ISSN: 1139-8736
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4.2.2.2. Fernando de Arteaga y Pereira

El sucesor de Henry Butler Clarke en la Institución Tayloriana fue un español, inestimable y devoto colaborador suyo en las tareas docentes, así como en numerosos trabajos de investigación sobre la literatura y la historia españolas. Se trataba de Fernando de Arteaga y Pereira, poeta, articulista y filólogo, quien ocupó el puesto de profesor de español en la Institución Tayloriana a partir de 1894, desempeñando su labor durante 15 años.

Arteaga era licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona y tanto en esta ciudad como en Madrid había ejercido como profesor de latín, historia y literatura españolas en escuelas públicas, además de haberse dedicado a la creación poética y haber escrito artículos sobre temas educativos en periódicos como El Día y la Revista de España 120. En 1890 llegó a Inglaterra, de la mano del Marqués de Comillas, fundador de la Compañía Transatlántica, en cuya familia había sido tutor. En Londres trabajó durante algún tiempo como secretario de dirección en la firma Delfín Sánchez and Co., perteneciente al yerno del Presidente mejicano Juárez, y contratistas para el ferrocarril interoceánico en Méjico, actividad que le llevó a viajar por todo el continente americano. Después de la disolución de dicha firma, en 1892, Arteaga se dedicó a la enseñanza del español, como profesor privado, hasta que en 1893 empezó a trabajar como ayudante (deputy) del profesor titular de lengua española en la Institución Tayloriana, Henry Butler Clarke, tras cuya renuncia al puesto fue nombrado su sucesor 121.

En Arteaga se combinan varias facetas igualmente interesantes: filólogo y traductor, literato y profesor. Como creador literario destacamos sus libros de poemas y estampas populares españolas (muchos de ellos fueron publicados durante sus años de profesor en Oxford), por los que obtuvo alabanzas y críticas muy favorables en el círculo de literatos y artistas españoles noventaiochistas contemporáneos, como Manuel Machado o Angel Guimerá, con quienes le unían no sólo los lazos de amistad sino también similares consideraciones estéticas. Manuel Machado, en particular, fue quien más firmemente reivindicó el nombre y la obra creadora de Arteaga para España y las letras hispanas, como se puede apreciar en la siguiente afirmación:

[...] El hecho es que, mientras nuestras Universidades, nuestras Academias y Liceos, nuestras Instituciones pedagógicas y literarias, nuestros centros culturales en general, saben poco o nada de Fernando de Arteaga y Pereira (apellidos pan- ibéricos), la Universidad de Oxford le acoge en su claustro como profesor de nuestra lengua y la Imprenta de esa Universidad le edita sus libros. El placer de reivindicar para nosotros el nombre ilustre del notable escritor tiene, pues, el dejo agridulce de haber llegado un poco tarde al reconocimiento de su prestigio (Arteaga 1923: prólogo de M. Machado, sin nº de pág.).

Su relación con el poeta de la Renaixença catalana, Angel Guimerá, así como con Benito Pérez Galdós fue prolongada, como demuestran los comentarios de ambos escritores que figuran entre las referencias que Arteaga presentó junto con su solicitud para el puesto de catedrático de español en la Universidad de Liverpool, los cuales se refieren a él en estos términos:

[...] Sus especiales condiciones de carácter: caballerosidad, honradez, amor al estudio, etc., de las cuales puedo dar fe por antiguo y frecuente trato (University of Oxford, comentarios de B. Pérez Galdós, Testimonials...1909).

La reputación literaria de Arteaga no se forjó directamente en Oxford. Provenía de una familia en la que ya existía una tradición literaria, puesto que su padre y hermano eran poetas y él mismo habla de sus frecuentes lecturas en el Ateneo Catalá y su asociación con artistas catalanes como Mercadé y Vallmitjana (Universidad de Oxford, testimonials, 1909). Aunque sí es cierto que quizás su alejamiento del territorio español le proporcionó la posibilidad de desarrollar una visión cargada de fuertes matices patrióticos pero al mismo tiempo muy descriptiva de su propio país. Sus obras, sin duda, impregnadas de la temática que caracterizó a los escritores del 98 (el paisaje castellano, la vida rural, la conexión internacional) buscan ofrecer la esencia de lo español, las señas de identidad de lo hispánico, con una finalidad instructiva y pedagógica.

La producción literaria de Arteaga de que tenemos noticias comprende los siguientes títulos: Bocetos californianos de Bret Harte, traducción al castellano de los poemas del novelista americano contemporáneo, publicada en Barcelona, en 1883; obra muy apreciada por el mismo Harte, quien incluso envió un retrato suyo para que fuera incluido en la edición de la obra. Una colección de cantarcillos y poemas de tipo popular que con el título, Quinientos Cantares, se publicó asimismo en Barcelona, en 1897, y de la que proporcionamos una pequeña muestra:

               4
Anda y perdona el agravio,
y sigue fiel a tu camino;
no murmures del destino,
que el que se queja no es sabio. (pág. 6) [...]

             279
Gracias a la gente, soy
Un sujeto original;
Quiero decir, a la gente
Sin originalidad (Arteaga 1897: 76)

En 1909 publicó Nine Spanish Poems, obrita donde se recogen canciones, coplas, romances, etc., que dan pie a un interesante análisis del autor sobre la poesía española de tipo popular, especialmente la copla que tiene similitud con el romance o la balada pero que, a su vez, se caracteriza por reflejar sentimientos y acciones de la gente del pueblo. En el libro se incluyen poemas de Fray Luis de León, Fernando de Herrera, Quevedo, Francisco de Rioja, Calderón de la Barca, junto con los de autores contemporáneos como Ventura Ruiz de Aguilera, Ramón de Campoamor y José Mª de Arteaga. La obra está dedicada al público inglés y tiene un marcado carácter didáctico, por lo cual es de suponer que fuera utilizada en la enseñanza por el mismo autor.

En una línea de creación poética más personal, Arteaga publicó en 1912 Doce Sonetos, obra dedicada a sus “amigos literarios de España e Inglaterra” (cf. dedicatoria, sin nº de pág.), con poemas de tema amoroso principalmente; y posteriormente, en 1922, Tierras amigas, que dedicó a la memoria de su hermano, el también poeta José Mª Arteaga, así como a la de Henry Butler Clarke y Frederick York Powell. Estas poesías son todas de tema hispánico, reflejando, a menudo, las vivencias y los recuerdos de la infancia del poeta.

Pero quizás es Tierra y Raza, colección de poemas de corte patriótico aparecida en 1923, la obra de Arteaga que más amplia difusión tuvo entre el público y con la que se consolidó como poeta. En esta obra se condensa la temática noventaiochista de Arteaga, así como su actitud integradora que persigue mostrar la esencia de lo español desde una perspectiva universalista. Sobre esta obra Manuel Machado escribió un extenso prólogo, sin duda el mejor estudio que podemos tener sobre la labor poética de Fernando de Arteaga y Pereira, y del que reproducimos los siguientes extractos:

[...] Espíritu archiespañol, sin embargo, el de Arteaga (tal vez por eso mismo más apreciado en Ultra-Mancha), sus cuentos y narraciones de ahora, como sus poesías de ayer, tienen un castizo sabor vernáculo, son un dechado del fuerte realismo hispánico y ofrecen ese crudo relieve que da a las cosas el implacable sol de Castilla.
Influencias inglesas habrá de seguro en la labor de Arteaga pero al modo, y no en mayor medida, que puede haberlas en la obra de un Galdós, de un Armando Palacio, netamente españoles. Dickens, verdadero patriarca de toda la novela moderna, no es tal vez ajeno a ese gusto, a ese amor con que Arteaga se complace en la pintura de los humildes, de los pobres, de los desheredados de la naturaleza y de la fortuna.
Pero nada de bruma, de vaguedad, ni de “humor”, en la obra de Arteaga cuya característica, lo repetimos, es la claridad realista, la verdad “cotidiana” y justa de estas vidas y de estos tipos y de estos paisajes sobrios y sinceros [...]. De un modo natural y como subconsciente, él, poeta lírico excelentísimo, elimina aquí toda hojarasca lírica y toda prosopopeya elocuente [...]. No se trata de sugerir sino de expresar. No es el reino interior, sino la vida, rica y polícroma, el objeto del libro. Hombres, mujeres, cosas, paisajes urbanos o rurales, como fondo del drama, y, sobre todo, drama, acción real y viva [...] (Arteaga 1923: prólogo de Manuel Machado, sin nº de pág.).

Como profesor y filólogo, asimismo, Arteaga gozó de gran estima. El entusiasmo con que se entregó a su trabajo en Oxford le mereció grandes elogios por parte de académicos y rectores, que en todo momento reconocieron su valía, como demuestran los comentarios del fonetista Henry Sweet, miembro de la Universidad, conocedor de Arteaga durante muchos años:

He has had a great experience as a teacher, and deals with the language not only practically, but from the literary and historical point of view. He is a loyal colleague and a worthy upholder of the traditional chivalry of his country (University of Oxford, Testimonials ....1909). 122

Como en el caso de su predecesor, Butler Clarke, Arteaga ofrecía esa combinación de cualidades tan del gusto de las autoridades académicas: por un lado, era un experto profesor de la materia y, por otro, contaba con un sólido currículum en el campo literario y filológico. Tal bagaje profesional le permitía, no sólo cubrir las necesarias clases elementales, sino también encargarse de las conferencias y clases sobre temas más académicos y especializados, como confirman los Directores de la Institución:

In addition to elementary classes in the language, he has taken entire charge of the students reading for the Final Honours School in Spanish language and Literature. He has always given more lectures and taken more classes than were required of him by the statutes of the Institution. Besides his ordinary lectures he has often given courses in various periods of Spanish history [...]. Distinguished scholar, splendid lecturer, excellent teacher and a most pleasant colleague (University of Oxford, Testimonials....1909). 123

En 1904, además de participar en la formación de la Honour School of Modern Languages (Escuela de Lenguas Modernas) en la Universidad de Oxford, de la que fue elegido miembro del Consejo Rector y para la que organizó el programa de estudios de español, Arteaga ejercía como examinador externo (External Exaaminer) de lengua española en varias organizaciones y establecimientos académicos como la Universidad de Londres, la Universidad de Manchester, el Comisionado de Funcionarios (Civil Service Commissioners) y el Consejo Central del País de Gales (The Central Welsh Board) (University of Oxford, Testimonials.....1909). A pesar de todas estas responsabilidades, ese mismo año aceptó el puesto de profesor de italiano y español en la Universidad de Birmingham, donde no sólo se encargaba de cursos de licenciatura, sino también de las clases de lengua complementarias, en las que se prestaba especial atención a las necesidades prácticas del alumnado, que incluían la correspondencia comercial entre otros temas (Universidad de Oxford,Testimonials....1909). Aquí, al igual que en Oxford, su adaptabilidad en el trabajo fue objeto de los comentarios más laudatorios, como confirma la siguiente afirmación de W. J. Ashley, Decano de la Facultad de Comercio de dicha Universidad:

[...] As soon as he came to Birmingham he showed his adaptability by preparing what I have reason to know is an excellent manual of commercial Spanish. In securing the introduction of Spanish into the studies of the University of Birmingham, my immediate purpose was directly utilitarian: to enable the students in the Faculty of Commerce to acquire such a knowledge as would be useful in business. But I have always believed that this purpose is quite compatible with securing a sound knowledge of the language itself and with the obtaining of a certain acquaintance with the masterpieces of literature.
Mr. De Arteaga has notoriously succeeded in Birmingham in enabling the students to compass all these three ends (Universidad de Oxford, Testimonials,1909). 124"

Este manual de correspondencia comercial en español al que hace referencia el Decano Ashley se publicó en Alemania en 1908 y es uno más de los varios trabajos que Arteaga realizó en el campo de la enseñanza del español con fines aplicados o prácticos, constituyendo una muestra inequívoca de la aceptación que este tipo de enseñanza había alcanzado ya para entonces en el ámbito universitario. Ciertamente, es esta la faceta que más nos interesa de este profesor, cuyo entusiasmo y dedicación por su profesión le llevaron a publicar varias obras en relación con el estudio y la enseñanza de la lengua española destinadas no a los eruditos oxonienses en particular, sino a los viajeros, estudiantes y hombres de negocios; es decir al amplio espectro de público con necesidades comunicativas en la sociedad española.

Además de las ediciones realizadas dentro del método Hossfeld y entre las que se cuentan: (1892), One Hundred Passages for translation at sight; part V; dos revisiones de la Spanish Grammar de Gurrín (1896 y 1920), (1900), Spanish Grammar Vocabulary, containing all the Spanish words made use of in the Grammar, y (1902), A new English and Spanish vocabulary alphabetical and analogical, Arteaga publicó A Spanish conversational grammar (1904) y A Spanish reader (1909) 125. Asimismo, en 1914 apareció una revisión suya de Spanish Grammar for schools, dentro de la Serie del Método Paralelo, que algunos años antes realizara Butler Clarke, en la que no se aprecian cambios sustanciales con respecto a las ediciones anteriores.

Pero, sin duda alguna, la obra fundamental, considerada fiel exponente de su metodología es Practical Spanish, a Grammar of the Spanish language, with exercises, materials for conversation and vocabularies, John Murray, publicada en Londres, en 1902, a la cual dedicamos por completo un apartado en el capítulo 6. Esta obra, enteramente realizada y publicada por Arteaga, y libre de las dependencias directas debidas a métodos o series que caracterizan a los trabajos mencionados anteriormente, supone un buen proyecto de sistematización tanto del estudio de la gramática como de las estructuras lingüísticas del idioma español, en un intento de aunar dos áreas de conocimiento necesarias para quienes desearan expresarse en esta lengua. Para lograr estos objetivos, Arteaga extrae ejemplos así como textos de ejercicios de las situaciones prácticas del contexto de la vida diaria en España, evitando caer en temas tópicos pero haciendo algo tan de su gusto como era mostrar el carácter y la idiosincrasia de la sociedad española contemporánea. Desde este punto de vista, podemos afirmar que esta gramática supone un valioso documento que proporciona información actualizada y esencial para el conocimiento de la sociedad española de finales del siglo XIX.

Así pues, en lo concerniente a los estudios de español en la Universidad de Oxford en esta segunda etapa nos encontramos con una situación en la que la enseñanza de la lengua se sigue haciendo de un modo aplicado, atendiendo a los aspectos prácticos, separada de la enseñanza de la literatura, tal y como se venía ejerciendo en otras universidades inglesas de más reciente creación, como la Universidad de Londres y King´s College de Londres. Para los ambientes más conservadores de Oxford, la aceptación de un tipo de enseñanza dirigido a instruir al alumnado en los conocimientos considerados útiles y prácticos, en vez de proporcionarles una instrucción puramente teórica y científica, suponía toda una revolución y una clara indicación de cambio; en este sentido, la obra de Fernando de Arteaga y Pereira vino a subrayar ese cambio de orientación en la enseñanza.

La apertura de la Escuela de Lenguas Modernas (School of Modern Languages) en 1905 supuso el más firme intento de reconocer seriamente el valor que supone el aprendizaje de las lenguas modernas y sus literaturas. La Escuela sobrevivió diez años, para luego desaparecer con la guerra, a cuyo término reanudó sus clases con un considerable incremento en el número de alumnos por lo que la Universidad se vio obligada a ampliarla y a financiar la creación de nuevas cátedras (Firth 1929: 4).


Notas

120 El mismo Arteaga nombra dichas publicaciones periódicas en una carta al Comité de selección de la Universidad de Liverpool, que fue presentada junto con su solicitud para el puesto de catedrático de español en dicha Universidad, en 1909. (Universidad de Oxford, Testimonials.....1909).

121 Universidad de Oxford, Testimonials....1909.

122 Ha tenido una gran experiencia como profesor y enseña la lengua, no sólo desde el punto de vista práctico, sino también literario e histórico. Es un colega leal y merecedor de la tradicional caballerosidad de su país (trad. nuestra).

123 Además de las clases de lengua de nivel elemental, se ha encargado totalmente de los alumnos que se preparan para los Exámenes Finales de Grado en lengua y literatura españolas. Siempre ha dado más conferencias y tomado más clases de lo establecido en los estatutos de la Institución. Además de sus clases normales, a menudo ha impartido cursos en varios períodos de la historia de España (trad. nuestra).

124 Tan pronto como llegó a Birmingham dio muestras de su adaptabilidad, con la preparación de lo que, tengo motivos para creer, es un excelente manual de español comercial. Asegurando la introducción del español entre los estudios de la Universidad de Birmingham, mi propósito inmediato fue directamente utilitarista: posibilitar que los estudiantes en la Facultad de Comercio adquirieran los conocimientos que les sean útiles en los negocios. Pero siempre he pensado que este propósito es totalmente compatible con la consolidación de un buen aprendizaje de la misma lengua y con la obtención de un cierto conocimiento de las obras maestras de la literatura.
El Señor De Arteaga ha triunfado notoriamente en Birmingham permitiendo a los alumnos alcanzar estos tres fines (trad. nuestra).

125 Estas dos obras, a las que no hemos conseguido tener acceso, aparecen en la lista que facilitó el mismo Arteaga con su solicitud para el puesto de catedrático en la Universidad de Liverpool, en 1909.



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