ISSN: 1139-8736 Depósito Legal: B-39200-99 |
4. Fonemas y alófonos del español.
El objetivo del primer grupo de reglas es interpretar el conjunto de signos del alfabeto español de modo que al aplicarlas se obtenga una representación de la palabra como cadena de fonemas. Como pasos previos a la descripción de las reglas, deberemos definir la noción de fonema que utilizamos en este trabajo y determinar aquellas unidades que formarán el repertorio de nuestra transcripción; partiremos de la correspondiente revisión bibliográfica.
Los repertorios de fonemas del español que constan en las gramáticas generales y en los manuales especializados están establecidos, fundamentalmente, aplicando criterios y métodos estructuralistas. La noción de fonema tiene sentido en los estudios de esta escuela lingüística, al concebir las lenguas como sistemas coherentes de elementos interrelacionados, integrados en distintos niveles. El generativismo se centra en la representación de la competencia lingüística del ser humano, entendida como la capacidad de habla innata, por lo que no es importante aislar y definir los elementos de la lengua por su integración en un sistema, sino describir el conjunto de reglas que generan las representaciones que explicitan dicha capacidad.
En los siguientes apartados mostraremos el concepto de fonema desarrollado por el estructuralismo y el repertorio de fonemas descrito en la bibliografía del español.
4.1. Concepto estructuralista de fonema.
Establecer el repertorio de fonemas de las lenguas y definirlos adecuadamente son objetivos primordiales en la fonología estructuralista, desarrollada fundamentalmente a partir de los trabajos del Círculo Lingüístico de Praga, que siguen los principios establecidos por Saussure (1916) en el Cours de linguistique générale; las obras de Trubetzkoy (1939)1 y Jakobson (1939) son esenciales en el desarrollo de la fonología de este siglo, aunque no debemos olvidar evitando necesariamente ser minuciosos las importantes aportaciones de Martinet (1955, 1960 y 1965) y Hjelmslev (Hjelmslev y Uldall, 1935), en las corrientes funcionalistas europeas, o de Sapir (1925 y 1933) y Bloomfield (1933), en la lingüística estadounidense (cf. Anderson, 1985).
El estructuralismo estudia las lenguas como sistemas de elementos interrelacionados en cada uno de los distintos niveles del análisis lingüístico que carecen de validez fuera de las relaciones de equivalencia y de contraste que establecen entre sí (cf. Lyons, 1981: 49-51). Desde este punto de vista, el fonema se define por su función
. Así lo concibe, por ejemplo, Trubetzkoy (1973), quien se opone a toda definición en términos psicológicos, como la de Baudouin de Courtnay: "el equivalente psíquico de los sonidos del lenguaje" (p. 35), o que partan de la existencia de variantes combinatorias, como propone Daniel Jones, para quien el fonema es una familia o grupo de sonidos del lenguaje emparentados acústica o articulatoriamente que no aparecen nunca en el mismo contexto fónico (p. 37). En todas las lenguas se dan oposiciones distintivas (fonológicas) y el fonema es un término de estas oposiciones; es un elemento del significante que no posee significado en sí mismo, pero diferencia significados. Unos fonemas se distinguen de otros por el procedimiento de la sustitución o conmutación, por ejemplo, en un par mínimo como el del español caro ['.] / carro ['.], la oposición entre las vibrantes simple y múltiple permite distinguir ambas palabras.El fonema es una unidad lingüística abstracta que tiene en cada caso una realización concreta sus variantes o alófonos determinada por diversos factores de variación. Para distinguir entre fonemas y variantes, Trubetzkoy (1973: cap. 2) establece un conjunto de cuatro reglas que tienen en cuenta la permutación de los elementos fónicos y las relaciones sintagmáticas y paradigmáticas que establecen en el sistema. Estas cuatro reglas se complementan con otras siete que permiten diferenciar el valor monofonemático o polifonemático de los grupos de sonidos que aparecen concatenados en el continuo sonoro.
Inicialmente, el fonema fue concebido por la escuela praguense como una unidad fonológica mínima. Jakobson (1929: 5) lo define como "Todo término de oposición fonológica no susceptible de ser disociado en suboposiciones fonológicas más pequeñas", una definición que fue adoptada con leves modificaciones en el Projet de terminologie phonologique standardisée (Travaux du Cercle Linguistique de Prague, IV: 311): "Unidad fonológica no susceptible de ser disociada en unidades fonológicas más pequeñas y más simples" (cf. Trubetzkoy, 1973: 32-33, n. 23). Sin embargo, esta formulación inicial fue matizada con el desarrollo de la noción de "rasgo distintivo" (cf. Jakobson, 1939; Jakobson y Halle, 1956; Jakobson y Waugh, 1987). El concepto de oposición no define un fonema, puesto que no se puede aplicar al fonema como totalidad. Como señalan Jakobson y Waugh (1987: 29), "La pregunta '¿cuál es el opuesto de la [m] inglesa?' no tiene sentido. No hay ningún elemento opuesto único. Pero el rasgo de nasalidad encuentra su opuesto en la no nasalidad [...], todo lo demás siendo igual, la nasalidad de [m] tiene su opuesto en la no nasalidad de [b], o de [n] en [d], o de (en francés) [] en []." Un fonema no puede ser analizado en elementos sucesivos más pequeños, pero sí en elementos más pequeños simultáneos: los rasgos distintivos. Éstos relacionan las unidades abstractas "fonemas" con las propiedades acústicas y articulatorias de las variantes en que las que se materializan2. Los rasgos distintivos son los últimos constituyentes de una lengua y es posible definir el fonema como una matriz de rasgos.
Para el estructuralismo es tan importante establecer el inventario de fonemas de una lengua como determinar el contenido fonológico de cada fonema en particular. Por contenido fonológico se ha de entender "la suma de particularidades fonológicamente pertinentes de un fonema, es decir, las particularidades que son comunes a todas las variantes de ese fonema y lo distinguen de todos los demás fonemas de la misma lengua y en especial de los más estrechamente emparentados con él" (Trubetzkoy, 1973: 59). Jakobson y Halle (1956) propusieron un inventario de doce rasgos que pueden aplicarse al análisis de los sistemas fonológicos de todas las lenguas; son rasgos binarios: un determinado fonema posee un rasgo o no lo posee, y se plantean en términos predominantemente acústicos, aunque no por ello se deja de hacer referencia a la articulación3.
La fonología generativa rechaza el concepto estructuralista de fonema pero mantiene el de rasgo distintivo. Los segmentos de las representaciones subyacente y superficial se definen como matrices de rasgos sobre los que operan las reglas fonológicas. Chomsky y Halle (1968) propusieron un repertorio de veintiún rasgos, basados fundamentalmente en categorías articulatorias, que constituyen el origen de una fructífera labor sobre la caracterización de los segmentos fónicos de las lenguas llevada a cabo por esta escuela; por ejemplo, los trabajos de Clements (1985), Sagey (1986) y McCarthy (1988) aplican la teoría sintáctica de la X-barra al componente fonológico: los rasgos se organizan en estructuras ramificadas, agrupados en distintas clases o constituyentes (Laríngeo, Supralaríngeo, Sonoridad, Consonante, Punto de Articulación, Modo ...) que reflejan el proceso de fonación. Esta organización de los rasgos va ligada a la representación de los procesos fonológicos que relacionan la estructura profunda y la estructura superficial (cf. D'Introno et al., 1995, cap. III)
.Otro concepto capital en la representación fonológica del estructuralismo al que haremos referencia en este trabajo es el de archifonema. Existen posiciones en las que se neutraliza la función distintiva de dos fonemas, por ejemplo, la oposición entre las vibrantes simple y múltiple en la distensión silábica, donde se puede realizar una vibrante simple o una vibrante múltiple en función del énfasis con que se pronuncie. Sólo son neutralizables las denominadas oposiciones bilaterales: aquéllas que tienen un conjunto de rasgos comunes (Base de Comparación) única en el sistema. Con el archifonema se representan aquellos rasgos que son comunes a los fonemas que se neutralizan. En la posición de neutralización uno de los miembros de la oposición se convierte en representante del archifonema (cf. Trubetzkoy, 1973: cap. 5).
4.2. Problemas terminológicos en la definición de los fonemas.
Aunque el sistema de rasgos propuesto por Jakobson y Halle (1956) constituye el fundamento de la descripción fonemática estructuralista, es frecuente encontrar estudios pertenecientes a esta escuela lingüística en los que se utilizan términos fonéticos, con los que, en sentido estricto, únicamente se pueden caracterizar los sonidos del habla. Citaremos el ejemplo de Alarcos (1965), que define los fonemas del español utilizando dos criterios: los rasgos distintivos y las características articulatorias de sonidos en los que se realizan tales fonemas: para los fonemas vocálicos, la abertura de la cavidad bucal, la posición de la lengua y el redondeamiento de los labios, y para los fonemas consonánticos, el modo y el punto de articulación y la vibración de las cuerdas vocales. Martínez Celdrán (1989: 76, n. 3) critica este tipo de clasificaciones fonéticas de los fonemas: "[...] los autores que no se ajustan a los rasgos pertinentes hacen cuadros fonéticos de fonemas. Es decir, aparecen los fonemas únicamente, pero sus rasgos corresponden a algunos alófonos, no a todos. Se podría decir, además, que son clasificaciones externas, ya que no atienden a la estructura interna del sistema". Ejemplos de clasificaciones fonéticas de los fonemas los encontramos en las obras de Alcina y Blecua (1975), Quilis y Fernández (1975), Marcos Marín (1986), RAE (1973), Canellada y Madsen (1987), Quilis (1993) y Alarcos (1994).
En algunas clasificaciones se mezclan los términos fonéticos y los fonológicos; citaremos el ejemplo de Canellada y Madsen (1987). En el cuadro del sistema fonológico del español (p. 38), definen los fonemas mediante rasgos distintivos ([obstruyente / sonorante], propuestos por Chomsky y Halle; [sordo / sonoro], propuestos por Jakobson y Halle y por Chomsky y Halle), puntos de articulación (labial, dental, alveolar, palatal, palato-velar) y modos de articulación (nasal, lateral, vibroides simple y múltiple, [+cierre/-cierre]; pero antes, en el cuadro sinóptico de los segmentos del español (pp. 19-23), donde constan los fonemas, sus variantes alofónicas y los archifonemas, los fonemas han sido definidos mediante términos propios de la fonética articulatoria (por ejemplo, /t/: "oclusiva, dental, sorda"). Comentaremos brevemente el sistema de rasgos propuesto por Canellada y Madsen (1987):
[Nasal] es un rasgo distintivo en la medida en que se opone a [oral], al igual que [lateral] lo es frente a [no lateral]. [Nasal / oral] pertenecen a los repertorios de rasgos propuestos por Jakobson y Halle (1956) y Chomsky y Halle (1968), [lateral / no lateral] sólo está en Chomsky y Halle (1968). Canellada y Madsen no usan esas oposiciones, por lo que con 'nasal y 'lateral' se están refiriendo realmente a modos de articulación, aunque les den el carácter de rasgos distintivos. También hace referencia a un modo de articulación 'vibroide', que no corresponde a ningún rasgo. Los términos '+cierre/-cierre' no aparecen en ninguno de los repertorios de rasgos mencionados. Los autores los usan para diferenciar las oclusivas sordas /p/, /t/, /k/ y la africada sorda //, caracterizadas como [+cierre]; las fricativas sordas /f/, //, /s/, /x/, caracterizadas como [-cierre]; y las oclusivas sonoras /b/, /d/, /g/ (que se realizan como oclusivas o como aproximantes) y la fricativa sonora // (que se realiza, según los autores, como fricativa o africada), caracterizadas como [+cierre/-cierre]. Observamos que son términos que hacen referencia al modo de articulación, como hemos indicado, aunque consideraremos que son rasgos distintivos porque así los usan Canellada y Madsen.
No obstante, debemos señalar que la práctica de utilizar términos fonéticos en la fonología está inducida por motivos de comodidad y simplificación, como indica el mismo Alarcos (1965: 54-55). Ya Trubetzkoy (1973: 82) mencionó que "[...] no tiene mayor importancia para el fonólogo el servirse de una terminología fonética acústica o articulatoria. Sólo se trata de designar de una manera no ambigua las particularidades fónicas que en la bibliografía especializada son estudiadas y encaradas desde distintos puntos de vista y que, a pesar de las diferencias de opinión, pueden ser reconocidas al menos como objetos de investigación por todos los fonetistas". Martínez Celdrán (1989: 32-33) aclara que los rasgos pueden ser descritos articulatoria o acústicamente (aún no se dispone de una adecuada descripción perceptivo-auditiva que permita este tercer enfoque). Existen dos teorías a este respecto4: una es partidaria de los rasgos articulatorios porque el hablante ejerce un control sobre los músculos y los órganos de articulación y no sobre sus efectos acústicos, mientras que la otra defiende los rasgos acústicos porque están más próximos a la percepción, que constituye el punto final del mensaje (lo prueba que en el aprendizaje de la lengua materna y de una segunda lengua se pueden percibir las diferencias acústicas antes de lograr la producción). Martínez Celdrán acaba defendiendo un uso ecléctico de los rasgos: "[...] el fonológo dispone de varios repertorios de rasgos que luego podrá elegir según sus objetivos; y en muchos casos no importará demasiado que una descripción fonológica se haga a través de un conjunto de rasgos articulatorios de corte tradicional, acústicos o articulatorios generativos. Al fonólogo le basta saber que existen diferencias y que con ellas puede describir el sistema sea cual sea la base fonética que sustenta los rasgos".
En el siguiente apartado, al describir los fonemas del español, usaremos la terminología que consta en las obras que analizamos, ya sea fonética (referida a las características articulatorias de determinados sonidos en los que se realizan los fonemas) o fonológica (rasgos distintivos). También en otras partes de este trabajo nos referimos a los fonemas mediante los términos propios de la caracterización de los fonos (los denominados por Martínez Celdrán "rasgos articulatorios de corte tradicional", aunque propiamente no sean rasgos), pero debemos añadir una última justificación a las ya expuestas:
Las propiedades acústicas representadas mediante los rasgos distintivos son el resultado de determinadas configuraciones de los órganos articulatorios. Así, la posición de la lengua en la producción de las vocales, que las divide en posteriores y anteriores, tiene su correlato acústico en el valor de la frecuencia del segundo formante (más alto cuanto más anterior es la localización). Esta propiedad fonética (que configura el timbre vocálico) se expresa fonológicamente mediante los rasgos [grave / agudo]. Si tenemos en cuenta la vinculación existente entre las características articulatorias y las propiedades acústicas de los sonidos, y que los rasgos distintivos son una formalización que representa dichas propiedades, podemos utilizar los términos articulatorios y los rasgos distintivos para referirnos a un mismo fonema; pero es importante no confundir rasgos distintivos y características articulatorias, como hace Quilis (1993). Este autor define los fonemas utilizando criterios acústicos y articulatorios. En la definición acústica de los fonemas utiliza los rasgos distintivos estructuralistas; en la definición articulatoria indica que, frente a los sonidos, "Si se trata de un fonema, se define por medio de sus rasgos distintivos" (pp. 74-75), y aporta los siguientes ejemplos:
/i/: alto, anterior
/o/: medio, posterior
/p/: oclusivo, bilabial, sordo
/b/: oclusivo, bilabial, sonoro
/m/: bilabial, nasal.
'Oclusivo', 'bilabial' y 'medio' no constan como rasgos distintivos en los repertorios estructuralista y generativista; son términos de la fonética articulatoria. Sí son rasgos distintivos [sordo], [sonoro] y [nasal], en ambas propuestas, y [alto], [anterior] y [posterior], sólo para Chomsky y Halle (1968), recordamos que siguen una orientación articulatoria.
En este trabajo, también definiremos los fonemas del español mediante términos articulatorios, por los mismos motivos de comodidad y simplificación que señala Alarcos; pero estaremos refiriéndonos, de un modo coherente con el concepto de fonema que desarrollaremos en el apartado 5.1, a un segmento que se realizará en alguno de sus contextos, si no en todos, mediante la articulación que se indique. Ahora bien, nuestras definiciones no darán cuenta de rasgos distintivos, aunque éstos puedan ser deducidos de la características articulatorias.
4.3. Problemas del repertorio de fonemas del español5.
No existe unanimidad sobre el número de elementos que forman el repertorio de fonemas del español, ni sobre cómo han de ser caracterizados.
Las discrepancias sobre el número de fonemas se refieren al carácter monofonemático o difonemático de los diptongos, a la interpretación fonológica de sus miembros, y al carácter fonemático de los sonidos consonánticos fricativo palatal sonoro [] y aproximante labiovelar sonoro [w]. No obstante, el repertorio comúnmente aceptado es el establecido por Alarcos (1965), que recogen también los manuales de Quilis y Fernández (1975) y Quilis (1993), Canellada y Madsen (1987), y las gramáticas de Alcina y Blecua (1975), Marcos Marín (1984) y Seco (1989); está formado por un total de veinticuatro fonemas (cinco vocales y diecinueve consonantes).
Las discrepancias sobre la caracterización de los fonemas provienen de las distintas organizaciones del sistema fonólogico propuesto, concretamente, de los distintos órdenes articulatorios y repertorios de rasgos distintivos utilizados para clasificar los fonemas.
Tampoco hay un total acuerdo sobre los fonemas que se neutralizan. Además, existen discrepancias que tienen su origen en una aplicación errónea del modelo estructuralista: nos referimos a la caracterización como oclusivas de las consonantes sonoras bilabial /b/, dental /d/ y velar /g/, y como sordas de las fricativas interdental // y alveolar /s/.
En los siguientes cuadros consta el repertorio tradicional de fonemas del español (consonantes y vocales). Seguimos la clasificación articulatoria más extensa, con siete puntos. Aunque sea realmente un cuadro fonético de fonemas, resulta cómodo para nuestra exposición.
Tabla 8: Fonemas vocálicos.
anterior |
central |
posterior |
|
cerrada |
i |
u |
|
media |
e |
o |
|
abierta |
a |
Tabla 9: Fonemas consonánticos.
Bilabial | Labiodental | Interdental | Dental | Alveolar | Palatal | Velar | ||||||||
sor. |
son. |
sor. |
son. |
sor. |
son. |
sor. |
son. |
sor. |
son. |
sor. |
son. |
sor. |
son. |
|
Oclusiva |
||||||||||||||
Nasal |
||||||||||||||
Vibrante simple |
||||||||||||||
Vibrante múltiple |
||||||||||||||
Fricativa |
||||||||||||||
Lateral |
Además: Africada palatal sorda |
4.3.1. Organización del sistema fonólogico.
Los autores que utilizan puntos de articulación para clasificar los fonemas no presentan propuestas coincidentes. Alcina y Blecua (1975), Quilis y Fernández (1975) y Quilis (1993), proponen siete órdenes articulatorios: labial, labiodental, interdental, dental, alveolar, palatal y velar. La Academia (RAE, 1973) y Canellada y Madsen (1987), cinco: labiales (donde se incluyen los fonemas con realización labial y labiodental), dentales (que, además de la realización propiamente dental, incluye la interdental), alveolar, palatal y velar. Alarcos (1965) reduce los órdenes a cuatro6: labial (donde se reúnen las realizaciones labial y labiodental), dental (los fonemas con realización interdental, dental y alveolar), palatal y velar.
Las clasificaciones mediante rasgos también parten de distintos repertorios. Alarcos (1965) utiliza siete correlaciones (pares binarios de rasgos): [vocal / no vocal], [consonante / no consonante], [nasal / oral], [denso / difuso], [grave / agudo], [continuo / interrupto] y [sonoro (flojo) / sordo (tenso)]. El sistema propuesto por Quilis (1993) modifica ligeramente el de Alarcos: para las vocales, disocia el par [denso (o compacto) / difuso] en [compacto / no compacto] y [difuso / no difuso]7, y utiliza ocho correlaciones: añade el par binario [estridente / mate]; pero ha de caracterizar un sistema que, aunque esté formado por el mismo repertorio de fonemas que el de Alarcos, está clasificado mediante más puntos de articulación. Martínez Celdrán (1989) utiliza once correlaciones: [silábico / no silábico], [consonántico / no consonántico], [sonante / no sonante], [denso / no denso], [difuso / no difuso], [grave / agudo], [oral / nasal], [continuo / interrupto], [estridente / mate], [tenso / laxo], [bemolizado / normal]. Este autor propone un sistema fonológico de 27 fonemas, frente a los 24 de Alarcos (1965) y Quilis (1993), de ahí que necesite ampliar el repertorio de rasgos; añade las glides y la consonante labiovelar sonora /w/. Además, la organización de su sistema parte de un minucioso estudio del trabajo de Alarcos y propone soluciones a los problemas que encuentra. En cuanto al sistema de Canellada y Madsen (1987), ya lo hemos comentado en las páginas precedentes.
No nos detendremos en una descripción exhaustiva de las distintas propuestas sobre la organización del sistema fonológico del español, pero señalaremos aquellos problemas generales que tendremos en cuenta al establecer el repertorio de fonemas que constará en el DEFE. Los datos que expondremos pretenden mostrar cómo, en la organización del sistema fonológico exigida por los presupuestos estructuralistas, se llega a desvirtuar la caracterización individual de los fonemas al supeditarla a la integración de éstos en el conjunto.
Es evidente que con un mayor número de fonemas que definir y más puntos de articulación se puede necesitar un mayor repertorio de rasgos, pero la teoría exige que al establecer un sistema fonológico se han "eliminar el máximo de redundancias y conservar el mínimo de correlaciones fonológicas distintivas" (Jakobson y Halle, 1956: 87). Si para cumplir ese objetivo, se reducen los puntos de articulación, necesariamente se han de producir desplazamientos, y éstos pueden provocar la coincidencia en los rasgos que definen a varios fonemas, por lo que se ha de reajustar el sistema de oposiciones.
La eliminación de los órdenes labiodental e interdental presentan pocos problemas. Existe un único fonema en cada uno de ellos, ambos fricativos sordos8: el labiodental /f/, que se desplaza al orden labial y se alinea con los oclusivos /p/ y /b/, y el interdental //, que se desplaza al orden dental y se alinea con los también oclusivos /t/ y /d/. Sólo puede haber conflicto entre los fonemas sordos de cada una de las series: /p/ - /f/ y /t/ - //, pero la distinta realización como oclusiva y fricativa permite oponerlos claramente. Canellada y Madsen (1987) utilizan el par binario [+cierre / -cierre] para diferenciar ambos tipos de fonemas. Alarcos (1965) y Quilis (1993) recurren a un par binario equivalente, [interrupto / continuo], con el que se oponen los fonemas que se realizan con un ataque o comienzo abrupto, precedido de un periodo de silencio (interruptos), y aquéllos cuyo ataque es gradual, sin existir tal periodo (continuos)9.
Si se elimina el orden alveolar, como hace Alarcos (1965), cuatro de los fonemas clasificados en él, la nasal /n/ y las líquidas //, /r/, /l/, tampoco presentan grandes problemas de integración en el sistema. Nasales y líquidas forman subsistemas suficientemente diferenciados: las nasales se diferencian del resto de fonemas consonánticos por la oposición [nasal / oral] (fonemas en cuya realización interviene el resonador accesorio de las fosas nasales / fonemas en los que no existe resonancia nasal) y las líquidas por la oposición [+vocal, +consonante] / [-vocal, +consonante] (fonemas consonánticos con características vocálicas / fonemas consonánticos sin esas características). La nasal /n/ y la lateral /l/ se han de desplazar necesariamente al orden dental, porque en el palatal entrarían en conflicto con // y //, respectivamente. Este problema no se da con las vibrantes // y /r/, ya que son las únicas del sistema y se diferencian de las laterales por la oposición [continua (laterales) / interrupta (vibrantes)]. No obstante, el desplazamiento de todos estos fonemas sólo puede ser admitido por la necesidad de establecer un repertorio coherente con el número menor de rasgos; la realidad acústica nos dice que se realizan como alveolares salvo en los casos de asimilación a otra consonante (cf. Navarro Tomás, 1918, y Quilis, 1981 y 1993).
El desplazamiento del fonema /s/ desde el orden alveolar presenta algunos problemas que han sido señalados por la bibliografía. Puede ordenarse en el orden dental (Trager, 1939) o en el palatal (Alarcos, 1965). Si /s/ se incluye entre los fonemas dentales, y también //, ambos compartirían los mismos rasgos, por lo que debería crearse una nueva oposición para diferenciarlos. Este argumento es el que esgrimen Canellada y Madsen (1987: 39) al criticar el sistema de Trager (1939): "No creemos que se gane mucho metiendo en un mismo orden dento-alveolar a // y /s/, porque supone una nueva serie de un solo miembro, el de /s/". Si se incluye /s/ en el orden palatal, como hace Alarcos, no desplaza ningún fonema, y se diferencia de //, incluido éste entre las dentales, por el par binario [denso / difuso], que hace referencia a su distinta localización, posterior (palatales y velares, fonemas densos) o anterior (labiales y dentales, fonemas difusos).
Desde el punto de vista articulatorio, la clasificación de Alarcos es discutible. Canellada y Madsen (1987: 39) apelan a la realidad fonética: "el fonema /s/ castellano no puede considerarse palatal, puesto que tal pronunciación se encuentra sólo en zonas reducidas del norte de España"10; pero ya Alarcos (1965: 173-74) matizó que "fonéticamente es una apicoalveolar cóncava, y, por lo tanto, con cierto matiz palatal". En su realización la cavidad bucal queda dividida en dos resonadores relativamente equivalentes y "no se puede hablar de uno dominante: la articulación se realiza en la parte posterior del resonador bucal y en la parte anterior del resonador faríngeo; desde el punto de vista fonético, es indiferente a la clasificación entre anteriores y posteriores." Acústicamente, se puede defender el carácter denso de /s/, como indica Martínez Celdrán (1989: 89, n. 37): "utilizando rasgos acústicos y oponiéndola a //, no es descabellado considerarla [+densa], ya que el ruido de fricación comienza a los 2.800 Hz aproximadamente hablamos de la [s] apical, es decir, zona central del espectro, mientras que la // tiene ruido a partir de los 6.000 Hz, una zona extrema del espectro". En última instancia, desde el punto de vista fonológico, /s/ ha de ser considerado como [denso] si // es [difuso]; la justificación de Alarcos (1965: 174) sigue el principio de Trubetzkoy: "su valor no depende de las cualidades de los fonemas mismos en sí, sino de su posición relativa frente a los demás".
En el sistema de Quilis (1993), que mantiene el orden alveolar, /s/ y // son difusos; para distinguirlos recurre a una correlación que no usa Alarcos: estridente (//) / mate (/s/). Martínez Celdrán (1989) reserva el rasgo estridente para los fonemas fricativos, basándose en las definiciones de Jakobson y Halle (1956: 23):
"Sounds that have irregular waveforms are called strident. In the spectrogram such sounds are represented by a random distribution of blackareas. They are opposed to sounds with more regular waveforms. The latter are called mellow and have spectrograms in wich the black areas may form horizontal or vertical striations [...]".
Atendiendo a esta descripción, Martínez Celdrán (1989: 89) señala que "nuestras fricativas poseen todas una distribución aleatoria de ondas irregulares, mientras que las oclusivas o aproximantes carecen de ellas; siendo las aproximantes las que poseen esas estrías verticales por las que están formadas las áreas negras". Las consonantes estridentes son todas las que poseen ruido, es decir, ondas inarmónicas, mientras que las mates no la poseen. Si las fricativas son estridentes, /s/ y // se han diferenciar por el rasgo de densidad; en ello, Martínez Celdrán mantiene la caracterización de Alarcos.
Citaremos un último ejemplo de cómo la coherencia del sistema puede exigir distorsionar la realidad fonética al integrar un fonema en el conjunto; nos referimos a la consonante africada. Martínez Celdrán (1989: 88) indica que se ha de alinear con las mates tensas (en su sistema, las consonantes que se realizan como oclusivas sordas), pero la africada no es un sonido mate sino estridente; ya Alarcos la clasificó como oclusiva, siendo africada, atribuyéndole la pertinenecia a su zona mate. Martínez Celdrán ha de mantener el mismo criterio en aras de la coherencia del sistema: "Forzando un poco la descripción, podríamos clasificarla como mate, porque el sistema exige su alineación con las mates, aunque fonéticamente no lo sea propiamente"11. También en el sistema de Quilis la africada es mate.
Indica Alarcos (1965: 180) que "los casos de neutralización de los fonemas consonánticos españoles ocurren, sobre todo, en posición final de sílaba, esto es, en la distensión silábica, situación en que no sólo se relaja la articulación, sino también el inventario de fonemas es menos numeroso que en otras situaciones [...]". Esta distribución defectiva hace que ninguna de las oposiciones de consonantes en las que intervienen como términos //, //, /f/ y /x/ se neutralicen, debido a que estos fonemas aparecen en muy pocas palabras en la distensión silábica12.
Alarcos (1965: cap. IV) describe los siguientes casos de neutralización de las oposiciones fonológicas:
(1) Las nasales.
El carácter nasal de /m/, /n/ y // los sitúa frente a los fonemas orales y establece entre ellos oposiciones neutralizables. La realización de las nasales neutralizadas en la distensión silábica está condicionada por el contexto fónico: el punto de articulación se asimila a la consonante siguiente, tanto en el interior de palabra como en el enlace entre palabras:
nasal bilabial (cambio, un beso),
nasal labiodental (confuso, un foso),
nasal interdental (concierto, un ciervo),
nasal dental (santo, un dedo),
nasal alveolar (cansado, un santo),
nasal palatal (concha, un chorizo),
nasal velar (cinco, un coche).
Lo único que tiene valor fonológico en esta posición es el archifonema nasal /N/ y no son pertinentes las distinciones de localización. Por ejemplo, en la palabra concha no tenemos un fonema nasal palatal sino el archifonema nasal. En posición final absoluta, ante pausa, existe el mismo tipo de neutralización que en la distensión silábica: ni /m/ ni // aparecen en esta posición y el representante fonético de la neutralización es el fonema nasal alveolar /n/, por ejemplo, álbum ['.].
(2) Las laterales.
Su comportamiento es análogo al de las nasales. También forman un subsistema diferenciado del resto de fonemas. La oposición que hay entre ellas (no palatal / palatal) se neutraliza en la distensión silábica interior de palabra o entre palabras. La realización fónica también está condicionada por el punto de articulación de la consonante a la que preceden:
lateral interdental (alza, el zoco),
lateral dental (alta, el tonel),
lateral alveolar (alba, el beso),
lateral palatal (colcha, el chorizo).
Por tanto, tampoco son pertinentes las distinciones de localización y el único valor fonológico es el archifonema lateral /L/. Ante pausa, nunca aparece el fonema lateral palatal (pertenecería a palabras de origen no castellano) y el representante fonético de la neutralización es el fonema lateral alveolar: Sabadell ['..].
(3) Las vibrantes.
Estos fonemas se oponen por el rasgo [flojo / tenso], pero es una correlación que sólo es pertinente en posición intervocálica. En todas las demás posiciones el número de vibraciones no es relevante: el archifonema vibrante /R/ puede realizarse como [] (o en su variante fricativa [], en una pronunciación relajada) o [r].
(4) La correlación sorda / sonora y, por tanto, conjuntamente, la de plosión / fricción.
En la distensión silábica ni la sonoridad ni la fricción son características pertinentes. La realización de los archifonemas labial /B/, dental /D/ y velar /G/ no dependen del contexto fónico, sino de preferencias individuales y sociales. Lo más frecuente es que el representante fonético sea una variante sonora 'fortis' o una 'lenis' ensordecida, con fricción; en una pronunciación lenta o enfática, el representante es la realización sorda oclusiva13.
(5) El contraste vocal / consonante.
Entre vocal y consonante sólo se produce neutralización en el caso de la vocal /i/ y la consonante //, y por condicionamientos morfológicos: rey / reyes; ay / ayes. La distinción entre estos fonemas sólo es válida en posición intervocálica: raía / raya, y entre consonante y vocal nuclear: desierto / deshielo. En todos los demás casos las variantes de /i/ y // se complementan puesto que ninguna variante aparece en la misma posición que las demás: ['.], ['.], [
.], ['], ['.], [.'], [.'].Canellada y Madsen (1987: 39) clasifican las mismas neutralizaciones que Alarcos, y en los mismos términos, excepto la del contraste /vocal-consonante/. Añaden, además, la neutralización de /r/ y /l/, en el modo de articulación, pero no la describen; de hecho, su mención a este aspecto fonológico se reduce apenas a la siguiente tabla:
Tabla 10: Neutralizaciones presentadas por Canellada y Madsen (1987).
oposición neutralizada |
residuo = contenido del archifonema |
|
/p/ - /b/ /t/ - /d/ /k/ - /g/ /m/ - /n/ - // /l/ - // /l/ - // // - /r/ |
sonoridad sonoridad sonoridad puntos de art. puntos de art. modo simple / múltiple |
labial /B/ dental /D/ velar /G/ nasal /N/ lateral /L/ líquido /L'/ vibroide /R/ |
Quilis (1993) describe tres casos de neutralización: de los pares de consonantes oclusivas /p/ - /b/, /t/ - /d/ y /k/ - /g/, de las vibrantes // - /r/ y de las nasales /m/ - /n/. Los dos primeros casos están planteados en términos semejantes a los de Alarcos, no así el de las nasales. Para Quilis sólo se neutralizan /m/ - /n/, puesto que [] no aparece nunca en posición implosiva (§ 5.4.4.3). La realización del archifonema nasal /N/ ante consonante palatal (un chico, conyuge) es una nasal palatalizada, distinta a la nasal palatal de, por ejemplo, caña. Quilis muestra su discrepancia con la opinión de Navarro Tomás (1918: 133): "Los filmes radiológicos y los análisis acústicos han puesto de manifiesto que en la articulación de este alófono nasal es la parte anterior del predorso lingual la que forma oclusión bucal contra la región postalveolar; es decir, es una [n] ligeramente palatalizada; esta articulación es totalmente diferente de la descrita [...] para []" (Quilis, 1993: 229-230). En la articulación de la nasal palatal, la región predorsal de la lengua se adhiere a la zona prepalatal (cf. Quilis, 1993: 227).
Quilis no hace referencia a la neutralización de las laterales. De hecho, como en la serie nasal, la realización del fonema lateral /l/ ante consonante palatal es distinta a la realización del fonema //: se trata de un alófono lateral palatalizado, se articula apoyando la zona anterior apicopredorsal de la lengua en la alveoloprepalatal, mientras que en la consonante lateral palatal "el ápice y los rebordes de la lengua se adhieren a los alvéolos y a la encías superiores, respectivamente, así como algo de la parte central de la lengua a la parte central del paladar [...]" (cf. Quilis 1993: 310-311).
Aunque Quilis no lo cite, ya Martínez Celdrán (1989) había negado la neutralización de los tres fonemas nasales y de las consonantes laterales. También analiza las neutralizaciones de las vibrantes y de las correlaciones de sonoridad y continuidad.
(1) Nasales.
En primer lugar, la neutralización de los tres fonemas nasales descrita por Alarcos no se ajusta a la condición planteada por Trubetzkoy para este fenómeno fonológico: se ha de dar en una oposición bilateral, entre dos fonemas. No obstante, se puede defender desde otro enfoque: "es evidente que tomadas [las tres nasales] aparejadas no forman oposiciones bilaterales; sin embargo, si partimos no de la oposición sino de la neutralización, vemos que sí existe una base de comparación única que puede enfrentarse a cualquier otro fonema del sistema [...]" (Martínez Celdrán, 1989: 50). Por ejemplo, si oponemas canto a casto, es decir /N/ a /s/, el archifonema se puede deslindar perfectamente: /N/ = [consonante, nasal] - /s/ [consonante, oral, estridente, palatal]: "El rasgo nasal es suficiente para establecer una oposición cualquiera entre el archiofonema y cualquier otro fonema o archifonema. Así pues, de alguna manera se puede decir que reunidos los fonemas neutralizados /m/ - /n/ - //, su Base de Comparación es única en el sistema [consonante, nasal], por lo que forma una base de tipo bilateral, aunque esta vez no sea de una sola oposición sino de tres oposiciones conjuntas". Martínez Celdrán reafirma su razonamiento con las conclusiones de Lass (1984: 49) al analizar las nasales del Kannada:
"Thus we neutralize, not pairwise oppositions, but features or features-sets, and have archifonemes with much less phonemic content".
En todo caso, Martínez Celdrán (1989: 51) no está de acuerdo con la opinión de Alarcos de que en español se neutralizan todos los fonemas nasales: "el fonema // no parece que tome parte de dicha neutralización, a no ser que consideremos las parejas don / doña o desdén / desdeñar, que son fósiles de una neutralización histórica". Se ha de hablar de distribución defectiva: el fonema // sólo aparece en posición inicial de sílaba; en posición final sí aparecen [m] y los alófonos labiodental, dental, alveolar, palatal y velar de /n/. Además, la nasal palatal // tiene una realización propia, distinta a la de /n/ palatalizada; no parece que [nj] y [] sean una misma articulación, a pesar de la afirmación de Navarro Tomás. Observamos que el razonamiento de Martínez Celdrán es semejante al de Quilis14.
(2) Laterales.
También se ha de cuestionar si realmente existe neutralización de los fonemas laterales /l/ - //. Fuera de pares de palabras como él / ella y doncel / doncella, nunca aparece el sonido [] en la distensión silábica. Ante palatales la lateral se palataliza: [lj], pero sin llegar a la pronunciación de []. Por tanto, como en el caso de la nasal palatal, es un ejemplo de distribución defectiva del fonema // y no una neutralización.
(3) Vibrantes.
Es cierto que la oposición vibrante simple (o 'laxa') / vibrante múltiple (o 'tensa') sólo es pertinente en la posición inicial de sílaba interior de palabra intervocálica, pero se ha de revisar la afirmación de Alarcos sobre la no relevancia del número de vibraciones en el resto de contextos. En la siguiente tabla ordenamos los datos de Martínez Celdrán (1989: 91) sobre la distribución de las vibrantes:
Tabla 11: Distribución de los fonemas vibrantes
(elaborada a partir de Martínez Celdrán, 1989: 91)// |
/r/ |
Distribución |
- |
+ |
(1) Inicial de palabra, simple o prefijada |
- |
+ |
(2) Inicial de sílaba interior de palabra tras /n/, /l/, /s/ |
+ |
+ |
(3) Inicial de sílaba interior de palabra intervocálica |
+ |
- |
(4) Formando grupo consonántico con /p/, /t/, /k/, /b/, /d/, /g/ y /f/ |
+ |
+ |
(5) Final de sílaba interior de palabra |
+ |
- |
(6) Final de palabra, resilabeando con la vocal de la palabra siguiente |
+ |
+ |
(7) Final de palabra ante pausa |
Podemos observar que, salvo en el contexto de pertinencia (caso 3 de la tabla), en el ataque silábico siempre aparece una de las dos vibrantes: la simple, en los grupos consonánticos formados con /p/, /t/, /k/, /b/, /d/, /g/ y /f/ (caso 4); la múltiple, en posición inicial de palabra, ya sea ésta simple (románico) o prefijada a partir de otra que empiece con [r] (prerrománico), y en posición inicial de sílaba interior de palabra tras /n/, /l/, /s/ (casos 1 y 2). En estos contextos, se ha de hablar de distribución defectiva de los fonemas y no de neutralización. En posición implosiva, las vibrantes se neutralizan en las posiciones final de sílaba interior de palabra (carne) y final absoluta (amar): el número de vibraciones depende del énfasis con que se pronuncie (casos 5 y 7); pero en posición final en el enlace entre palabras ante vocal, cuando resilabea (amar a Dios), siempre se realiza la variante laxa (caso 6).
(4) Neutralización de las correlaciones de sonoridad y continuidad.
Al describir el sistema fonológico del español, Alarcos afirma que los fonemas sonoros /b/, /d/ y /g/ se oponen, como términos de la correlación de sonoridad, a los archifonemas sordos /p-f/, /t-/ y /k-x/. Martínez Celdrán (1989: 78), señala que con este planteamiento se concibe /p-f/, /t-/ y /k-x/ como unidades más estrechamente emparentadas que /p-b/, /t-d/ y /k-g/, cuando las neutralizaciones indiscutibles de estos tres pares de fonemas indican lo contrario. Añadiremos que los archifonemas sordos que menciona Alarcos son el resultado de su organización de los rasgos distintivos, pero no responden a la realidad lingüística; de hecho, no los vuelve a mencionar cuando describe las neutralizaciones de los fonemas del español.
Martínez Celdrán (1989: 77-78) señala algunas contradicciones en las que incurre Alarcos:
No interpreta correctamente el principio de Trubetzkoy. En palabras del fonólogo español, "sólo suelen ser neutralizables las oposiciones bilaterales, pues el archifonema de dos fonemas en relación multilateral se confundiría con el archifonema de otros fonemas que poseen las mismas propiedades en común" (Alarcos, 1965: 26); sin embargo, Trubezkoy (1973: 71) no dice suelen sino sólo es posible . En la organización del sistema fonológico propuesto por Alarcos, las neutralizaciones de /p-b/, /t-d/ y /k-g/ no son bilaterales. Si tomamos como ejemplo el par /p-b/, tienen como Base de Comparación los rasgos: [consonante, no líquido, oral, labial], y se diferencian por los rasgos [sordo / sonoro]. Esta oposición es multilateral, porque existe otro fonema con la misma Base de Comparación: /f/. Al igual ocurre con los otros dos pares. Además, Alarcos (1965: 181) afirma que "ninguna de las oposiciones de consonantes en que intervienen //, //, /f/ y /x/ se neutralizan debido a la ausencia de estos fonemas en la distensión silábica". Estas palabras son contradictorias con la concepción de los archifonemas sordos /p-f/ y /g-x/, ya que un archifonema es el resultado de la neutralización de dos fonemas.
Para Martínez Celdrán (1989: 86), es preciso desterrar el par binario [sordo / sonoro] al caracterizar el sistema fonológico del español. El mismo Alarcos (1965: 72) indica que "Cuando en la realización fonética varias de estas oposiciones aparecen combinadas, especialmente la tensión y la sonoridad, es pertinente el rasgo que en la posición de neutralización tiene carácter negativo". No es la sonoridad lo que hay que tener en cuenta, sino la tensión. En los finales de sílaba y de palabra lo que predomina es la relajación. El término no marcado es el relajado. Por ejemplo, /t/ está marcado positivamente por su tensión y el término neutro será la relajación que presenta /d/.
En resumen, no es cierto, como afirma Alarcos, que se neutralice la correlación sorda / sonora (por la que se oponen /p-b/, /t-d/ y /k-g/) y, por tanto, conjuntamente, la de plosión / fricción (por la que se oponen /p-f/, /t-/ y /k-x), sino el rasgo [tenso / laxo]. En el sistema de Martínez Celdrán dicho rasgo distingue los pares de fonemas /p-b/, /t-d/ y /k-g /, todos mates, opuestos a los estridentes /f/, // y /x/. La misma relación se da entre el fonema africado // (que se alinea con /p/, /t/ y /k/) el fricativo // (situado en el grupo de /b/, /d/ y /g/).
Martínez Celdrán (1989: 52-53) también revisa la distribución de los archifonemas /B/, /D/ y /G/ propuesta por Alarcos. Los fonemas /p-b/, /t-d/ y /k-g / sólo se neutralizan en posición implosiva interior de palabra. Se pueden encontrar distintas realizaciones, según el estilo de habla. Recogemos los ejemplos del autor:
habla enfática |
habla cuidada |
habla familiar |
habla vulgar |
|||
ecli[p]sar |
ecli[b]sar |
ecli[]sar |
ecli(Ø)sar |
|||
a[t]leta |
a[d]leta |
a[]leta |
a(Ø)leta15 |
|||
a[k]ción |
a[g]ción |
a[]ción |
a(Ø)ción |
En posición final absoluta hay distribución defectiva de los fonemas /p/, /b/, /k/, /g/ y /t/, ya que sólo aparecen en cultismos y extranjerismos, por ejemplo: handicap, club, bistec, déficit. Las personas cultas tienden a pronunciar la consonante final, pero lo más frecuente es su elisión. De los fonemas pertenecientes a esta correlación, el único que no tiene restringida su ocurrencia en la posición final de palabra es /d/.
Señala Martínez Celdrán (1989: 53-54) que, de los fonemas estridentes //, /f/ y /x/, sólo el primero no tiene restricciones de ocurrencia en la distensión silábica; en cambio, para /f/ y /x/ también se ha de hablar de distribución defectiva, tanto en el interior como al final de palabra.
4.3.3. Caracterización fonológica de las consonantes sonoras bilabial /b/, dental /d/ y velar /g/.
En español, no es pertinente la realización como oclusiva o como aproximante16 de los fonemas consonánticos sonoros con articulación bilabial ([b] / []), dental ([d] / []) y velar ([g] / []); como podemos observar en los siguientes ejemplos, no diferencia significados:
un vaso ['.'.] |
/ |
este vaso ['.'.] |
un dedo ['.'.] | / |
este dedo ['.'.] |
un gato ['.'.] | / |
este gato ['.'.] |
Son variantes contextuales: oclusivas, tras pausa y nasal (en el caso de la dental, también tras lateral); aproximantes, en cualquier otro contexto. El problema es determinar a qué fonemas corresponden estas tres series de sonidos.
Algunos autores incluyen tres consonantes oclusivas sonoras /b/, /d/, /g/ en el inventario de fonemas del español: Trager (1939), Quilis y Fernández (1975), RAE (1973)17, Alcina y Blecua (1975). Sin embargo, siguiendo los presupuestos estructuralistas, estas consonantes no pueden ser definidas como oclusivas, puesto que ésta es una particularidad que no comparten todas sus variantes. Este hecho también ha sido señalado en la bibliografía:
Alarcos (1965: 171) indica que "los fonemas sonoros /b, d, g/ son indiferentes a la correlación interrupta-continua"; también en su gramática (Alarcos, 1994: 31) los define como fonemas sonoros, no como oclusivos. Marcos Marín (1984: 80) y Quilis (1993: 195 y 202) señalan igualmente la no pertinencia del modo de articulación para caracterizarlos. La crítica de Canellada y Madsen (1987: 12 y 39) también se inscribe en el pensamiento estructuralista: consideran que los fonemas /b/, /d,/ /g/ no pueden ser definidos como oclusivos porque cada uno de ellos tiene dos realizaciones, una de las cuales es no oclusiva, y en los análisis fonológicos un fonema nunca debe definirse con un rasgo que contradiga una de sus variantes. En los mismos términos se pronuncia Martínez Celdrán (1989: 76).
4.3.4. Caracterización fonológica de las consonantes fricativas interdental // y alveolar /
s/.Un problema análogo al que hemos analizado en el apartado anterior es el que presentan las realizaciones sorda y sonora de los fonemas fricativos interdental // y alveolar /s/. Siempre se realizan como sordos, excepto cuando se hallan ante consonante sonora; en esos casos se produce una asimilación de la sonoridad de dicha consonante. Es una variación contextual que no produce cambios de significado:
dos casas ['.'.] |
/ |
dos besos ['.'.] |
pez fluvial ['..' ] | / | pez marino ['...] |
Sin embargo, la RAE (1973)18, Alcina y Blecua (1975), Quilis y Fernández (1987), Canellada y Madsen (1986)19 y Quilis (1993) definen estos fonemas como fricativos sordos, sin tener en cuenta que el resultado de la vibración de las cuerdas vocales no es pertinente. Dicha caracterización es cuestionada por otros autores.
Marcos Marín (1984: 78) ejemplifica la diferencia entre los rasgos distintivos y no distintivos con el caso del fonema /s/. Existen rasgos que no son pertinentes en la caracterización de un fonema, puesto que no sirven para diferenciarlos de otros, pero que aparecen en los sonidos en que se realiza: "En el caso de la /s/ esos rasgos son su condición de alveolar, dental, etc., o de sorda o sonora. Un sonido concreto tiene que ser sordo o sonoro, y tener un lugar de articulación preciso, pero en el caso de la /s/ esos rasgos no son pertinentes, ya que pueden darse cualquiera de ellos sin que la interpretación del fonema varíe". El autor caracteriza /s/ como consonante, oral, fricativo, siseante. Aunque no se explicite, la misma explicación es válida para no definir a // como sordo.
Alarcos (1994: 32) señala que realización habitual de estos fonemas es sorda, aunque se sonorizan en contacto con consonante sonora; para definirlos sólo es pertinente el rasgo fricativo. En su manual de fonología española, el mismo autor no mantiene una postura tan clara. Recogemos la crítica de Martínez Celdrán (1989: 76): "E. Alarcos clasifica ambos fonemas como sordos en sus cuadros. Luego, en la 'definición fonológica' que proporciona de cada fonema dice que // es sordo frente a /d/, pero cuando ha de definir /s/, omite el rasgo sordo".
4.3.5. Caracterización fonológica de las consonantes nasal /n/ y lateral /l/.
Las distintas realizaciones de las nasales y de las laterales en la distensión silábica las hemos descrito al tratar las neutralizaciones dificultan la caracterización de los fonemas a los que han sido adscritas, /n/ y /l/, con los rasgos que hacen referencia a la localización: [grave / agudo] y [denso / difuso] .
Las consonantes que presentan un timbre grave son aquéllas que se articulan en un resonador bucal largo en indiviso (velares y labiales); las que presentan un timbre agudo, aquéllas producidas en un resonador doble originado por la posición de la lengua, que divide la cavidad bucal en dos cajas de resonancia (dentales, alveolares y palatales). Como ya hemos indicado, las consonantes densas (velares y palatales) son aquéllas en cuya articulación predomina la cavidad bucal sobre la faríngea; las consonantes difusas (dentales y labiales), aquéllas en las que predomina la cavidad faríngea sobre la bucal. Las consonantes alveolares pueden ser consideradas indiferentes a la distinción entre densas y difusas, como señaló Alarcos (1965: 173-74) (cf. supra, § 4.3.1).
Atendiendo al par [grave / agudo], los alófonos bilabial, ladiodental y velar de /n/ han ser caracterizados como graves, y los alófonos interdental, dental y alveolar como agudos. Atendiendo al par [denso / difuso], los alófonos palatalizado y velar de /n/ han de ser caracterizados como densos, y los alófonos bilabial, labiodental, interdental y dental como difusos. Por consiguiente, estos pares binarios no serían pertinentes en la caracterización del fonema, siguiendo el principio de la no contradicción con los rasgos de sus alófonos.
Sin embargo, los autores que utilizan rasgos distintivos en la clasificación fonemática no tienen en cuenta este hecho. Alarcos (1965) caracteriza a /n/ como [difuso] y [agudo]. Quilis (1993), como [difuso] y [no grave, no agudo]20. Martínez Celdrán (1989), como [difuso], (para este autor, el timbre no es pertinente para la caracterización de las nasales).
En cuanto a /l/, el timbre no es pertinente para su caracterización, sí la densidad. Los tres autores citados lo clasifican como [difuso], frente al [denso] //. Este rasgo caracterizaría los alófonos interdental, dental y alveolar, pero no el palatal (según Alarcos y Navarro Tomás) o palatalizado (según Quilis y Martínez Celdrán).
4.3.6. Carácter fonemático de los diptongos.
La discusión se refiere al carácter monofonemático de los diptongos, como defiende Navarro Tomás (1946), o su consideración como una combinación de fonemas, que es la postura generalizada; mostraremos los análisis de Alarcos (1965) y Martínez Celdrán (1989).
Para Navarro Tomás (1946: 13-14), los diptongos son una única entidad fonológica; se basa en las siguientes evidencias:
(i) La existencia de pares mínimos: celo / cielo, vente / veinte, tuerca / terca / turca; lo que hace diferentes a las palabras de estos grupos no es la presencia o ausencia de
[] o [] sino en el contraste que se establece entre vocales y diptongos.(ii) La falta de independencia fonética de las semivocales y semiconsonantes: no tienen una individualidad definida porque no pueden aparecer aisladas en posición intervocálica o interconsonántica.
(iii) La relación existente entre palabras emparentadas: puerta-portero, tiene-tenía.
Alarcos (1965: § 96) determina que los diptongos están formados por dos unidades. Aplica las reglas propuestas por Trubetzkoy (1973) para determinar la naturaleza monofonemática de un grupo de sonidos:
(i) Según la 1ª Regla, "Un grupo de sonidos pueden ser considerados como realización de un único fonema sólo cuando sus componentes [...] no se reparten entre dos sílabas" (Trubetzkoy, 1973: 49). Todos los diptongos crecientes y los decrecientes [] [] y [] cumplen este requisito, pero [
], [] y [] se reparten en sílabas sucesivas cuando van seguidos de vocal: rey ['] / reyes ['.], hoy es tarde ['...]. Además, dos vocales en contacto en el decurso tienden a realizarse como diptongo, obviamente, difonemático: las cinco y media [].(ii) Según la 6ª Regla, "Cuando un componente de un grupo potencialmente monofonemático no puede ser interpretado como una variante combinatoria de un fonema cualquiera de la misma lengua, todo el grupo fónico debe ser considerado como realización de un único fonema" (Trubetzkoy, 1973: 53). Los componentes [], [] , [], [], [], [], [], [] de los diptongos del español son realizaciones diversas de los fonemas vocálicos, puesto que no existe conmutación posible entre [] y [] , [] y [], etc.
También Martínez Celdrán (1989: 30-32) concluye que los diptongos son la combinación de dos fonemas y no una única entidad fonemática. Sigue los presupuestos de Martinet (1971: 113), que defiende la conmutación como prueba suficiente para decidir si un grupo de sonidos corresponde a uno o más fonemas: "Dos sonidos sucesivos no representan con certeza dos fonemas distintos más que en el caso de que ambos sean conmutables, es decir, si se puede obtener una palabra diferente sustituyéndolos por otro sonido. Es importante tener en cuenta que la conmutación es perfectamente válida si se hace con cero". Martínez Celdrán demuestra que las interjecciones del español ¡ay!, ¡au!, ¡huy!, ¡ah! presentan todas las posibilidades de conmutación: del segundo elemento, del primer elemento y con cero; al igual sucede en otras unidades del léxico: n(i)eve / n(u)eve, m(i)edo / m(Ø)edo, novi(o) / novi(a).
4.3.7. Interpretación fonológica de los miembros de un diptongo.
El problema concierne a la representación del elemento más cerrado del diptongo, la glide palatal
[] y la labiovelar [], prevocálicas y postvocálicas (las 'semiconsonantes' y 'semivocales' de la terminología fonética española tradicional)21. Debe determinarse si son variantes de otros fonemas o fonemas independientes. Es un aspecto complejo en la fonología del español, pues se relaciona con la asignación fonemática de las realizaciones consonánticas [j] y [w].La opinión generalizada es considerar que las glides [
] y [] son alófonos de los fonemas vocálicos /i/ y /u/. Así constan, por ejemplo, en las gramáticas de Fernández Ramírez (1986), Alcina y Blecua (1975), RAE (1973) y Alarcos (1994); en los manuales de Hockett (1955), Alarcos (1965), Saporta y Contreras (1962), Macpherson (1975), Quilis y Fernández (1982), Canellada y Madsen (1987) y Quilis (1993); en los artículos de Trager (1939 y 1942), Saporta (1956) y Saporta y Cohen (1958)22; y en la obra de Monroy Casas (1980). En este apartado recogemos los análisis de Trager (1942) y Alarcos (1965).Sin embargo, las glides también han sido asignadas como variantes a los fonemas consonánticos /j/ y /w/; es la opinión de Bowen y Stockwell (1955, 1956 y 1960) y Hara (1973). Este autor cita el manual de Politzer y Stambach (1961), para la enseñanza de español como lengua extranjera, en el que también constan como alófonos de fonemas consonánticos. La obra de Pottier muestra cambios de opinión en este tema: en su primera reseña a la Fonología Española, de Alarcos (Pottier, 1952), expresa su desacuerdo con el fonólogo español y considera las glides y las consonantes palatales como variantes combinatorias de un fonema consonántico, que contrastaría con la vocal /i/; pero en una nueva reseña a la misma obra (Pottier, 1954) se desdice de su afirmación anterior. En este apartado resumimos la polémica entre Bowen y Stockwell (1955 y 1956) y Saporta (1956); aunque sean estudios que tratan el español de América y su modelo de lengua no es el nuestro, son de gran interés por la novedad de la propuesta que se discute. También recogemos la opinión de Hara (1973).
Finalmente, las glides también han sido clasificadas como fonemas independientes; citaremos el trabajo Martínez Celdrán (1989). En la fonología generativa, Harris (1975, 1989a, 1989b y 1991), Mel'cuk (1976) y Hualde (1991) defienden que las glides estén representadas en la estructura subyacente, nivel equivalente al fonémico.
4.3.7.1. Las glides son alófonos de los fonemas vocálicos /i/ y /u/.
Trager (1942) analiza el problema bajo el criterio de la distribución: las glides son alófonos de los fonemas vocálicos [+alto] si los sonidos silábicos y no silábicos no contrastan, si las reglas de distribución pueden determinarse con claridad y si no hay peculiaridades en la estructura silábica u otros fenómenos que contradigan esta clasificación. Así sucede en español. Los alófonos silábicos y no silábicos no contrastan en ninguna posición, sino que aparecen en distribución complementaria. Se pueden establecer fácilmente las reglas de distribución: los alófonos no silábicos aparecen antes o después de los silábicos, y éstos, antes o después de los no silábicos; no existen secuencias formadas por glide más vocal homorgánicas: *[
], *[], *[], *[]; y, en cuanto a las combinaciones de ambos fonemas en una misma sílaba, existen los diptongos crecientes [] y [], pero no los decrecientes [] y []Alarcos (1965) coincide con Trager (1942), pero basa su argumentación en las reglas de Trubezkoy para la distinción entre fonemas y variantes:
(i) Según la 3ª Regla, "Cuando dos sonidos de una lengua emparentados acústica o articulatoriamente no se presentan nunca en el mismo contexto fónico, deben ser considerados como variantes combinatorias del mismo fonema" (Trubetzkoy, 1973: 44). En español, la semiconsonante
[] sólo aparece como primer elemento de una combinación tautosilábica de vocales, una posición en la que no aparecen ni la vocal [] ni la semivocal []; la semivocal [] sólo aparece como elemento final una combinación tautosilábica de vocales, una posición en la que no aparecen ni la vocal [] ni la semiconsonante []; la semiconsonante [] sólo aparece como primer elemento de una combinación tautosilábica de vocales, una posición en la que no aparecen ni la vocal [] ni la semivocal []; la semivocal [] sólo aparece como elemento final una combinación tautosilábica de vocales, una posición en la que no aparecen ni la vocal [] ni la semiconsonante [].(ii) Según la Regla 4ª, "Dos sonidos, aunque se ajusten a las condiciones de la 3ª Regla, no deben ser considerados como variantes de un mismo fonema cuando pueden hallarse contiguos, es decir, formando grupo fónico" (Trubetzkoy, 1973: 45). Sin embargo, en español no existen las combinaciones *[
], *[], *[], *[].Para Alarcos (1965: 153), el fonema /i/ tiene una variante prenuclear, otra postnuclear y un núcleo silábico; de igual modo que /u/. Reconoce el parentesco de los sonidos palatales, vocálicos y consonánticos, pero esa diferencia articulatoria (vocal - consonante) impide que se les deba considerar manifestaciones de un mismo fonema: es una diferencia funcional, ya que las vocales pueden formar sílaba por sí solas, no las consonantes; estos sonidos no se oponen en el sistema, sino que contrastan en el decurso23.
4.3.7.2. Las glides son alófonos de los fonemas consonánticos /j/ y /w/.
Bowen y Stockwell (1955) asignan los alófonos
[] y [] tanto la semivocal como la semiconsonante a los fonemas consonánticos /j/ y /w/, respectivamente. Al primero, en la tradición fonológica del español sólo se le habían asignado los alófonos fricativo y oclusivo (éste último, Bowen y Stockwell lo asocian con la variante africada). El segundo, no suele constar en los inventarios de fonemas del español, e incluiría los alófonos oclusivo y fricativo que tradicionalmente se asignan a /gu/24. El sistema fonológico del español adquiere regularidad si las glides palatal y labiovelar se asignan a clases paralelas, puesto que /j/ no entra en contraste con /gu/ sino con /w/.Basan su propuesta en la existencia de pares mínimos, o casi mínimos, como:
(a) ya visto | /ja'bisto/ | ['], ['], ['] |
(b) y ha visto | /ia'bisto/ | ['] |
(c) huaca | /'/ |
['], ['], ['gwaka] |
(d) u oca | /u'oka/ | [u'oka] |
Los alófonos fricativo y oclusivo de /
'/ y /'waka/ permiten hablar de dos fonemas /j/ y /w/, que también aparecen en posición intervocálica:(e) allá |
/'/ |
['], ['] |
(d) agua |
/'/ |
['], ['] |
Aunque no haya contraste con /i/ y /u/ en estos dos últimos ejemplos, la presencia de fricción palatal y fricción velar en sus realizaciones permite la asignación de los alófonos a los fonemas consonánticos /j/ y /w/.
La distribución de los alófonos de estos fonemas sería la siguiente:
(1) Los alófonos vocálicos precederían o seguirían a una vocal
(3) Los alófonos africados aparecerían tras juntura, nasal y lateral
(2) Los alófonos fricativos pueden aparecer tanto en posición inicial como intervocálica.
En las secuencias formadas por /consonante + glide + vocal/, los fonemas /j/ y /w/ tendrían un estatuto similar al de los líquidos /l/ y /
/ en los grupos consonánticos iniciales de sílaba. Éstos, por tanto, podrían estar formados por dos o tres consonantes (/consonante + líquida/; /consonante + glide/; /consonate + líquida + glide/). Los autores no aportan ejemplos de estas combinaciones.Cuando los fonemas /j/ y /w/ ocurren en posición final de palabra ante otra que empiece en vocal ha de haber una juntura que rompa las ambigüedades del tipo /'aj+'una/ - /a'juna/, donde la realización como fricativa sólo se daría en el segundo ejemplo, en el primero sería una glide. Esa misma juntura es la que se ha de asumir en posición inicial, los casos de /ia'bisto/ - /ja'bisto/, para que exista contraste fonémico.
Bowen y Stockwell añaden que si se establece la existencia de un fonema /w/, el proceso dialectal por el que /bueno/ se convierte en /gueno/ y /abuelo/ en /aguelo/ puede ser explicado, no como una sustitución, como es habitual, sino como una pérdida de /b/, con realización del fonema consonántico inicial /w/ como oclusivo o fricativo.
Existe, además, un argumento morfofonemático a favor de su propuesta: las alternancias /-', -'/ (comió, comieron) y /-', -'/ (leyó, leyeron), en los sufijos de las terceras personas del pretérito indefinido, se simplifican si se asigna el alófono sin fricción
[] al fonema /j/.Saporta (1956) muestra su desacuerdo con Bowen y Stockwell (1955), y presenta argumentos que contradicen los criterios en los que se basa la propuesta de estos autores: similitud fonética entre los alófonos, regularización fonológica y simplificación morfofonemática.
Existen ejemplos de pares casi mínimos en los que se establecen contrastes consonante / vocal, tanto en el orden palatal, [j] / [i], como en el orden labiovelar, [w] / [u]:
(a) abyecto |
['] |
|
(b) abierto |
['] |
|
(c) deshielo |
['] |
|
(d) desierto |
['] |
|
(e) deshuesar |
['] |
|
(f) desuello |
['] |
|
(g) son huevos |
[''] |
|
(h) son nuevos |
['']25 |
Además, la realización del fonema /s/ como sonoro [z] en los ejemplos (c) y (e), frente a la realización como sordo en (d) y (f), muestra el valor consonántico de /j/, que pertenecería a la clase de fonemas que sonoriza la fricativa; también se podría considerar que existen dos fonemas distintos: /s/ y /z/; pero los sonidos sordo [s] y sonoro [z] están en distribución complementaria.
La forma más económica de dar cuenta de los contrastes presentados en los ejemplos es asignar las variantes con fricción a los fonemas consonánticos /j/ y /w/, y las variantes sin fricción a los fonemas vocálicos /i/ y /u/. Tanto en el orden palatal como en el labiovelar, los fonemas consonánticos y vocálicos contrastan ante vocales, pero sólo los vocálicos aparecen tras consonante y ante pausa.
La regularización del sistema que defienden Bowen y Stockwell al admitir dos fonemas /j/ y /w/ que entran en contraste entre sí, se pierde con los grupos consonánticos de los que formaría parte la glide como realización de un fonema consonante. Los tres esquemas presentados (/consonante + líquida/; /consonante + glide/; /consonate + líquida + glide/) se reducen a uno (/consonate + líquida/) si la glide es el alófono de una vocal.
Finalmente, aunque la propuesta de asignar las glides a fonemas consonánticos simplifica el análisis de algunos morfemas, complica el de otros, como la alternancia raíz-raicilla, para la que habría que proponer dos bases léxicas: /raís/ - /rajs/. En respuesta a este argumento de Saporta (1956), Bowen y Stockwell (1956) apelan a la existencia de la juntura interna, elemento fonológico no segmental con efecto distintivo sobre otros fonemas: si la juntura explica la aparición de [] y [], los segmentos de los pares [j] - [i] y [w] - [u] no están en contraste fonémico en aquellas palabras.
Hara (1973) también clasifica las glides como alófonos de fonemas consonánticos. Se basa en el carácter silábico o asilábico de los segmentos. Refiriéndose a los sonidos del orden palatal, vocales y consonantes, afirma que se hallan en distribución complementaria y que presentan 'analogía fonética', pero el criterio de silabicidad se ha de anteponer a cualquier otro: contraste, distribución complementaria, analogía fonética y modelo congruente (p. 187). Al fonema vocálico /i/ pertenecería la realización silábica (pipa); en cambio, los sonidos semivocal [] (aire, ley), semiconsonante [] (bien, viudo, y hace), fricativo [] (la hierba, esta yedra) y el africado [] (yedra, abyecto, deshielo) serían alófonos del fonema palatal fricativo sonoro //. Establece el mismo paralelismo con los sonidos labiovelares: la vocal [u] sería alófono de /u/ (luna); pero la semivocal [] (reuma), la semiconsonante [] (cueva, suizo), y la consonante labiovelar [w] (huevo) sería alófono del fonema /w/. Monroy Casas (1980: 88-89) señala que el el criterio de 'distribución complementaria' en el que se basa Hara no tiene demasiado fundamento, pues donde ocurre una vocal difícilmente puede darse una consonante.
4.3.7.3. Las glides son fonemas, no son alófonos de fonemas vocálicos o consonánticos.
La independencia fonemática de las glides es defendida por Martínez Celdrán (1989: 78-84). Su trabajo se rige por los principios de la fonología funcional y parte del análisis de la obra de Alarcos (1965); en este aspecto fonológico del español también recurre a las aportaciones de Mel'cuk (1976). Presenta argumentos que invalidan la consideración de que las glides sean alófonos de fonemas vocálicos o consonánticos.
Según el análisis de Alarcos (1965: 154), la conjunción y (fonema /i/) tendría las siguientes realizaciones (que se describen mediante rasgos distintivos):
subes y bajas | [i] = [+vocálico, -consonántico] |
apagan y encienden | [] (semiconsonante) = [-vocálico, -consonántico] |
cielo y tierra | [] (semivocal) = [-vocálico, -consonántico] |
calla y escucha | [] = [-vocálico, +consonántico] |
¿y esto qué? | [] = [-vocálico, +consonántico] |
Los principios de la fonología funcional prescriben que la caracterización de un fonema debe atenerse exclusivamente al conjunto de rasgos comunes de sus alófonos, por lo que /i/ no podría tener como rasgos pertinentes ni el [vocálico] ni el [consonántico], dada la descripción de sus realizaciones; de ahí que las glides no puedan ser consideradas alófonos de fonemas vocálicos o consonánticos.
Las siguientes restricciones distribucionales del sistema fonológico del español también demuestran que las glides no son alófonos de fonemas consonánticos:
(1) No se admiten grupos finales de consonantes (sólo aparecen en palabras de origen extranjero, como golf y vals), pero sí tenemos grupos formados por /vocal + glide + consonante/, por ejemplo: vais, veis. aunque, austero, austral, cáustico, seis.
(2) No es posible un grupo /s + consonante/ en posición inicial de palabra (se insertaría una /e/ protética), pero sí existen grupos formados por /s + glide + vocal/ en ese mismo contextos, por ejemplo: siento, sierva, sueño, suerte. Tampoco se admitirían grupos iniciales /r + consonante/, pero tenemos riesgo.
Para Martínez Celdrán (1989: 80) los análisis fonológicos sobre la caracterización fonemática de las glides han sido mal enfocados: "[...] existe un prejuicio en el fondo: los elementos pre y postnucleares de la sílaba son nucleares; no así los marginales. Este prejuicio es el que hace que se vean como fenómenos extraños entre sí las diferencias entre núcleo y margen silábicos, por una parte, y fenómenos semejantes, núcleo y seminúcleos, por otra; pero si los contemplamos a todos ellos como posiciones diferentes de la sílaba capaces de contrastar en el decurso y de determinar al sistema, formarán paradigmas diferentes las consonantes, las glides y las vocales".
La independencia de las tres grandes clases naturales de fonemas: vocales, consonantes y glides, esta determinada por su distribución en la sílaba. La estructura silábica propuesta por Martínez Celdrán (1989: 20) es la siguiente:
Figura 2. Estructura de la sílaba en Martínez Celdrán (1989)
Los fonemas que pertenecen a posiciones silábicas diferentes no pueden ser conmutados porque forman parte de paradigmas distintos. No se pueden oponer abyecto / abierto: //-/
/, dehielo / desierto //-//, porque opondríamos un sonido situado en el margen silábico a otro situado en el seminúcleo. En abyecto, deshielo, inyección, etc., existe una frontera morfemática o juntura entre el prefijo y la raíz, como sucede siempre que el prefijo acaba en consonante y la raíz empieza por consonante, por eso no forman sílaba /b-l/ en sublingual y sí la forman en sublime. Tampoco es posible la conmutación en las hierbas/las siervas por el mismo motivo: tienen dos fonemas diferentes distribuidos en posiciones silábicas distintas; como tampoco conmutamos la /l/ de plano, situada en el semimargen, con la /i/ de piano, situada en el seminúcleo anterior (cf. Martínez Celdrán, 1989: 82-83).Los casos de la conjunción y y de los verbos como huir-huyó o oír-oyó han de ser trasladados al nivel morfofonológico, pues nos encontramos con fonemas que alternan por causas morfológicas; en tales casos lo que existen son morfofonemas.
Martínez Celdrán añade dos argumentos más para demostrar la independencia fonemática de las glides. El primero es fonético: las glides no poseen la misma sustancia que las vocales o consonantes respectivas, pero no aporta datos que ejemplifiquen esta afirmación. El segundo es la existencia de pares mínimos en los que conmutan las dos glides, tanto en posición prenuclear como postnuclear: cueto / quieto, pausa / paisa (diminutivo de paisano), ¡au! / ¡ay!.
En el sistema fonológico del español propuesto por Martínez Celdrán, el subsistema de las glides se caracteriza del siguiente modo:
(1) El fonema glide palatal /
/ tiene tres alófonos:- la semiconsonante, en los diptongos crecientes (cielo, piojo)
- la semivocal, en los diptongos decrecientes (peine, vais)
- la consonante aproximante /j/, en los casos de resilabación
(se observa en las alternancias: hoy-hoy es tarde; rey-reyes; buey-bueyes).
(2) El fonema glide labiovelar // sólo tiene dos alófonos; no entra en procesos de resilabación porque no aparece en posición final:
- la semiconsonante, en los diptongos crecientes (cuatro, puente)
- la semivocal, en los diptongos decrecientes (causa, teutón)
Ambos fonemas compartirían los rasgos [-vocálico] y [0 consonántico]. El rasgo consonántico es redundante por la variabilidad de // hacia la consonante [j] en contextos como hoy es tarde. Se diferenciarían por la localización, de modo que // es [-grave] y // [+grave].
En el trabajo de Mel'cuk (1976), citado por Martínez Celdrán (1989: 83), se demuestra también el carácter no vocálico de las glides mediante las reglas de asignación del acento en las formas verbales.
Los paradigmas verbales presentan una posición acentual fija, por ejemplo: en el presente de indicativo siempre lo lleva la última vocal de la raíz verbal, menos en las personas 1ª y 2ª del plural, en las que recae en la vocal temática.
amo [ám-] | rehílo [ríl-] | arraigo [ará-] | ||
postulo [postúl-] | actúo [aktú-] | averiguo [aeí-] |
Se trata de un fenómeno regular, por lo que, si las semivocales son fonemas vocálicos, la asignación del acento sería incorrecta en casos como arraigo y averiguo, a no ser que se trataran como excepciones; sin embargo, la regla de asignación del acento sería totalmente regular y se aplicaría correctamente si consideramos que son fonemas [-vocálicos]. Si las semivocales no pueden ser tratadas como [-vocálicas], lo mismo ha de suceder con las semiconsonantes, clasificadas tradicionalmente entre las consonantes.
También en los trabajos de Harris (1975, 1989a, 1989b y 1991), Hualde (1991) y Roca (1991), inscritos en la fonología generativa, se defiende la independencia de las glides, que deben estar representadas en la estructura subyacente; se basan el mismo argumento de asignación acentual, así como en el carácter no predecible de la silabicidad de las vocales.
4.3.8. Carácter fonemático de las consonantes [j] y [w].
Estos sonidos son las realizaciones consonánticas de los órdenes palatal y labiovelar que hemos mencionado al describir el carácter fonemático de las glides. Pueden no ser considerados fonemas del español. Por ejemplo, Macpherson (1975) asigna las variantes consonánticas palatales, fricativa [] y africada [], al fonema vocálico /i/, y la labiovelar /w/ al fonema /u/. Para determinar los alófonos de /i/ y /u/ (glides y consonantes) utiliza criterios estrictamente distribucionales: todas las variantes están en distribución complementaria, por lo que pertenecen al mismo fonema.
Tabla 12: Distribución de los fonemas /i/ y /u/, según Macpherson (1975)
Fonema |
Alófonos |
Distribución |
/i/ |
[] semiconsonante [] semivocal [] fricativa palatal [] africada palatal |
Entre consonante y vocal (pie) Entre vocal y consonante (caigo) o entre vocal y pausa (hay) Entre vocales (mayo, mi yerno, la hierba) Principio de grupo rítmico (yute) o tras n o l (un yate, el yate) |
/u/ |
[] semiconsonante [] semivocal [w] labiovelar26 |
Entre consonante y vocal (bueno) Entre vocal y consonante (jaula) Entre vocales (ahuecar, este u otro) o en inicial de sílaba (hueco, las huertas) |
Tampoco Hockett (1955) reconoce la existencia de estos fonemas y clasifica las realizaciones consonánticas [j] y [w] como variantes de los fonemas vocálicos /i/ y /u/, respectivamente.
Los incluyen entre los fonemas del español las obras ya citadas de Bowen y Stockwell (1955 y 1956), Hara (1973), Martínez Celdrán (1989), y King (1952), en su estudio sobre el español de Méjico. También la RAE (1973: 37), pero sin aportar ninguna argumentación (los define como "sonantes de deslizamiento").
Harris (1975: 41 ss.), desde los presupuestos de la fonología generativa, considera que las consonantes [] y [] son dos entidades fonemáticas perfectamente diferenciadas de las glides y de las vocales de los órdenes palatal y labiovelar. Son segmentos que se producen con fricción, por lo que son consonantes obstruyentes y no glides. La diferencia con las vocales queda demostrada por el distinto comportamiento de ambos tipos de segmentos ante los fenómenos de asimilación:
(1) [s] se sonoriza ante [] y [], pero no ante [i] y [u].
(2) [l] y [n] asimilan su punto de articulación en contacto con [] y [], pero no con las vocales.
Con todo, lo común en la bibliografía (gramáticas y manuales) es consignar entre los fonemas del español la fricativa palatal sonora //. Analizaremos los trabajos de Monroy Casas (1980) y Martínez Celdrán (1989), que presentan novedades en la clasificación tradicional. En cambio, no suele incluirse un fonema consonante labiovelar /w/; por ejemplo, Canellada y Madsen (1987: 39), disintiendo explícitamente de la Academia, rechazan su inclusión en el repertorio de fonemas del español, pero lo justifican aduciendo simplemente que "no les parece necesario".
4.3.8.1. Las variantes consonánticas palatales.
Existen discrepancias en la caracterización del fonema consonante palatal y de sus alófonos. La opinión generalizada es considerar que este fonema se realiza en dos variantes, fricativa [] y africada [], cuya distribución, descrita por Navarro Tomás (1918: §§ 119-120) y generalmente asumida es:
(1) []: en posición inicial de sílaba cuando está precedido por las consonantes [n] y [l] (cónyuge, el yugo, un yunque, con hierro, el yesero).
(2) []: en posición inicial de sílaba siempre que no esté precedido por las consonantes [n] y [l] (cayado, mi yerno, hermano y hermana, de hierro).
En posición inicial de sílaba acentuada, después de pausa, alternan la africada y la fricativa, predominando la primera en la pronunciación lenta, fuerte o enfática, y la segunda en la pronunciación familiar, rápida o descuidada.
Monroy Casas (1980) y Martínez Celdrán (1989) disienten de la opinión general.
Monroy Casas (1980: 97-100) defiende la existencia de un fonema oclusivo sonoro [], con dos variantes: oclusiva [] y fricativa []. El alófono oclusivo se realizaría en posición inicial de grupo fónico y tras consonante stop. Para el autor, las consonantes stops son aquéllas en cuya emisión tiene lugar contacto entre los articuladores: las oclusivas, las nasales, las laterales y las vibrantes, por ejemplo, en coadyuvar, abyecto, al yate, en yema, uncir yuntas (cf. Monroy Casas, 1980: 98, n. 14). El alófono fricativo se realizaría tras consonante no stop y en posición intervocálica.
La inclusión en el sistema fonológico del español de un fonema oclusivo se ajusta mejor a la realidad fonética: el autor ha observado en sus trabajos experimentales que el hablante de español académico pronuncia una oclusiva en los contextos donde se ha descrito habitualmente una africada, aunque no niega que la realicen otros hablantes (cf. Monroy Casas, 1980: 95-96).
Además, existen razones de patrón congruente para alinearlo con los fonemas oclusivos sonoros, por la distribución de los alófonos y el comportamiento fonético observado:
(a) La sonorización de /s/ en contacto con [] y no con /i/ (que distingue, por ejemplo, las hierva [] de la sierva [si]) sigue el proceso general de dicho fonema ante oclusiva sonora.
(b) La no fricativización de /b/ en una secuencia como [..'], que se daría si /b/ no precediera a una consonante oclusiva.
Para Martínez Celdrán (1989) no existe un fonema fricativo sonoro en el orden palatal sino uno aproximante /j/, con dos alófonos: aproximante [j] y africado []27. La variante aproximante también puede ser la realización del fonema glide //: hoy / hoy es tarde.
Martínez Celdrán (1989: 99-100) propone las siguientes reglas para la diferenciación de los tres fonemas palatales (vocal, glide y consonante):
(1) Si sólo puede ser [i] o alterna con ella, entonces se trata del fonema /i/:
piso, quito [i]
con ilusión [i] - la ilusión [] semivocal
si fumas [i] - si haces [] semiconsonante
(2) Si sólo puede ser /j/ o [] o alterna con ellas, entonces se trata del fonema [j]:
mayo, payaso [j]
hierba, hierro, yeso [j] o []
cónyuge []
(3) Si sólo puede ser la semiconsonante [] o la semivocal [] o alterna con ellas, entonces se trata del fonema glide [].
cielo [] semiconsonante
peine [] semivocal
hoy es [j] - hoy no es []
rey [] - reyes [j]
Si algún caso no queda explicado por estas reglas será por motivos morfofonológicos. Por ejemplo, la conjunción copulativa y está formada por un morfofonema en el que alternan cualquiera de los tres fonemas siguientes, según reglas precisas: /i/, //, /j/, /e/; también, las formas verbales del tipo huir / huyó, oír / oyó, donde alternan vocal y consonante, hecho imposible en el nivel fonológico. En cambio, son explicables fenómenos como el de rey / reyes o el de voy por naranjas / voy a comer.
4.3.8.2. Las variantes consonánticas labiovelares.
Un problema que presentan estas consonantes es la alternancia de [w] con [] y [], y la clasificación fonológica de las distintas realizaciones. Resumimos las opiniones de Alarcos (1965), Malmberg (1961), Hara (1973), Monroy Casas (1980) y Martínez Celdrán (1989).
Para Alarcos (1965: 163-165), el sonido inicial de hueso y huevo es un alófono [] semiconsonante, una variante prenuclear del fonema /u/, que puede alternar con las realizaciones de la combinación difonemática /gu/. En posición inicial de palabra se desarrolla un elemento consonántico fricativo, generalmente, aunque también puede ser oclusivo que en el decurso forma con[e] una sílaba distinta a la del fonema que lo precede:
hueso [éso] ~ [éso] ~ [éso]
los huesos [loz-ésos] ~ [loz-ésos]; *[lo-sésos]
La no resilabación en estos casos puede ser explicada por el elemento consonántico o por una juntura, y permite diferenciar pares de secuencias como son nuevos / son huevos, haz zuecos / haz huecos, la suela / las huela. En los ejemplos de consonantes iguales en contacto en el límite entre palabras, también puede argüirse que es el alargamiento de la consonante lo que permite la distinción. Estas variantes reforzadas [] y [] se asemejan en su distribución a las variantes consonánticas de //.
Por otro lado, el fonema /g/ entre una vocal y el sonido [] semiconsonante puede realizarse como cero fónico:
agua [áa] ~ [áa]
igual [iál] ~ [iál]
lo guardo [loáo] ~ [loáo]
Las realizaciones [] y [] semiconsonante del grupo de fonemas /g/ + /u/ de estos ejemplos se pueden identificar con las variantes citadas de los huesos [loz-ésos] ~ [loz-ésos]. Por tanto, el sonido semiconsonante [] puede ser la realización fonética del fonema /u/ y la realización, en alternacia con [] de la combinación de fonemas /g/ + /u/ en posición prenuclear. Si ante el fonema /e/ la grafía que representa estas variantes es hu-, se debe a la normativa ortográfica, en los tiempos clásicos se encuentran ejemplos como güerto y güevo.
Las variantes [w] y [w] (distintas del fonema /u/) no son realizaciones de un fonema independiente labiovelar /w/ o labializado /gw/, lo demuestran la identidad de [] con las correspondientes variantes de /g/ (con hueso, con guasa, con gasa representan la misma [g] oclusiva) y la de [] semiconsonante con las del fonema /u/; en caso contrario, también se deberían considerar como unidades monofonemáticas las consonantes labializadas */bw, pw, tw, dw, nw, kw, lw, .../ para los casos de vuelta, puesto, tuerto, duela, nuevo, cuero, luego, etc.
En resumen, para Alarcos no existe un fonema labiovelar /w/ o labializado /gw/ por la variabilidad de /g/ desde [g] al cero fonético, por la juntura que necesariamente le precede y la sonorización de la consonante anterior cuando es sorda (tanto en los huertos como en los gatos el fonema /s/ se pronuncia [z]).
A diferencia de Alarcos, Malmberg (1961) propone un fonema oclusivo velar labializado sonoro /gw/, además del correspondiente sordo /kw/ (de cuando). Para este fonetista, la relación que se establece entre [kw] : [gw] : [w] es la misma que existe entre [p] : [b] : [].
Malmberg, constata el fenómeno fonético del refuerzo de las vocales altas en posición inicial ante núcleo silábico. El paso de hue- inicial a güe- (huevo), con pronuciación labiovelar o velar labializada, que se observa en los dialectos peninsulares y en América, es una manifestación de la tendencia de la lengua española por el tipo silábico abierto (CV). Esta tendencia también transforma las semivocales finales de sílaba en verdaderas consonantes en posición inicial (ley-leyes). Por otro lado, también se puede constatar la inestabilidad de g delante de un elemento labiovelar en español, un ejemplo histórico es agora-ahora. Esa inestabilidad hace que el grupo [], o [] (agua, aguardar) se reduzca a menudo en [w] en una articulación rápida y descuidada: ['awa], [awar'a].
Según Malmberg, es evidente que el sistema fonológico del español evoluciona hacia una confusión de los grupos hu- y gu- ortográficos. La diferencia entre ellos es más gráfica que fonética, lo prueba el hecho de que todos los préstamos de las lenguas americanas con hu- [w] inicial hayan sido hispanizados con gu- (guanaco, guano, guarango, etc.).
Para Hara (1973: 191-193) las variantes consonánticas velares [gw] (un hueco) y [w] (hueco, huidizo) deben ser consideradas fonológicamente como realizaciones de un fonema velar labializado /gw/. Esos alófonos estarían en distribución complementaria en posición interior: tras consonante [n] se realiza [gw] (un hueso); en cualquier otro contexto, [w] (el hueso). En posición inicial absoluta se neutralizarían: /gwébo/ se puede realizar indistintamente como [gwévo] o [wéo].
Las distribuciones presentadas por Hara y el empeño de neutralizar [gw] y [w] han sido criticados por Monroy Casas (1980: 89). Las pronunciaciones [gwévo] y [wéo] se han de interpretar fonológicamente como /gwébo/, mientras que [wéo] correspondería a /wébo/. De igual modo, [awa] es /ágwa/ y [áwa], /áwa/. Sin embargo, no es posible la realización de guateque /gwatéke/ como *[watéke], ha de ser [gwatéke] o [watéke], según el contexto. En estos ejemplos se observa que [w-] es intercambiable con [gw-] y [w-], pero no viceversa.
El análisis de Monroy Casas (1980: 101-102) parte del supuesto de que u en contacto con vocales con el rasgo [-alto] presenta una fuerte tendencia a la velarización, que ha de ser considerada como un rasgo inherente del sonido. Los fenómenos de vocalización, consonantización y alternancia con /b/ en el orden labiovelar descritos en la bibliografía se pueden explicar sin recurrir al bifonematismo: son una consecuencia de la doble articulación labiovelar. El sonido [] semiconsonante presenta los rasgos de labialidad y velaridad simultáneamente, lo cual explica las alternancias []-[] y []-[], en una tendencia al debilitamiento. En el primer caso, se pierde el rasgo consonántico de velaridad y se mantiene el de labialidad: abuelo [aélo] - [aélo]; mientras que en el segundo, se pierde el rasgo de labialidad y se mantiene el de velaridad: agua [áa] - [áa]. Además, para interpretar los datos se ha de tener en cuenta la puntualización de Ladefoged (1975: 142) sobre la realización en el español de [] como aproximante y no como fricativa; la relajación que se observa en las oclusivas sonoras tiene como paso siguiente en el habla menos cuidada la total desconsonantización. Los casos de refuerzo de la semiconsonante [] en [g] o [] se explican como una acentuación del rasgo velar: la huerta [la éta] - [la éta], huevo [éo] - [géo]. La forma [aélo], que alterna con [aélo] - [aélo], sería otro ejemplo de ese refuerzo.
Monroy Casas (1980: 103-104) no propone un fonema labiovelar en el español. Las realizaciones de las grafías g y hue (gula, Congo, huerto; la gula, alga, los huesos, agüero, augusto, etc.) corresponden al fonema velar /g/. En cambio, la grafía hu no seguida de e se pronuncia como semiconsonante [], alófono de la vocal /u/. Con esta interpretación fónica de las grafías se establece que huevo o hueco admiten refuerzo velar, no así huidizo, Huarte o Huidobro, casos en los que Monroy Casas no cree que la pronunciación de u inicial ante vocal [-alta] se realice como []: *[ i'doo].
Martínez Celdrán (1989: 94-95) opina que no existe diferencia fonética entre [w] y [w], es decir, una [u] consonantizada (la que se realiza en las úes iniciales de palabra: huevo, hueso) y una aproximante velar labializada (en la pronunciación del grupo ortográfico gu, seguido de vocal: guante, igual): son un único sonido y un único fonema, /w/.
Una prueba es la confusión de los estudiantes españoles de inglés, cuando empiezan a estudiar dicha lengua, de las palabras good y wood: la pronunciación de ambas suele ser [wud] porque la /g/ no suele ser pronunciada con la total oclusión que exige la fonética inglesa y se asimila a la aproximante española. En casos como oler / huelo, con pronunciación ['welo], se confirma la monofonematicidad de [gw-] [w], puesto que la consonante velar "no podría salir de ninguna parte".
Además, si pudieran diferenciarse dos sonidos, no cumplirían las reglas que exigen la separación de un grupo en dos fonemas: no serían conmutables ni podrían separarse en dos sílabas diferentes.
En las siguientes conmutaciones se observa que /w/ es una consonante:
igualar | [iwua'lar] | /w/ |
inhalar | [ina'lar] | /n/ |
hueso | ['weso] | /w/ |
yeso | ['jeso] | /j/ |
peso | ['peso] | /p/ |
beso | ['beso] | /b/ |
gasa | ['gasa] | /g/ |
guasa | ['wasa] | /w/ |
pasa | ['pasa] | /p/ |
basa | ['basa] | /b/ |
Si fuera un alófono, tendría los paralelismos que hemos observado en la glide palatal, sin embargo, el paralelismo lo establece con la consonante palatal laxa, //.
El fonema aproximante labiovelar presenta como realizaciones una oclusiva [gw] y una aproximante [w], igual que las sonoras /b/, /d/, /g/ y la palatal /j/. Para diferenciarla de su homólogo /g/ se ha de añadir el rasgo [bemolizado].
4.3.9. Representación fonológica de las vibrantes.
Las descripciones fonológicas tradicionales del español registran un fonema vibrante simple // y un fonema vibrante múltiple /r/. Para la fonología generativa (cf. Harris, 1975: 67-77 y 1991: 82-91), sólo el segmento vibrante simple aparecería en la estructura subyacente (equivalente al nivel fonémico); el segmento vibrante múltiple se derivaría de aquél mediante reglas.
Harris (1991) propone un conjunto de reglas que permiten generar los dos segmentos vibrantes de las representaciones fonéticas, simple // y múltiple /r/, a partir de un único segmento, vibrante simple //, de la representación subyacente. Las derivaciones parten de la asignación previa de la estructura silábica. En los contextos donde no existe oposición, las reglas formalizan las realizaciones que hemos descrito, incluyendo la elisión de la vibrante simple ante múltiple:
(1) ---> r / [+cons] ____
|
R
La vibrante simple subyacente se realiza como vibrante múltiple cuando precede a otra consonante situada en la rima.
(2) ---> r /
xo [ _____La vibrante simple subyacente se realiza como vibrante múltiple cuando está en posición inicial de una palabra de cualquier categoría
xo.(3) ---> Ø / _____ r
La vibrante simple se elide cuando precede a una consonante vibrante múltiple, que ha de ser la realización de otra simple subyacente. Esta regla se ha de aplicar después de las reglas (1) o (2).
(4) ---> r (habla enfática)
|
R
En el habla enfática, una vibrante simple se realiza como múltiple cuando está en la rima. Esta regla no se aplica ante la vocal de la palabra siguiente en el decurso (mar azul). La relación que se establece entre ambas vibrantes es de refuerzo y no de debilitamiento:
r --->
|
R
Una palabra como amo [ - r] se puede realizar con vibrante simple o múltiple final, pero cuando se le añade un sufijo flexivo (amores) o derivativo (amoroso, amorío) que sitúe este segmento en posición de ataque siempre se realiza como vibrante simple. Esto prueba que en la representación subyacente debe constar // y que el proceso fonológico es de refuerzo.
El problema es derivar la vibrante múltiple en la posición de pertinencia. Harris propone para la realización [r] intervocálica una representación subyacente de dos segmentos simples // - // geminados. El segundo se realiza como múltiple por la aplicación de la Regla (1) y el primero se elide por la aplicación de la Regla (3) en una ordenación cíclica. En el siguiente ejemplo mostramos la derivación de [r] a partir de una vibrante simple geminada subyacente (cf. Harris, 1991: 88):
A R A R
| /\ | | Asignación de la estructura silábica
p e a (determinada unívocamente)
r Regla (1)
Ø Regla (3)
p e - [r] a Educto
La representación con // geminada tiene algunas ventajas. Es capaz de explicar hechos fonológicos generales: la realización como vibrante múltiple en el contexto intervocálico a través de reglas que se aplican regularmente. En los siguientes ejemplos mostramos aplicaciones regulares de las reglas que intervienen en la derivación /./ --> [r]: corre, alrededor, amor romántico.
(a) corre
|
/./
|
[ - r] (Regla 1)
|
[Ø - r] (Regla 3)
(b) alrededor
|
/C - /
|
[C - r] (Regla 1)
(c) amor romántico,
|
/ . /
|
[ - r] (Regla 2)
|
[Ø - r] (Regla 3)
En opinión de Harris (1991: 89-90), su propuesta también permite explicar hechos morfofonológicos particulares de determinadas unidades léxicas; así, "la derivación de [r] intervocálica a partir de una geminada subyacente hace posible un tratamiento no ad hoc del tema irregular de futuro que[r]- del verbo cuyo infinitivo es querer. [...] Si derivamos la [r] de cualquier otra fuente por ejemplo /r/ necesitamos una sustitución fonemática ni documentada ni motivada independientemente, o bien recurrir a un proceso idiosincrásico de suplencia". Los ejemplos que recoge de las formas de futuro son los siguientes:
a. Regular:
b. Irregular |
Tema comer- mover-
pod(e)r- quer(e)r- |
Desinencias de número y persona
-é, ás, á, etc. |
La derivación del futuro del verbo querer es como sigue (cf. Harris, 1991: 98):
R A
/\ |
k e + 'e Asignación de la estructura silábica
r Regla (1)Ø Regla (3)
k e [ r ] e EductoNOTAS
1. Nos referimos a Grundzüge der phonologie, obra póstuma de Trubetzkoy publicada en 1939. En adelante, citaremos esta obra por la edición española de 1973 (Editorial Cincel), una traducción de Delia García Giordano con la colaboración de Luis J. Prieto.2. El primer trabajo sobre las relaciones entre los rasgos distintivos y las propiedades de la señal sonora fue el de Jakobson et al. (1952). Siguiendo la propuesta de estos autores, los rasgos distintivos tienen correlatos en cada una de las tres etapas del proceso de comunicación: articulatorios, acústicos y perceptivos. Esta obra constituyó la génesis de una línea de investigación que estudia las relaciones entre la fonética y la fonología a través de los rasgos. Entre los estudios dedicados a determinar los indicios acústicos de los rasgos distintivos destacaremos los ya clásicos de Delattre (1958, 1968 y 1970).
3. Para la definición de los rasgos pueden consultarse las obras de Jakobson y Halle (1956) y Jakobson et al. (1952). Tres obras españolas en las que también consta su definición son los manuales de Alarcos (1965) y Quilis (1993) y la gramática de Alcina y Blecua (1975).
4. El autor se apoya en las siguientes obras: Sommerstein (1977), Jakobson y Waugth (1987) y Landercy y Renard (1977).
5. Normalizamos los sistemas de notación fonética utilizados por los distintos autores que citaremos adaptándolos al AFI.
6. Como indica Martínez Celdrán (1989:76, n.3), ya Trager (1939) hizo una clasificación de los fonemas del español con cuatro órdenes articulatorios, y después de Alarcos, Pottier (1972).
7. Acústicamente, la realización de los fonemas densos "se caracteriza por una concentración más elevada de energía en una zona relativamente estrecha, central de su espectro, acompañada de un aumento de la cantidad total de energía y de su expansión en el tiempo. [...] el rasgo difuso se caracteriza por una concentración más reducida de energía en la zona central del espectro, acompañada de una disminución de la cantidad total de energía y de su expansión en el tiempo" (Quilis, 1993:114-115). Articulatoriamente, el carácter denso o difuso de un fonema depende de la relación entre la forma y el volumen de las cavidades de resonancia anterior y posterior al lugar donde se realiza la articulación: en los fonemas densos el resonador tiene forma de cuerno, el volumen decrece desde la parte anterior a la posterior, mientras que en la realización de los fonemas difusos la cavidad es relativamente amplia, con una abertura pequeña (cf. Jakobson y Halle, 1956). En la división de estos rasgos, Quilis sigue a Halle (1957), quien observó que en los sistemas vocálicos con más de dos grados de abertura los fonemas medios /e/, /o/, // y // son relativamente compactos con relación a /i/ y /u/, y relativamente difusos con relación a /a/, de ahí que en un sentido estricto no puedan ser caracterizados ni como compactos ni como difusos. Según la propuesta de Halle, que supone una ruptura del binarismo, vocales y consonantes forman subsistemas separados para la asignación de estos rasgos. Así como los fonemas consonánticos se oponen por el par [compacto / difuso] (los compactos son no difusos y los difusos, no compactos), en las vocales se distinguen dos parejas de oposiciones, que ejemplificamos con los fonemas del español: la vocal compacta /a/ se opone a todos los demás fonemas vocálicos, /i/, /u/, /e/ y /o/, que son no compactos, y estos se dividen en difusos, /i/ y /u/, y no difusos, /e/ y /o/. De hecho ya Jakobson et al. (1952:27), en la descripción del par [denso / difuso], habían señalado una configuración articulatoria distinta para esos dos tipos de fonemas: en la producción de las consonantes el carácter denso o difuso está determinado por las diferencias de volumen de los resonadores (en la realización de los fonemas densos predomina la cavidad bucal y en la realización de los fonemas difusos predomina la cavidad faríngea), pero en las vocales depende de la diferente sección de paso que haya entre ellos: cuanto mayor sea ésta, mayor será la compacidad.
8. Mantenemos la definición como sordos de estos fonemas, pero como veremos más adelante es otro punto de conflicto en la caracterización del sistema fonológico de español.
9. Las definiciones de estos fonemas ejemplifican la doble clasificación de Alarcos: en el cuadro de la página 179 utiliza los rasgos distintivos [continuo / interrupto], mientras que en la definición fonológica (§ 5.2) sigue un criterio articulatorio, refiriéndose a ellos como 'oclusivo' / 'fricativo'. Además, así como en la tabla constan los pares binarios [vocal / no vocal] y [consonante / no consonante], en la definición los reduce a [líquido / no líquido], es decir, fonemas consonánticos que poseen los rasgos [+vocal, +consonante] frente a fonemas que poseen los rasgos [-vocal, +consonante], respectivamente.
10. Canellada y Madsen (1987:39) aportan un segundo argumento: las neutralizaciones, que son la mejor indicación del parentesco entre los fonemas: "encontramos que en las codas silábicas hay muchos casos de suspensión de oposiciones entre los elementos de los órdenes labial, dental, alveolar y velar. Tal neutralización no se da nunca entre las obstruyentes del orden palatal y tampoco se daría si incluyéramos el fonema /s/ en ese orden".
11. La clasificación del fonema // también ha sido analizada por Veiga (1984), que propone aislarlo del sistema mediante rasgos específicos, como el africado. Martínez Celdrán (1989:88, n. 33) señala dos objeciones a esta propuesta: mezcla rasgos articulatorios y acústicos y no es económico.
12. Según Alarcos, la pronunciación del fonema /x/ en posición final de palabra, lugar en el que aparece muy pocas veces, puede ser relajada o con sonorización en [] (al menos ante consonante sonora en el grupo sintagmático: el carcaj de Apolo); pero puede producirse su elisión: reló. También recoge una cita de Amado Alonso (1945, p. 94) sobre el tema: "Aunque la pronunciación reloj es normal, reló se dice desde el siglo XVII; por boj y troj, se prefiere boje y troje; carcaj es del vocabulario poético-mitológico; borraj es hoy bórax." En cuanto a la ocurrencia de /f/ en la distensión silábica, se da en "palabras poco corrientes y no del fondo autóctono del español, sino aportaciones cultas recientes" (Alarcos, 1965: 181, n. 2); menciona los ejemplos de nafta, naftalina, afgano, difteria.
13. Alarcos señala que en el habla vulgar también se neutraliza la oposición // - /d/, que alterna con realización cero: adjetivo [a.xe.'ti.o] / [a .xe.'ti.o] / [a.xe.'ti.o].
14. Martínez Celdrán utiliza distintos signos para diferenciar las representaciones de la nasal palatalizada y la nasal palatal; lo mismo que en el caso de las laterales. Nosotros también diferenciamos ambos tipos de sonidos. Quilis, en cambio, utiliza un mismo signo.
15. Indica Martínez Celdrán (1989: 53) que en este ejemplo sería difícil que se perdiera el elemento consonántico por la existencia de la palabra aleta.
16. En la bibliografía del español (gramáticas y manuales especializados) suelen mencionarse realizaciones fricativas de estos fonemas, en lugar de realizaciones aproximantes: por ejemplo, en las obras de Alarcos (1965 y 1994), Alcina y Blecua (1975), D'Introno et al. (1995), Gil (1988), Marcos Marín (1984), Navarro Tomás (1918), Quilis (1981 y 1993), (Quilis y Fernández, 1975), RAE (1973) y Seco (1989); aunque existen excepciones: Martínez Celdrán (1985), Canellada y Madsen (1987) y Aguilar y Andreu (1991). Es cierto, como señala Gil (1988: 99-100), que la frontera entre ambas categorías es borrosa, pero sólo lo es desde el punto de vista articulatorio: en ambos tipos de sonidos, los órganos se acercan -sin que se produzca una oclusión total- hasta dejar un pequeño canal de salida del aire, con una constricción algo menor en las aproximantes. Sin embargo, acústicamente se diferencian con claridad: en los sonidos fricativos, la salida del aire forma una turbulencia -ruido de fricción- que está ausente en los aproximantes; es un hecho observable en los documentos fonéticos, además de la forma aperiódica de la onda sonora y las concentraciones de energía en las zonas de la frecuencias altas. Las características acústicas de los alófonos [], [], [] a las que hacemos referencia obligan a caracterizarlos como aproximantes: poseen una estructura formántica claramente definida, aunque sin valores estacionarios, ya que las frecuencias de sus formantes dependen del contexto vocálico adyacente; por ello, han sido definidos como 'sonidos de transición' (cf. Abercrombie, 1967).
17. La Academia es contradictoria en su caracterización de los fonemas /b/, /d/, /g/. En la lista de la página 34, omite el rasgo oclusivo en estas consonantes, y las define, respectivamente, como "bilabial sonoro o ensordecido", "dental sonoro o ensordecido" y "velar sonoro o ensordecido". Más adelante (página 36), al describir los distintos subsistemas fonológicos del español, indica que /b/, /d/, /g/ comparten el carácter oclusivo de /p/, /t/, /k/, y en el cuadro de fonemas del español de la página 37, las define como oclusivas sonoras. Es evidente que en un fonema no pueden concurrir los rasgos de sonoro o ensordecido; más aún, el ensordecimiento no es un rasgo atribuible a un fonema sino una característica propia de las realizaciones alofónicas.
18. De nuevo debemos mencionar las contradicciones de la Academia en la caracterización de los fonemas del español: en el cuadro de la página 37, /s/ y // constan como sordos, mientras que en la lista de fonemas de la página 34 se omite dicho rasgo. En la descripción de los subsistemas fonológicos, la RAE indica que // comparte con las oclusivas sordas la falta de sonoridad (p. 36), pero no menciona nada acerca de /s/.
19. Martínez Celdrán (1989: 76, n. 5), señala la contradicción en la que incurren Canellada y Madsen (1987). Si cuestionan la caracterización como oclusivos de los fonemas /b/, /d/, /g/, no deberían caracterizar /s/ y // como sordos; la argumentación es la misma: este rasgo contradice una de las variantes del fonema, ya que existen alófonos sonoros, como reconocen los mismos autores (cf. Canellada y Madsen, 1987: 36 y 38).
20. Quilis (1993: 119-120) subdivide el par [grave / agudo] en [grave / no grave] y [agudo / no agudo], justificándolo con la siguiente aclaración: "Sobre la dicotomía grave/agudo se levantaron polémicas, porque no convenía a determinados grupos de consonantes, como, por ejemplo a las nasales. Jakobson propuso la solución de subdividir estos rasgos distintivos en las lenguas que tuviesen tres fonemas consonánticos nasales: /m/, /n/ y //". Esta clasificación de los rasgos permite diferenciar articulatoria y acústicamente las tres nasales. Los rasgos [grave / no grave] tienen su correlato articulatorio en una cavidad de resonancia amplia y no dividida (/m/), frente a una cavidad no amplia y dividida (/n/ y //). Los rasgos [agudo / no agudo] presentan, dentro de una cavidad dividida, un resonador más amplio en el no agudo (/n/) que en agudo (//). El rasgo [grave] se manifiesta por medio de una concentración de energía en las frecuencias bajas, y el rasgo [no grave] presenta una concentración de energía en las frecuencias no bajas, es decir, en las altas y en las medias. El rasgo [agudo] se caracteriza por una concentración de energía en las frecuencias altas, mientras que en el rasgo [no agudo] la concentración de energía se da en las frecuencias no altas, es decir, en las medias.
21. Utilizamos el anglicismo "glide" para designar las vocales /i/ y /u/ no silábicas (cuando forman diptongo con otra vocal que constituye el núcleo de la sílaba). En la terminonología inglesa también se usa la palabra "semivowel" para designar el mismo concepto. Se distingue entre "on-glide", la "semiconsonante" de la terminología fonética española, y "off-glide", la "semivocal" (por ejemplo, Bowen y Stockwell, 1955); otros términos ingleses equivalentes son "pre-vocalic glide" y "post-vocalic glide". El anglicismo glide (para el que nos permitimos la licencia normativa de no usar cursivas ni comillas) está recogido en algunos diccionarios de lingüística (por ejemplo, en Cerdá, 1986, y Mounin, 1986); pero no suele constar en los diccionarios tradicionales del español (RAE, 1992, y Moliner, 1966-1967). Otros términos utilizados para designar a estos segmentos son "paravocal" (en la traducción española de Harris, 1991; original inglés de 1983) y "deslizadas" (en D'Introno et al., 1995).
22. También defienden esta postura, diversos trabajos sobre variantes americanas del español: Chavarría-Aguilar (1951), sobre el español de Costa Rica; King (1952), sobre el español de Méjico; Silva-Fuenzalida (1952-1953), sobre el español de Chile (citados por Bowen y Stockwell, 1955, y Hara, 1973); Malmberg (1950), sobre el español de Argentina, y Robe (1960), sobre el español de Panamá (citados por Hara, 1973); además de los manuales de Cárdenas (1960) y Estarellas (1963), también citados en Hara (1973). En esta obra encontramos un extenso estado de la cuestión donde revisa un gran número de trabajos publicados hasta la fecha.
23. Martínez Celdrán (1989: 79-80) señala la contradicción de Alarcos al presentar el mismo argumento para unir las glides palatales e [i] en un mismo fonema y separar [i] y [j] en dos fonemas diferentes. Según Alarcos, la semiconsonanate [], la semivocal [] y la vocal [i] son variantes combinatorias de un único fonema /i/ porque "No son sonidos que se oponen en el sistema, sino que contrastan en el decurso"; mientras que los fonemas consonante palatal y vocal palatal se opone porque "vocal y consonante se excluyen totalmente del mismo contexto en el decurso [...] no se oponen paradigmáticamente, sino que contrastan sintagmáticamente". Para Alarcos, los términos "sistema" y "paradigma" son sinónimos, al igual que "decurso" y "sintagma" (cf. Alarcos, 1969: § 18, y 1977: 53).
24. Los trabajos que revisan el artículo de Bowen y Stockwell (1955) indican que estos autores proponen la asignación de las glides a fonemas consonánticos (p. ej., Hara, 1973; Macpherson, 1975; y Morgan; 1984, Aguilar, 1994), pero las descripciones fonéticas del artículo no son suficientemente claras:
"[...] in phonetic transcriptions [...] [y] before a vowel is a on-glide from high-front tongue position; [] is the same combined with palatal friction; [w] before a vowel is a on-glide from high-back tongue position; [] is the same combined with velar friction. The symbols after a vowel denote off-glides toward high-front or high-back position" (Bowen y Stockwell, 1955: 400).
Por tanto, en las realizaciones fonéticas que transcriben, [y] y [w] son lo que en la tradición española se denominan semiconsonantes y semivocales (palatal y labiovelar, respectivamente), que transcribimos como [] y []; [] correspondería a una fricativa palatal sonora, que transcribimos como [], y [] a una fricativa velar sonora labializada. En el AFI, este último sonido se transcribe [w].
Si en las transcripciones fonémicas Bowen y Stockwell utilizan los mismos signos /y/ y /w/ para representar los fonemas propuestos, se han de interpretar como fonemas glides. Sin embargo, también tenemos la siguiente definición para [y]: "[...] is the tense voiced prepalatal spirant of /kabáyo/ y /yó/". Se refieren a una consonante. Lamentablemente, para /w/ no incluyen ninguna definición, como ya hemos indicado. Sí queda claro el carácter vocálico de los sonidos iniciales de y ha visto y u oca, que transcriben como [] y [] y definen como "extra-short vowels".
J. W. Harris (1975: 41) criticó la caracterización de estos segmentos: "No sabemos, desde luego, cómo habrían sido caracterizados los segmentos que se acaban de describir como poseedores de fricción velar y palatal [...] en una teoría fonológica que utilizara el criterio de los rasgos distintivos. Las descripciones dadas, sin embargo, denominan explícitamente a estos sonidos semivocales o glides con una especie de mezcla fonética peculiar de ruido fricativo".