ISSN: 1139-8736 Depósito Legal: B-37271-2002 Copyright: © Silvia Montero Martínez |
4.2.1 Sistemas de clasificación numerativos: CIE y MeSH (Medline®)
Durante el último siglo se han desarrollado distintas clasificaciones, nomenclaturas y sistemas de codificación que permitieran recopilar datos e información médica al mismo tiempo que dotaban a ciertos términos de un aire normativo (Rector 1995: 235). Esta recopilación de datos tenía como objetivo sacar conclusiones estadísticas y epidemiológicas fundamentalmente (Baud et al. 1997: 112, 122), por lo que su estructuración estaba diseñada para un determinado usuario, los especialistas. Pero un tipo de estructuración tan específica y la falta de información definicional en estos sistemas implica el uso de un manual de instrucciones con todos los códigos alfanuméricos y el conocimiento experto de un profesional en medicina. Se trata, por tanto, de sistemas de uso muy restringido basados generalmente en documentos primarios tales como informes médicos en los que un paciente o un documentalista no encontrarán una información muy asequible (Rodríguez del Castillo 1998a: 544).
Un ejemplo de este tipo de sistema es la CIE-9 (Clasificación Internacional de Enfermedades), fruto del consenso al que llega la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de una clasificación numérica de términos que presentan una estructura estática y cuyas relaciones se establecen manualmente por expertos. Su objetivo era convertirse en la clasificación nuclear de las distintas familias de enfermedades y otras circunstancias relacionadas con la sanidad y, para ello, hace uso de hasta cinco o seis caracteres (001-999). La CIE-9 no incluye, sin embargo, la clasificación de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías, la Clasificación de Procedimientos en Medicina y la Clasificación de los Motivos de Contacto de Enfermos con Personal Sanitario. Así, para complementar esta clasificación, surge la CIE-10 que se centra específicamente en los trastornos mentales e introduce códigos alfanuméricos de una letra seguida de dos números (A00-Z99), con lo que consigue aumentar las categorías disponibles.
Desde nuestro punto de vista, los problemas más relevantes de este tipo de clasificaciones incluyen los siguientes: la carencia de rigor conceptual en su estructura clasificatoria; el gran volumen de términos y relaciones que implica la introducción de un factor en un esquema dado; la casi imposibilidad de reutilizar este tipo de clasificaciones numéricas en otras aplicaciones (Baud et al. 1995: 14; 1997: 122); la mera acumulación de términos con sus respectivos códigos sin incluir ningún otro tipo de información de interés para el experto; su laborioso mantenimiento y la compleja utilización para el usuario final.
Otro sistema de clasificación numérico, aunque con otras finalidades, es el MeSH (Medical Subject Subheadings) que se implementa en la base de datos Medline®. Se basa en descriptores numéricos y jerárquicos y tiene cierto carácter normativo en el sentido de que en el Tesauro de la aplicación sólo se aceptan los términos más frecuentemente utilizados en las revistas de mayor impacto en Ciencias de la Salud. Así, el término a utilizar para la búsqueda es una condición impuesta por el sistema y al introducir, por ejemplo, el término 'cancer' se remite al usuario al término 'neoplasm':
Figura 4.1: Búsqueda en el Tesauro de Medline®
La razón de esta restricción es que los términos de niveles jerárquicos muy superiores, correspondientes a un conocimiento más general, no aparecen con la misma frecuencia en la base textual de Medline® concebida como una base de datos bibliográfica que, a diferencia de la CIE, se basa en documentos secundarios (las revistas de mayor impacto a nivel internacional), presenta definiciones y abstracts. Se trata de la BD con más prestigio entre los profesionales de este ámbito y está avalada por organismos internacionales y la National Library of Medicine (NLM). Según Lindberg et al. (1993: 3128), las razones aducidas por los usuarios en esta elección incluyen la actualización periódica de los datos contenidos, la posibilidad de localizar las revistas con la información necesitada, un coste económico bajo y la facilidad de uso.
Sin embargo, para el terminógrafo o el traductor existen una serie de problemas: i) que el idioma sea el inglés fomenta el uso de calcos (Montero-Martínez et al. 2001a, b); ii) que no exista una estructuración conceptual subyacente para que sirviera como base para la organización terminológica; iii) que los términos del tesauro sean aquéllos que determina la NLM, como hemos visto en la Fig. 4.1, por lo que la falta de conocimiento de los descriptores del MeSH puede resultar en una búsqueda de información fallida. En este sentido, sin embargo, se puede hacer uso de operadores booleanos y búsquedas cruzadas que reduzcan al mínimo las búsquedas fallidas:
Figura 4.2: Búsqueda cruzada con operadores en el catálogo bibliográfico de Medline®
Por tanto, la relación entre un término y otro sólo depende de su aparición conjunta explícita en la base bibliográfica y el usuario no tiene acceso a ningún tipo de explicación respecto a la misma.
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