ISSN: 1139-8736


8. Frecuencia de uso y antonimia léxica

Cuando se pretende determinar el antónimo de una unidad léxica, a menudo cabe la posibilidad de optar entre diversas opciones. Dejando a un lado cuestiones como la indistinción de dos o más invariantes de contenido bajo una única expresión que se relacionan con distintos antónimos (agudo1 / romo, agudo2 / grave, agudo3 / simple, agudo4 / leve), o la dualidad de enfoques dependiendo del punto de vista adoptado en la concepción de la relación (generoso ‘el que da altruistamente’ se enfrenta a tacaño ‘el que no da’ y a avaro ‘el que toma de los demás’37), es habitual topar con un cúmulo de elementos entre los que, a su vez, existe distinta relación significativa. Por ejemplo, al adjetivo generoso se contraponen agarrado, roñoso, tacaño, cicatero, rasca. Esta múltiple elección nos conduce inevitablemente a la potencial existencia de variantes léxicas. En este sentido, la investigación sociolingüística ha tratado de probar que las variables sociales influyen de forma determinante sobre la variación lingüística. De ahí que los defensores de esta postura hablen del fenómeno de la variación sociolingüística, definida como el uso alterno de formas diferentes de decir lo mismo sin alteración semántica, condicionado, frente a la variación libre, por factores de naturaleza social (cf. F. Moreno Fernández 1998: 17-19).

Sin embargo, el establecimiento de equivalencias exactas de contenido se contrapone a la postura mantenida por muchos semantistas partidarios de la imposibilidad práctica de la sinonimia38. En cualquier caso, probar la equivalencia semántica exacta de dos o más variables encuentra un escollo insalvable: la propia inestabilidad del significado39.

Por otra parte, como los sociolingüistas han observado, no es posible saber de antemano qué variables sociales actúan sobre los elementos lingüísticos de una comunidad, dado que los factores sociales intervienen de forma irregular sobre la lengua. De cualquier forma conviene recordar en este punto la diferencia de perspectiva entre semantistas y sociolingüistas. Mientras que para los primeros el significado de cada unidad constituye un contenido deducible a posteriori a partir de su relación de oposición con otras unidades, los sociolingüistas, adoptando un enfoque menos estricto, relacionan el significado con la referencia y con el sentido, e incluso con un factor pragmático como la intencionalidad40 de los hablantes, lo que conduce a la aceptación de variantes condicionadas por factores lingüísticos y sociales, y variantes libres.

Si bien no compartimos este último punto de vista, reconocemos que la propia vaguedad en la fijación del contenido exacto de las unidades lingüísticas compartida por los hablantes41, la mayoría de las veces desconocedores de las diferencias significativas con las otras unidades, impide determinar si agarrado, roñoso, tacaño, cicatero, rasca son realmente variantes sinonímicas de carácter libre o condicionadas geográfica, social o estilísticamente o, en cambio, se trata de unidades de distinto contenido y referencia. En última instancia, la solución la ofrecen los hablantes que usan estas palabras.

Dejando a un lado estas consideraciones, dirigimos nuestra atención a la relación entre los dos polos antonímicos para comprobar el tipo de relación que mantienen y cuáles son los elementos implicados en dicha relación.

La ausencia de delimitación entre antónimos perfectos y antónimos más o menos aproximados, así como la tendencia a la agrupación en una misma escala de escalas en realidad distintas, propia de los diccionarios de sinónimos y antónimos, hace necesaria la aplicación de criterios estadísticos o de frecuencia para determinar cuáles son las unidades léxicas que los hablantes identifican mayoritariamente como antónimos, lo que conduce a la introducción de una perspectiva sociolingüística, desde la cual es posible el deslinde de unidades léxicas marcadas diatópica, diastrática y diafásicamente, de aquellas generalizadas en el uso de la comunidad lingüística, teniendo en cuenta que muchas veces aquellos elementos generalizados en el uso no se corresponden con los más frecuentes.

Así, como antónimos de feo, suelen aparecer en el diccionario todo un cúmulo de adjetivos: guapo, bello, hermoso, garrido, precioso, lindo, agraciado, bellido, retrechero, apolíneo, todos ellos considerados a su vez como “sinónimos”. Bien es cierto que, de estos adjetivos, el que se utiliza con mayor frecuencia en el uso común es el primero, guapo, mientras que los demás manifiestan una frecuencia de aparición menor, a veces determinada por un contexto social o estilísticamente marcado. El diccionario en estos casos sirve de muy poca ayuda, acudiendo con frecuencia a la remisión de unos elementos a otros, como queda de relieve en las siguientes entradas del DRAE (edición de 1992):

Feo (DRAE: 677) 1. adj. Que carece de belleza y hermosura. 2. fig. Que causa horror o aversión. Acción FEA. 3. fig. De aspecto malo o desfavorable. El asunto se pone FEO.
Guapo (DRAE: 752) 1. adj. fam. Bien parecido.
Garrido (DRAE: 724) 1. adj. Dícese de la persona gallarda o robusta, y en especial de la mujer lozana y bien parecida. 2. Galano, elegante.
Precioso (DRAE: 1173) 1. adj. Excelente, exquisito, primoroso y digno de estimación y aprecio. 2. De mucho valor o de elevado coste. Metales PRECIOSOS.
Agraciado (DRAE: 42) 1. p. p. de agraciar. Ú. t. c. s. 2. adj. Que tiene gracia o es gracioso. 3. Bien parecido. 4. afortunado, que tiene fortuna o buena suerte.
Hermoso (DRAE: 774) 1. adj. Dotado de hermosura. 2. Grandioso, excelente y perfecto en su línea.
Bello (DRAE: 198) 1. adj. Que tiene belleza. 2. Bueno, excelente.
Bellido (DRAE: 198) 1. adj. Bello, agraciado, hermoso.
Lindo (DRAE: 891) 1. adj. Hermoso, bello, grato a la vista. 3. fig. Perfecto, primoroso y exquisito.
Retrechero (DRAE: 1269) 1. adj. fam. Que con artificios disimulados y mañosos trata de eludir la confesión de la verdad o el cumplimiento de lo debido. 2. fam. Que tiene mucho atractivo. Mujer RETRECHERA; ojos RETRECHEROS.
Apolíneo (DRAE: 119) 1. adj. poét. Perteneciente o relativo a Apolo. 2. Que posee alguna de las cualidades atribuidas a Apolo, en especial la hermosura.

De igual forma, la diferencia entre escalas se pasa a menudo por alto y se consideran “sinónimos” adjetivos como inteligente y listo (también relacionados sinonímicamente con agudo, ingenioso, capaz, etc.), de un lado, y torpe y tonto (relacionados sinonímicamente con estúpido, lento, lelo, etc.), de otro, enfrentándose ambas series antonímicamente, sin precisar el contenido exacto de cada uno de los términos. Por otra parte, aunque en estas series esté más o menos claro el antónimo perfecto, cabe preguntarse por la conexión que éste mantiene con los otros antónimos aproximados, pues en ocasiones, no sólo hay una diferencia de significado clara entre unos y otros, sino que aluden a distintos referentes de la realidad.

En esta línea, se plantea la necesidad de abordar la cohesión sinonímica a ambos lados de la oposición polar, como investigación complementaria al análisis de las relaciones entre los polos antonímicos, lo que conlleva la indagación de las marcas que permanecen constantes en la oposición antonímica 42. Además, un análisis de carácter frecuencial43 a ambos lados de la relación antonímica nos permitirá delimitar de forma rigurosa entre antónimos perfectos y antónimos aproximados, con la posibilidad de establecer distintos grados de aproximación en este último caso.

Precisamente la constatación de dos conjuntos de sinónimos que no son identificados como antónimos perfectos reafirma la posición de algunos semantistas británicos (cf. J. S. Justeson y S. M. Katz 1991: 144, S. Jones 2002: 10-11), partidarios de que la intuición de la “antonimia” no se puede explicar sólo por la referencia a la semántica. Así pues, hacemos notar la peculiaridad de esta relación, pues no sólo atañe a los significados de los signos, sino también a los significantes en los que hablantes materializan de manera consensuada dicha relación.





Notas

37 Ambos puntos de vista posibles en el marco de la antonimia se corresponden con la negación y con la inversión. Por otra parte, mientras que en la relación generoso / tacaño se actualiza la marca ‘actitud hacia los demás’, en la relación generoso / avaro, se pone de manifiesto la marca ‘actitud propia’.

38 Desde los presupuestos de la semántica lingüística, la propia existencia de elementos distintos implicaría siempre alguna diferencia de contenido entre ellos. Precisamente el significado de cada uno de esos elementos no es sino resultado de su relación con los demás, por leves que sean los rasgos diferenciales. En cualquier caso, no nos ocuparemos aquí del problema de la sinonimia por estar fuera de nuestro objeto de estudio.

39 Constantemente nuevos valores, inicialmente secundarios, se incorporan al significado. Hace ya bastante tiempo P. Guiraud (1955: 55) señaló como desencadenante en el cambio de sentido de una palabra que “una de las asociaciones secundarias (sentido contextual, valor expresivo, valor social) se desliza progresivamente hacia el sentido de base y lo reemplaza”. En estos casos asistimos, por tanto, al desplazamiento progresivo del centro de gravedad del campo semántico (cf. R. Trujillo 1969: 39).

40 La identificación del significado con la intención de los hablantes nos introduce en el terreno de la pragmática y, desde luego, hace imposible su determinación.

41 Por lo general el hablante, ajeno al conjunto de rasgos semánticos que conforma el contenido exacto de una unidad léxica, basa su competencia en el uso.

42 La existencia de sinónimos en los polos antonímicos es abordada particularmente por N. Foraşcu (1983: 77-81), O. Ducáček (1965: 66) y H. Geckeler (1989).

43 Corroboran estas afirmaciones los resultados de una serie de encuestas que realizamos hace unos años a un grupo homogéneo desde los puntos de vista geográfico y social constituido por cincuenta individuos licenciados en Filología o del último año de licenciatura, y procesadas mediante el programa SPSS para Windows. En ellas se pedía a los encuestados señalar hasta cinco antónimos de distintas palabras utilizadas en diferentes enunciados, de modo que obtuvimos los elementos más frecuentemente reconocidos, además de interesantes datos sobre la disponibilidad léxica.





Volumen 23 (2006)
ISSN: 1139-8736