ISSN: 1139-8736 Depósito Legal: B-35783-2001 |
2.2.2.1 Fuentes de información en los modelos tradicionales
Para la elaboración de las definiciones, se han empleado distintas fuentes de información en la historia de la lexicografía. Estas fuentes han sido tradicionalmente las siguientes: (i) la intuición; (ii) otros diccionarios; (iii) fuentes tradicionales de recopilación manual de información sobre el uso de las palabras (citas de autores reconocidos, textos especializados, periódicos, entre otros) (Sinclair 1993). Por muy usual que haya sido durante siglos, confiar la descripción lingüística solamente a estas tres fuentes acarrea una serie de problemas.
El caso del OED es un típico ejemplo de recopilación de información mediante fuentes tradicionales con autoridad, dando preferencia a las más antiguas. La recopilación manual de citas es un trabajo valiosísimo a la vez que tedioso y muy limitado, ya que sólo suelen recogerse citas que dan cuenta de curiosidades lingüísticas o usos que han llamado la atención del lexicógrafo. Esta fuente de información, aunque parcialmente válida, no se considera hoy día suficiente para la ardua labor de compilación de diccionarios (tanto monolingües como bilingües) que quiera dar una visión actualizada y completa del uso lingüístico.
En el caso del DUE de María Moliner, las fuentes de información han sido las tres, haciendo hincapié en las dos primeras, esto es, la intuición y otros diccionarios. La primera plantea los mismos problemas que se han señalado en numerosas ocasiones en referencia al estudio lingüístico general. Las introspecciones de la lexicógrafa pueden no ajustarse a la realidad, o al menos al uso lingüístico más frecuente. Confiar exclusivamente en la introspección, por muy completa y exhaustiva que sea la competencia lingüística del lexicógrafo, puede llevar al lexicógrafo a no darse cuenta de ciertas regularidades en el uso o significado de las palabras, o a pasar por alto estructuras sintácticas o colocaciones que son relevantes y deben incluirse en el diccionario. La segunda de las fuentes de información (otros diccionarios), plantea problemas de otra índole, aunque esta práctica es mucho más frecuente y tácitamente aceptada de lo que pueda parecer a primera vista.
En el caso del DUE, incluye definiciones del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia (DRAE). No debemos olvidar que las descripciones lingüísticas hechas durante décadas son, sin duda, muy valiosas y acumulan gran cantidad de información que no se puede desdeñar a priori. No obstante, por otra parte, también debemos tener en cuenta que siguiendo este método es muy difícil asegurarse de que no se están incluyendo usos o acepciones obsoletas (al menos sin indicarlo expresamente), o que no se incluyen distinciones de significado que se han incluido durante décadas en los diccionarios, pero que no se ajustan a la realidad del uso de los hablantes y, por supuesto, no constituyen una fuente de información apta para realizar una descripción actualizada de la lengua de estudio.
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