ISSN: 1139-8736 Depósito Legal: B-39120-2002 Copyright: © Chantal Pérez |
La consecuencia directa de la separación radical entre competence y performance propuesta por Chomsky sitúa al lingüista (como hablante nativo competente) en una posición privilegiada, ya que sólo necesita recurrir a su conocimiento intuitivo del lenguaje (a su capacidad de interpretar las oraciones de una lengua) para formular la gramática de su lengua. De este modo, el lingüista se convierte en "the sole explicandum of linguistics" (McEnery & Wilson 1996:9), y su intuición (en forma de oraciones inventadas por él mismo) sirve de base para ilustrar la teoría gramatical que propone. Los problemas que este procedimiento científico puede acarrear, y la relación que plantea entre teoría y datos son evidentes, y han sido destacados por la mayoría de los estudiosos de la lingüística de corpus a los que hemos hecho referencia anteriormente. Sinclair ha recalcado en numerosos trabajos (1987b, 1991, 1992a, 1996, inter alia) las posibles inconsistencias o inexactitudes de la intuiciones lingüísticas, considerando incluso algunos casos en los que el hablante nativo simplemente puede no poseer el conocimiento intuitivo suficiente para postular una parte de la teoría.
En efecto, el mayor problema que plantea el uso de la intuición lingüística como única evidencia teórica es la circularidad que supone que el lingüista use sus intuiciones como datos en análisis donde se sabe de antemano qué se quiere probar. En cualquier ámbito científico, se da por sentado que el científico desarrolla una teoría para describir y explicar un fenómeno que ya existe, partiendo de una serie de datos o experimentos externos. No es de esperar que un científico invente él mismo los datos a la vez que inventa la teoría, o incluso que invente los datos después, para probar la teoría (Stubbs 1996:29).
Hecha esta afirmación, que puede parecer casi una tautología, parece fácil olvidar el escaso número de ejemplos (ya sean inventados o extraídos de textos reales) que se pueden encontrar en la mayoría de la literatura más destacada del siglo veinte.11 Stubbs (ibid) hace un interesante recuento del número de oraciones usadas por algunos de los más influyentes lingüistas de este siglo: Saussure, en su Cours de Linguisticque Générale, no analiza texto real alguno y usa muy pocos ejemplos reales o inventados. Chomsky (1957, 1965) analiza respectivamente 28 y 24 oraciones inventadas, y Lyons (1977) en los dos volúmenes de su libro Semantics no analiza ni un solo texto o fragmento real. En los trabajos de Austin, Searle y Grice, proponentes de la teoría de Actos de Habla, no se analiza un solo acto de habla real (lo que no deja de ser irónico), al igual que ocurre en el desarrollo de la teoría de Actos de Habla realizado por Sperber & Wilson en la Teoría de la Relevancia. Parece claro que, como destaca Sinclair (1987a:XV), para estos lingüistas
[...] invented examples are really part of the explanations. They have no independent authority or reason of existence, they are constructed to refine the explanations and in many cases to clarify the explanations.
Sin duda, el establecimiento de la necesidad de estudiar la lengua a través de ejemplos reales de uso es uno de los principios básicos de la lingüística de corpus. Sinclair (1991) hace una crítica profunda al uso de la introspección y los datos intuitivos como único recurso para la formulación de principios lingüísticos, demostrando con ejemplos precisos que la introspección puede ser limitada en cuanto al conocimiento léxico, gramatical o semántico y, sobre todo, en lo que se refiere a la frecuencia y a la distribución de los diferentes significados de una palabra o a la interrelación entre el significado de una palabra y su contexto de uso. Sobre el uso de ejemplos inventados como parte de la teoría que se propone, Sinclair argumenta:
We are so accustomed to invented examples that we often forget that they are only of value in helping to explain. Usage cannot be invented, it can only be recorded.Sinclair (1987a:XV)
Por otra parte, el efecto más negativo que las críticas chomskianas (y la metodología introspectiva que implica) han tenido en la tradición lingüística de la segunda mitad del siglo veinte ha sido el hecho de que el término "descriptivista" (descriptivist) se convirtiera en peyorativo (Sampson 1980:146, apud Stubbs 1996: 45) y que la introspección se convierta en la única evidencia para construir la teoría, aunque este tipo de evidencia introspectiva pueda parecer sospechosa en algunos casos, ya que el lingüista ha de tener, forzosamente, un interés personal en recoger evidencia que sirva para apoyar su teoría.
En este sentido, la revolución tecnológica de los últimos treinta años (sobre todo en lo que se refiere a la capacidad de almacenamiento de los ordenadores) ha hecho posible que el lingüista pueda tener a su disposición grandes cantidades de texto en formato electrónico, de forma que sus observaciones lingüísticas no estén basadas sólo en sus intuiciones lingüísticas, sino en el estudio detallado del uso lingüístico. A este respecto, y a pesar de que se haya querido presentar en ocasiones como una cuestión de elección entre una u otra, la mayoría de los proponentes del uso de los córpora en las investigaciones lingüísticas niegan que exista una oposición radical entre corpus e intuición. En palabras de Leech (1991: 74), el uso del corpus es "a question of corpus plus intuition, rather than of corpus or intuition", aunque también reconocen que su uso representa "a new way of thinking about language" (Leech 1992: 106) y que "the ability to examine large text corpora in a systematic manner allows access to a quality of evidence that has not been available before" (Sinclair 1991:4).
En la sección siguiente veremos cómo el acceso a los córpora ha facilitado el trabajo en numerosas áreas de estudio y ha abierto nuevas vías de investigación lingüística.
Notas
11 De hecho, casi todos podríamos recordar varios ejemplos (y contra-ejemplos) famosos que han aparecido reiteradamente en obras importantes de lingüística teórica.
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