Estudios de Lingüística del Español (ELiEs)
El correo electrónico / Covadonga López Alonso


4.4 Lengua y estilo en el correo

Tal como ya he defendido (López Alonso, 2001), el correo electrónico facilita una comunicación continua, incesante, ininterrumpida, constante y eficaz en la que los enunciados se presentan de modo casi inmediato y transmiten una información dinámica y abierta, cercana al habla22, enriqueciendo el tradicional discurso epistolar. No es una escritura innoble, artificial, indigna ni inadecuada sino que, por el contrario, representa un modo de existencia diferente en este nuevo siglo en que la tecnología ha cambiado la forma de comunicarse la Humanidad. Lo que antes podía estudiarse como un discurso dicotómico de lengua escrita y lengua hablada se ha reducido, como efecto del ciberespacio, a una nueva forma de escritura oralizada. Baron (2000) ya defiende esta “oralidad secundaria” como el nacimiento de un diferente modo de expresión en respuesta a una realidad tecnológica que modifica no sólo la forma de escribir y comunicarse el hombre sino incluso los modos de aprender, socializar y trabajar.

La sintaxis viene modulada por las condiciones del género del que sólo vamos a destacar las nueve características fundamentales que se desprenden del análisis de los correos profesionales analizados. Se trata, en efecto, de una escritura 1) intersubjetiva, 2) de carácter dialogal, 3) contextualizada, 4) con un vocabulario específico, 5) orientada (i) a la información, y (ii) a la comunicación, 6) con aperturas y cierres específicos, 7) cotidiana, y, por ello, espontánea y efímera, 8) sintácticamente sencilla, incluso, a veces, poco estructurada, y 9) en tiempo presente.

A lo largo de este capítulo, me he centrado en las primeras características. Voy a referirme brevemente a los tres últimos puntos.

En todos los trabajos sobre el correo electrónico se destaca el carácter cotidiano de este tipo de escritura y es que, sin duda, la primera característica que impera en estos textos es su función comunicativa, por encima de la expresión y corrección sintácticas: se trata de una escritura del momento, del instante, no reflexiva y donde el teclado sustituye a la voz sin que se presente habitualmente un plan controlado del texto. Esta imperfección formal —que no siempre se encuentra en todos los textos, por supuesto—, no puede considerarse como un desprestigio sino como una marca de género23: el lector reconstruye la coherencia y progresión temáticas con inferencias y presuposiciones que anulan las elipsis y anacolutos, recurriendo, para ello, a diferentes procedimientos de cohesión temática y de conexión entre oraciones y párrafos. En una muestra representativa de 30 correos he observado como la ausencia de anáforas y de correspondencias es debida a una teatralización deíctica del emisor, lo que supone un tiempo y espacio en un presente instantáneo, memoria inmediata que reduce al máximo la necesidad de formas de cohesión pronominal y espacial. En esos mismos textos, la planificación temporal en presente permite la ausencia de algunos verbos y, a mi modo de ver, en lugar de tratarse de una elipsis agramatical es una mímesis de un gesto supuesto.

He analizado con curiosidad un conjunto de seis textos que pueden ser considerados agramaticales y que, sin embargo, se entienden sin dificultad alguna en la interactividad inmediata: la ausencia de determinantes posesivos, concordancias verbales y conectores corresponden a una forma mimética de escenificar la situación en donde la distribución de las voces asume un gesto inexistente, pero supuesto, como si fuera el guiño entro lo oral y lo escrito y se quisiera, así, justificar ese estilo descosido, irregular, imperfecto.

En cuanto al estilo de escritura, el 70% de los correos cumplen las cuatro reglas de funcionamiento siguientes: son textos concisos, claros, correctos y completos24. Un 30% refleja textos escritos con excesiva prisa y ligereza, lo que me lleva a pensar que el hecho de que se acceda en cualquier momento y lugar a este vertiginoso modo de escritura no implica, sin embargo, que se cumpla la función que se persigue, ya que con frecuencia esa misma rapidez lleva a contestaciones automáticas, poco pensadas o demasiado generalizadas que contrarrestan los efectos anteriores.




Notas

22 Para una relación entre lengua hablada y correo electrónico, cfr. López Alonso (2001) en donde (i) se analizan las diferencias entre oral y escrito, y (ii) se describe como el correo electrónico utiliza un canal escrito para un régimen oralizado.
23 He comparado cuatro cartas tradicionales con seis correos electrónicos de un mismo autor y las diferencias son grandes. Ante la carta, el sujeto se esmera en el estilo y planificación del texto; sin embargo, en el correo se concentra en el nivel informativo y no parece tener el sentimiento de estar sometido a un ejercicio escritural.
24 Esta característica no se altera en los correos en régimen de interacción.





Estudios de Lingüística del Español (ELiEs), vol. 24 (2006)   
 ISSN: 1139-8736