Estudios de Lingüística del Español (ELiEs)
Cortesía y descortesía: teoría y praxis de un sistema de significación / Alexandra Álvarez Muro


6.1.1 Rutinas de la prosodia

Repetidamente se ha afirmado que la cortesía se realiza a través de la entonación. En la mayoría de los estudios de prosodia que tratan el tema de la cortesía, se dice que ésta se percibe por el comportamiento del entonema ascendente de las preguntas, o la trasposición del contorno entonativo de pregunta, lo que sugeriría que la sola forma interrogativa de estas emisiones implicaría también la cortesía. Sin embargo, esto no se evidencia en los estudios realizados sobre la frase cortés en el español de Mérida (Álvarez y Blondet81 2003; Blondet y Álvarez, en prensa). En la prosodia está una parte muy importante de las elecciones que hacen los hablantes para comunicar su mensaje. Tannen (1984) sostiene, en este sentido:

Todo lo que se dice debe decirse cierto ritmo, en un cierto tono y amplitud, con cierta melodía, en un cierto punto de la interacción. Todas esas y numerosas otras elecciones determinan el efecto de un enunciado en la interacción e influencia los juicios que se hacen tanto sobre lo que se dice, como sobre el hablante que lo dice (p. 8).

Por otra parte, Trubetzkoy señala que toda manifestación hablada es al mismo tiempo una manifestación (o una expresión) del locutor, un llamado al oyente (o a los oyentes) y una representación del estado de cosas (Trubetzkoy 1987:13). Aplicando este esquema al aspecto fonológico del lenguaje se explica que podamos percibir a la vez quién habla, en qué tono lo hace y qué dice; pero en estas tres modalidades hay una única impresión acústica que descomponemos en sus tres partes constitutivas. Así percibimos, por ejemplo, ciertas particularidades de la voz como la expresión del locutor; otros elementos como un medio para provocar en el oyente determinados sentimientos y, finalmente, otros rasgos como marcas que nos permiten reconocer las palabras con significaciones determinadas y frases compuestas por ellas. De esta manera se entiende que las características del sonido se pueden proyectar en los tres planos: el plano expresivo, el apelativo y el representativo.

En el plano fonológico, por lo tanto, hay una serie de elementos el receptor reconoce como corteses porque aparentemente se codifican de forma que puedan ser comprendidos así: hay un patrón de entonación cortés (Blondet y Álvarez, en prensa). Hemos visto que, en la cortesía, el receptor es el objeto de una manipulación por seducción, que deberíamos encontrar también en el plano fonológico a través de la codificación de ciertos rasgos; en efecto, para Trubetzkoy,

Los recursos fonológicos expresivos deben distinguirse de los recursos fonológicos apelativos o desencadenantes. Estos sirven para provocar o "desencadenar" en el oyente ciertos sentimientos. Estos sentimientos son a menudo presuntamente experimentados por el hablante mismo, pero lo esencial es que el oyente sea afectado por ellos. El hecho de que el hablante experimente en realidad estos sentimientos o sólo los finja, es indiferente. La intención del hablante no es expresar sus sentimientos personales sino provocar estos sentimientos (u otros correspondientes) en el oyente (Trubetzkoy, 1987: 19).

Estos rasgos pueden considerarse lingüísticos, porque son significativos. En este sentido, Sosa afirma, cuando habla sobre el alcance tonal de las junturas terminales, que ellas están sujetas por esta razón al control del componente fonológico. Así, sostiene que la información sobre los movimientos al final de la frase "no es solamente emotiva o expresiva, sino también lingüística y por lo tanto necesaria" (Sosa, 1999: 79). Por otra parte, el empleo apelativo expresivo llega a ser tan convencional como su empleo referencial, de modo que no puede trasladarse de una lengua a otra (Trubetkzkoy, 1987:10).

La forma interrogativa se usa generalmente para evitar el empleo del imperativo, que resulta agresivo. Según Puga (1997:95) es incómodo para un hablante tener que pedirle a alguien algo que le pueda suponer una molestia, porque haciéndolo amenaza su imagen negativa. La diferencia pragmática existente entre la pregunta y la frase cortés, una orden atenuada, se observa también en el plano prosódico.

Según Quilis (1988: 396), el uso de la forma interrogativa para la cortesía podría fundamentarse inclusive en razones psicofisiológicas universales: en la mayoría de las lenguas, se realiza un descenso del fundamental o la melodía en los enunciados declarativos, en las órdenes, etc., que son enunciados finitos. Por el contrario, el fundamental es ascendente en la frase implicativa, interrogativa, etc., que son enunciados no finitos. Quilis (1997:445-48) afirma que cuando se transponen funcionalmente los contornos de entonación puede aparecer una forma especial de expresividad: porque si se usa un contorno que tiene una función determinada en otra función, este uso secundario tiene un carácter distintivo de expresividad marcada estilísticamente. Por ejemplo, en español, la entonación cortés toma “prestada” la curva interrogativa para significar cortesía. Como vemos, entonces, una misma curva representa, al menos, dos funciones significativamente diferentes. Haverkate (1994:197) explica también que "... una curva melódica creciente refleja la intención del hablante de expresarse cortésmente...” Por supuesto, el contexto de situación definirá si se trata de una frase cortés o de una frase interrogativa. En resumen, los autores que han escrito sobre cortesía afirman que ésta, prosódicamente hablando, se encuentra en un ascenso de la curva melódica al final de la frase.

El uso de la forma interrogativa no implica que las frases corteses sean realmente preguntas. Las oraciones declarativas, interrogativas o imperativas en un nivel abstracto, son en el uso afirmaciones, preguntas u órdenes. Así, la clásica frase de Searle (1975) ¿me quieres pasar la sal? pragmáticamente es una orden, no una pregunta, si bien atenuada por su forma interrogativa; esto permite diferenciar preguntas y frases corteses, en el plano de la enunciación. Si las preguntas son peticiones de información, las frases corteses son órdenes atenuadas.

La diferencia pragmática se observa también en la prosodia. La inflexión de la interrogación no es tampoco igual a la de la exhortación, pues según el estudio anteriormente citado se trata de un conjunto de estrategias prosódicas, principalmente en las modulaciones de la frecuencia del fundamental (variabilidad), la altura tonal y la duración silábica, las que otorgan cortesía a una frase.82

En Álvarez y Blondet (2003) se grabó y analizó, con el programa Speech Analyzer 1.6 a ocho mujeres merideñas que produjeron dos frases: una exhortativa cortés (¿me compras el periódico?) y una interrogativa (¿cómo te fue en el paseo?) de manera que la variable fue el tipo de frase; de las sílabas que componen estas frases se midió la frecuencia fundamental.

El análisis determinó que el contorno entonativo de la frase cortés no es una mera transposición del contorno entonativo de la pregunta. Los datos muestran que la codificación de la cortesía se realiza a través de la mayor variabilidad melódica y de la mayor altura tonal y también a través de la mayor regularidad temporal y la mayor duración silábica en la frase cortés. En efecto, se encontró que la variabilidad melódica es 24%83 mayor en las frases corteses que en las preguntas. El gráfico 4 presenta las medias de las sílabas de ambos tipos de frases. El conjunto de picos y valles de la curva melódica de la frase cortés no está presente en la curva melódica de una frase interrogativa. Se comprende entonces que en el dialecto estudiado se perciban o traduzcan estas fluctuaciones melódicas como cortesía.

Las modulaciones de la curva melódica generan un ritmo melódico que distingue y caracteriza a las frases corteses, lo que convierte a las fluctuaciones de la curva melódica en claves acústicas relevantes para distinguir una frase cortés de una interrogativa por lo que tienen, como señala Abercombie (1967), importancia lingüística y social. Señalaremos que incluso Carreño (2001: 174) había notado o asociado estas fluctuaciones con la cortesía cuando afirmaba que "nada revela más claramente la educación de una persona, que su conversación y en ella, muy importantes eran el tono y las inflexiones de la voz” (el realce es nuestro).



Gráfico 1.
Comparación de las medias de la frecuencia fundamental de cada sílaba en frases corteses y en frases interrogativas. (Tomado de Álvarez y Blondet, 2003)

El estudio señala asimismo que el pico tonal está en la sílaba acentuada de las frases corteses, hecho que no se observa en las preguntas ni en otros datos del español venezolano. Por otra parte, también varía la altura tonal de ambos tipos de emisiones. Según afirma Sosa (1999:159), "la altura tonal de un enunciado interrogativo es desde su inicio siempre más alta que para la afirmación correspondiente y es esta frecuencia fundamental incrementada uno de los indicadores de que se trata en efecto de una pregunta y no de una afirmación". Es por ello que la codificación de la pregunta se hace desde el inicio de la emisión. Según los datos estudiados, la frase cortés se realiza en un tono más alto que la pregunta, es decir, que es más aguda la primera que la segunda84.

Son entonces, según este estudio, varias las características tonales las que contribuyen a expresar cortesía: mayor variabilidad en el pretonema y un tono alto de la emisión. Estas dos características melódicas acercan la cortesía al canto, de tal forma que la estrategia prosódica manipulatoria que utilizan los hablantes sería la de valerse de ciertas características melódicas del canto para ser corteses. También el estudio de Huron, Kinney y Precoda (2001) encontró que, en la música, el tono ascendente lleva a juicios de mayor cortesía y sumisión. De la misma manera, si el tono alto indica una ausencia de poder, entonces es posible su relación, desde el punto de vista discursivo, con la cortesía, que es una manipulación donde el destinador muestra al destinatario ser agradable y no representar una amenaza para su interlocutor.

En Blondet y Álvarez (en prensa), se estudiaron frases iguales en cuanto a la información segmental, pero con diferentes funciones (afirmación y una exhortación cortés) y se mostró que la cortesía se codifica también a través del ritmo temporal. En este estudio se determinó que las frases corteses tienden a tener mayores contrastes entre las duraciones silábicas, mientras que las frases no corteses las duraciones tienden a ser más regulares, lo que denota un ritmo temporal distinto en ambos tipos de frases. Se observó que, a pesar de que las sílabas eran segmentalmente las mismas para los dos tipos de frases, las duraciones de las sílabas era distinta para cada tipo de frase. Esto evidencia, en primer lugar, que los hablantes poseen un patrón prosódico cortés y, en segundo lugar, que este “modelo” cortés está caracterizado por una alta variabilidad temporal85. Esto significa que existe un mayor contraste entre las duraciones silábicas de las frases corteses que entre las de las frases no corteses.

En conclusión, la frase exhortativa cortés se codifica con matices prosódicos específicos. La estrategia prosódica utilizada por los hablantes merideños para exhortar cortésmente es el ritmo, tanto temporal como melódico. Por una parte, existe un juego mayor entre las duraciones silábicas de la frase cortés que entre las sílabas de la frase no cortés; se asocia el mayor contraste entre las duraciones con un ritmo mayor y es que la frase cortés tiene mayor ritmo temporal que la frase no cortés (Blondet y Álvarez, en prensa).

En cuanto al ritmo melódico, las frases corteses presentan una alta variabilidad melódica y un tono alto, en comparación con la frase no cortés; el ritmo melódico de la frase exhortativa cortés es mayor que el de las frases no corteses: una mayor variabilidad se tiene como más rítmica (Álvarez y Blondet 2003). El hablante merideño utiliza contrastes temporales y melódicos (mayor variabilidad) para textualizar la cortesía.




Notas

81 Versiones anteriores de esta sección son Álvarez y Blondet 2003, y Blondet y Álvarez, en prensa).
82 Entiéndase por variabilidad las fluctuaciones que presenta la frecuencia fundamental dentro de una misma frase. Es decir, el conjunto de ascensos y descensos abruptos que sufre la curva melódica. En Álvarez y Blondet (2003), se analizó la cortesía codificada por la melodía, en tanto que en Blondet y Álvarez (en prensa) se estudió la codificación de la cortesía a través de las duraciones silábicas.
83 El porcentaje de variabilidad para las frases corteses fue de 35,4 %, a diferencia de las frases interrogativas que fue de 11,3 %.
84 Las frases corteses se ejecutan en un tono más agudo (284 Hz., aproximadamente 20 Hz, más ) que el de las preguntas (tono promedio 264 Hz.), e incluso en un tono mayor (268 Hz. ) que la media del tono promedio del español hablado en Mérida ( para la voz femenina 219 Hz. ).
85 La mayor variación o variabilidad temporal podemos ilustrarla numéricamente aplicando la fórmula de variabilidad a las sílabas de la frase cortés: así, las frases corteses poseen un porcentaje de variabilidad de 27.44 , en tanto que las frases no corteses uno de 13.58.





Estudios de Lingüística del Español (ELiEs), vol. 25 (2007)   
 ISSN: 1139-8736