ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-41077-2003
Copyright: © Matilde Gallardo Barbarroja

4. La enseñanza del español en la Universidad de Oxford

4.1. Introducción

La introducción de los estudios de español así como de las otras lenguas modernas europeas, incluida la lengua inglesa, en la Universidad de Oxford no tiene lugar, de un modo sistemático, hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX. La situación durante la primera mitad de este siglo refleja el excesivo conservadurismo en que había caído la Universidad, hecho que impedía el estudio riguroso de cualquier tipo de materias que no fueran considerados clásicos y que supusieran un intento de revitalizar el pensamiento y la filosofía ortodoxa. Como afirmaba Firth:

[...] When the intellectual torpor of the University began to disappear, the narrow system of examinations which succeeded prevented the growth of any new kind of learning.
[...] There were individual unorganised efforts to learn and to teach, but little systematic instruction in the schools and none in the universities (Firth 1929: 3). 103

El escaso prestigio de que gozaban las lenguas modernas entre los académicos tradicionalistas, quienes las consideraban una distracción o pasatiempo, que incluso podía apartar a los alumnos del estudio de materias consideradas más trascendentales, como la filosofía o las lenguas clásicas, contribuyó, sin duda, a esta tardía implantación. En cualquier caso, como ya reconociera H. Nettleship a finales del pasado siglo, cuando se implantó el estudio de las lenguas modernas y sus correspondientes literaturas en la Universidad de Oxford, no fue como parte integral del Plan de Estudios, sino como asignaturas adicionales y optativas destinadas principalmente a los miembros de la Universidad que ya hubieran completado los estudios de grado o licenciatura (cf. 1887: 5).

La enseñanza de las lenguas modernas europeas y sus literaturas fue tema de constante polémica en la Universidad de Oxford durante el siglo XIX, especialmente en el último cuarto de siglo, cuando se debatió si éstas debían incluirse o no en los Exámenes Finales de Honor (Final Honours Examinations). La verdadera cuestión que se litigaba era si las lenguas modernas merecían ser tratadas como materias de estudio universitario, es decir, de un estudio tan bien organizado y concienzudo como el que se hacía de las lenguas clásicas, latín y griego. Los adeptos a la causa de la enseñanza de las lenguas y literaturas contemporáneas compartían el escenario con aquellos colegas que mantenían una posición contraria, entre quienes prevalecía la opinión de que su estudio sólo era provechoso para quienes ya estaban en posesión de una licenciatura, así como de que el mantenimiento de una Escuela de Lenguas Modernas resultaría excesivamente costoso a la Universidad (Nettleship 1887: 6).

Afortunadamente, la primera opinión fue ganando posiciones poco a poco hasta consolidarse definitivamente en 1903, cuando se crearon los estatutos de lo que sería la Escuela de Lenguas Modernas (School of Modern Languages) (Firth 1929: 70). A partir de este momento se puede afirmar que las lenguas modernas gozaron del reconocimiento y la categoría de asignaturas integrales de los planes de estudio de la Universidad.


Notas

103 [...] Cuando el letargo intelectual de la Universidad comenzó a desaparecer, el restringido sistema de exámenes que se impuso impidió el desarrollo de cualquier tipo de aprendizaje.
[...] Hubo algunos intentos individuales, no organizados, para aprender y enseñar, pero poca instrucción sistematizada en las escuelas y ninguna en las universidades (trad. nuestra).



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