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2. 4. Antonio Alcalá Galiano
El candidato finalmente seleccionado fue Antonio Alcalá Galiano, político, intelectual y literato, liberal ante todo; uno de los hombres más conocidos y admirados, si no el que más, del grupo de exiliados constitucionales españoles en Londres 14.
Proveniente de una familia de militares, economistas y de oficiales de marina, fue uno de los más activos de entre los liberales españoles y uno de los iniciadores del levantamiento que dio lugar al trienio constitucional de 1820-1823 15. En 1823 Alcalá Galiano se vio obligado a exiliarse, primero a Gibraltar y desde allí a Londres, donde residió durante siete años.
En sus Memorias y en sus Recuerdos de un Anciano recogió, años después, las páginas más vívidas de los padeceres, vicisitudes y sentimientos que acompañaron a cuantos, como él, fueron acogidos por la nación inglesa tras verse obligados a abandonar el suelo patrio por razones políticas. Por sus páginas desfilan personajes de todo tipo de extracción social, desde toreros hasta aristócratas y nobles, todos ellos miembros de esa "abreviada España constitucional" como él la calificaría años después:
[...] Llegábamos casi todos los españoles a Inglaterra en un estado de miseria completa que sólo la caridad pública podía darnos el indispensable abrigo y sustento. Si algunos tenían bienes no podían recibir auxilios, o los recibían mal, en fuerza de las circunstancias, de decretos que les confiscaban o secuestraban su hacienda privada, de persecuciones populares que no respetaban su propiedad, de temor en algunos de ser aprendidos, de mala fe en otros. Pero la mayor parte de ellos se componía de personas que vivían de su profesión, militares, eclesiásticos, abogados, empleados civiles, médicos, escritores; en suma, lo que constituye el núcleo del partido llamado liberal en todos los pueblos o, digamos, de lo que en él forma la porción más activa y predominante (Alcalá Galiano 1879: 462).
Después de presentar su candidatura en 1827 y de ser seleccionado, aceptó el puesto de catedrático de lengua y literatura españolas en University College en febrero de 1828 (University of London, Carta de Alcalá Galiano, 9-2-1828) y lo confirmó un año después (University of London, carta de Alcalá Galiano, 24-3-1829), convirtiéndose así en el primer profesor de español con título de catedrático (Professor) en una universidad inglesa. No fue el único exiliado en el claustro de profesores; otros refugiados políticos que, como en su caso, se distinguían por su talante progresista y liberal fueron contratados para ocupar las cátedras de alemán e italiano, respectivamente 16.
A pesar del subsidio que el gobierno británico proporcionaba a gran número de refugiados, las dificultades económicas que padecían muchos de ellos sólo se veían paliadas con colaboraciones en periódicos literarios y con su trabajo como profesores particulares de idiomas. En el caso de Alcalá Galiano, el puesto en la Universidad vino a rescatarle de una situación que se hacía cada vez más difícil:
Me daba la cátedra £200 y con esto y con lecciones privadas y algunos escritos que me eran bien pagados mejoré mucho mi suerte [...]. Hasta 1828 hube de pasarlo medianamente, mejorando de año en año mi suerte, bien que la medianía de que hablo no pasaba de vivir libre de ahogos (Alcalá Galiano 1886: 513).
En realidad, no hubo serios impedimentos para que obtuviera el puesto en UCL. Gozaba de gran prestigio tanto entre sus compatriotas como entre la intelectualidad inglesa por sus conocimientos de literatura e historia y por su dominio del inglés, entre otras lenguas, idioma que había aprendido en la infancia y había mejorado después con estancias en Londres como miembro del cuerpo diplomático (Alcalá Galiano 1879: 462). Este hecho y el interés que demostró por las ideas literarias y filosóficas del momento, romanticismo, idea de progreso, utilitarismo, etc. 17, le proporcionaron la relación y la amistad de personas tan influyentes como Jeremy Bentham y John Bowring, y le garantizaron un lugar como colaborador habitual en revistas y periódicos literarios ingleses de gran reputación, entre los que destacaban la Westminster Review, órgano de los radicales de Jeremy Bentham y The Athenaeum, cuyos directores, John Sterling y John Kemble, le encargaron la serie sobre literatura española del siglo XIX que apareció en dicha revista en 1834 18.
En una y otra el español se reveló como un experto crítico literario con artículos como "Spanish Novels" (Westminster Review 1828-1829) y la ya mencionada importante contribución crítica de la literatura decimonónica que apareció en The Athenaeum, en 1834, a la que Vicente Llorens califica como el primer cuadro de conjunto que poseemos de la literatura española en el primer tercio del siglo XIX (cf. 1979: 374). Asimismo, también destacó como comentarista político, como muestra su conocido artículo "Spain" (Westminster Review, abril 1824), entre otros, de los que Llorens destaca su marcado carácter revolucionario y el hecho de constituir el mejor análisis del régimen constitucional español y su caída (cf. 1979: 351).
Sobre estos mismos temas también escribió en español, en publicaciones como La América de Eduardo Asquerino; pero, como afirma Llorens, sus escritos ingleses de esta época de exiliado aventajan con mucho a los posteriores en español (cf. 1979: 351). Quizás él, junto con Blanco White, fueron los únicos de entre los exiliados constitucionales españoles que realmente lograron reconocimiento como escritores en lengua inglesa, aunque existan notables diferencias entre ambos; por ejemplo, en lo literario, Alcalá Galiano reconoce la erudición y el magisterio de Blanco pero es evidente que él se decanta más decisivamente por el romanticismo imperante en ese momento 19.
En lo político, el gaditano siempre se distinguió por un patriotismo mucho más exaltado que Blanco, a quien acusa de dar muestras de un odio excesivo hacia su país:
[...] The Reverend Blanco White, a very good judge in literary matters, though often very hostile to his own country (Alcalá Galiano 1828: 19)20.
Entre quienes le avalaron para el puesto de profesor en la Universidad de Londres destacaba Jeremy Bentham, filósofo y jurista, patrocinador moral y financiero de la Universidad, así como inspirador de la "Sociedad para la Difusión del Conocimiento Útil" (Society for the Diffusion of Useful Knowledge), cuyos principios utilitaristas resumidos en la frase "el mayor bienestar del mayor número posible" (the greatest happiness of the greatest number), abogaban por la causa de la educación democrática e influyeron decisivamente en los fundadores de la Universidad, el poeta Thomas Campbell y el abogado Henry Brougham (Harte & North 1991: 10). El mismo Alcalá Galiano demuestra ser un ferviente benthamista, como se aprecia en los últimos párrafos de su Lección Inaugural:
I consider that while I am teaching the Spanish language and lecturing upon Spanish literature, I am not merely indulging in elegant trifles, but performing a task which, as part of a great system, tends towards that great end of utility, the object of to which all human labours should be directed (Alcalá Galiano 1828: 33)21.
Su amistad con el filósofo inglés Bentham, así como el alto grado de estima y la admiración que este último le profesaba, quedan de manifiesto en una de las cartas de este último a su correligionario español:
My worthy old friend,
[...] What I can say and do say with the strictest truth is that, during the continuance of that intercourse, the interruption of which has had for its sole cause those puritans to which my time has so long been exclusively devoted, I should reason on every point of view intellectual as well as moral to felicitate myself on the acquaintance I had made with you; and as to the function belonging to the particular situation in question I never heard nor do I expect to hear, of any person who so far as I am capable of judging is qualified and disposed to enter into competition with you.
When mentioning the matter to D. Bowring, whose mastery over the field of language is for its extent, perhaps without an example, and whose acquaintance with the Spanish in particular is little lower than that of a native, I had the satisfaction of finding that the opinion of mine had his for its confirm [...] (University of London, carta de Jeremy Bentham, 2-2-1832)22.
Desde el momento mismo de su incorporación a la cátedra de español a sus 39 años, Alcalá Galiano se muestra un miembro activo del claustro de profesores; su firma aparece en varios documentos dirigidos al Consejo de la Universidad con motivo de algunas decisiones tomadas por éste, tales como el aumento del precio de las matrículas de los alumnos, a lo que los profesores se oponen, sugiriendo otro sistema más razonable; sobre la duración del curso académico, que los profesores de lenguas querían se extendiera desde finales de octubre hasta julio; sobre la distribución de las materias en el Curso de Instrucción General; sobre la apertura del curso académico; la toga de los profesores, etc. (Universidad de Londres 1828, docs. 972, 973, 974).
Las protestas de los profesores surgieron por el hecho de no tener estatus como cuerpo académico con representación, voz y voto en las decisiones tomadas en la Universidad. Pero el asunto que motivó la protesta general que todos ellos presentaron al Consejo se refería al abuso de autoridad del Director (Warden), Leonard Horner, y la necesidad de que el Consejo estableciera claramente las responsabilidades de éste, al que acusaban de inmiscuirse en los asuntos del profesorado y de haber querido reemplazar al Consejo en la toma de decisiones (Universidad de Londres, Carta de los profesores al Consejo de la Universidad, 25-3-1830, doc. 3350d).
Alcalá Galiano participó en esta querella como persona afectada. El malentendido entre él y Horner estaba relacionado con una suma de dinero que el Consejo otorgó a la cátedra de español. A raíz de este asunto, el orgullo y la dignidad del español se vieron muy afectados como demuestra en su carta al Director:
[...] In the course of my life I have been accustomed to be treated with all that consideration which is usually shown to a gentleman. Nothing was further from my thoughts that the idea of having any sum guaranteed to my own insignificant self. Yet I believed that as the Professor now holding the Professorship was to receive the advantage of the guarantee it was very proper that he should return thanks for that which he conceived to be an act of liberality.
I am sorry to find that my feelings of gratitude have been misconfused and met by a reception which I cannot designate without transgressing the bounds of the respect which I owe to the Council. I should however be wanting in that which I owe to myself if I did not show a proper sense of the conduct now observed towards me (University of London, carta de Alcalá Galiano al Director, 18-5-1829)23.
Los incidentes relativos a Horner continuaron sucediéndose con mayor frecuencia hasta el punto de que éste se vio forzado a dimitir en el curso académico 1830-31 y su cargo fue abolido. En realidad, la permanencia de Alcalá Galiano en la cátedra de español no estuvo exenta de altercados. Pocos días antes de pronunciar su Lección Inaugural en la Universidad, cuestionó al Consejo sobre su derecho a publicarla él mismo, en vista de que aquél exigía que se hiciera sólo con su beneplácito. En una carta dirigida al Consejo el 6 de noviembre de 1828 se explicaba así:
[...] If it is meant that I must obtain a previous license to publish in print that which I have read in public, it is with the deepest regret that I find myself under the necessity of objecting to a resolution emanating from a body to whom I am so largely indebted [...].
When the Council honoured me by appointing me a Professor of this University, they showed a favourable opinion of my moral and even of my mental qualifications. That I may forfeit this good opinion by my future conduct I must admit, but to be deemed capable of it before I give for such a supposition would, I respectfully apprehend, be no less contrary to the principles of general justice than to the practice of this country where every man is supposed innocent until his guilt is actually brought home to him by satisfactory evidence (University of London, doc. P 119)24.
Alcalá Galiano, aunque mostrando respeto, no se dejaba intimidar y daba pruebas, no de arrogancia, pero sí del orgullo y franqueza que le caracterizaban. La Lección Inaugural fue finalmente publicada por el editor de la Universidad, John Taylor, ese mismo año. En la lectura de la misma, el autor mostró el entusiasmo y los buenos propósitos que pondría en el desempeño de su magisterio con la mayor responsabilidad y el mejor oficio. Convencido de la importancia que las lenguas modernas tenían en su época y de que la institución en la que él servía era líder en seguir el espíritu de la misma, se propuso demostrar el interés y la utilidad del estudio de la lengua española para el alumnado de la Universidad, pero el escaso número de estudiantes en sus clases, la poca motivación y la falta de progreso mostrado por éstos causaron el fracaso de las mismas. Estos hechos, unidos al incidente con Horner ya mencionado, provocaron el malestar de Alcalá Galiano y su consiguiente abandono del puesto y la enseñanza en University College Londres. A los dos años de su nombramiento Alcalá Galiano se dirigió al presidente del Comité de Educación de la Universidad, presentando su dimisión por razones que él mismo explica en su carta del 5 de julio de 1830:
Sir,
I have the honour to render my resignation of the Spanish Professorship which I now hold. I beg to express my grateful acknowledgement of the liberality of the Council in granting me a guarantee for these two last sessions, a loan which I neither solicited nor expected, and I feel myself under equal obligation to them for the approbation which they owe bestowed upon my services notwithstanding failure of the class with the direction of which I have been into. These feelings of gratitude in subsequent events can obliterate.
A more painful duty is now imposed upon me but I owe to myself not to shrink from performing it.
When I joined my colleagues in proffering some complaints and making certain statements to the Council I acted both from a conviction that our suggestions, if [ilegible], would be mainly conclusive to the welfare of the University and from a just sense of indignation excited by having my character traduced before the public by the Warden.
I hope I may be permitted to state it as a proof that neither have my complaints been groundless nor my efforts wholly unsuccessful that the Council have been pleased to express their disapprobation of the conduct or their officer in the case I allude to a disapprobation which the earnest and respectful remonstrations of my colleague Dr. [ilegible] had not been able to elicit from them. If I also joined my colleagues in proposing that salaries should be granted to the Professors, I did so because I thought that by granting them the prospects of the University would be improved; certainly, not with the intention of asking a salary for myself. Nothing was further from my thoughts after the total failure of the Spanish class than to propose that a [ilegible] should be created in an infant establishment for my own private accommodation. It has pleased, however, a distinguished member of the Council to state at the last meeting of the shareholders that we asked for sordid motives. [...] As the gentleman I allude to stands in extent in rank and in the examination of the Proprietors and the public, and disadvantageous as my own situation of a nearly unprotected stranger and a foreigner is in comparison to his, I will not hesitate for one moment most indignantly and unreservedly to repel the charge and declare it to [ilegible], but as it may be meant to apply to me and leaving my colleagues to answer it as I feel sure they are well able to do, [...] totally unwarranted by my action of my life, and as utterly false as it is highly offensive. As the gentleman whose charge I so repel is a member of the Council and spoke in the name of that body at the time he [ilegible], such odious and unfounded imputations upon our character I think it is before the Council that I ought to answer his assertions.
As I feel anxious that none of my colleagues should do [ilegible] for my own acts, I beg it distinctly to assure the Council that this letter has not been shown to any one of them and that I have had no communication with them regarding the subject of it (University of London, carta de Alcalá Galiano, 5-7-1830) 25.
El sentimiento de saberse y sentirse extranjero, a pesar de los años transcurridos en el país de adopción, pesó en los emigrados liberales y en el mismo Alcalá Galiano, como confiesa en su carta de renuncia. En esos años ya albergaba la idea del posible regreso a España:
Así es que no bien constó estar ya triunfante en Francia el partido apellidado liberal, cuando fue nuestra idea, con raras excepciones, trasladarnos al territorio donde prevalecían nuestras doctrinas, y cuyo interés juzgábamos uno mismo que el de los constitucionales españoles. Fui yo uno de los primeros que de Inglaterra pasaron a Francia [...], encargado de ir a tantear el estado e intenciones de aquel recién nacido gobierno en lo tocante a España (Alcalá Galiano 1879: 494).
A su vuelta a España, después de la muerte de Fernando VII, en 1834, se reincorporó a la escena política y en 1836 formó parte del gobierno progresista de su amigo Istúriz, como Ministro de Marina. Mantuvo su interés y participación en la política española hasta sus últimos días, aunque desencantado con el liberalismo que él tan ardientemente había defendido 26.
Notas
14 La faceta literaria y
política de Alcalá Galiano ha sido tratada con detalle, entre
otros, por J.L. Alborg, D.L. Shaw, C. García Barron, etc. y asimismo
por V. Llorens, a cuyos juicios sobre el intelectual gaditano y sobre el grupo
de exiliados constitucionales en Londres haremos referencia a lo largo de nuestra
investigación.
15Como aseguran Mª Carmen García Nieto y Esperanza Yllán, “la inviabilidad del régimen absolutista se pondrá a prueba en el corto período de tres años, 1820-1823, iniciado con el pronunciamiento militar del general Riego. [...] La importancia histórica de este trienio constitucional viene determinada por ser el primer intento orientado a poner en práctica la obra legislativa de las Cortes de Cádiz” (cf. 1987: 18).
16 Como señalan Harte & North, la enseñanza de las lenguas modernas corría a cargo de refugiados de sus respectivos países. Además de Alcalá Galiano, a quien estos autores adjudican un lugar importante como representante del romanticismo literario español, figuraban los nombres de Ludwig Von Mühlenfels, un progresista, encargado de la enseñanza del alemán y Antonio Panizzi como profesor de italiano. Este último gozaría posteriormente de gran reputación por su labor como archivero en la Biblioteca del Museo Británico (cf. 1991: 39).
17 La contribución
de Alcalá Galiano al desarrollo del movimiento romántico en España
queda reflejada en la siguiente afirmación de D.L. Shaw:
The attempt by Alcalá Galiano to present romanticism as a phenomenon
essentially of his own time, reflecting a rigorously contemporary shift of outlook,
together with his important reference to poetry on philosophical themes arising
out of the poet´s “inner commotions” marks a great advance
in the understanding of the movement (cf. 1972: 3).
El intento de Alcalá Galiano de presentar el romanticismo esencialmente
como un fenómeno de su propio tiempo, reflejando un riguroso cambio contemporáneo
de perspectiva, junto con su importante referencia a la poesía de temas
filosóficos que brota de las más profundas emociones del poeta,
señala un gran avance en la comprensión del Movimiento (trad.
nuestra).
18 Como señala V. Llorens, la reputación y los conocimientos de Alcalá Galiano le garantizaron el encargo de la serie; pero también el hecho de la reciente muerte de Pablo Mendíbil y de que Mateo Seoane no fuera un buen literato, junto con el hecho de que Blanco White estuviera demasiado ligado a disputas religiosas, fueron factores decisivos (Alcalá Galiano 1834 (1969): 7).
19 La fogosidad de expresión y de ideas que se percibe en sus escritos de esta época, junto con las apreciaciones literarias que iremos mostrando en epígrafes posteriores así lo corroboran. Asimismo, su estancia en Londres coincidó con el florecimiento de la literatura romántica inglesa con autores como Byron y Walter Scott tan admirados por Alcalá Galiano, y con la penetración en este país de las ideas románticas germánicas, de cuya influencia se imbuyó el pensamiento de este autor.
20 [...]El Reverendo Blanco White, un excelente juez en cuestiones literarias, aunque a menudo muy hostil a su país natal (trad. nuestra).
21 Me doy cuenta de que, cuando enseño la lengua española y doy una conferencia sobre literatura española, no estoy complaciéndome simplemente en elegantes bagatelas, sino llevando a cabo una tarea que, como parte de un gran sistema, tiende hacia ese gran propósito que es la utilidad, objeto al cual deberían dirigirse todos los esfuerzos humanos (trad. nuestra).
22 Mi estimado viejo amigo:
[...] Lo que puedo decir y digo, con la más estricta verdad es que, durante
el curso de esta relación, cuya única causa de interrupción
han sido esos puritanos a quienes he dedicado mis horas en exclusiva durante
tanto tiempo, desde cualquier punto de vista, tanto intelectual como moral,
no tengo razones sino para felicitarme por la amistad que he hecho con usted;
y en cuanto a la función de esta situación particular en cuestión,
nunca he oído, ni espero oir de nadie que, según mi criterio,
esté tan cualificado y dispuesto para competir con usted.
Al mencionar el asunto al Dr. Bowring, cuyo magisterio en el campo de la lengua
no tiene, quizás por su alcance, parangón y cuyo conocimiento
del español en particular es poco menos que el de un nativo, tuve la
satisfacción de comprobar que mi opinión quedaba confirmada con
la suya (trad. nuestra).
23 [...] En el curso de mi vida hasta ahora he estado acostumbrado
a ser tratado con la consideración que se da normalmente a un caballero.
Nada más lejos de mis pensamientos que la idea de que se concediera suma
de dinero alguna a mi insignificante persona. Aun así, creí que,
como el catedrático que ahora desempeña la cátedra destinataria
del beneficio de la garantía, era muy apropiado que devolviera las gracias
por lo que concebía como un acto de generosidad.
Me apena descubrir que mis sentimientos de gratitud han sido malentendidos y
que hayan recibido una acogida que no puedo designar sin traspasar los límites
del respeto que debo al Consejo. Sin embargo, estaría faltando a lo que
me debo a mí mismo si no mostrara el sentido apropiado de la conducta
que ahora se observa con respecto a mí (trad. nuestra).
24 [...] Si esto significa que debo obtener un permiso previo para
publicar por escrito lo que ya he leído en público, con mis profundas
disculpas me veré obligado a objetar una resolución que emana
de un cuerpo con quien estoy tan sumamente en deuda [...].
Cuando el Consejo me honró designándome catedrático de
esta Universidad, mostraron una opinión favorable de mi sentido de la
moral e incluso de mis cualidades mentales. Que yo pueda perder el derecho a
esta buena opinión en el futuro con mi conducta, deberé admitirlo,
pero que se me juzgue capaz de ello antes de dar motivos para tales suposiciones,
con todos mis respetos, percibo como algo no menos contrario a los principios
de la justicia general que a la costumbre de este país donde todo hombre
es considerado inocente hasta que se le demuestre su culpabilidad con satisfactoria
evidencia (trad. nuestra).
25 Señor,
Tengo el honor de presentar mi renuncia a la cátedra que ahora desempeño.
Ruego que exprese mi gratitud a la generosidad del Consejo que me ha otorgado
una garantía en estas dos últimas sesiones; un préstamo
que ni solicité, ni esperaba; e igualmente, me siento obligado a ellos
por la aprobación que dieron a mis servicios a pesar del fracaso de la
clase a mi cargo. Estos sentimientos de gratitud pueden borrarse en consiguientes
acontecimientos.
Un deber más penoso se me impone ahora, pero me debo a mí mismo
el no arrepentirme de llevarlo a cabo.
Cuando me uní a ocho de mis colegas en presentar quejas y en hacer ciertas
afirmaciones al Consejo actué, no sólo desde la convicción
de que nuestras sugerencias, si [ilegible], serían esencialmente decisivas
para el bienestar de la Universidad, sino también desde un justo sentido
de indignación por haber hablado de mí en público el Director.
Espero que se me permita declarar, como prueba de que ni mis quejas han sido
sin fundamento, ni mis esfuerzos totalmente desafortunados, que el Consejo ha
expresado su disconformidad con la conducta de su Director, en el caso al que
aludo, con una desaprobación tal que ni las serias y respetables protestas
de mi colega, el Doctor [ilegible], habían podido [ilegible] de ellos.
Si también me uní a mis compañeros al proponer que se deberían
otorgar salarios a los catedráticos, lo hice porque pensaba que haciendo
eso el futuro de la Universidad mejoraría, no con la intención,
ciertamente, de pedir un salario para mí. Nada más lejos de mis
pensamientos, especialmente después del fracaso de la clase de español,
que proponer que se creara un [ilegible] para mi propia satisfacción,
en un establecimiento tan joven. Sin embargo, un distinguido miembro del Consejo
se ha complacido en afirmar en la última reunión de accionistas,
que nuestros motivos eran infames. [...] Como el caballero en cuestión
a quien aludo sobresale en talento, en rango y en la estimación de los
Propietarios y del público, y por ser desventajosa mi propia situación
de extranjero y foráneo casi desprotegido, en comparación con
la suya, no dudo ni por un momento, con indignación y sin reservas, en
rechazar la acusación y declararla [ilegible], pero como puede que se
refiera a mí y dejando a mis colegas que se pronuncien sobre ello como
estoy seguro que son perfectamente capaces de hacer, [...] totalmente injustificado
por mis acciones en mi vida y tan completamente falso como altamente ofensivo.
Como el caballero cuyos cargos yo rechazo de este modo es miembro del Consejo
y se pronunció en nombre de éste cuando hizo tan odiosas e infundadas
imputaciones sobre nuestro carácter, creo que es ante el Consejo ante
quien debo responder a sus afirmaciones.
Como me preocupa que ninguno de mis compañeros pueda [ilegible] por mis
propios actos, ruego firmemente que asegure al Consejo que no he enseñado
esta carta a ninguno de ellos y que no he tenido comunicación con ninguno
de ellos en relación al asunto de que se trata en la misma (trad. nuestra).
26 El desencanto de Alcalá Galiano ha sido entendido y justificado
por Vicente Llorens del siguiente modo:
Al final, amargado por el duro desengaño [...], acaba maldiciendo el
día en que, de vuelta a España, pisó otra vez los Pirineos.
Reacción excesiva, pero no extraña en quien alimentaba aspiraciones
igualmente excesivas. Esperar de la sociedad humana el pago a un sacrificio
parece demasiada pretensión, pero pedirlo como premio al amor patrio
es además injusto [...]. Si el destierro ha sido un sacrificio impuesto
por el deber, por el amor a la patria; el retorno puede ser un sacrificio más
en el cumplimiento del mismo deber (cf. 1967: 29).
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