ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-35783-2001

2.2.2.3 El Diccionario de Uso del Español de María Moliner

El Diccionario de uso del español (1966-1967) es, ciertamente, uno de los diccionarios españoles más importantes. Muchos creen que lo es por su caudal, por el número de voces definidas, fiándose de la mera apariencia material. En realidad registra más o menos los mismos términos que el DRAE, y así lo reconoce la autora. Lo que sí distingue, en cambio, esta obra es su propósito renovador, que se podría sintetizar en la conjunción de tres rasgos: (i) el concepto del diccionario como una herramienta total del léxico (Seco 1985: 208); (ii) la voluntad de superar el análisis tradicional de las unidades léxicas; (iii) el intento de establecer una separación entre léxico usual y el léxico no usual.

La primera característica, por sí sola, a pesar de su enorme importancia, no constituye ninguna novedad. Aparte del precedente francés de Paul Robert (Dictionnaire alphabétique et analogique de la langue française, 1953-1964), cuyo diccionario está inspirado en el mismo principio, Julio Casares ya había expuesto en 1921 la tesis de que había que crear una obra lexicográfica completamente nueva, lo que llevó a la práctica en el Diccionario ideológico de la lengua española (1942), cuyo lema en la portada reza: De la idea a la palabra; de la palabra a la idea. Pues bien, la misma meta se propuso María Moliner al construir un diccionario simultáneamente descifrador y cifrado (esto es, que ayuda a entender y que ayuda a decir). En este punto la diferencia entre la obra de Casares y la de Moliner es superficial, mientras en la primera la parte cifradora forma un cuerpo separado de la descifradora, en la segunda está integrada la una dentro de la otra, formando un solo cuerpo (Seco 1985: 209).

Esta utilidad, tan apreciable, se complementa en el DUE con el establecimiento (segundo rasgo) de dos grandes niveles dentro del léxico: las palabras y acepciones usuales y las no usuales; diferenciación realizada por medios tipográficos, destinada a ser sumamente práctica para el hablante que quiere escoger su propia forma de expresión. Se une a esto la información sobre construcciones sintácticas en las distintas acepciones, que tanto se echa de menos en los diccionarios corrientes.

Sin embargo, el aspecto más destacable del DUE, y la razón por la que incluimos una breve descripción del mismo en esta tesis, es su tercer rasgo: la revisión a fondo de las definiciones tradicionales, que hubo de ser sin duda la faceta más ardua, por ser la más personal en la labor de la autora. Es bien sabido que muchas de las definiciones del DRAE están redactadas en una lengua de otra época, que da a los ojos del lector letrado un encanto singular; pero que ciertamente no es el lenguaje más adecuado para explicarle al hombre de hoy los significados de las palabras. Además el DRAE recurre con excesiva insistencia a la definición en círculo vicioso: amparar se explica como «favorecer, proteger»; favorecer, como «ayudar, amparar, socorrer»; proteger como «amparar, favorecer, defender»; defender como «amparar, librar, proteger»; ayudar, como «auxiliar, socorrer»; auxiliar, como «dar auxilio»; auxilio, como «ayuda, socorro, amparo»; y así sucesivamente.

Por su parte María Moliner decide romper este juego, que, junto con el estilo dieciochesco, se había hecho hábito en los lexicógrafos sumisos al modelo académico. No sólo evita la definición circular, para lo cual inventa una minuciosa jerarquización lógica de los conceptos, sino que desmonta una por una todas las definiciones de la Academia y las vuelve a redactar en español del s. XX, dándoles en muchos casos una precisión que les faltaba y desdoblándolas a menudo en nuevas acepciones y subacepciones que recogen matices relevantes. Con ello logra un análisis de los contenidos bastante más completo que el de los diccionarios corrientes, incluido el de la Academia.

Sin embargo, algunos rasgos del DUE, no siempre categorizados como aciertos entre la comunidad lexicográfica española, son los siguientes:

A nuestro entender, ya María Moliner encontró dificultades a la hora de:

Además se enfrentó a la necesidad de contar con su propia competencia lingüística, como pilar en la elaboración del DUE, así como de introducir algún criterio de racionalidad en la ordenación de las entradas léxicas, que fuera más allá de la ordenación alfabética, totalmente arbitraria desde cualquier otro punto de vista que no sea el alfabético.

Lo que a nuestro entender, sí parece excesivo, aunque totalmente justificable dado el año de publicación del DUE, es la recarga notable e innecesaria del volumen de la obra al haber incorporado en ella, en sus respectivas entradas, todos los temas de la gramática española. El uso del subjuntivo o del artículo, la posición del adjetivo, el valor de los tiempos verbales, etcétera, son cuestiones que se salen abiertamente de la lexicografía y han de tratarse en otros campos de estudio de la lingüística como la sintaxis, sintaxis léxica y más concretamente dentro de la generación automática en las Gramáticas Electrónicas (Subirats 1994: 312).

Si bien el espíritu del primer DUE sigue vigente, la edición recientemente publicada, en comparación con la primera, presenta un incremento en el número de entradas que supera el 10%, dándose, por ejemplo, mayor acogida a los americanismos, insuficientemente representados en la primitiva edición, y registrándose multitud de palabras que se han ido adoptando por el español en los últimos años (Porto Dapena 1999: 35). Se trata de vocablos pertenecientes sobre todo al mundo de la economía, mibor, PIB, leasing o el desafortunado y no menos famoso pelotazo; de la biología, como ecología junto con ecológico, ecologista, o clon y clonar; o de la informática tales como disco duro, ciberespacio, mailing, etc. En definitiva, se puede afirmar que el nuevo DUE se ha puesto realmente al día, no sólo con el aumento de la nomenclatura propiamente dicha, sino con la inclusión en los artículos de palabras ya registradas con nuevas acepciones que asimismo se han ido creando desde la publicación de la primera edición en 1966-1967.

Lo que no cabe duda es que, entre los diccionarios españoles de lengua o de uso, el de Moliner en su nueva edición, sin desechar la antigua, es el intento renovador más ambicioso que se ha producido en nuestro siglo. Pero por nuestra calidad de terminógrafos en lengua española no puede considerarse como una meta, sino como una etapa, que ha de tomarse como reto y referente.


NOTAS

1 Este último rasgo ha sido corregido en la nueva edición del DUE: se ha eliminado esta agrupación por familias, que además suponía una cierta dosis de subjetividad. En la nueva versión, pues, no aparecen registradas, como entradas, las raíces léxicas.

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