Estudios de Lingüística del Español (ELiEs)
Cortesía y descortesía: teoría y praxis de un sistema de significación / Alexandra Álvarez Muro


5.2 Afecto y cortesía

D:¿Con quien hablo?
A: Con la familia Álvarez.
D: ¿Esa no es la familia Rojas?
A: No, nunca ha sido.
D: ¿Nunca ha sido? Caramba,
parece que me equivoqué. ¿Eso no es
Ejido?
A: No, Las Tapias.
D: Ay, disculpa mi amor, con esa voz
tan bella,
A: Gracias. [risas]
(Conversación telefónica con
desconocido. 30.4.03)

Los campos de la afectividad y la cortesía se confunden, porque en algunas culturas la cortesía se asocia más bien con la cortesía positiva que con la defensa del territorio. La afectividad está muy relacionada con la cortesía, pero no conviene confundir ambos conceptos. Se trata de una estrategia afiliativa porque los hablantes buscan ensalzar al otro, como para parecer, amables, literalmente dignos de ser amados, lo que redunda en el hecho de sentirse en comunión con los demás. La autonomía busca más bien tomar distancia del otro a través del respeto. Entre los hablantes merideños se usan los vocablos cortesía y amabilidad como sinónimos, lo cual muestra que los criterios evaluativos son propios de cada cultura. En el mismo sentido, Placencia (1998: 187) encuentra que los quiteños asocian con buen trato otros términos como: ser amable, cordial, educado, suave en el trato, tener cultura, tener educación y respetar a la gente. En efecto, Placencia señala que los usuarios identifican comportamientos 'amables' y 'descorteses' en la atención al público, de modo que cortesía se entiende en Ecuador –como en Mérida– como amabilidad71.

En lo que respecta a la dimensión intracultural, Haverkate (2004: 55) afirma que, por regla general, se ha visto que las clases socioeconómicas menos privilegiadas muestran una predilección por la cortesía positiva inclinándose a establecer lazos de solidaridad grupal.

En un pequeño estudio realizado en los pasillos de la Universidad Central de Venezuela (Álvarez y Blondet en evaluación), se observa cómo a los caraqueños se les dificulta pedir disculpas –actos que lesionan la imagen positiva– y prefieren sustituirlas por excusas o explicaciones o incluso dones, para evitarlas.

Se entiende que la disculpa se lleva a cabo con la expresión de la palabra disculpa o perdón, por sí sola. No se trata de describir el acto, sino de hacerlo. Según Searle (1980:38) Las palabras de un acto performativo son aquellas que cuando se dicen indican que el acto se ha llevado a cabo. Las excusas, en cambio, explican la razón de lo ocurrido y no se refieren al hecho central, sino que constituyen rodeos; toma en cuenta, por lo tanto, en el mensaje, la presencia o no de la palabra disculpa. Se explica que la cultura venezolana prefiera la cortesía positiva, por ser una cultura hispana. Por ello, los rituales marcados de la cortesía se basan en la construcción de la imagen favorable de los interlocutores, no en la defensa del territorio, como lo son otras culturas occidentales, como la norteamericana, por ejemplo (Haverkate 2004). Es por ello quizás que la disculpa, que afecta precisamente a la cara positiva del disculpado rebajando su poder ante el disculpante, no es un acto que se realice frecuentemente, ni tampoco que se haga de manera fácil. Por el contrario, cuando profieren disculpas, deben ser incitados a ello por el interlocutor. Asimismo, se mostró la relación del acto de disculpa con el poder: la gesticulación y la prosodia así lo indican; en efecto, el disculpado tiende a bajar la voz, realizar gestos pausados, bajar la cabeza y no dirigir la mirada hacia el disculpante; mientras que, en las excusas y justificaciones, los gestos del disculpado son rápidos, violentos y tiende a fijar la vista en el disculpante; es decir, no se disculpa. También es posible cambiar la emisión de la palabra por la entrega de un don, que es de cortesía positiva. El ejemplo que sigue (138) es de un alumno que no estudia para el examen de castellano:

(138) H1: ¿Por qué no estudiaste?
H2: (callado, mira a H2) Tenía flojera.
H1: ¡Ah!
H2. Por flojera (mirando la hoja del examen y con voz casi imperceptible
H1 ¿Por flojera? ¿Y a ti no te da pena decirle eso a tu profesora?
H2: (Callado, mira el examen)
H1: ¿No le vas a decir nada a tu profesora, ni disculparte por eso?
H2: Perdón profe.

También la sonrisa y el alzamiento de los hombros expresan una disculpa. Así lo muestra el automovilista que avanza de modo indebido por el lado, se sobrepasa con una sonrisa y sube los hombros, mira al agraviado y sigue la marcha. La sonrisa acompaña a la palabra disculpa cuando, en la barra de la universidad, un joven que estaba pidiendo el almuerzo se voltea violentamente y golpea a H1 con la bandeja. Sonríe y dice disculpa.

Las excusas, en cambio, son explicaciones que no se dirigen concretamente al hecho por el que se pide la disculpa, son rodeos en torno al hecho, y hasta se hacen movimientos de protesta, como es moverse en la silla. Vemos cómo, en el ejemplo (139), el disculpado no menciona la palabra disculpa o perdón, a pesar de ser incitado a hacerlo. En (140) el agraviante prefiere hacer un obsequio que pedir disculpas.

(139) H2: No voy a habar de eso ahorita. (Se mueve en la silla)
H1. Pero, discúlpate por lo de ayer, pana.
H2: Pero bueno, qué quieres que te diga, si yo te dije que no te llamé a la hora que debí, pero es que...me compliqué toda, el día estuvo super complicado, además, cuando llamé aquí nadie me contestó. (Se mueve en la silla)
(140) H2: Este... el sábado te iba a llamar, pero cuando fui a ver, lo que tenía anotado era el nombre (ríe), el teléfono no. Pero te traje algo para resarcirme.
H1: ¿Para qué?
H2 Para desagraviarme (ríe) por el agravio que te hice.

Kerbrat-Orecchioni (2004) introduce, en el modelo de Brown y Levinson (1987) la noción de face flattering acts (FFA), actos agradadores de imagen relacionados, éstos directamente con la cortesía positiva:

“Todo acto de habla puede entonces ser descrito como un FTA, o un FFA, o un complejo de estos dos componentes. Correlativamente, dos formas de cortesía pueden distinguirse sobre esta base: la cortesía negativa, que consiste en evitar un FTA, o en suavizar su realización por algún procedimiento (por así decirlo, equivale a “no te deseo el mal”); y la cortesía positiva, que consiste en realizar algún FFA, de preferencia reforzado (equivale a “te deseo el bien”). Entonces, el desarrollo de una interacción aparece como un incesante y sutil juego de balancín entre FTAs y FFA; por ejemplo:
(1) Cortesía negativa: A comete contra B alguna ofensa (FTA), que inmediatamente intenta reparar por medio de una excusa (FFA). Cuanto mayor es el peso del FTA (peso que sólo se evalúa en relación al cuadro comunicativo dentro del cual se inscribe el acto en cuestión), tanto más debe ser importante el trabajo reparador.
(2) Cortesía positiva: A presta a B algún servicio (FFA), y entonces le toca a B producir, a su turno, un FFA (agradecimiento u otra gentileza), de restablecer el equilibrio ritual entre los interactuantes (es el sistema del “toma y daca”, o “servicios prestados recíprocamente”). Cuanto más importante es el FFA, tanto debe serlo igualmente el FFA recíproco. (p 43-44)

Con esta distinción, Kerbrat-Orecchioni (2004) resuelve, clara y felizmente, muchos de los problemas que presenta el modelo más conocido de la teoría de la cortesía, porque llena una laguna teórica, pero también una carencia práctica, que dificultaba su aplicación en muchas culturas. Puede hablarse entonces de cortesía mitigadora –de carácter negativo, generada por el peligro que representan las amenazas a la imagen del interlocutor– y de cortesía valorizante –de carácter positivo–. La primera está centrada en la abstención, mientras que la segunda está centrada en el acercamiento. Albelda (2004) reconoce como expresiones valorizantes ¡qué mona! ¡qué graciosa!, está hecho un artista, seguro que está riquísimo. Por su parte, Haverkate (2004) contempla, entre los actos de este tipo, el agradecimiento y el cumplido. Según el autor, al primero no se le da valor en la cultura española, y deja de agradecer, adoptando una actitud racional; el cumplido, por el contrario, busca el rapport). El cumplido surte, según el autor, el efecto perlocutivo de reforzar la imagen positiva del otro (p.61).

Con el fin de observar si se daban cumplidos entre las hablantes que nos sirvieron en el análisis de las estrategias mitigadoras72, es decir, de cortesía negativa, revisamos los mismos textos en busca de estrategias valorizantes, de cortesía positivas. En estos materiales encontramos, de hecho, cumplidos, pero de los siete ejemplos, cuatro fueron dichos por los encuestadores del corpus.

Ahora bien, veamos estos ejemplos más de cerca. Los tres corresponden a las hablantes del grupo medio, dos son de la hablante más joven y uno de las mayores. En el primero de los ejemplos (141) la hablante hace referencia a las felicitaciones que recibe sobre las artesanías que elabora las felicito porque están pintando bellísimo... En el segundo ejemplo (142), la hablante alaba una virtud de su esposo, quien es demasiado complaciente/ muy complaciente. El tercer ejemplo (143) es una alabanza que emite la hablante sobre una persona que vive en su casa, ella es muy colaboradora.

(141) Hab.: Sí, siempre se vende... la gente le gusta mucho, gracias a Dios, como... nosotros pintamos, siempre nos... nos felicitan, cada... cuando viene un señor "ay no, la felicito porque están pintando bellísimo" que eso no se ve... en el centro las... las piezas que se ven son muy feas, que yo no sé qué, y yo... bueno, aquí estamos a la orden y... bueno, sí, siempre se vende bastante, gracias a Dios. MDB3FA (4)

(142) Enc.: Y tu futuro esposo ¿comparte esa misma idea... o no?
Hab.: Sí, él es demasiado complaciente, diría yo.
Enc.: Ah, no, por ahí estás bien.
Hab.: Demasiado, sí, es muy complaciente, él... siempre me dice que... es lo que yo quiero y más nada.
Enc.: Ojalá se mantenga así ¿verdad?
Hab.: Ojalá [[risas]].
MDB3FA (4)

(143) Hab.: Ajá, ella es muy colaboradora, ella vive con nosotros como... vino a estudiar... ella es de Barquisimeto.
MDD5FB (16)

A nuestro modo de ver, hay que distinguir, sin embargo, entre la afectividad que se da en la no-cortesía, la competencia social no-marcada73 y la cortesía positiva o valorizante. No toda afectividad comunica las emociones del hablante; esto es, el afecto puede manifestarse tanto en las explosiones incontroladas de emoción, como en el uso controlado del afecto con miras a lograr un fin. De hecho, aún actos de habla que parecen inocentes, como los cumplidos, participan del juego del poder. Así lo señala Holmes (1995) en su estudio sobre la cortesía en Nueva Zelanda; sus datos muestran que, si bien la mayoría de los cumplidos que estudió ocurrían entre gente de estatus equivalente, las mujeres de mayor estatus recibieron mayor número de cumplidos que los hombres. Señala Holmes que "si el estatus alto generalmente reduce la posibilidad de que alguien reciba cumplidos, estos datos indican que lo reduce menos en las mujeres que en los hombres” (Holmes 1995:135).

Uno de sus ejemplos es emblemático para explicar esta diferencia, por su paternalismo, y se refiere al momento cuando un empleado le dice a una ejecutiva que está por irse del trabajo: You're a hard working woman Mrs. Thomas. I hope they pay you well. Cabe señalar que, en el mismo sentido, Schreier (2003; en prensa) destaca la diferencia, en la cultura hispánica, entre el cumplido como exponente de la cortesía positiva, del ser amable, del piropo, que más bien invade el territorio ajeno y podría situarse, en nuestra opinión, como comunicación en el campo de la no cortesía.

Janney (1992), como hemos señalado ya, diferencia entre la comunicación emotiva y la comunicación emocional. Comunicación emotiva sería aquella en la que los despliegues afectivos se producen conscientemente y se usan estratégicamente para influir sobre los otros. Janney y Arndt (1992) critican el tratamiento normativo de la cortesía y consideran la cortesía entre las dimensiones emotivas del discurso, emotive dimensions of speech, por lo que sugieren estudiar sus formas expresivas no solamente en el plano verbal, sino también en el plano prosódico y kinésico. Una de las tareas emotivas más importantes del hablante es evitar los conflictos interculturales, pero esto ocurre a través no a través de los mecanismos de la cortesía social (social politeness), sino que es un comportamiento psicológico recíproco que los autores llaman apoyo interpersonal (interpersonal supportiveness) (1985:293).

La comunicación emocional trasmite la explosión de los sentimientos del hablante. Es lo que se observa, por ejemplo, en la muestra de afectividad que exhibe un anciano cuando recuerda su ciudad y su tiempo (144):

(144) Hab.: […] Y desde esa época pues…es época era… muy linda y bella ¿no? Yo digo que era muy linda y bella… Mérida era muy bonita. Mérida era una cosa…. muy feliz. Mérida este… a según e… tal… la explicación y tal, Mérida era era un páramo, Mérida era era… frío, las calles… eran de piedra… ¿no? Y por la avenida… Uno habi…venía una…una…una cloaca, que no era cloaca sino la…el agua era…
Inv.: Clara.
Hab.: Era…bueno Pero eso era una bellezura ¿no? lo que se llamaba Mérida MDD5MA)

La comunicación emotiva por el contrario, es controlada, y tiene al receptor como centro, como meta. Pero, como hemos visto, sólo una parte de la comunicación emotiva es cortesía, puesto que solo ciertas comunicaciones protegen la imagen favorable del interlocutor, por ejemplo, cuando el hablante se cuida de no ofender y, por lo tanto, de no decir todo lo que piensa, por lo que introduce modalizadores en su discurso.

Esto se observa en la expresión de una diseñadora cuando le explica a la investigadora su visión de la moda y la forma como trabaja con la gente. En el siguiente texto hay dos muestras de control afectivo, la primera ocurre cuando la hablante interpreta, en la expresión de una clienta, algo que nos ha pasado a todas las mujeres cuando nos imaginamos un cuerpo de modelo que no tenemos y, en vez de sentarnos a llorar frente a la dueña de la tienda, decimos un mitigado "pero yo pensé que me iba a ver mejor…". La segunda se da cuando el mismo hablante afirma lo que no dice a sus clientes "bueno, eso fue lo que usted mandó… a hacer". Veamos (145):

(145) Hab.: ...en el diseño, porque he interpretado mal a la persona, asumo toda la responsabilidad, o sea, que no... ya no es problema de costura, es problema de concepto, entonces me dicen "pero yo pensé que me iba a ver mejor...", cuando yo siento que el error está en mí, yo asumo eso y agarro el vestido, lo reformo, lo dejo para la tienda y después que veo qué es lo que pasó en la prueba, que veo cuál es el problema de ese vestido, le diseño otro para el mismo precio que el que le hice, aunque haya puesto más tela, esa responsabilidad también me ha hecho... ganarme el aprecio de mucha gente ¿ves?, porque nunca la gente se siente robada ni...
Enc.: Claro.
Hab.: ...ni yo les digo "bueno, eso fue lo que usted mandó... a hacer" y le... y me hago la vista gorda, sino que yo asumo la responsabilidad de lo que sale del taller.

Blum-Kulka ve como una característica de la cortesía europea e israelí lo que se llama conducta civilizada: mirar al interlocutor a los ojos, sonreír, no hablar mucho, el tono de voz, decirle a los amigos lo que se piensa pero al mismo tiempo evitar que el otro se sienta forzado (1990: 261). Para ella, la indización del afecto es tan importante como la distancia en la cortesía (1990: 273). Para Lange, la forma de la deferencia también depende de la cultura y de la estructura social. En los grupos jerarquizados se prefieren las muestras de respeto, mientras que en los menos jerarquizados se prefiere la amabilidad (Lange 1984: 12).

En la sociedad israelí, el discurso familiar es esencialmente cortés, y la cortesía se realiza en formas culturalmente específicas (Blum Kulka 1990). Blum Kulka estudia el discurso familiar donde aparentemente no existe la cortesía, examina los actos de habla que usan los padres y sus comentarios metapragmáticos, en la conversación de la cena en la clase media. El estilo de los padres es muy directo y a la vez muy mitigado. La importancia del afecto en el discurso familiar se revela por el uso de rasgos lingüísticos que lo indizan. Los padres judíos usan formas cariñosas y sobrenombres, mientras que los americanos usan sus nombres de pila y las formas convencionales. Los israelíes resuelven el choque entre valores como la naturalidad, la sinceridad, la veracidad y la claridad, todos ellos importantes en esta cultura, y la cortesía, como un lenguaje poco sincero de reparación, redefiniendo la noción de cortesía y ocultando explícitamente su nombre (1990: 278).

Nótese también la expresión de la emotividad, la afectividad dirigida hacia el oyente, en la expresión de la cortesía (Janney 1992). Lo afectivo se expresa en la utilización de diminutivos, como malito, ahorita, términos que califican la relación tales como mija, o marcadores interaccionales como ay (cf. Agelvis 2000) como se ve en el ejemplo siguiente (146):

(146) ..y me dijo “ay, profesor, lo felicito, a usted lo nombró la Academia por unanimidad....usted me perdona, yo no pude ir porque...estaba malito, estaba ahí enfermo ¿usted ve? y no pude trasladarme allá, pero si yo hubiera estado en la reunión esa, voto por usted....(MDD1MB)

La expresión del afecto se manifiesta aún en la gramática. Carrera y Álvarez (2004) analizaron una carta particular escrita desde Borburata74 por un comerciante, llamado Agostino, a su mujer Ana de Santiago, que se encontraba en Sevilla, entre otras cosas para preparar su viaje a las Indias y sobre todo para convencerla de que lo hiciera. Este texto se encuentra en una etapa de transición entre la desmarcación del vos, que pierde el sema de cortesía y el surgimiento de un nuevo sustantivo personal usted; la carta corresponde al auge de la fórmula vuestra merced (origen del usted). Lo interesante es que esta fórmula se encuentra en pasajes donde se busca aumentar la cortesía para lograr algún beneficio del receptor, foco de la situación comunicativa y, por lo tanto, marcada, lo que se corresponde con el análisis de García (1994) según el cual las formas no marcadas son las de mayor frecuencia de uso y mayor distribución sintáctica, que cumpliría, en nuestros textos, el vos. Agostino no está en capacidad de ir a buscar a la esposa, por lo que encomienda de ello a un amigo; pero debe convencerla, explicándole que el vecino hace el viaje para traer un navío suyo (147) y que además vendrá tan bien como si viniera con él mismo (148). Sin embargo, también exige algunos favores, como en (149) donde Agostino le pide a Ana que vaya en romería y haga una ofrenda a Nuestra Señora de Otrera (Utrera).

(147) agora me sea ofreçido questo que la presente lleba es mi amigo e ba a hespaña y hes bezino de aqui e tanbien tiene su muger en sevilla e va por traer un nabio de suyo e me se a ofreçido que me hara merced de hos traer en su conpania
(148) senora vista la presente no teneis en dificultad ninguna de benir con esto que la presente lleba por que se que berneis tanbien como si biniereis conmigo
(149) [...] e visto esta presente vuestra merced me hara merced vn dia despues aber rreçebido estas de yr en debosion en romeria a nuestra senora de otrera

Aún cuando en la carta predomina el tratamiento de vos en la relación simétrica existente en la pareja, allí donde Agostino busca con intensidad la persuasión de su mujer prefiere la comunicación emotiva, recurre a las formas pronominales y verbales del paradigma del tratamiento vuestra merced, el honorífico marcado en contextos en los que ha de reforzar la cortesía; esto lo había ya constatado Bentivoglio (2003) en cartas coloniales americanas. Podríamos entonces sugerir que así como la emotividad es una estrategia de la cortesía, también la cortesía lo es de la emotividad, de forma que las expresiones corteses pueden convertirse en expresiones afectivas. Así lo testimonia el uso íntimo del vos en el habla actual latinoamericana.

De la misma manera, Álvarez y Carrera (en prensa) analizan el empleo de usted como pronombre de solidaridad en el habla de Mérida y muestran la proximidad de cortesía y emotividad, en el sentido de que la cortesía puede señalar emotividad y la emotividad puede señalar cortesía. Las autoras sostienen que el uso del usted de solidaridad en Mérida es una prolongación del uso del XVI, cuando el empleo que se daba este pronombre era a la vez formal y de confianza. En Mérida se observa una diferenciación funcional, no manifiesta, entre confianza y formalidad, en otras palabras, un usted formal y un usted de confianza.




Notas

71 Sería preciso investigar la extensión regional de esta definición.
72
73 llamada comportamiento verbal político por Janney y Arndt (1992).
74 Otro estudio sobre esta carta es Álvarez y Obediente (2003).





Estudios de Lingüística del Español (ELiEs), vol. 25 (2007)   
 ISSN: 1139-8736