Estudios de Lingüística del Español (ELiEs) |
Intercambios en los foros de debate: algunos elementos de reflexión para un acercamiento lingüístico / Gérard Gouti |
3. Intercambios en los foros de debate y marco de la actividad argumentativa
Si observamos las modalidades de realización de las intervenciones de cada interactante en un foro de debate podemos ver que las interacciones pueden, en este marco específico de comunicación, desarrollarse en distintos niveles. En presencia de una pluralidad de participantes, podemos encontrarnos 1) frente a un marco de intercambio bipolar en el caso en el que el destinatario de un mensaje sea una persona explícita o implícitamente designada, o 2) en el marco de un intercambio en grupo en el caso en el que un mensaje no tenga destinatario designado o, más precisamente, se dirija al conjunto de participantes convocados -o no10 - en los intercambios. En realidad, un interlocutor, en su actividad discursiva llevada a cabo en un foro de debate, puede libremente dirigirse a un único interlocutor o al conjunto de los interlocutores del grupo de debate. Nos encontramos frente a un caso de figura particular en el que, en el seno de un discurso construido colectivamente, un interlocutor puede, de forma casi totalmente autónoma, elegir su posicionamiento, lo que no suele ocurrir en el caso de una situación clásica de construcción de discurso colectivo en el que las interacciones están condicionadas, en cierto modo, por la acción y la reacción de los demás interactantes. Este caso de figura es tan particular que se puede pensar que un interlocutor, incluso si se dirige a un miembro individual del grupo de debate, tendrá conciencia de que, aunque se dirija a una persona, todos los demás miembros tendrán acceso a su intervención, con las constricciones propias de la naturaleza del medio de comunicación utilizado.
Frente a este marco específico, es preciso hacer dos puntualizaciones:
1) por una parte, la gestión, fundamental en el análisis de las interacciones del “territorio”11 de los participantes, será particular, vinculada con esta situación, y parece evidente que determinadas marcas lingüísticas específicas, más o menos marcadas por la modalización de los enunciados, señalarán estas variaciones de gestión de cara positiva o negativa. Debido a la particularidad del medio de comunicación, se notarán variaciones más significativas y relevantes respecto a las imágenes que los interlocutores construyen de sí mismos en la interacción, es decir, de su cara positiva, y esto puede ser mediante actos realizados (disculpas, deseos, etc...), o actos sufridos (rechazos, criticas, burlas, etc...)
2) por otra, si admitimos como afirma Perelman (1958, pp. 7, 25) que “toda argumentación se desarrolla en función de un auditorio” y el auditorio se define como “el conjunto de los participantes en los que se quiere influir a partir de cualquier argumentación”, la búsqueda de la adhesión a la opinión expresada por un locutor, desde un punto de vista argumentativo, denotará una posición ad hoc (que puede, por otra parte, evolucionar continuamente en el desarrollo del discurso) mediante la presencia de huellas lingüísticas orientadas hacia el fin deseado, y mediante una elección de punto de vista llevada a cabo en función del auditorio elegido, ya sea “universal” o “particular”12, es decir, dirigiéndose al conjunto de locutores o, más estrictamente, dialogal. La actividad argumentativa realizada en el marco de los intercambios en un foro de debate podrá, en consecuencia, demostrar un esquema de desarrollo específico.
Notas
10 Es el caso de simples lectores de las intervenciones.Estudios de Lingüística del Español (ELiEs), vol. 24 (2006) | ISSN: 1139-8736 |