ISSN: 1139-8736
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2.2.1. La noción de dominio léxico

El objetivo inicial del mlf es doble: primero se trata de trazar la arquitectura semántica del lexicón, y segundo, utilizarla como fuente de datos para entender mejor el lenguaje. En una hipótesis inicial, todo dependía de la organización de la lengua general en áreas de significado, ya que era evidente que a partir de una organización léxica válida se podían extraer patrones sintácticos recurrentes. No obstante, uno de los principales problemas en cuanto a la elaboración de representaciones semánticas es precisamente cómo establecer áreas de significado válidas o dominios léxicos.

Según estudios llevados a cabo en psicolingüística, las relaciones semánticas son una función de la memoria, y palabras con significados relacionados se almacenan de manera conjunta en nuestro lexicón mental (Aitchison 1994). Un enfoque relacional, como el del mlf, hace hincapié en los dominios léxicos y acepta la suposición de que existen propiedades comunes que unen los elementos de un mismo dominio, de la misma forma que también existen propiedades que diferencian a unos de otros. Tal modelo representa la memoria semántica humana como una red en la que cada nodo es un concepto y los conceptos están unidos por una variedad de relaciones semánticas y léxicas (Iris et al. 1988: 263).

Los criterios para determinar el inventario exacto de este conjunto de áreas de significado, así como la naturaleza de las relaciones existentes entre sus miembros y qué tipo de conocimiento codifican, siguen siendo objeto de debate (Grandy 1987:260; Lyons 1977: 267). En el mlf, se propone la denominación de ‘dominio léxico’ en lugar de campo semántico precisamente debido a la imprecisión de esta última que hace referencia, ineludiblemente, a la descripción del significado de un concepto mediante la suma de los rasgos binarios que constituyen su intensión, ignorando la naturaleza imprecisa del significado (Lakoff y Johnson 1980; Lakoff 1987). Los dominios léxicos, por el contrario, se diferencian de la noción tradicional en que los criterios de inclusión o no inclusión están claramente especificados y en que la estructura interna es una proyección de la codificación tanto de la información sintagmática como paradigmática (Faber y Mairal Usón 1999: 79, 141). Así, un dominio léxico se entiende como la configuración estructural que agrupa un conjunto de lexemas que comparten un área de significado común (dominio conceptual) (Faber y Mairal Usón 1999: 59) y que, además, muestran un comportamiento sintáctico similar. De esta manera, el lexicón verbal general se divide en las siguientes grandes áreas (Faber y Mairal Usón 1999: 88):

1. existencia 7. manipulación
2. cambio 8. cognición/percepción mental
3. posesión 9. movimiento
4. habla 10. percepción genérica
5. sentimiento 11. percepción sensorial
6. acción 12. posición

Tabla 2.1: Dominios léxicos en el lexicón verbal

Cada uno de estos dominios léxicos se podrían representar en un diagrama estructural como el siguiente:

[Faber y Mairal Usón 1999: 64]

Figura 2.1: Estructura de un dominio léxico

Para llegar a configurar estas áreas se ha partido de la idea de que los predicados pertenecientes a cada uno de estos doce apartados o dominios están configurados jerárquicamente según la estructura implícita en sus respectivas definiciones. De esta forma, un fragmento del dominio de cognición se configuraría de la siguiente manera:

(5)      cognition: to cause somebody to believe that something is true when it is not
deceive to cause somebody to believe that something is true when it is not in order to take advantage of them.
     delude to deceive somebody by false promises.
     fool to deceive somebody, making them look foolish.
     trick to deceive somebody to get something from them as part of a plan.
          dupe to trick somebody completely, usually to get them to do something.
          hoodwink to trick somebody [informal].
          bamboozle to trick somebody in order to gain an advantage [informal].
          beguile to trick somebody into doing something by making it seem attractive.
     hoax to deceive somebody by playing a joke on them.
     con to deceive somebody by telling them things that are untrue [informal].

[Faber y Mairal Usón 1999: 124, 125]

Según se puede apreciar en la definición, todo verbo está definido según el inmediatamente superior, heredando así los patrones semánticos y sintácticos de su hiperónimo.

A las distintas subdivisiones de un dominio léxico, como la mostrada en (5), se les denomina subdominios. Cada uno de ellos focaliza en un área de significado determinada y constituye una especificación diferente de su contenido (Faber y Mairal Usón 1999: 59). Por tanto, en cada subdominio hay información sintáctica y semántica compartida; por ejemplo, el hiperónimo de este grupo, ‘deceive’, tiene dos posibles patrones de complementación, SN y SN + PP into:

(6)

He deceived me
me into believing he was a police officer

Estos patrones se heredan por sus hipónimos:

(7)
He deceived me
deluded
fooled
tricked
duped
hoodwinked me into believing he was a police officer
bamboozled
beguiled
hoaxed
conned

[Faber y Mairal Usón 1999: 125]

Además, también se ha encontrado herencia en cuanto al número y características de los posibles argumentos que puedan aparecer con cada predicado, así como posibles proyecciones metafóricas. En este sentido, se ha comprobado que la organización onomasiológica del lexicón abre nuevas posibilidades para la elaboración de un modelo lingüístico con un mayor poder explicativo en lo que concierne a las propiedades semánticas y sintácticas de los predicados de una lengua (Faber y Mairal Usón 1997a, b).

Para un terminógrafo acostumbrado a estructurar conceptualmente dominios de especialidad y a elaborar árboles conceptuales, esta concepción de dominio léxico le resultará familiar. Lo novedoso es que esta técnica se aplique a la lengua general y especializada, que a su vez, se base en la estructura definicional y que los parámetros léxicos que se derivan de este tipo de organización sean claramente indicativos del comportamiento sintáctico de cada uno de sus miembros. Una organización onomasiológica tiene muchas ventajas, entre ellas, la similitud con el lexicón mental por lo que el verdadero reto está en encontrar el tipo de organización onomasiológica que esté más en consonancia con éste, ya que no es posible encontrar áreas de significado psicológicamente plausibles elaborando un inventario ad hoc que permita encasillar las unidades léxicas (Faber y Mairal Usón 1999: 81). Ante la imposibilidad de tener acceso directo a nuestros procesos cognitivos, se pueden utilizar los patrones en la estructura léxica como una puerta de entrada a la mente. Para ello se parte de un análisis de abajo a arriba, de la palabra al concepto y no viceversa. De esta manera, los dominios léxicos cuentan con una base mucho más sólida, con puntos de referencia cognitiva, y no son el producto de la intuición del lexicógrafo.


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