detalles Heringer 1984; Wotjak 1986; 1997a). Puede tratarse del Geschehenstyp de Klix 1987 o de una escena, de un script o escenario (cfr. Wotjak 1988); cada cual puede, dado el caso, evocarse como trasfondo simbólico-designativo y realizarse en el discurso como parte del conocimiento enciclopédico compartido en el seno de la conceptualización siempre subjetiva/individual y única-situativo-discursiva (cfr. Wotjak 1997a), evocada en la mente del hablante.

2.3 Un análisis más detallado tendría que validar nuestra observación de que en la sustantivación que conserva/hereda la lectura eventiva del verbo suelen presentarse por lo menos dos subespecificaciones en cuanto a estas lecturas procedimentales: la primera podría llamarse lectura eventiva “activa” y parafrasearse por “el acto de + verbo”, mientras que la segunda lectura la llamaríamos “pasiva” y podría parafrearse por “el hecho de + verbo”. No podemos explicar por qué sólo algunos sustantivos se prestan a una ulterior diferenciación en cuanto a esta lectura procedimental, sólo parcialmente congruente con el significado verbal soslayente.

No disponemos tampoco de explicaciones del por qué no todos los sustantivos deverbativos admiten una lectura procedimental exclusiva o complementaria a otra estático-referencial, donde se focaliza un argumento o, tal vez, un modificador o un co-partícipe no sememizado de la configuración cognitiva co-activable por el significado del verbo base.

Tampoco sabemos, a ciencia exacta, si la lectura ambigua o ambivalente (procedimental y como co-partícipe discernible y discreto de la configuración cognitiva co-activada o co-activable por el verbo básico correspondiente) se debe, ante todo, a aspectos semánticos y cognitivos intrínsecos al semema verbal y/o a la configuración cognitiva inducida por este último o bien a preferencias en cuanto a las transposiciones, a los mecanismos de la semántica dinámica o procesual (metáforas, metonimias, etc.). Veremos, además, que resulta difícil establecer ciertas preferencias prototípicas para el uso de determinados sufijos sustantivadores. No podemos detallar, en este artículo, aspectos que tienen que ver con los verbos “diagnósticos” cuyo uso permite esclarecer cuál de las lecturas disponibles a nivel de sistema, del plano del contenido del sustantivo deverbativo, se encuentra actualizada en el uso, en el habla.







Volumen 23 (2006)
ISSN: 1139-8736