Estudios de Lingüística del Español (ELiEs) |
El correo electrónico / Covadonga López Alonso |
4.1.2 La temporalidad
La coordenada temporal es, sin duda, uno de los factores más decisivos en este género epistolar. El ordenador conectado a la red permite al usuario disponer de una conexión inmediata y puede, mediante la palabra clave “abrir”, acceder al buzón en el que se encuentran almacenados los mensajes, con indicaciones precisas de tiempo de emisión y de recepción, mensajes que, tal como he adelantado, pueden conservarse en la memoria del servidor o descargarlos y guardarlos en la memoria del ordenador del usuario.
El correo es una comunicación diferida que se realiza en cuatro tiempos (López Alonso, 2002): (i) escritura, (ii) lectura, (iii) distancia temporal entre escritura y lectura, y (iv) intervención dialogada en el texto.
En el primero —tiempo de escritura—, se relaciona la intención de comunicar, el tipo de información y las características de la redacción. En los correos analizados se trata de una escritura cotidiana, incluso apresurada y marcada por la oralidad y, por ello, impera la función comunicativa por encima de la expresión y corrección sintácticas, condiciones que marcan un tipo de continuidad en el tiempo; esta intersubjetividad in absentia, duración nueva, casi ininterrumpida, anula, por su rapidez, la distancia entre un antes —tiempo de producción— y un después —tiempo de recepción.
El tiempo de lectura viene modulado por el anterior, es decir, la organización temporal y sintáctica es abarcada en una corta duración que se abre a la posibilidad de la respuesta inmediata. Los deícticos no sólo precisan los tiempos y espacios enunciados sino que son los que indican la adhesión al momento, rompiendo la frontera espacio-temporal diferida y creando el universo concomitante del instante —tiempo casi asincrónico. La distancia temporal entre escritura y lectura varía según el tipo de usuarios y de relaciones entre ellos, datos que aparecen en la pantalla con fecha y hora de emisión —zona dos— y hora de lectura — zona cuatro. El aquí/ahora de la comunicación puede ser diaria, casi instantánea o sometida a periodicidades más amplias. Lo habitual en este tipo de comunicaciones es que sean de tipo directo, informaciones en las que se reduce al máximo el tiempo de escritura y el momento de lectura: se accede y responde en un tiempo casi real. Se trata de un intervalo temporal conservado en la memoria inmediata —a veces cercana pero, casi nunca, lejana. Este tiempo sincrónico, que anula el desfase19 entre enviar1/recibir/responder/enviar2, se encuentra en la actualidad reducido a unos cuantos segundos, en parte debido a las mejoras de las redes y, también, a los perfiles de los usuarios.
En los correos analizados se observan cuatro tipos de lectores según 1) dispongan de un sistema de aviso de la recepción del mensaje y lo usen de manera casi dialogada asincrónica —30% de los consultados en el corpus—; 2) consulten una, dos o tres veces al día el buzón —60%—; 3) abran el buzón una o dos veces por semana —los menos frecuentes—9% —; 4) utilicen raras veces el correo electrónico —1%. En los dos primeros casos, se trata de un tiempo del habla y se crea, por ello, una unidad sincrónica que recuerda la momentaneidad de los diálogos y conversaciones en presencia o telefónicos. Esta emergencia del instante interactivo crea una temporalidad en movimiento, organización que traspasa el espacio y el tiempo, inaugurando una nueva estructura enunciativa de escritura y lectura. Entre los dos últimos hay textos muy variados, algunos, incluso, superan los límites físicos de la pantalla y tienen contenidos y estilos de escritura propios de la carta tradicional.
Finalmente, y como consecuencia de las otras tres fases, tiempos y espacios compartidos conforman un todo, un nuevo universo dialogado20. Esta duración es el resultado de una continuidad que interrumpe el enunciador para dar paso a la respuesta del coenunciador, encuentro espacio-temporal en el que se establece el contacto entre dos enunciadores diferentes; en esta temporalidad compartida se pueden aislar, por una parte, las unidades constitutivas de cada actante y, por otra, ambas configuran un todo temático que se construye con la prolongación material de las diversas intervenciones de las voces. Esta continuidad de tipo homológico permite, al mismo tiempo, identificar a los dos usuarios y, además, construir la función dialógica. Los textos, sin embargo, no son habitualmente permanentes, son caducos, y su desaparición es el resultado de la facilidad de movilidad a la que están sometidos. El correo, en este sentido, ocupa un tiempo y un espacio mínimos por esa posibilidad de interrupción continua a la que está avocado y, por ello, se presenta gráficamente como la representación mimética de una conversación21.
From: <JUAN@telefonica.net>
TO: “Area de Lingüística General” <arealing@filol.ucm.es>
Sent: Wendnesday, April 23, 2003, 4:07
Subject: Re: comunicación Congreso de León
De este ejemplo se desprende que tiempos y espacios están delimitados por el instante límite de las dos voces, experiencia visual en la que se sintetizan los dos extremos de lejanía y proximidad, sincretismo de la voz del yo y del otro y del hic y nunc.
Notas
19 El desfase corresponde al transcurso de tiempo que se da entre /enviar 1/, primer enunciador, y /enviar 2/, respuesta del coenunciador al enunciador 1.Estudios de Lingüística del Español (ELiEs), vol. 24 (2006) | ISSN: 1139-8736 |