ISSN: 1139-8736
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6. EL LÉXICO DEL ESPAÑOL DE LA INTERNET



6.2. SIGLAS

    La abreviación de sintagmas mediante el procedimiento de conservar sólo la inicial de cada palabra es actualmente un proceso de amplia difusión en la lengua. Prueba de ello es la publicación de diccionarios internacionales de siglas1, y también la presencia cada vez mayor de secciones dedicadas al estudio de las siglas en los trabajos sobre el lenguaje del periodismo o en los estudios que analizan las tendencias de la "lengua actual", así como en los diversos libros de estilo de organismos públicos2. Frente a este interés por el estudio síglico3en este tipo de obras, destaca la poca atención que recibe en los tratados sobre la formación de palabras, especialmente en los que se centran en la lengua española4.

    En primer lugar es preciso aclarar algunas cuestiones terminológicas, pues no todos los autores utilizan el término sigla para referirse a este procedimiento no morfológico de renovación léxica. Este es el término que emplean M. CASADO VELARDE [1985], J. MARTíNEZ DE SOUSA [1984], RODRíGUEZ GONZáLEZ [1982] o WITTLIN [1981], entre otros, mientras que en la traducción del estudio de M. LANG [(1990) 1992] se opta por el término acrónimo para este tipo de formaciones. Por su parte, J. MARTíNEZ DE SOUSA [1984] o M. CASADO VELARDE [1985] reservan el término acrónimo para el procedimiento denominado blending en inglés, es decir, la combinación de fragmentos de palabras para formar una nueva unidad léxica. WITTLIN [1981], por su parte, denomina acrónimo a la sigla que se lee como una palabra en lugar de deletrear las iniciales que la forman, mientras que J. MATíNEZ DE SOUSA [1984, p. 32] se refiere a siglas silábicas, frente a las siglas consonánticas .

    Cuando sean tratadas en este trabajo las formaciones producto de la combinación de fragmentos del sintagma base -en el apartado 6.3- denominaremos combinación a este procedimiento, pues nos parece una designación especialmente diáfana, y en esto coincidimos con el término adoptado para traducir blending en el estudio de M. LANG.

    Del mismo modo, no todos los autores coinciden al definir el alcance de la denominación seleccionada. M. CASADO VELARDE [1985] y J. MARTíNEZ DE SOUSA [1984] consideran siglas puras sólo las formaciones a partir de la primera letra, y sólo la primera, de cada elemento del sintagma, frente a las abreviaciones en las que no aparece la inicial de algunas de las palabras o bien alguna de ellas está representada por más de una letra. Un ejemplo de esta segunda posibilidad es RENFE , a partir de Red Nacional de Ferrocarriles Españoles, que es para algunos un sigloide [M. CASADO VELARDE, 1985] y para otros un acrónimo [J. MARTíNEZ DE SOUSA, 1984, pp. 45-48 y p.50]. Para J. MARTíNEZ DE SOUSA [1984], sin embargo, el ejemplo comentado corresponde a uno de los casos menos frecuentes en la acronimia, y señala que


El hecho de que intervengan iniciales es verdaderamente excepcional en la formación acronímica, pues lo normal es que se formen con truncamientos d e más de una letra (aunque en el compuesto pueda haber también iniciales, como es el caso de Renfe, ejemplo correcto).

[J. MARTíNEZ DE SOUSA, 1984, p. 46]



    Este mismo autor precisa líneas más abajo que:


La utilización de acrónimo como sinónimo de sigla está bastante extendida, pero habría que distinguirlas, pues por su etimología, naturaleza, grafía e incluso fonética en muchos casos, son bien distintas. (...) En realidad, muchas formaciones normalmente consideradas siglas son acrónimos; por ejemplo (...) Renfe y tantas otras en las que aparecen letras no iniciales mezcladas con estas.

[J. MARTíNEZ DE SOUSA, 1984, p. 46, nota 82]




    Por sigla, además, puede entenderse también cada una de las iniciales del sintagma base tomadas para crear la forma abreviada, es decir, la sigla . Estas dos acepciones del término son las que aparecen recogidas en la vigésima primera edición del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, y son asimismo compartidas por M. CASADO VELARDE [1985, p. 20] y J. MARTíNEZ DE SOUSA [1984, pp. 26-27 y p. 52], aunque este último señala que «lo normal es hacer referencia al conjunto» [p. 27].

    Como se ve, no existe acuerdo entre los distintos estudiosos sobre la terminología que se debe emplear para referirse a estos procesos de innovación léxica. Para evitar confusiones -y puesto que este capítulo no pretende ser un estudio sobre los procesos de formación léxica en español, sino una relación de términos específicos relacionados con la Internet y la informática, clasificados en función del procedimiento por el que se han creado-, en la presentación de los términos específicos del español de la Internet, emplearemos la denominación sigla para las siglas puras , y sigloide para las que toman algún elemento adicional como simple apoyo para las iniciales de las palabras del sintagma base.

    A continuación ofrecemos la relación completa de las siglas y los sigloides que hemos extraído de los glosarios de la Internet antes citados:

ADSL API ARPA ASCII ATM AUP BBS CCITT CERN CERT CGI CLI CNI CPSR
CWIS DARPA DDN DNS EARN EBCDIC EDI EFF EPIC ESP ESPRIT FAQ FQDN FTP
FYI GII GSM HTML HTTP IAB IANA IMHO IP IRC ISDN ISO ITU ITU-TSS
LAN MIME MPEG NCSA NIC NII NPTN NREN NSF OSI PCMCIA PERL PGP PING
POP PPP RARE RFC RFC-822 RIPE RTFM SGML SIG SLIP SMTP TCP/IP TERENA UMTS
URL/URI UTC UUCP VRML W3 WAIS WRT WWW WYSIWYG YP        



    GUILBERT [1975, p. 275] considera que cuando se crea una sigla intervienen dos fuerzas: por un lado, el deseo de conseguir la reducción gráfica y fonética de una secuencia sintáctica que resulta demasiado larga, es decir, el deseo de conseguir una forma más económica; y, por otro lado, el cuidado por mantener la relación sintáctica entre los elementos, mediante la referencia a todos y cada uno de los elementos de esa secuencia sintáctica.

    En la sigla, los grafemas que la componen con frecuencia se independizan de la unidad de la que formaban parte inicialmente. Las letras inciales adquieren tal autonomía que, en ocasiones, pueden llegar a adquirir valores fonológicos diferentes de los que tenían en un principio, en función de su nuevo contexto gráfico y debido a la lectura integrada de las siglas silábicas [J. MATíNEZ DE SOUSA, 1984, p. 32]. Así, por ejemplo, es fácil oír pronunciar en español como una sola palabra:

ARPA
ASCII
CERN
DARPA
EARN
IANA
IS
IU
LAN
MIME
NIC
OSI
PERL
PING
POP
RARE
RIPE
SIG
SLIP
TERENA
WAIS


    MARINER [1972] señala que antes de llegar a esta etapa en la que se pronuncia la sigla como una palabra, deben superarse dos etapas previas: un primer momento en el que, aunque se escriban sólo las inciales, al leerla se reconstruyen todas las palabras -de este modo la sigla se comportaría como una abreviatura , es decir, como un acortamiento que no trasciende al plano oral [CASADO VELARDE, 1985, p. 19]- y un segundo estadio en el que se leen sólo las iniciales, una detrás de otra pero sin pronunciar la sigla como una unidad léxica. Sin embargo, parece que en español «se prefiere la verbalización a la deletreación si el sistema fonético lo admite (PMM = /pe-eme-eme/, pero ONU = /onu/)» [WITTLIN, 1981, p. 159]. Efectivamente, cuando la sigla es "pronunciable", en español se suele pasar directamente a la tercera de las etapas descritas5, es decir, a la lectura de toda la sigla como una palabra (GRAPO, ONCE, UEFA, ETA...), y probablemente por ello se toma una letra adicional de apoyo cuando las inciales puras no permitirían la lectura de la sigla, como ocurre en RENFE. También por esta razón preferimos la denominación sigloide para este tipo de formaciones.

    El avance en el proceso de lexicalización de una sigla suele ir acompañado de la eliminación del punto que sigue a cada inicial y, en casos muy consolidados de lexicalización, puede incluso llegar a emplearse sólo mayúscula para la primera letra, como si se tratara de un nombre propio. Así ocurre con frecuencia, por ejemplo, en Iso , Mime , Pop , Rare , Terena , Wais , etcétera.

    A medida que avanza la lexicalización, cada vez resulta más difícil para los hablantes reconstruir el sintagma original, y la sigla acaba percibiéndose realmente como un nombre propio, fenómeno que se produce con mucha más intensidad en el caso de los préstamos síglicos: puesto que resulta más difícil reconstruir el significado real de la sigla, se interpreta como una palabra. Cuando se llega a este estadio en el que ya no se reconoce la sigla como tal, nos encontramos realmente ante un nuevo lexema en la lengua que puede actuar como una nueva base sobre la que podrán formarse nuevas palabras.

    En la importación de una sigla puede ocurrir que se conserve el aspecto original de ésta, sin traducir, aunque de esa manera resulte más difícil reconstruir el significado de las palabras base; en otros casos, en cambio, se traduce el sintagma original, de modo que puede ocurrir que la sigla traducida al español tenga las mismas iniciales que la sigla original pero en diferente orden. Este fenómeno -que se da en numerosas siglas de uso corriente, como en SIDA~AIDS, FMI~IMF, ADN~DNA, OTAN~NATO- no suele producirse en las siglas del ámbito de la informática, en las cuales se conserva casi siempre el orden del sintagma original. Así ocurre, por ejemplo, en

ADSL (Línea de Suscripción Asimétrica Digital)
API (Interfaz para Programas de Aplicación)
ASCII (Standard Americano de Codificación para el Intercambio de Información)
ATM (Modo de Transferencia Asíncrona)
AUP (Política de Uso Aceptable)
EDI (Intercambio Electrónico de Datos)
EFF (Fundación de la Frontera Electrónica)
FTP (Protocolo de Transferencia de Ficheros)
GII (Infraestructura Global de Información)
GSM (Sistema Global para Comunicaciones Móviles)
HTML (Lenguaje de Marcado de HiperTexto)
HTTP (Protocolo de Transmisión de HiperTexto)
IANA (Agencia de Asignación de Números Internet)
IP (Protocolo Internet)
ITU (Unión Internacional de Telecomunicaciones)
NCSA (Centro Nacional de Aplicaciones de Supercomputación)
NII (Infraestructura Nacional de Información)
SGML (Lenguaje eStandarizado y Generalizado de Marcado)
SLIP (Línea Serial IP)
TCP/IP (Protocolo de Control de Transmisión/Protocolo Internet)
UMTS (Sistema Universal de Telecomunicaciones Móviles)
URL/URI (Localizador Universal de Recursos/Identificador Universal de Recursos)


    Según M. CASADO VELARDE [1985, p. 24], existen cuatro fenómenos que denotan que una sigla ha dado lugar a una nueva formación léxica: que la sigla haya admitido un sufijo que la convierta en sustantivo, adjetivo o verbo; que la sigla admita la categoría gramatical de número; que la sigla manifieste gráficamente elementos vocálicos procedentes del deletreo, o que en la representación gráfica de la sigla ya no se utilicen las mayúsculas o sólo se escriba con mayúcula la letra inicial.

    En cuanto al primero de estos indicios de lexicalización síglica, se pueden ver algunos ejemplos de formación de derivados sobre siglas que corresponden a conceptos informáticos, por ejemplo, en efetepear, a partir de FTP.

    Asimismo, podemos ver ejemplos de flexión de número acompañada de la manifestación gráfica de vocales de apoyo en bebeeses -a partir de BBS-; y también se acaban de mencionar algunos ejemplos del uso de la mayúscula sólo para la sigla inicial en Cern , Mime , Terena , etcétera.

    RODRíGUEZ GONZÁLEZ [1989, pp. 211-212] sostiene que una de las pruebas de la gran fuerza de la sufijación en la lengua española es que incluso pueden llegar a sufijarse las siglas, como se ha visto que ocurre en efetepear. Este autor señala que en la segunda mitad de los años 70, a raíz de la legalización de numerosos partidos políticos, se disparó el uso de las siglas en el español peninsular y que, en ese mismo periodo, la lengua española también se caracterizó por la derivación sufijal a partir de siglas. Insiste en que este es un mecanismo muy característico del español frente a otras lenguas, como el inglés o el alemán, en las que apenas se forman derivados síglicos.

    Tanto RODRíGUEZ GONZÁLEZ como CASADO VELARDE afirman que el sufijo más productivo en la derivación de siglas es -ista -para significar [referente + a (+art) + sigla]-, mientras que los sufijos verbalizadores -como -ear- son considerados menos productivos. En la derivación de siglas informáticas, en cambio, puede darse con frecuencia la verbalización, como en el ejemplo que acabamos de citar: efetepear , a partir de FTP.

    En definitiva, debemos destacar la fuerte presencia de siglas en la nueva terminología informática, y especialmente en la que ha surgido de la difusión de la Internet. Muchas de estas siglas han alcanzado ya un alto grado de lexicalización puesto que, por ejemplo, presentan flexión de número e incluso se forman derivados sobre algunas de ellas.


NOTAS


1. Como, por ejemplo, ALVAR-MIRó [1983], BOCANEGRA [1990], CASALS [1988], CSIC[1994], GALE RESEARCH COMPANY [1986], ICYT [1990], MARTíNEZ DE SOUSA [1984], PUGH [1987], SAWONIAK [1994] o WENNRICH [1992].

2. Como, por ejemplo, el Libro de estilo de El País [1993, p. 87-92], el Manual de estilo de la UNED [1995, pp. 69­p;74], el Manual de español urgente de la Agencia EFE y el Vademécum de español urgente de la misma Agencia.

3. Utilizo el adjetivo que emplea M.CASADO VELARDE [1985, p. 20]. J.MARTíNEZ DE SOUSA [1985] prefiere el adjetivo siglar.

4. MIRANDA [1994] divide su obra La formación de palabras en español en dos partes: Morfología léxica y Lexicología, y en la segunda dedica apenas cinco páginas a las siglas. M. LANG [(1990) 1992], por su parte, en una obra que lleva el mismo título que la anterior y el subtítulo Morfología derivativa productiva en el léxico moderno, en el capítulo sobre Procedimientos misceláneos dedica tres páginas a este tipo de formaciones. En la obra La formación de palabras editada por S.VARELA [1993] no hay ningún trabajo sobre las siglas, y solo en la selección bibliográfica de F.RAINER [S.VARELA, 1993, pp. 13-30] se citan algunos estudios sobre este procedimiento de formación léxica, tan frecuente en la lengua española actual.

5. En francés o en inglés, en cambio, parece que se da más la segunda etapa.
















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