ISSN: 1139-8736 |
4.2 Oposiciones semánticas antonímicas
Desde una postura diferente, a la que nos sumamos en este trabajo, se asume que la oposición antonímica se articula en marcas semánticas distintas, además de un contenido sémico común. Es decir, haciendo uso de la terminología inaugurada por N. S. Trubetzkoy, consideramos que se manifiesta como relación de “equipolencia”.
La aceptación de este presupuesto nos introduce en el análisis de las marcas semánticas comunes y diferenciales de los pares implicados, que nos permiten caracterizar una relación como antonímica y distinguirla de la relación de parasinonimia, en la que los rasgos comunes tienen un mayor peso que los diferenciales. Detengámonos, por ejemplo, los siguientes adjetivos, cuya definición extraemos del DRAE (ed. de 1992):
Valiente (DRAE: 1460) 1. p. a. ant. de valer. Que vale. 2. adj. Fuerte y robusto en su línea.3. Esforzado, animoso y de valor. Ú. t. c. s. 4. Eficaz y activo en su línea, física o moralmente.
Cobarde (DRAE: 348) 1. adj. Pusilánime, sin valor ni espíritu. Ú. t. c. s. 2. Hecho con cobardía.
Temerario (DRAE: 1386) 1. adj. Excesivamente imprudente arrostrando peligros. 2. Dícese de las acciones del que obra de este modo. 3. Que se dice, hace o piensa sin fundamento, razón o motivo. Juicio TEMERARIO.
Prudente (DRAE: 1194) 1. adj. Que tiene prudencia y actúa con moderación y cautela.
Mientras que las relaciones que afectan a los significados de los pares valiente / cobarde y temerario / prudente son antonímicas, la relación que une los pares léxicos valiente / temerario y cobarde / prudente se ajusta más bien, desde nuestro punto de vista, a la relación de parasinonimia. Ambas relaciones se apoyan en la equipolencia semántica y manifiestan un contenido común: modo de afrontar una situación. Sin embargo, las marcas que articulan dichas oposiciones ni son las mismas ni tienen el mismo grado de importancia. En el primer caso (valiente / cobarde y temerario /prudente), quedan de manifiesto dos marcas que indican dos grados ubicados en puntos extremos dentro de una escala graduable de valoración de una determinada actitud. La distancia entre ambos grados es tal que deja en un segundo plano el contenido sémico común. En cambio, en el caso de los parasinónimos (valiente / temerario y cobarde / prudente), las marcas que diferencian ambos elementos no indican una diferencia de grado en la escala objetiva sino que señalan distinta valoración de carácter subjetivo (positiva o negativa) de una misma actitud. Además, podemos aducir otras diferencias sémicas patentes en la combinatoria de cada uno de ellos: temerario y prudente se introducen en el campo de la valoración intelectual, frente a valiente y cobarde. Podemos representar ambas escalas de valoración, objetiva y subjetiva en distintos ejes:
Optamos, pues, por dar un paso adelante en la descripción de las marcas semánticas y pormenorizar en cada caso cuáles son las que se ponen de manifiesto según las relaciones oposiciones en las que entra cada unidad léxica. Igualmente pensamos que sería posible distinguir los antónimos complementarios y graduables, frente a los otros tipos de antónimos, en los que se incluyen inversos y opuestos direccionales, teniendo en cuenta las diferencias específicas que determinan la existencia de antonimia. Así, mientras que tanto en la complementariedad como en la antonimia graduable las marcas que articulan la oposición antonímica se reparten el dominio semántico completo en que se ubican los significados léxicos (por ejemplo, ‘masculino’ y ‘femenino’ se reparten la dimensión semántica ‘sexo’ y las ‘por encima de la altura media’ y ‘por debajo de la altura media’ se reparten la dimensión ‘altura’), las relaciones de inversión, además de una dimensión sémica común que permite vincular los contenidos de los signos, muestran un funcionamiento que podemos llamar deíctico, al estar fundamentada su dependencia mutua en la existencia de un determinado punto de referencia que asigna un diferente enfoque a cada unidad (los valores diferenciales de las unidades arriba y abajo se desprenden de su vinculación con un punto de referencia). Precisamante esa dependencia referencial explica la notable complejidad combinatoria de algunos de estos pares (sobre todo verbales).
Desde esta perspectiva, podría considerarse la existencia de una antonimia escindida, que abarca a pares graduables y complementarios, pues ambos se poyan en una escisión de un contenido semántico, repartido entre dos polos; y de una antonimia deíctica22, en la que se incluirían las restantes relaciones, sustentada en un referente que determina los diferentes valores manifestados en la oposición, que representamos gráficamente:
La aceptación de la equipolencia como tipo de oposición que caracteriza a cualquier pareja de antónimos sistemáticos en modo alguno invalida la posibilidad de encontrar ciertas diferencias en cuanto al funcionamiento de determinadas marcas semánticas manifestadas por las unidades implicadas. En nuestra propuesta consideramos que la marcabilidad semántica de cada unidad léxica deriva no sólo de su relación paradigmática con otras unidades sino también de su comportamiento sintagmático. Ambas perspectivas nos parecen inseparables, pues en muchos casos la diferente capacidad combinatoria de dos unidades constituye la pauta fundamental para deslindar unidades léxicas distintas (cf. S. Gutiérrez Ordóñez 1979: 155, 1981: 157-160 y 1989: 55).
Notas
22 La subclasificación de la antonimia deíctica se efectuaría atendiendo a las asimetrías clasemáticas que manifiestan las unidades implicadas, así como a los ejes de estructuración polar aducidos en el apartado ¿?, dado que no está sujeta a gradación ni a neutralización.Volumen 23 (2006) ISSN: 1139-8736 |