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4.3.2. EVALUACIÓN Y PUNTO DE VISTA

Como dijimos anteriormente, los tipos de evaluación tienen que ver con lo que tradicionalmente consideró la literatura como el punto de vista o perspectiva del narrador. Según Marchese y Foradellas (1991:337) el punto de vista es el foco de la narración, es decir el ángulo de la visión, o el punto óptico en que se sitúa un narrador para contar su historia.

En el tipo de evaluaciones relacionadas con las figuras de sustitución y encaje, es decir con las figuras poéticas involucradas en la creatividad, se da lo que Genette (1972) ha llamado el focalización cero, por el hecho de que el narrador está ausente del procedimiento; y el énfasis está dado por un juego poético. Por otra parte, hay evaluaciones a través de los procesos de focalización interna que hemos llamado encaje de la evaluación. Este tipo de evaluaciones aparecen como subordinadas, ya sea porque están en boca de los personajes o porque se dan en el tiempo en que ocurre la acción. Cuando hay una focalización externa, la historia se evalúa desde afuera, a través de las exclamaciones del narrador, o bien a través de acontecimientos paralelos a la acción. Cada una de estas formas se produce, como es natural, con cierto tipo de correlatos sintácticos.

Sin embargo, debemos distinguir lo que constituye el punto de vista del hablante, es decir del contador de la historia, y el punto de vista del narrador. Me refiero a la diferencia entre el mundo "real" del hablante y el mundo ficticio, narrativo, del emisor, en este caso el narrador en el discurso. El punto de vista del narrador se corresponde con las funciones del lenguaje esbozadas por Halliday y Hasan (1990). De hecho, ya Bolívar (1994) había señalado que las diferentes concepciones de los autores sobre el tema se debían a las funciones que ellos consideraban estar involucradas en esta sección. Quizás, esta confusión se deba a la identificación del mundo real con el mundo discursivo.

Podrían considerarse, entonces, como cumpliendo una función ideacional, es decir, la que representa al mundo dentro de la narración, los procedimientos titulados acción simultánea y evaluación externa, porque corresponden con el punto de vista externo de la narración. Se relacionan con la función interpersonal dentro del discurso, el punto de vista interno, los procedimientos labovianos de encaje de la evaluación y suspensión de la acción, o mejor dicho del hilo narrativo. Son del nivel textual aquellos procedimientos donde no aparece el narrador, es decir, donde el texto pareciera jugar consigo mismo; en otras palabras lo que corresponde a la función poética.

También habría que considerar las figuras de construcción elaboradas en base a la repetición como mecanismos poéticos, porque son constructores de texto y también podrían verse como procedimientos evaluativos, desde el punto de vista textual y cumpliendo con la función poética, las figuras de sentido.

Añadiremos otro tipo de evaluación , constituida por las figuras de sentido: la metáfora, la metonimia y la hipérbole, que cumplen indudablemente una función evaluativa. Las figuras de sustitución cumplen la función de evaluación por ejemplo, dentro del sistema narrativo, puesto que contribuyen a enfatizar el punto crucial del relato. Se da en las figuras de sustitución un reemplazo en dos ejes semánticos: el eje paradigmático, considerado generalmente como el eje vertical, y el sintagmático, tomado como el horizontal (ver también 6.3.2).

La metáfora fue considerada por Jakobson (1984) como una sustitución en el eje vertical, puesto que reemplaza un término por otro que corresponde a un paradigma distinto, a un marco semántico diferente. La metáfora sustituye un objeto por otro de otro paradigma. Hemos visto cómo un término del paradigma del transporte se sustituye por otro de la religión alcanzamos de ver un bichito rojo como una cruz; en otro lugar se sustituye un elemento de la habitación por otro del paradigma de la música tilindraban las torres de las casas como una campanita. Otras sustituciones se dan entre la clase de los objetos animados y los objetos inanimados, eso se quedó como dormido en silencio.

La metonimia, en cambio, es una sustitución en el eje sintagmático (cf. Jakobson 1984; Eco 1991). En el ejemplo (29) el hablante explica lo que es La Vuelta de Lola, un conocido establecimiento popular merideño donde venden pasteles, entonces había una vuelta,...y era...Lola era la señora, entonces la pulpería se llamaba Lola también. La dueña de la pulpería, Lola, le da el nombre tanto al establecimiento como al lugar en la carretera, de modo que en La vuelta de Lola hay una metonimia por el desplazamiento del nombre de la señora, que hace los pasteles, a los lugares donde los hace, y del lugar a su vez a quien los hace, porque todo merideño entiende "los pasteles de la vuelta de Lola", como los pasteles que, hace mucho tiempo, preparaba una señora llamada Lola. Podría considerarse la hipérbole también como una sustitución en el eje sintagmático, sólo que con palabras que confieren un sentido exagerado a los acontecimientos y dijo un señor mayor: será que se va a acabar el mundo.

Estas figuras son formas de variación estilística, de expresiones casi equivalentes semánticamente pero con diferentes funciones comunicativas (cf. van Dijk 1989: 113). Van Dijk contempla algunos casos especiales en los que, en un texto, se quebrantan intencionadamente determinados criterios mínimos de coherencia y conexión semánticas, por ejemplo, para conseguir un efecto pragmático concreto o, en el caso de la literatura, para cumplir funciones literarias determinadas. (cf. van Dijk 1989: 119).

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