ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-18009-99
Una de las
utilidades básicas de
la Internet es el correo electrónico,
un sistema de correspondencia
a través del ordenador y la
línea telefónica.
El mensaje es texto-plano que
circula por la línea
telefónica, se ve en la pantalla del
ordenador, y llega
a su destinatario en pocos
minutos.
El correo electrónico es mucho
más
rápido que el correo normal, y de ahí que el
sistema
tradicional de correspondencia sea conocido entre los
internautas
como el correo caracol. Pero la ventaja del
correo electrónico
no es solo la rapidez, pues un fax también
llega a su destinatario
en pocos segundos. Hay otros factores que han
contribuido a convertir
este nuevo sistema de carteo en una herramienta
indispensable
e insustituible para los
investigadores.
Por un lado, el texto que se
recibe se encuentra
ya en soporte informático, lo cual significa que
se puede
guardar en un disco, imprimir, copiar o manipular. Esto
parecería
innecesario si habláramos de una simple carta, pero
resulta
muy útil cuando se trata, por ejemplo, de un
artículo
para ser publicado en una revista. Antes, si se enviaba ese
artículo
por fax, alguien debía mecanografiarlo de nuevo, con
el
consiguiente trabajo adicional y el riesgo de errores que
suponía
este procedimiento. La otra solución era enviar un
disco
por correo, pero esto representaba también un retraso.
Con el
correo electrónico, uno escribe el artículo
en su ordenador
y, tal como lo ve en la pantalla, podrán
verlo enseguida en
cualquier rincón del mundo. Y no hay
límite de tamaño:
a través del correo electrónico
es posible enviar desde un
artículo hasta una tesis doctoral.
Otra
ventaja se refiere al espacio. Muchas
personas no disponen de un amplio
lugar de trabajo, por lo que
agradecen inmensamente la comodidad de que un
solo aparato sirva
para todo: la pantalla del ordenador se convierte en
procesador
de textos, fax o buzón
simultáneamente.
El correo
electrónico no solo ofrece
ventajas para el investigador, sino que
también el estudiante
puede aprovecharlo para aprender. Por ejemplo,
en la enseñanza
de segundas lenguas cada vez se promueve más
la correspondencia
entre estudiantes de diferentes países. Muy pocos
estudiantes
tienen los recursos necesarios para viajar al país de
la
lengua que estudian, pero, si su escuela o su universidad dispone
de
conexión vía Internet, el aprendiz de español
como
lengua extranjera puede tener en Hispanoamérica o
en España
un amigo con quien escribirse e intercambiar
opiniones. De este modo el
correo electrónico representa
un apoyo importante en la
didáctica de lenguas y se convierte
en una fuente viva de
información lingüística
y cultural. Existen ya numerosas
escuelas interesadas en que sus
estudiantes mantengan este tipo de
correspondencia, y se pueden
incluso consultar bases de datos de personas y
centros, clasificados
según los temas de los que desean tratar en
sus cartas.
En estos listados se encuentran, por ejemplo, direcciones
con
un único requisito: que la correspondencia se realice
íntegramente
en español. De este modo, el estudiante ejercita
la expresión
escrita de un modo diferente, al tiempo que abre su
mentalidad
a un mundo también diferente. Este tipo de actividad
epistolar,
que se suele denominar pen pal, será descrito
en
el apartado 2.5 de este capítulo, y en el índice
de
direcciones del anexo 2 se indica el modo de acceder a algunos
listados de
direcciones de personas interesadas en mantener correspondencia
a
través de la Internet.
La sociedad
moderna, que arrastra a un ritmo
de vida acelerado, ha hecho que la
correspondencia sea sustituida
progresivamente por la conversación
por teléfono,
ya que la prisa con la que se vive determina que las
noticias
pierdan actualidad en cuestión de horas. Además,
el
teléfono no sólo es más rápido
sino que
también resulta más vivo. De todos modos,
si bien es cierto
que el teléfono permite oír la
voz, los silencios, la
respiración de la otra persona -en
definitiva, sentirla presente,
viva-, también es verdad
que al perder la costumbre de escribir
cartas se pierde a la vez
el placer de releerlas. Y en lo que se refiere a
la rapidez, el
teléfono no es más rápido que el
correo...
electrónico. Una carta enviada por correo
electrónico
llega casi inmediatamente a su destinatario, quien puede
leerla
en la pantalla de su ordenador, archivarla, imprimirla o
enviarla
automáticamente a otra persona. Hay quien dice que
este
tipo de correspondencia conlleva necesariamente un descuido en
el
estilo de la lengua escrita. En nuestra opinión, sería
como
decir que la imprenta acabó con la calidad literaria
de los textos
manuscritos. Si se desea cuidar el estilo, lo mismo
vale una pluma que un
teclado. Si es cierto que cada vez se desatiende
más la lengua
escrita, probablemente sea debido a que cada
vez se escribe menos y, desde
este punto de vista cabe considerar
que aunque la carta manuscrita, como el
teléfono, siempre
resultará más viva, quizá el
correo electrónico
contribuirá a la recuperación de la
relación
epistolar8.
El principal
inconveniente que presenta el
correo electrónico para la lengua
española son las
tildes y la ñ9.
El universo de la Internet fue ideado en
inglés, de modo
que no se contó, en un principio, con la
presencia de los
caracteres inexistentes en esta lengua como, por ejemplo,
¡,
¿, ç , ñ, o las
tildes.
De todos ellos, las señales de apertura de
exclamación
o interrogación, la ñ o el acento
gráfico
son los que afectan directamente al español, y en
especial
los dos últimos. Actualmente ya hay programas gestores
de
correo que admiten y reconocen las tildes y las
"eñes",
aunque no todos los usuarios los utilizan. Por lo
tanto, y sobre
todo si la correspondencia no va dirigida a una persona que
trabaje
en España, todavía es conveniente evitar las tildes
y
la "eñe", pues si el programa que utiliza el
receptor no
es capaz de reconocerlos, nuestro mensaje aparecerá
en su pantalla
repleto de extraños símbolos.
Otra solución es enviar el texto en
forma de attachment, es
decir, como un anexo que se incluye
en un mensaje de correo
electrónico. De este modo, el texto
se envía con el formato
del procesador de textos utilizado
para escribirlo, sin necesidad de que el
programa de correo electrónico
lo lea y, por lo tanto, sin necesidad
de que reconozca las "eñes"
o los acentos. Cuando el
destinatario trate de leer el texto enviado,
se activará en su
ordenador el procesador correspondiente
desde el que se reconstruirá
el formato original del documento
anexo.
8
. Sobre la relación entre la Internet y
la escritura
pueden verse, por ejemplo, J. D. BOLTER [1991],
P. LÉVY
[1987] o D. LOCKE [1997].
9 . A este
respecto, véanse también, en
el capítulo 4, los
comentarios a la conversación
·12. Sobre el problema con el
que se enfrentan las escrituras
árabe y japonesa en la Internet,
puede verse M.RUIZ
DE
ELVIRA [1996].
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(la dirección de este documento es
http://elies.rediris.es/elies1/22.htm)