ISSN: 1139-8736
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2.3 FORMA DE LA PROSODIA

Hasta ahora hemos visto, muy someramente, algunos de los elementos que constituyen la sustancia de la prosodia. Pero no hemos hablado todavía de cómo todo ello contribuye a darle sentido al habla, es decir lo que hace de esos parámetros elementos lingüísticos, es decir, al formar parte del sistema de la lengua y adquieren un valor simbólico.

La forma de la prosodia sería, en este orden de ideas, todo aquello que otorga al sonido valor lingüístico, contrastivo y por ende confiere un sentido que el hablante percibe. Estos contrastes son sistemáticos, como lo son también otros contrastes en la gramática (cf. Halliday 1990:49). Si sabemos que la prosodia forma parte del sistema, podemos también hablar de las funciones que cumple:

En primer lugar tiene una función cohesiva o integradora, ya que divide el hilo fónico en parcelas, de modo que el oyente pueda percibirlo como un oleaje. En vez de estar expuesto a todo un mar de información, ésta se le presenta como olas sucesivas, en unidades empaquetadas prosódicamente. Si oyera una cadena ininterrumpida e in modulada, comprendería muy poco porque lo primero que se necesita es ordenar ese enorme conjunto fónico en unidades menores: en unidades de entonación. La entonación integra las palabras en unidades gramaticales (Obediente 1998:213). Quilis por su parte, considera que el enunciado es decir, la palabra pronunciada con una cierta forma de entonación "está conformado y señalado doblemente: por un lado, por su forma gramatical; por otro, por la entonación. La entonación es, por lo tanto, el recurso más común y el más elemental del enunciado: puede haber enunciados sin forma gramatical, pero sin entonación, no" Quilis 1981: 426).

Más allá de esa función integradora, tiene también la prosodia una función delimitadora, o demarcativa que consiste en la segmentación del enunciado o del discurso en unidades menores relacionadas con su estructura profunda, como en las dos frases: encontré el libro roto y encontré el libro, roto. (Cf. Obediente, 1998:213). Para Obediente, parece tratarse de una misma función demarcativa que tiene como tarea la agrupación del hilo fónico en segmentos informativos. La demarcación opera generalmente en sintagmas, es decir en los grupos gramaticales y la llevan a cabo las pausas y los cambios del fundamental (Léon 1998: 9) El oyente no percibe sino esas unidades; lo demás es tarea del analista, quien, partiendo de la lengua escrita entiende una agrupación de palabras o una delimitación de segmentos mayores. La delimitación hace que el oyente perciba por ejemplo uno a uno los miembros de una enumeración, como están callados, serios, tristes; o una explicación en medio de la frase (4):

(4)

Hab: y por la Avenida Uno habi... venía una... una... una cloaca que no era cloaca sino la... la agua era...
Enc.: Era clara (MDD5MB)

Resulta casi intuitivo decir que hay un vínculo entre prosodia y sintaxis. Hay una correspondencia entre el ritmo de una lengua, los grupos sintácticos y los grupos de sentido, como veremos enseguida. Para Halliday, por ejemplo, el grupo tonal representa un segmento significativo del discurso, por ser la manera cómo el hablante lo va organizando, a medida que avanza lo que va diciendo (Halliday, 1990: 53). En otras palabras, las unidades de información, las de entonación y las de sentido están estrechamente vinculadas y vienen siendo, para el usuario de la lengua - si bien no lo son para el analista- prácticamente lo mismo.



De alguna manera todo lo anterior se logra a través del empaquetamiento de unidades fónicas o de entonación7. También hay otros mecanismos, de contraste, que producen diferencias de sentido. Esto se da cuando la parte final de la frecuencia fundamental, el entonema es descendente o ascendente, lo que depende de la disminución o el aumento de la vibración de las cuerdas vocales. La entonación ascendente representa un enunciado con sentido incompleto, no acabado; mientras que la entonación descendente confiere un sentido completo a lo dicho. Esto parece ser una tendencia universal (cf. Léon, 1998:120, Quilis, 1981: 411). La entonación descendente es la entonación no marcada que indica, como dijimos, el término de la comunicación, mientras que la ascendente es la entonación marcada; se puede ver que no está terminada en el caso de la pregunta, donde la respuesta del interlocutor terminará la emisión, dado que pregunta y respuesta forman una díada inseparable (cf. Obediente, 1998: 209).

En otro nivel, estas diferencias se convierten de fonológicas en gramaticales, en el sentido de que se interpreta, en español, la entonación ascendente como interrogativa y la descendente en declarativa. No entraremos en mayores detalles en este sentido, sólamente queremos dejar claro que estos contrastes entonativos tienen en la lengua un valor gramatical. Por ejemplo, puede marcarse la coordinación adversativa en español por una entonación descendente: las cosas están cambiando realmente, aunque la gente no crea (MDA1MB).

La prosodia tiene también relevancia para la pragmática del lenguaje, no ya en el nivel abstracto de la oración, sino en el nivel del enunciado. Importante desde el punto de vista lingüístico es la marcación de la prominencia tonal, porque a través de ella el hablante decide lo que va a tratar como información nueva y lo que va a considerar como información dada. Sabemos que una manera no marcada de dar como nueva una información es, en español, colocarla al final de la cláusula. Así, en Juan tiene un perrito, el segmento [un perrito] está encapsulado en español como información nueva; esto es general para las lenguas que tienen un orden de palabras sujeto-verbo-objeto (SVO). El siguiente ejemplo es de un hablante merideño, que describe su ciudad (5):

(5)

Mérida era muy bonita...
Mérida era una cosa... muy feliz
Mérida este... a según e... tal... la explicación y tal Mérida era.. era un páramo
Mérida era era... frío,
las calles... eran de piedra... ¿no?
y por la Avenida uno habi... venía una... una... una cloaca que no era cloaca sino la... la agua era...
Enc.: Era clara.
Hab.: Era... bueno...
Pero eso era una bellezura ¿no?
lo que se llamaba Mérida (MDD5MA)

La información conocida es Mérida, (Venezuela) sujeto siempre en las primeras cláusulas, salvo en la última, cuando se convierte, paradójicamente, en información nueva. En todo el camino hasta esta última frase, se va sucediendo todo lo que para él es la ciudad: muy bonita, muy feliz, un páramo, frío, una bellezura. Además, las calles, información conocida porque todas las ciudades tienen calles, son de piedra información nueva para quien no ha estado nunca allí.

A través de la prosodia, el hablante puede igualmente hacer resaltar como información nueva algo que no esté al final de la unidad de información. Blondet (1999:50) da un ejemplo de alargamientos emotivos, en (6)

(6)

y finalmente cuando llegué al apartamento en Ejido, me eché a dormir a descansar.....

Las palabras eché y descansar, subrayadas en el ejemplo, son alargadas por el hablante, es decir que se pronuncian con una duración mayor a la esperada, perceptivamente. La primera, eché, es un ejemplo de lo que indicamos anteriormente, es decir que a través de un hecho prosódico se resalta el elemento que se quiere focalizar.

Vemos entonces como la prosodia tiene también una función importantísima en la progresión de la información. Las unidades de entonación8 se corresponden grosso modo también a las unidades de información dado que, como dijimos anteriormente, la información no se ofrece de una sola vez, sino en oleajes sucesivos. Cada unidad de información se basa en la unidad anterior y añade un nuevo elemento. También, como afirma Halliday (1990), cada nuevo paso define nuevamente el contexto situacional, de modo que la creación del contexto es dinámica en cada movimiento que hacen hablantes y oyentes. El significado de lo dicho depende siempre de lo anterior (Halliday 1990:59). En el ejemplo (5) concluimos que Mérida era una bellezura, porque además de todo lo que se ha dicho, hasta las cloacas tenían agua clara.

Halliday establece muy claramente la distinción entre las categorías gramaticales y las categorías semánticas y, diríamos aquí también, pragmáticas. Como vimos en el punto anterior, una elevación del segmento final de la frecuencia fundamental o melodía puede considerarse desde el punto de vista gramatical como una categoría interrogativa, mas no necesariamente como una pregunta. De este modo, lo declarativo, interrogativo e imperativo son categorías gramaticales, pero no pragmáticas. Categorías semántico-pragmáticas, serían en ese mismo orden, afirmación, pregunta y mandato. Así, una interrogación en el nivel sintáctico puede convertirse, en el nivel pragmático en una orden indirecta: ¿puedes pasarme la sal? ¿hay café?¿no te has levantado todavía? Entendiéndose, estos enunciados, como 'pásame la sal', 'dame café' y 'levántate', respectivamente.

Para Quilis, la entonación es uno de los más importantes vehículos de la expresión afectiva del discurso, sola o combinada con otros elementos, como el tempo, la pronunciación, etc. (Quilis 1981:445). La entonación expresiva estaría superpuesta a la entonación comunicativa básica, o sea al significado gramatical. Varios mecanismos se utilizan para marcar expresividad: la desviación entre los puntos extremos del patrón melódico, el registro, el contorno, la intensidad y la duración del control melódico tienen valores simbólicos en la expresión de las emociones. Por ejemplo, un registro alto puede evocar alegría, mientras que un registro bajo puede indicar tristeza, la duración indicar énfasis, etc. Sería interesante delimitar cuánto de esto está esquematizado universalmente y cuánto lo está culturalmente.

De este modo, la prosodia conlleva una gran cantidad de información no sólo lingüística sino también paralingüística. Es esta heterogeneidad de la prosodia la que, precisamente, permite matizar y enriquecer pragmáticamente el discurso. En este sentido, Quilis considera que la entonación es: "el vehículo lingüístico ideal para transmitir las más diversas informaciones, que, aunque en el proceso de la comunicación vayan tremendamente mezcladas, el oyente descodifica automáticamente, y sabe si su interlocutor pregunta o afirma, es de Chile o de España, está enfadado o contento, pertenece a un estrato social o a otro, etc. (Quilis, 1993: 425). O bien, como expresa Navarro Tomás:

Las inflexiones melódicas de la palabra sirven juntamente a la declaración del pensamiento, a la expresión de los movimientos del ánimo y a la manifestación de hábitos y maneras de decir de carácter local. Se puede considerar la entonación desde el punto de vista ideológico, emocional o idiomático, si bien no es nada fácil delimitar, sobre el fondo común en que estos hechos se producen, la proporción y medida que a cada uno de dichos aspectos corresponde (Navarro Tomás, 1963:8).

De modo que, en el nivel sociolingüístico, la prosodia comunica dos tipos de información: las características personales del individuo, lo que el individuo es y al grupo al que pertenece y por otra parte, la situación en la que se encuentra, y el grado de atención que presta al discurso9. Se asigna, en este sentido, a cada parte del grupo entonativo un tipo determinado de funciones: la primera parte es portadora de información sociolingüística y psicológica, refleja el origen geográfico del hablante, el grupo socioeconómico al que pertenece e incluso, características psicológicas (Obediente, 1998: 214). El autor considera entre las funciones de la entonación la función sociolingüística y una función expresiva, esta última que permite conocer el estado anímico y emocional del hablante, en una especie de entonación secundaria.



Otra labor que lleva a cabo la prosodia es la manifestación de la cortesía10. A pesar de que este campo está casi inexplorado, muchos autores convienen en que hay manifestaciones prosódicas corteses y otras que no lo son. Los hablantes de holandés, por ejemplo, distinguen entre dos tipos de entonación imperativa, uno atenuador y otro reforzador, cuya entonación corresponde el primero a la expresión de un ruego y el segundo a la de un mandato (Haverkate, 1994:163). Navarro Tomás opina que en español es mayor el contraste de tono e intensidad entre el mandato y la súplica que entre la recomendación y el ruego, y mayor asimismo entre estas últimas que entre la invitación y la petición" (Navarro Tomás, 1948:185, citado por Haverkate, 1994:164). Si bien hay descripciones pragmáticas de la entonación cortés, no conozco descripciones acústicas de la misma que indique qué es lo que el hablante percibe como cortés. Es muy posible que sea el entonema ascendente de la interrogación, el alargamiento, o quizás una pausa llena, lo que sirva en español para atenuar y por ende, para hacer resonar la cortesía.

Los estudios sobre las entonaciones regionales son, según Quilis (1993) recientes11. Se ha estudiado en España la entonación de algunos dialectos regionales como en Gran Canaria, Extremadura y hay trabajos importantes en Hispanoamérica, en Puerto Rico, Chile, México (cf. Quilis 1993). En Venezuela es conocido el trabajo de Mora (1996) en el que utiliza la entonación para distinguir dialectos regionales. Lo importante es que, además de toda la información de la que hemos hablado, la entonación permite al oyente distinguir de qué región es el hablante, o inclusive si es extranjero, o si hay en su habla algún contacto lingüístico, de modo que es un instrumento identificador muy importante.

No parece haber ninguna duda entre los especialistas sobre la relación entre semántica, sintaxis, pragmática y prosodia. La discusión se cierne sobre el nivel del lenguaje donde se da esa unión y sobre la jerarquización de estos niveles. Es decir, ¿están unidas prosodia y sintaxis en un nivel subyacente? o bien ¿revela la entonación -aunque independiente de la sintaxis- la estructura sintáctica subyacente operando en el nivel de la enunciación? En este último caso, la función de la prosodia sería de reorganizar el enunciado por las necesidades del mensaje; sin embargo, no parece haber una preeminencia de la sintaxis sobre la prosodia (cf. Astesano, 1999).

Actualmente parece reconocerse que la estructuración prosódica es relativamente independiente de la sintáctica y morfológica; así lo demuestran por ejemplo la existencia de cortes rítmicos en un mismo enunciado que no respetan necesariamente la jerarquía sintáctica (Astesano, 1999:77). Los factores pragmáticos parecen prevalecer por sobre los sintácticos, de modo que es más importante la función de la información sobre la que el locutor quiere llamar la atención que la función de la estructura del enunciado (cf. Astesano, 1999).


Notas

7 Respetamos el término "unidades de entonación" aunque comprendemos que no están delimitadas únicamente por la frecuencia fundamental. Es el término usado generalmente en la literatura especializada.
8 La unidad entonación está comprendida entre dos pausas.
9 Quilis distingue la información relacionada con las características personales del individuo, la edad, el sexo, el temperamento, el carácter y además la relacionada con las características del grupo al que pertenece el individuo, como el origen geográfico, el medio social, el grado de cultura, etc. (Quilis 1981: 453). Aquí las reuniríamos en lo que el individuo es.
10 Quilis considera la cortesía en el plano expresivo, con lo que diferimos parcialmente porque más que la expresión de los sentimientos depende de normas sociales (Quilis (1981:450, citado en Obediente, 1998).
11 Él mismo tiene dos trabajos posteriores sobre el tema en (1985) Entonación dialectal hispánica. Lingüística española actual, 7 Madrid: 145-190 y (1992) y Spanisch:Intonationsforschung und Prosodie, en Holtus G. et al. (Ed) Lexikon der Romanischen Linguistik, VI, 1 Niemeyer, Tübingen:62-68.

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