El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre,
y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

GABRIELGARCÍA MÁRQUEZ:
Cien años de soledad. 1975. Plaza y Janés. Barcelona.



   En la comprensión del lenguaje juegan un papel determinante las relaciones tácitas que se establecen entre los distintos significados denotados por las unidades lingüísticas. Tomemos por ejemplo el primer párrafo de 'El largo adiós', de Raymond Chandler:

   La primera vez que posé mis ojos en Terry Lennox, éste estaba borracho en un Rolls Royce Silver Wraith, frente a la terraza de The Dancers.

   Simplemente a partir de ese primer párrafo, el lector puede hacerse la siguiente composición de lugar: un tal Terry Lennox se hallaba en el interior de un coche, el cual se hallaba situado frente a un bar o restaurante. Las inferencias son posibles debido a que el lector tiene conocimiento de que (1) un Rolls Royce es un coche; y (2) una terraza es -en el sentido que resulta apropiado en el texto- la parte exterior, de cierto tipo de locales públicos.

    La inferencia (1) es debida, a grandes rasgos, a la relación semántica comúnmente conocida como relación Es-Un (o de Hiperonimia/Hiponimia); en este caso concreto, a una variante específica, la relación Instancia-De. Dicha relación ha sido ampliamente estudiada y cualquier tipo de lexicón para el tratamiento del lenguaje está organizado en mayor o menor medida basándose en la misma.

    La inferencia (2) es debida a la relación conocida como parte-todo (o de Meronimia/Holonimia). De este segundo tipo de relación semántica es del que trataremos aquí.

    Otro aspecto del fenómeno puede ser ilustrado a la vista del inicio del capítulo 14 de la misma novela:

   A la mañana siguiente me estaba limpiando el talco del lóbulo de la oreja cuando sonó el timbre. Fui a abrir la puerta y me topé con un par de ojos azul violeta.

En este caso la interpretación es que Marlowe, presumiblemente, ha abierto la puerta a una persona. Dicha interpretación es posible, en gran parte, a causa de una metonimia: los ojos son una parte del cuerpo; concretamente una parte del cuerpo que tiene una palabra específica para denotarla, 'ojo'. Pero no todas las partes de cosas pueden ser denotadas mediante una sola palabra. El 'lóbulo de la oreja', por ejemplo, es tan parte del cuerpo, como pueda serlo un 'ojo', y, al menos en castellano, se describe no mediante una sola palabra sino mediante una paráfrasis: un grupo nominal del que sobresalen un nombre que hace relación al todo, 'oreja'; y otro que hace ciertas precisiones sobre la parte en cuestión, 'lóbulo' -"cada una de las partes, a manera de ondas, que hacen saliente en el borde de una cosa; como en la hoja de una planta" (Casares, 1959)-.

    A este tipo de relación parte-todo, no léxica sino compositiva, le dedicaremos aquí una atención especial.
 


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Climent S. (1999) Individuación e información Parte-Todo. Representación para el procesamiento computacional del lenguaje. Estudios de Lingüística Española (ELiEs).

ISSN: 1139-8736
Depósito Legal: B-8929-00