ISSN: 1139-8736 Depósito Legal: B-39120-2002 Copyright: © Chantal Pérez |
En este capítulo hemos comenzado enlazando con algunos de los presupuestos teóricos sobre los que se asienta la terminología detallados en los capítulos anteriores, puesto que sobre ellos deben sustentarse la práctica terminográfica. Hemos defendido que la metodología de trabajo debe responder a una planificación sistemática, tanto de las fases que comprende su labor como de los materiales con los que el terminógrafo cuenta para llevarla a cabo. El objetivo principal de este capítulo ha sido, por tanto, el establecimiento de los supuestos de base que la teoría terminológica aporta a la labor terminográfica.
Estos supuestos de base parten del entendimiento de las unidades terminológicas como elementos que están conformados por tres dimensiones: (i) la conceptual, puesto que son unidades que los especialistas usan para transmitir conocimiento especializado; (ii) la lingüística, puesto que la gran mayoría de las unidades terminológicas son unidades léxicas y (iii) la comunicativa, puesto que las unidades terminológicas se usan en el seno de la comunidad científica para vehicular el conocimiento, por lo que no es posible aislar la terminología del contexto situacional que la crea y usa. De igual importancia nos parece el hecho de que, en realidad, sólo en virtud del uso de los especialistas, una unidad léxica adquiere el estatus de unidad terminológica.
Para articular nuestra propuesta de terminografía basada en corpus, hemos argumentado el hecho de que la terminología (y por ende, los términos) no pueden aislarse del contexto lingüístico y social en el que se producen, por lo que hay que tener en cuenta quién produce el lenguaje especializado, para quién, en qué medio y con qué propósito. La situación de "aislamiento contextual" en el estudio terminológico, derivada de los presupuestos teóricos de la Teoría General de la Terminología es, en muchos sentidos, paralela a la que existía en la tradición lingüística mentalista imperante en la década de los sesenta y los setenta. Al igual que ocurrió en el ámbito de la lingüística, en la teoría terminológica, existe una creciente corriente crítica, representada en España por la TGT, con la que coincidimos plenamente en su interés por el estudio de los términos como unidades del lenguaje natural, que adquieren su carácter terminológico en virtud del uso y la percepción que de ellas tienen los especialistas.
Hemos argumentado también que, en el caso de los terminógrafos, su necesidad de fuentes de información es aún mayor que la de los lexicógrafos, ya que no sólo necesitan obtener información lingüística sobre las unidades que estudian, sino que, además, deben estudiar en profundidad la estructura de conocimiento (los conceptos y las relaciones) que es transmitida por medio de los términos. Pensamos que, junto con la insustituible consulta a los especialistas, el uso de un corpus textual informatizado también puede ser una herramienta muy útil para asistir al terminógrafo en tan complicada misión ya que, al fin y al cabo, un corpus especializado no es más (ni menos) que el testimonio magnético, la materialización de la comunicación especializada.
De las seis fases de trabajo que componen todo trabajo terminológico sistemático, hemos centrado nuestra exposición en la preparación y explotación de las fuentes documentales para la extracción de la información terminológica (a través del uso intensivo de córpora textuales informatizados). Hemos dedicado varias secciones al estudio de criterios para la selección, preparación y uso de los materiales de trabajo, y hemos adaptado dichos criterios a las necesidades específicas de nuestro trabajo, tanto en el caso de los materiales de consulta como en lo referente a los materiales específicos y de ayuda y soporte al trabajo. En nuestro caso, el uso de la documentación será exhaustivo, ya que una parte central de nuestro trabajo se centra en la explotación computacional de los materiales específicos de trabajo.
Además de las estrategias de extracción de información, hay otros planteamientos que el terminógrafo debe hacerse a la hora de diseñar su metodología de gestión terminológica sistemática: de qué forma se va a representar la información que se recopile. El terminógrafo precisa mecanismos de representación que sean lo suficientemente explícitos y versátiles como para facilitar su labor, (con un mínimo de entrenamiento), pero que a la vez se puedan usar para otras tareas relacionadas con la representación del conocimiento. De estos aspectos tratamos en el capítulo siguiente.
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