ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-35783-2001

2.4.3 Estructura conceptual relacional

Hay consenso a la hora de establecer dos tipos de relaciones patentes en un sistema conceptual: las jerárquicas y las no jerárquicas. Las relaciones jerárquicas, también conocidas como taxonómicas son las que cuentan con mayor documentación en la literatura especializada al respecto. De una manera muy simple, están basadas en los conceptos de subordinación y superordinación entre dos conceptos (Meyer, Eck y Skuce 1997: 103). Los dos tipos de relación jerárquica más conocidos son: genérico-específico o relación de hiponimia y la de parte-todo, o relación de meronimia. De una parte la relación de hiponimia entre dos conceptos implica la existencia de un concepto genérico, que actúa de hiperónimo y de otro específico, que realiza las funciones de hipónimo. Esta relación se representa mediante el enlace IS-A, a la derecha del cual se sitúa el hiperónimo y a la izquierda el hipónimo, creando así una estructura oracional simple. Algunos autores han propuesto dos fórmulas: IS-A-WAY-OF para relacionar dos verbos o procesos y IS-A-KIND-OF para relacionar dos sustantivos o entidades. Un ejemplo de este tipo de relación es la establecida entre los conceptos mesa IS-A mueble o entre carcinoma IS-A cáncer. A su vez, mesa y carcinoma se pueden considerar como conceptos hiperónimo de otros que se encuentren más bajos en la estructura jerárquica, como, por ejemplo, mesa camilla y adenocarcinoma.

En este tipo de relaciones genérico-específicas, el concepto hipónimo suele heredar las características de su inmediatamente superior, es decir de su hiperónimo. En esta relación jerárquica existe un alto grado de correspondencia entre la intensión de un concepto genérico y su hipónimo. Así los hipónimos se diferenciarán de sus hiperónimos por tener al menos una característica más que éstos, o por tener una característica con un valor más especializado que la de su hiperónimo. Por esta razón, la relación se expresa lingüísticamente como X is-a Y o X is-a-way-of Y, en el caso de los verbos, y X is-a-kind-of Y, en el caso de los sustantivos.

Una de las propiedades más características de una taxonomía es la transitividad de propiedades de una clase a sus subordinadas (Saint-Dizier y Viegas 1995: 16). Esta propiedad también se ha adoptado como criterio para la evaluación de la estructura global. Así, podemos tener una cadena taxonómica compuesta por profesional de la salud-médico-oncólogo, donde el término hiperónimo es el situado a la izquierda y el hipónimo a la derecha. Por transitividad se entiende que al ser oncólogo hipónimo de médico, que a su vez es también hipónimo de profesional de la salud, oncólogo hereda tanto las características de médico de forma directa como las características de profesional de la salud, a través de médico.

Las taxonomías pueden contar con hasta un máximo de siete niveles que se corresponden con los distintos grados de generidad (las taxonomías naturales normalmente tienen cinco niveles, mientras que las técnicas pueden tener más de siete). También es importante señalar que en algunos casos, algunos nodos no tienen un equivalente en una lengua determinada, aunque sí en otra. Una taxonomía por lo tanto puede tener huecos. La descomposición de taxonomías se corresponde con un determinado punto de vista. Por ejemplo, el término humano puede descomponerse en subtipos dependiendo de factores físicos (hombre negro, hombre blanco) o sociales (político, médico, abogado), entre otros muchos. Como consecuencia, una determinada palabra puede tener cabida en distintos nodos de la taxonomía.

De otra parte, una relación partitiva o relación de meronimia entre dos conceptos necesita un concepto que incluya entre sus partes al concepto subordinado y que actúe de superordinado. Esta relación se representa mediante el enlace HAS-A, a la derecha del cual se sitúa el concepto subordinado y a la izquierda el superordinado, creando así una estructura oracional simple. Un ejemplo característico es el de brazo HAS-A mano. De la misma forma que ocurriera con la relación de hiponimia, mano puede a su vez hacer las veces de concepto superordinado, en la relación siguiente: mano HAS-A dedo.

Tanto la relación de meronimia, HAS-A, como su inversa, PART-OF, incluyen distintas tipologías, todas ellas sujetas a una opcionalidad de la parte (una jarra tiene un asa) y a una cardinalidad con respecto al total (un humano tiene dos piernas, un coche tiene cuatro ruedas). En Saint-Dizier y Viegas (1995: 17) se establece la siguiente tipología de relaciones de meronimia:

La relación de meronimia no se puede concebir entre dos elementos exclusivamente, sino que debe incluirse en el marco del conjunto de todas las partes que conforman el todo. En las meronimias, por lo general, no existe la transitividad a niveles lógicos y lingüísticos.

Tanto en las relaciones de hiponimia como en las de meronimia existen conceptos coordinados que se definen como aquellos que se encuentran al mismo nivel en la jerarquía conceptual. Según los ejemplos que hemos puesto, carcinoma estaría al mismo nivel que sarcoma, y mesa al mismo nivel que silla, y por lo tanto se trataría conceptos coordinados (Meyer, Eck y Skuce 1997: 103). En el caso de la relación de meronimia, mano y codo serían términos coordinados con respecto a brazo.

Si bien las relaciones jerárquicas han sido objeto de numerosos estudios, las no-jerárquicas han estado relegadas a un puesto bastante más marginal en la organización global de las relaciones conceptuales. A diferencia de las taxonómicas, no existe una clasificación consensuada para las no-jerárquicas. Sager (1990: 35) proporciona una lista relativamente amplia de posibles relaciones no-jerárquicas, entre las que incluye, las relaciones causa-efecto, como la relación que se establece entre fumar y cáncer así como la relación de actividad-lugar, como la que se establece entre operar y hospital. Saint-Dizier y Viegas (1995: 18) descartan este tipo de clasificación y califican como relaciones no-jerárquicas las que se establecen entre los términos sinónimos y antónimos.

Hace falta una clasificación más rigurosa de las relaciones no-jerárquicas. Si bien las relaciones genéricas son la base sobre la que se organiza cualquier sistema conceptual, para una gestión terminográfica precisa, es necesario que exista una red conceptual compleja que pueda dar cuenta de todos los matices de significado que existen en un dominio de especialidad. La única forma de recoger las diferentes perspectivas disponibles en cualquier parcela del conocimiento es disponer de una estructura conceptual genérica sobre la que estén tipificadas todo tipo de relaciones no-jerárquicas. Así, un mismo concepto puede seguir varias clasificaciones en un mismo sistema conceptual, fenómeno al que se le ha venido a denominar multidimensionalidad (Bowker 1997: 133-143).

Dando un paso más, también es necesario que estas relaciones tengan una naturaleza bidireccional, es decir que vinculen el concepto X con el Y, al mismo tiempo que unen el Y con el X. Esta última característica dota al sistema conceptual de una flexibilidad y dinamicidad necesarias en cualquier sistema de gestión terminográfica. Tanto la bidireccionalidad en la relación como la inclusión de relaciones no-jerárquicas son características relevantes en la metodología de la construcción de la definición y forman parte de la aplicación de la misma en nuestro trabajo, cuyo soporte es OntoTerm® (véase capítulo 4).

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