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2.2.3. La escuela norteamericana
También en los Estados Unidos hay un grupo de lingüistas que se acercan al lenguaje desde un punto de vista funcional inspirados por los praguenses. Han desarrollado un modelo que procura establecer tipologías universales. Muchos de ellos tienen un conocimiento amplio de lenguas no indoeuropeas, - probablemente debido a la influencia de otra gran escuela lingüística norteamericana, el distribucionalismo - que utilizan para generalizar tendencias existentes entre ellas. El acercamiento a los hechos del lenguaje se realiza de forma empírica.
Halliday afirma que "in principle, language is as it is because of the function it has evolved to serve" (1974 : 45) Para él existe una interdependencia entre la sociedad y el sistema; para los funcionalistas norteamericanos la interdependencia se desarrolla entre el sistema y las estructuras cognitivas de los humanos. En esta corriente, el lenguaje se presenta de una forma y no de otra porque las mentes humanas están estructuradas de cierta manera. Nosotros como especie percibimos el mundo exterior de manera específica y procesamos las impresiones y sensaciones que nos llegan de manera específica. Este hecho se refleja en las lenguas porque su función para la cual han evolucionada es "permitirnos comunicar nuestro saber, nuestra percepción del entorno." (Domínguez ibid : 131)
Si para Halliday la gramática es "natural", para los funcionalistas norteamericanos se presenta de forma icónica. Partiendo del punto de vista de que existen correlaciones entre las funciones del lenguaje y su estructura, estudiarlas puede permitirnos entender "cómo algunas de estas correlaciones pueden ser motivadas sistemáticamente por los sistemas de percepción y cognición de la especie humana." (ibid) Quiero dar un ejemplo para ilustrar este aspecto. Los eventos que acontecen en el mundo tienen un comienzo, se desarrollan y tienen un fin. De esta manera los percibimos. Cuando contamos un evento, codificamos, en general, según este orden. Comenzamos con el principio, desarrollamos el evento y terminamos con el final. Eso es lo normal y lo esperado, lo menos marcado. Si la narración sigue otro orden, el esfuerzo de codificación es mayor y el de la descodificación también porque va justamente en contrario de nuestra percepción de los eventos. Tenemos entonces una estructura marcada, menos natural y menos esperada. Con ella, el hablante o el autor persigue cierto fin, como captar el interés del oyente o lector. El mayor esfuerzo de codificación y descodificación es icónico respecto a la percepción del mundo que se refleja en la manera de ser la lengua.
A pesar de algunas diferencias, las tendencias y los autores aquí presentados tienen fundamentalmente algo en común. No pueden concebir la lengua sin tomar en cuenta su función: la comunicación. No considerarla resultaría en una descripción "no adecuada", "ficticia", "artificial e inútil". El hablante, para comunicarse, solo podrá recurrir a su lengua, y esta se encuentra en permanente contacto con el uso real. En esta interacción debe justificarse y evaluar el cumplimiento de las necesidades que de él hacen los hablantes. El sistema y sus unidades se organizan en la encrucijada de la permanente contradicción y reconciliación con el uso real. La realidad ejerce una presión constante sobre él que debe ser capaz de responder a nuevas exigencias, debe ser capaz de adaptarse.
Hay un ir y venir entre las funciones externas e internas del sistema y la descripción lingüística no puede ignorarlo si quiere dar cuenta de la realidad objetiva.
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