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2. LA LEXICOGRAFÍA ESPECIALIZADA O LEXICOLOGÍA TERMINOGRÁFICA: EL ENFOQUE EN ONCOTERM
Codificar, como es nuestro caso, el conocimiento
médico por medio de las definiciones terminográficas, conlleva una serie de
patrones de representación que convierten la descripción del evento médico
en una estructuración formal. Este enfoque, que configura la información especializada
en estructuras formales de conocimiento, reduce el contenido semántico de
una unidad terminográfica particular a un tipo de patrón determinado.
García de Quesada et al. En prensa
2.1 Introducción
Como hemos tenido ocasión de exponer en el Capítulo primero de esta tesis, podemos afirmar no sólo que término y palabra participan de propiedades lingüísticas comunes sino que no sería adecuado descriptivamente suponer que por sus características distintivas los términos forman un lexicón distinto. De forma análoga a lo que postula Cabré (1999, 2000b), los términos no se conciben como unidades autónomas que constituyen un léxico especializado diferenciado, sino que se describen como módulos de rasgos asociados a las unidades léxicas que no son inicialmente ni palabras ni términos sino sólo potencialmente términos o no términos. El término es, pues, la actualización de ciertos rasgos o módulos de rasgos según la situación comunicativa; es una unidad en uso, es decir, una de las posibles realizaciones en discurso de dicha unidad que no pertenece de forma natural a ningún dominio sino que es usado en un dominio (Cabré 1999b: 121).
Al apostar por un modelo teórico unitario del componente léxico que integra palabras y términos, que presupone que el conocimiento lingüístico general y el especializado también se hallan integrados 15, autores como Bergenholtz y Tarp (1995) y Lerat (1997) son de obligada mención, ya que proponen una denominación común que permite reflejar un único marco teórico: lexicografía especializada o lexicografía terminológica, es decir, una lexicografía basada tanto en el concepto de lengua de especialidad como de lengua general (Rey 1995: 119).
Según Bergenholtz y Tarp (1995: 10, 11), esta lexicografía especializada tiene las siguientes características: i) trabaja con términos; ii) utiliza en sus productos tanto macroestructuras sistemáticas como alfabéticas; iii) debe ser descriptiva y prescriptiva en mayor o menor grado; iv) el usuario de sus productos es tanto el lego como el experto; v) las obras que elabora pueden ser tanto codificadoras como descodificadoras. De esta caracterización se desprende que estos autores consideran la terminología como una parte integrante de la lexicografía especializada.
Lerat (1997: 189), por su parte, desarrolla la noción de lexicografía terminológica y reconoce en ella la posibilidad de una doble naturaleza, dependiendo de que su orientación sea eminentemente lexicográfica o terminológica. Así, cuanto más descriptiva es la terminografía más se acerca a la lexicografía:
Si consideramos (...) la terminología como una lexicografía terminológica, su naturaleza depende de que la orientación dominante sea lexicográfica (consagrada ante todo a las palabras) o más bien terminológica (atenta sobre todo a las nociones). Si consideramos el diccionario de lengua general como el grado cero de la terminografía, el primer nivel es el diccionario especializado monolingüe (Lerat 1997: 189).
Sin embargo, cuanto más exclusivamente prescriptiva es, tanto más conviene subrayar hasta qué punto su concepción pasa por alto incluso los adelantos antiguos de la lexicografía (Gaudin 1993: 54). En conclusión, la diferencia contextual entre las unidades léxicas especializadas y no especializadas es lo que determina que se apliquen unos criterios teóricos y se obvien otros en una situación comunicativa determinada.
En el marco de la integración de las –grafías, nos encontramos con el Modelo Lexemático Funcional (mlf), un enfoque relacional del léxico que intenta reflejar de una manera psicológicamente plausible la memoria léxica humana estableciendo una red constituida por conceptos unidos por diferentes relaciones semánticas (Iris et al 1988: 263). Este modelo ha evolucionado mucho desde que Martín Mingorance lo presentó en la década de los 80 y, en la actualidad, ha adquirido entidad propia, siendo más que la suma de las dos teorías de donde partió, la Lexemática de Coseriu (1981) y la Gramática Funcional de Dik (1989). Si bien comenzó siendo un modelo con aplicación al lenguaje general, dada la ausencia de diferencias entre palabra y término, en los últimos años ha probado ser un marco teórico coherente para la investigación del léxico especializado. En particular, ha permitido estructurar el evento médico (§2.3.3) en una serie de categorías conceptuales y, posteriormente, representarlas a través de una serie de patrones léxicos que configuran la definición terminográfica 16
Notas
15 Por esta razón, se ha optado por la denominación unidad léxica, para referirnos a una entidad que no se identifica con las palabras ni con los términos; no es per se palabra o término sino que se trata de una forma léxica – con información semántica, sintáctica y pragmática – que, de acuerdo con la situación comunicativa en la que se emplee, activa o no un valor especializado.
16 Ofrecemos aquí sólo un breve resumen de las características principales del Modelo Lexemático-Funcional. Para una exposición más amplia del modelo, remitimos a las referencias de Martín Mingorance, Faber y Mairal (1999) así como a las de otros miembros del grupo de investigación, Jiménez Hurtado (1994), y Márquez Linares (1998), entre otros.
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