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3.3.1. COHERENCIA CULTURAL

Lo que llamamos coherencia, parece ser entonces la coherencia con el mundo, de acuerdo con la cultura en la cual vivimos. Pero el mundo no es igual para todos. Hay sistemas de normas que construyen los hechos sociales, hechos por el hombre, pero exteriores a éste; el sistema de la lengua, el sistema de la etiqueta, del dinero pertenecen a este tipo de "cosas" culturales (cf. Searle, 1997). Sánchez (1993: 69) afirma que "para que un texto sea coherente, pues, no basta con que las oraciones tengan un encadenamiento temático. Se necesita además que los significados denotados por ella se integren en una única concepción del mundo: la coherencia es la cualidad que hace que un texto pueda conformar una visión consistente del mundo y que, por tanto, le confiere la capacidad de ser interpretado (Sánchez, 1993: 69).

Veamos algunos ejemplos de esta diversidad cultural en las costumbres funerarias. En cada sociedad hay expectativas diferentes sobre las formas de honrar a los difuntos: en Alemania, por ejemplo, se espera que el entierro se produzca dos o tres días después del fallecimiento, no se acostumbran los velorios privados; los deudos se encuentran en el cementerio para la ceremonia fúnebre y posiblemente después en un almuerzo familiar, de un modo mucho más sobrio, si se quiere, que entre latinoamericanos.

Recuerdo haberle presentado en dos ocasiones mis condolencias a amigos en Montevideo por la muerte de sus seres queridos y sorprenderme por encontrar al difunto, al descubierto, en medio de una sala, cuando en mi cultura éste se halla en la urna tapada, a veces con una pequeña ventana de vidrio, de modo que el contacto con el difunto es opcional y se reserva a los más allegados.

En Latinoamérica, los velorios constituyen la parte socialmente más importante del conjunto de ceremonias fúnebres y se ha trasladado a los establecimientos funerarios lo que antes se hacía en la casa del difunto; son momentos de reunión no sólamente familiar sino de todos los amigos y allegados, y, por lo tanto, lugares donde se oyen historias, anécdotas, comentarios políticos y económicos, chistes y desde luego, también pésames. El acto de la condolencia es verbal - acostumbrándose decir desde sentido pésame, lo siento mucho, hasta qué hubo, cómo estás. Es característico del pésame el saludo no verbal, entre hombres con una palmada en el hombro y un beso en la mejilla entre las mujeres o entre mujeres y hombres: el darse la mano es señal de mucha formalidad, lo que es corriente en Alemania, pero no en Venezuela. Es muy posible que una persona extranjera no sepa realmente qué hacer en una ocasión como éstas porque desconoce las normas sobre cómo ofrecer las condolencias.

Los obituarios, en lo que concierne a la lengua escrita, también varían. Barrera-Linares muestra cómo, en Venezuela, en los avisos mortuorios se exhibe el poder económico de los allegados al difunto, más que el hecho de que éste sea conocido y/o respetado. En un mismo día se publicaron, en un diario de la capital, los obituarios de un respetadísimo y queridísimo ex-rector de la Universidad Central de Venezuela y de la madre del trabajador de una empresa, ciertamente muy querida en su medio pero desconocida para el público. El aviso del primero era pequeño y austero, mientras que el segundo caso mereció mucho espacio y muchos avisos, que parecían más una propaganda empresarial que una nota fúnebre (Barrera-Linares 1998). También Östmann (1999) descubre diferencias notables entre los avisos fúnebres ingleses y finlandeses, lo que se revierte en variación dentro del mismo tipo de texto.

La diversidad de las creencias culturales que hemos visto hasta ahora radica en que estas creencias culturales son formas colectivas de ver el mundo. Hicimos alusión a este hecho en un trabajo anterior sobre narraciones en el páramo. En el texto que hemos titulado "el güey" (29), se muestra cómo los habitantes del páramo creen que lo "normal" es ver lagunas y no caseríos y gente. En realidad, las lagunas estarían habitadas por seres fabulosos, los "viejos" que viven en las lagunas. Según la tradición, para poder construir la capilla de Juan Félix Sánchez en San Rafael de Mucuchíes tiene que venir un anciano a aplacar los vientos, que no querían dejar poblar la región. En la narración que hemos llamado "el avión" (20) los habitantes de la montaña interpretaron el paso del primer avión por esa región como "un barranco en el páramo", porque el aparato les resultaba sobrenatural. No se conocen los aviones, y los confunden con la cruz, signo, en este caso, del fin del mundo. Lo que para la mayoría de nosotros es normal no lo fue para los habitantes de las montañas de la cordillera de Mérida. Más bien parece imaginario y sobrenatural el mundo nuestro, de aviones y de gente que puebla los gigantescos montes de Los Andes.

El mundo de la medicina de la zona andina venezolana, como vimos anteriormente nos provee de ejemplos sencillos para entender el problema de la coherencia. La medicina "occidental" que conocemos ha sido coherente con las ideologías imperantes. Puede decirse que la medicina medieval termina con el renacimiento, cuando finaliza el mundo ptolemaico y surge la visión kepleriana de la naturaleza puesto que las creencias en cuanto a las enfermedades son coherentes también con el pensamiento filosófico vigente. El surgimiento, con Einstein, de un nuevo paradigma científico, el de la relatividad, también genera una nueva visión holística de la medicina, y el cuerpo humano cesa de entenderse como una máquina cuyas partes se dañan y hay que repararlas.

En el mismo orden de cosas, la medicina del páramo de la cordillera de Mérida se corresponde con la concepción dual del mundo que tienen los campesinos de esta zona: las familias viven arriba o abajo, según ciertas convenciones sociales, los remedios son calientes y fríos, según las enfermedades. Los seres humanos tienen un órgano energético central llamado "la pelota" cuyo desequilibrio conduce a enfermedades diferentes en hombres y mujeres. Es como si el estómago enfermara de manera diferente en los dos sexos. Padrejón y mal de madre son el resultado del desequilibro de la "pelota" en hombres y mujeres y estos desequilibrios se curan, también, de manera diferente.

Dice Bakhtin: "La fusión absoluta del discurso y el significado ideológico concreto es, sin duda, uno de los rasgos constitutivos del mito, que determina, por una parte, el desarrollo de las representaciones mitológicas, y por el otro, la aprehensión específica de las formas lingüísticas, las significaciones y las combinaciones estilísticas (...) El descentramiento verbal e ideológico ocurre sólamente cuando una cultura nacional se desprende de su cerrazón y su autosuficiencia y se vuelve consciente de sí misma como una sola entre otras culturas y lenguas (Bakhtin citado en Todorov, 1998: 66). Los habitantes de la zona andina tienen conciencia de su especificidad y de su autonomía cultural.

El pueblo venezolano cree, por ejemplo, en el "mal de ojo", una enfermedad infantil producida por la mala influencia de un adulto. El mal de ojo produce malestar, debilidad, a veces gripe, molestias intestinales. Sin embargo, se cura sólamente con los rezos de un iniciado. Dentro de ese sistema de creencias hay coherencia entre el tipo de enfermedad, la cura que se le aplica, la persona que la imparte y hasta la actitud de los creyentes que no dudarían en llevar al niño a un rezandero para su tratamiento.

La existencia de un mundo objetivo parece darse sólo a medias. Qué mas objetivo que el mundo de la ciencia, que pretende referirse a la realidad, y vemos como se cambia de la concepción de una tierra, centro del universo, al de la tierra que gira alrededor del sol. Es objetivo en cuanto a la valoración que hacemos de él, pero en cuanto a su existencia, el mundo es relativo a los sujetos que lo comparten y quienes lo construyen.

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