ISSN: 1139-8736
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3.4.2 Palabras y términos

Sager (1990: 19) establece la distinción entre términos y palabras de la forma siguiente:

The lexicon of a special subject language reflects the organisational characteristics of the discipline by tending to provide as many lexical units as there are concepts conventionally established in the subspace and by restricting the reference of each such lexical unit to a well-defined region. Besides containing a large number of items which are endowed with the property of special reference the lexicon of a special language also contains items of general reference which do not usually seem to be specific to any discipline or disciplines and whose referential properties are uniformly vague or generalised. The items which are characterised by special reference within a discipline are the "terms" of that discipline, and collectively they form its "terminology"; those which function in general reference over a variety of sublanguages are simply called "words" and their totality the "vocabulary".

Sager (1990: 19)

La caracterización que Sager hace de lo que son términos frente a lo que ha de considerarse palabras es ilustrativa, como reconoce Pearson (1998: 12), de la dificultad que supone diferenciar entre unos y otras, ya que, si bien es posible suponer la existencia de una serie de unidades terminológicas que se corresponden con todos y cada uno de los conceptos que conforman el sistema conceptual de un dominio del conocimiento (y que, por tanto, constituye la terminología de esa disciplina), es mucho más difícil delimitar cuáles son esas otras unidades léxicas cuyos referentes son generales o vagos. En la descripción hecha por Sager no se especifica si esas unidades hacen referencia a conceptos generales y pertinentes a más de una disciplina o si, simplemente, se refiere a las unidades léxicas que conforman la lengua general, ajenas a cualquier tipo de especialización temática. Si llevamos la consideración de Sager a extremos, podríamos argüir que aquellos términos que se usan en más de una disciplina (por ejemplo factor o procedimiento, que poseen un referente conceptual bien establecido en más de una disciplina) han de ser considerados palabras, ya que no pertenecen a una única "well-defined region".

Otros autores, por ejemplo Hoffman (1985), Godman & Payne (1981) y Yang (1986), también han tratado de dar cuenta de la complejidad que conlleva la delimitación entre términos y palabras, por lo que han propuesto una división tripartita que puede resumirse en los siguientes tipos:39

  1. términos específicos (subject-specific terms o technical terms): son aquellos usados sólo en un dominio de conocimiento, con un significado altamente específico y, por supuesto, un único referente conceptual.
  2. términos no-específicos (non-subject specific terms, nontechnical o subtechnical terms): aquellos términos que se usan en más de un dominio, y que constituyen una especie de fondo terminológico general y común a varias ciencias.
  3. vocabulario general: unidades léxicas de la lengua general que no pertenecen a ningún ámbito científico (aunque en algunos casos pueden adquirir un significado específico, y por tanto, convertirse en términos, al ser usadas en un dominio restringido).

Aunque esta división es más completa que la propuesta por Sager y contempla una categoría intermedia entre términos propiamente dichos y palabras del léxico general, todos los autores coinciden en resaltar la dificultad que presenta delimitar entre una categoría y otra. Además, el transvase continuo de unidades léxicas entre lengua general y las lenguas de especialidad (y viceversa) hace que la línea divisoria entre ambas sea todavía más borrosa.

Por un lado, como señala Cabré (1993: 167), la extensión de los medios de comunicación de masas y la democratización de la enseñanza ha favorecido la divulgación de las materias especializadas, y esto ha traído consigo una gran difusión de la terminología que lleva aparejada. Es raro el día en el que los servicios informativos no ofrecen alguna noticia de interés científico, técnico o médico, por lo que un hablante medio está hoy en día familiarizado con palabras como informática, procesador de textos, telecomunicaciones, tecnología digital, clonación, cromosoma, gen o genoma, palabras que hace diez o veinte años desconocía.

Por otro lado, también se produce un transvase importante de términos de la lengua común a los lenguajes especializados. Es lo que Cabré (1993: 168) denomina la "terminologización" de palabras de la lengua general, que pasan a los distintos ámbitos de especialización con significados precisos en cada caso, y por lo tanto, diferenciados entre sí. Puede darse también un tercer transvase de unidades de una lengua de especialidad a otra, a veces con el consiguiente cambio de significado o bien el referente conceptual en ambas disciplinas.

Los trasvases a los que hacemos referencia pueden resumirse de la siguiente forma (Ahmad et al. 1985: 10):40:

Estos cambios de un conjunto de lengua a otro llevan aparejados una serie de consecuencias tanto a nivel lingüístico como en lo que respecta al contexto de uso:

LSP--> LGP:
  • pérdida de precisión en cuanto al significado
  • mayor grupo de usuarios (y más difícil de delimitar)
  • diferente comportamiento lingüístico, probablemente más flexible (por ejemplo en lo que respecta a las colocaciones, la posibilidad de funcionar como contable/ no contable, las restricciones de selección semánticas o las derivaciones y flexiones morfológicas).
LGP --> LSP:
  • incremento en la precisión del significado
  • menor grupo de usuarios (y más claramente definido)
  • comportamiento lingüístico diferente, probablemente más restringido.
LSP1--> LSP2:
  • mantenimiento de la precisión semántica, pero es posible un cambio de significado.
  • grupo de usuarios diferente.
  • comportamiento lingüístico diferente, posiblemente con diferentes restricciones.

Como vemos, son tres los parámetros principales que determinan el comportamiento terminológico (o no-terminológico) de las unidades léxicas: el grado de precisión semántica, el comportamiento lingüístico y, por último el número de usuarios (que debe corresponderse también con la frecuencia de uso, y por tanto con la familiaridad con la que percibimos una palabra).

La postura más realista en lo que se refiere a la relación entre términos y palabras la encontramos en la Teoría Comunicativa de la Terminología (Cabré 1999b), que rechaza de pleno que pueda (ni deba) disociarse el conocimiento general y conocimiento especializado, aunque, como hemos visto en la sección anterior, cada uno posee rasgos que lo diferencian. En consecuencia, tampoco puede trazarse una línea divisoria estricta entre términos y palabras. Los especialistas son, a la vez (y en todas las ocasiones), hablantes de una lengua natural y de la lengua de su especialidad. Por tanto, cuando hablan, integran el conocimiento especializado, y los términos que lo comunican, con el resto de su conocimiento y léxico general. La propuesta de la TCT parte del convencimiento de que los términos no son unidades aisladas que constituyen un sistema propio, sino que son unidades que forman parte del lenguaje natural. Por tanto, dentro de las unidades léxicas que componen un lenguaje natural, un número de ellas son usadas (y percibidas) como términos, es decir:

[...] El carácter de término lo activan en función de su uso en un contexto y situación adecuados. Esta activación consiste en una selección de los módulos de rasgos apropiados, que incluyen los rasgos morfosintácticos generales de la unidad y una serie de rasgos semánticos y pragmáticos específicos que describen su carácter de términos dentro de un determinado ámbito.

Cabré (1998c:123)

Por lo tanto, son las condiciones pragmáticas las que activan la condición de término en una unidad léxica determinada y en función de ellas (el tema, el ámbito de especialidad, la perspectiva que toma el usuario, el tipo de texto, el receptor, etc.) se activa también el significado y el uso lingüístico específico de cada término.

Esta postura, que forma parte de los fundamentos de la TCT, guarda en nuestra opinión una íntima relación con la Teoría Contextual del Significado de Firth expuesta en el capítulo segundo (véase § 2.1), en la que el contexto situacional, función social y significado lingüístico son indisociables. No es el único aspecto en el que ambas teorías poseen planteamientos equivalentes, aplicados en el primer caso (TCT) a la terminología y en el segundo (Teoría Contextual del Significado) a la lengua general. Retomaremos ambos fundamentos teóricos en el apartado 4.2.


Notas

39 Aunque existen diferencias en las definiciones que estos autores proponen para cada categoría así como en las denominaciones que usan (que hemos indicado entre paréntesis) nos hemos permitido resumirlas en una sola clasificación para agilizar la presentación.

40 Mantenemos las siglas LSP (Language for Special Purposes) y LGP (Language for General Purposes) ya que pensamos que resultan más familiares y reconocibles (incluso para un lector español) que sus correspondientes traducciones al español.


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