ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-32315-2002
Copyright: © Annette Becker

1. INTRODUCCIÓN

Cuando los seres humanos nos servimos de la lengua - un rasgo distintivo de nuestra especie - perseguimos diferentes objetivos. Muchas veces queremos provocar cierta(s) acción(es) y reacción(es) o tenemos la intención de contar sucesos importantes, experiencias pasadas de la vida propia o de otras personas, lo que hemos visto, lo que hemos escuchado y el punto de vista personal, es decir, queremos informar acerca de algo desde nuestra perspectiva. De este modo, participamos y actuamos en nuestro entorno social y lo moldeamos, con mayor o menor éxito, de acuerdo con nuestros deseos e intereses.

A veces nos bastan pocas palabras para conseguir nuestro propósito. Pero muchas veces utilizamos secuencias muy largas, por ejemplo, si queremos contar un hecho, necesitamos establecer el tiempo y el lugar, el desarrollo del suceso, las personas involucradas, etc. En este sentido, la comunicación humana - tanto oral como escrita – es "multiproposicional" (Givón 1984 y subsiguiente). Se realiza a través de entidades complejas, llamados textos o discursos. Su extensión no es definida sino que varía según nuestras necesidades. Puede incluir desde una sola palabra hasta miles de cláusulas y dividirse en subunidades (capítulos y párrafos), como lo demuestran las conferencias académicas o las novelas, para dar un ejemplo.

Para producir un discurso, el hablante tiene que tomar en cuenta varios factores. Entre estos están el contexto cultural compartido, la situación en que se inserta dicho discurso y naturalmente el oyente mismo como receptor. Esto significa, por ejemplo, que las costumbres familiares se explican a personas que no entran en este círculo pero no a los mismos miembros de la familia. Cuando se habla de las rutinas del trabajo con un compañero del trabajo existen muchos sobreentendidos, esto no pasa al hablar de este tema con otra persona ajena a esta área. Las personas de la misma tierra pueden conversar perfectamente sobre los logros o problemas de su país. No es así hablando con extranjeros que necesitan generalmente muchas informaciones adicionales. Ciertas rutinas en una cultura pueden parecer extrañas en otra, esto incluye los rituales lingüísticos.

Las situaciones en que se inserta un discurso pueden ser muy formales o muy informales con una gran gama de estados intermedios.

También hay que evaluar el estatus del oyente, si se trata de un niño o un adulto, un familiar, un amigo o una persona desconocida, el jefe o un subalterno. Según estos factores, el hablante escogerá el registro adecuado. Además, siempre existe un particular interés respecto al interlocutor y según este el hablante decide qué información proporcionarle y cómo presentarla.

De acuerdo con todos estos factores, el mensaje tomará diferente forma. Será más o menos formal, comprenderá más o menos tecnicismos, será más o menos contundente o atenuado, más o menos afectivo, etc. De esta manera, los hablantes tienen a su mano las herramientas necesarias para decir lo que quieren decir en la forma deseada en una situación y frente a un interlocutor determinados.

En el acto comunicativo, el hablante demuestra otra capacidad: la de organizar sus mensajes. El mundo y las personas son multifacéticas pero no podemos hablar de todo lo que vemos, escuchamos y sentimos. Procesamos nuestras experiencias y mucho de este procesamiento lo hacemos lingüísticamente. Así, expresar el mundo mediante palabras significa "linealizarlo". Todo esto incluye una constante selección, selección de los eventos que queremos comunicar, de los objetos, circunstancias y participantes relacionados. Solamente podemos mencionar una cosa tras otra. El texto, entonces, debe estar provisto de secuencias que se relacionan entre sí y que forman una estructura, debe ser una "sucesión coherente de frases" (Isenberg en Lewandowski 1982 : 58). Esta es una condición necesaria pero no suficiente para la constitución de un texto pues, además de haber coherencia en el nivel pragmático, esta debe encontrarse también en el nivel semántico (respecto a la superestructura y macroestructura) y en el sintáctico (cohesión). De esta forma, el oyente será capaz de comprender las intenciones comunicativas del hablante: el centro de su interés, la información que quiere destacar por su relevancia, los presupuestos del mensaje, lo dicho y lo no dicho. De esto resulta que el oyente no desempeña un papel pasivo. La descodificación también exige un esfuerzo considerable. Sin embargo, en el presente trabajo me interesa más el papel del emisor, la forma como organiza su mensaje para que el receptor pueda procesar lo que está diciendo si toma en cuenta un contexto determinado creado por el texto mismo, y que puede ser, o no, el contexto situacional contemporáneo a la emisión.

Sabemos que nuestro cerebro tiene una capacidad limitada, sobre todo respecto a la memoria a corto plazo (Chafe 1976 y subsiguiente). De esta gran base de datos que tenemos en nuestra mente podemos activar solo pequeñas porciones en un momento determinado. Aparecen como islas o, mejor, como pequeñas partes de un rompecabezas que al juntarlas dan un cuadro completo - la historia que íbamos a contar, por ejemplo. ¿Pero, cómo se tienen que armar las piezas en forma correcta? En un rompecabezas se puede empezar en cualquier parte y continuar donde se quiere. Lo que cuenta es el resultado, el cuadro completo. Pero el acto comunicativo debe estar provisto de una secuencia, deben existir reglas para organizar cada una de las piezas y el conjunto. Solo de esta forma el interlocutor podrá comprender el mensaje.

Es lógico suponer entonces que como los hombres se comunican a través de lenguas particulares, todas ellas deben tener medios para ordenar y jerarquizar la cadena hablada.

El presente trabajo tiene como objetivo describir y analizar algunos de los medios existentes en el español para poner en línea las experiencias de los hablantes. Se centra, entonces, en la manera de presentar y organizar el contenido de un mensaje y no en el contenido mismo.

Los datos provienen de un corpus de habla espontánea grabado con hablantes nativos de Mérida (Venezuela).1


Notas

1 En el Capítulo 4 del presente estudio me ocuparé de caracterizar en detalle dicho corpus.


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