ISSN: 1139-8736


7. El estudio de los predicados nominales en el léxico de Cuervo (1886-1893)

El Diccionario de construcción y régimen de Cuervo (1886-1893) se puede considerar como la primera sintaxis léxica de la lengua española3 ,en la medida en que define el significado de los predicados del léxico en relación con las construcciones sintácticas de las que pueden formar parte y, por tanto, -al igual que la sintaxis léxica- asocia definiciones semánticas a clases de redundancia sintáctica. Posiblemente, una de las diferencias entre el Diccionario de Cuervo y la sintaxis léxica reside en que Cuervo -por influencia de la tradición filológica- documenta sus clases de redundancia sintáctica a partir de ejemplos extraídos de un corpus, mientras que la sintaxis léxica fundamenta la definición semántica y sintáctica de los predicados partiendo de la competencia lingüística. Sin embargo, tanto Cuervo como la sintaxis léxica parten de la base de que los predicados pueden ser verbos, nombres y adjetivos predicativos. Es posiblemente en las entradas correspondientes a nombres predicativos, donde se pone de manifiesto de forma más patente el modelo gramatical en el que Cuervo fundamentó su estudio del léxico.

Tanto al estudiar los nombres predicativos autónomos como los derivados, Cuervo analiza su estructura argumental, ofreciendo ejemplos que determinan, primero, las características de sus argumentos y, segundo, si admiten complementos oracionales. Así p. ej., en las entradas de los nombres predicativos autónomos afición y aversión (vol. I, pp. 232-233 y 809-810), así como en la del nombre derivado deseo (vol. II, pp. 1063-1064), nos ofrece ejemplos -con y sin verbo de soporte- que ilustran el régimen preposicional de su segundo argumento y si dicho argumento puede ser una oración:


Afición. [...] Disposición á hallar gusto en alguna cosa [...]
Con á, para expresar el objeto en que se halla gusto.
[Ejemplos con verbos de soporte]
Tiene [...] afición á bienes sensibles [...]
[Ejemplos sin verbos de soporte]
[...] por afición á las cosas humanas [...]
[...] por la afición al ridículo filosofismo con que ha caracterizado sus obras [...]
[...] La afición á la caza [...]
La afición á unos mismos estudios [...]
[...] la afición á las diversiones dramáticas [...]
[Ejemplos con un segundo argumento oracional]
Esta afición á cabalgar [...]
[...] la afición á leer y componer libros de caballerías [...]
 
Aversión.[...] Sentimiento que mueve á apartarse de lo que daña, disgusta ó contraría.
Con á, para expresar el objeto del desvío.
[Ejemplos sin verbos de soporte]
[...] no encubría su aversión á Mina.
[...] menguó y faltó casi la aversión á los españoles.
[...] por [...] aversión á los negocios [...]
[...] tedio y aversión á unos estudios en que se siente envejecer sin provecho.
[...] su aversión al trabajo [...]
[...] aversión al estado de matrimonio [...]
[...] aversión al nuevo régimen
[...] Su aversión á mi trono, á mi persona
[...] la inflexible aversión á la injusticia
 
Deseo. Movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, posesión ó disfrute de una cosa.
Con genit[ivo] objetivo.
[...] dellas tuviese un continuo y encendido deseo!
Los deseos tan vivos de Dios [...]
[Ejemplos con un segundo argumento oracional]
Con un infin[itivo].
[Con verbo de soporte]
[...] el deseo que tenían de destruír aquella nación impía.
El rey don Fernando tenía por todas estas causas un encendido deseo de apoderarse desta ciudad.
[...] tiene deseo de ser vista.
[Sin verbo de soporte]
[...] creció el deseo en los pastores, de escuchar lo que Mireno cantaba.
Se levantaron los dos con deseo de ver á Constanza [...]
[...] me vino el deseo de abrazarme con vuestra majestad [...]
El deseo de alcanzar fama [...]
[...] el deseo de ver mundo.

Cuervo establece una distinción entre los segundos argumentos de nombres predicativos no derivados, como p. ej., afición y aversión, y los de nombres deverbales, como p. ej., deseo. En el primer caso, introduce los ejemplos que documentan su estructura argumental con referencias, como p. ej., "con á, para expresar el objeto en que se halla gusto", "con á, para expresar el objeto del desvío", etc. Por el contrario, los ejemplos que ilustran las características de los segundos argumentos de nombres deverbales, como p. ej., deseo, los considera “genitivos objetivos”. La terminología de Cuervo tiene un significado muy preciso, como podemos observar en la explicación de la ambigüedad de los complementos con de del nombre predicativo amor (vol. I, p. 438):

El compl[emento] con de que suele acompañarle admite dos sentidos opuestos: [...] Es sujetivo, ó sea, corresponde al sujeto del verbo amar, si se pusiera en el lugar del sustantivo; v.g. amor de padre = el padre ama [...] Es objetivo, ó sea corresponde al acusativo de amar: el amor de la vida = amamos la vida.

En su inequívoca terminología, Cuervo considera, por tanto, que el segundo argumento de deseo es el "acusativo" del verbo predicativo del que se deriva, es decir, de desear. La similitud de las definiciones semánticas del verbo desear y del derivado deverbal deseo ponen de manifiesto que, para Cuervo, se trata de dos predicados semántica y formalmente relacionados:

Desear. Moverse con instancia la voluntad á la posesión, disfrute, conocimiento ó ejecución de algo. (vol. II, p. 1042)
Deseo. Movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, posesión ó disfrute de una cosa. (vol. II, p. 1063)

En general, los ejemplos que ilustran las características de los primeros argumentos de los nombres predicativos, tanto autónomos como derivados, suelen ser grupos nominales, que han sufrido una reducción del verbo de soporte y, en consecuencia, el primer argumento del nombre predicativo se ha convertido en un complemento adjunto con la preposición de. Cuervo denomina "genitivos subjetivos" a dichos adjuntos, porque, sin duda, considera que la preposición de que los introduce no es un marcador de argumento, sino una preposición derivada:

[aversión]
Con genitivo sujetivo.
El primer principio de la aversión de los reinos y de las mudanzas de las repúblicas es el odio.
Unos serán dignos de la vigilancia, y otros de la aversión del gobierno.
[deseo]
Con genit[ivo] sujetivo.
[...] el deseo del clero [...]

Cuervo incluye, además, ejemplos, en los que el nombre predicativo lleva todos sus argumentos explícitos y, a su vez, ha sufrido una reducción del verbo de soporte:

[afición]
Con genitivo sujetivo y á para denotar el objeto de la afición.
[...] la afición [...] de los grandes y magnates á los libros caballerescos.
[...] la afición del pueblo á esa clase de composición [...]
[aversión]
Con genitivo sujetivo [...] Con á, para expresar el objeto del desvío.
[...] la aversión de los conquistadores al cultivo y á toda buena industria.

Es interesante observar que Cuervo ya se dio cuenta de la existencia de "locuciones" formadas por dar y un nombre, cuyos significados estaban determinados por dicho nombre y que, a su vez, eran paráfrasis de verbos predicativos, con los que el nombre estaba relacionado morfológicamente:

Llevando por acus[ativo] un nombre generalmente de acción, [dar] forma locuciones cuyo sentido se determina por el de dichos nombres, y que suelen corresponder á un verbo significativo de la acción denotada por ellos. Así,
dar un abrazo, un beso = abrazar, besar
dar ayuda, consejo = ayudar, aconsejar
dar principio [...] = principiar [...] (Cuervo 1886-1893, vol. II, p. 732)

A su vez, Cuervo se percató ya de que el sujeto de dichas "locuciones" era, en realidad, sujeto del nombre y no del verbo, ya que, en dichas "locuciones", dar no es más que un verbo de soporte:

El suj[eto] de dar representa la persona que ejecuta el acto denotado por el sust[antivo] (Cuervo 1886-1893, vol. II, p. 735)

Asimismo, Cuervo observó que el segundo argumento de determinados nombres predicativos admitía una sustitución por los pronombres clíticos le, les, cuando iban acompañados de "ciertos verbos" –y, por tanto, mostraba las propiedades de pronominalización que caracterizan a los objetos indirectos o "dativos"–, mientras que, cuando dichos nombres predicativos eran argumentos de verbos predicativos, su segundo argumento no mostraba las mismas propiedades de pronominalización:

Cuando afición es acusativo de ciertos verbos, el compl[emento] con á se considera como dat[ivo].
[...] la afición que [lei] tenéis á vuestra lengua[i]
[Con variante de verbo de soporte]
[...] para que les cobre afición. (Cuervo 1886-1893, vol. I, p. 233)

Cuando aversión es acus[ativo] de ciertos verbos, el compl[emento] con á se considera como dat[ivo].
[...] la aversión que [le]i tenían á don Berenguel[i]. [...]
[...] [lei] tiene una natural y absoluta aversión al mal[i]. [...]
[...] no por tenerle aversión [...]
[Con variante de verbo de soporte]
[...] Me han cobrado aversión. (Cuervo 1886-1893, vol. I, p. 810)

Siendo este sust[antivo] [compasión] acus[ativo] de ciertos verbos tiene cabida el dat[ivo] en lugar del genitivo objetivo.
Ningún respeto se [lesi] tenía á los ancianos, ni compasión á los niños[i].
[...] [lesi] tendríamos compasión á muchos[i].
[...] la compasión que le tuvo [...] (Cuervo 1886-1893, vol. II, p. 257)

Como hemos podido observar, Cuervo se refiere a "ciertos verbos", aunque no especifica exactamente de qué verbos se trata. Sin embargo, en los ejemplos que ilustran sus referencias a "ciertos verbos" aparecen invariablemente verbos de soporte o sus variantes. De hecho, Cuervo constató que, cuando un nombre predicativo, como p. ej., aversión, va acompañado de su verbo de soporte, su segundo argumento admite una sustitución (o una reduplicación) pronominal por le o les, p. ej., (12) Max lei tiene aversión a esa gentuzai, mientras que, cuando el nombre predicativo sufre la reducción del verbo de soporte y se convierte en el núcleo de un grupo nominal, como p. ej., en (13) la aversión de Max a esa gentuza, y, a su vez, dicho grupo nominal se convierte en un argumento de un verbo predicativo, como p. ej., conocer, en Todos conocíamos la aversión de Max a esa gentuza, a esa gentuza ya no puede pronominalizar con le o les como en (12), como podemos observar, p. ej. en (14), Todos (*lei) conocíamos la aversión de Max [a esa gentuza]i, puesto que, en (14), a esa gentuza no es un objeto indirecto de conocer, sino que forma parte del grupo nominal de (13), el cual es el segundo argumento de dicho verbo. En otras palabras, a esa gentuza sólo puede pronominalizar como un objeto indirecto, cuando aversión va acompañado de su verbo de soporte como en (12), a pesar de que tanto en (12) como en (13), a esa gentuza es un segundo argumento de aversión. Las observaciones de Cuervo ponen de manifiesto que intuyó la existencia de verbos de soporte, aunque no los definió de forma explícita, tal como hizo posteriormente Lenz (1920). Sin embargo, Cuervo hizo referencia de forma indirecta al concepto de verbo de soporte, al señalar que el segundo argumento de ciertos nombres predicativos admitía una pronominalización como un objeto indirecto, cuando iba acompañado de "ciertos verbos" –es decir, de su correspondiente verbo de soporte–, pero no la admitía, cuando dicho nombre predicativo se había convertido en un argumento de otro predicado.





Notas

3 Martín Mingorance (1994:31-32) lo considera "el primer diccionario de valencias propiamente dicho, tanto por la descripción de los tipos de complementación como por la justificación lingüística."





Volumen 23 (2006)
ISSN: 1139-8736