ISSN: 1139-8736
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Copyright: © Chantal Pérez

5.2.1 Resituando el concepto de concepto

El papel central de los conceptos en la gestión terminológica no admite hoy en día discusión alguna, lo que viene siendo así al menos desde Wüster: "all modern work on the problems of terminology takes as its starting point the concept itself" (Wüster 1968: xii). Sin embargo, cuando decimos que el análisis terminológico debe siempre partir del concepto estamos dando por supuesto que sabemos lo que es un concepto. Pero ocurre que el concepto de concepto es, posiblemente, uno de los más escurridizos y difíciles de definir, aunque deberíamos tener una noción muy clara de lo que es, pues de otro modo estaríamos construyendo un gigante con pies de barro, al basar toda una disciplina en algo que no se sabe muy bien lo que es.

Nuestra definición deberá necesariamente ser situada, en el sentido de que debe recoger aquellos aspectos que son relevantes para la terminología, y al mismo tiempo neutra con respecto a otras disciplinas, con lo que guardaremos, por usar un término prestado del ámbito informático, compatibilidad con ellas, en previsión de potenciales interacciones.

Sager (1990: 23) recoge las siguientes definiciones de concepto que varios comités estandarizadores habían formulado hasta la fecha:

Y añade las siguientes puntualizaciones:

  1. Un concepto se usa para estructurar el conocimiento y percepción del mundo circundante y no necesita ser expresado.
  2. Distintas escuelas de pensamiento tienen definiciones diferentes del concepto "concepto". (Versión final del Draft International Standard ISO/DIS 704, 1985).

A continuación el autor propone que, dada la gran diversidad de opiniones, para los propósitos de la terminología, "[...] ‘concept’ be considered another axiomatic primitive, like ‘word’ or ‘sentence’, conveniently left undefined."

Sin embargo, no pensamos que sea apropiado basar una metodología completa de trabajo en una primitiva axiomática, porque se corre el peligro de que el terminógrafo, aun siendo consciente de la premisa fundamental de su disciplina (partir del concepto para llegar al término), deje de pensar en estos términos, ya que, para empezar, no cuentan con una definición clara. Además, los creadores de herramientas informáticas, sin duda un aspecto clave en la gestión terminológica moderna, también deben contar con esta definición, de modo que sus productos se adapten a lo que los terminólogos esperan de ellos y no al contrario. Por ello, pensamos que es fundamental contar con una definición adecuada, cuya aplicación se adapte a las necesidades del terminógrafo, facilitándole su trabajo en lugar de obstaculizarlo.

En efecto, es muy difícil definir un concepto que, como se deduce de lo expuesto por Sager (1990: 23) tiene un carácter axiomático. Sin embargo, no estamos tratando de definir lo que es un concepto sin un contexto y aplicación concretos, lo cual nos llevaría a multitud de problemas de índole filosófica, cuya discusión queda fuera de nuestro ámbito de investigación. En realidad, lo que nos interesa es adoptar una definición que sea válida para nuestros propósitos, fundamentalmente la estructuración de un cuerpo de conocimiento de naturaleza abstracta que se manifiesta en forma de unidades léxicas en las diversas lenguas naturales.

Una característica común a todas estas definiciones es que son individualizadas, es decir, no tienen en cuenta lo que probablemente hace que un concepto sea tal: las relaciones con los demás conceptos. Efectivamente, si pensamos en cualquier campo de conocimiento humano, lo que hace que un determinado concepto sea distinguido de los demás son tanto sus propiedades distintivas como las relaciones que guarda con los demás conceptos. Estas relaciones, normalmente consideradas en terminología (véase § 5.1.1) son por supuesto, las que, con diversos nombres, también se consideran en las ciencias cognitivas, la IA, la lingüística, etc., es decir, relaciones ISA, AKO, HAS-A, etc. En nuestra opinión, es imprescindible incluir el carácter relacional de los conceptos en su definición.

Otra característica a la que las definiciones recogidas por Sager no hacen mención, pero que es extremadamente relevante para la terminología, es el hecho de que un concepto lleva normalmente asignada una representación física concreta, normalmente una realización fónica u ortográfica con la que se manifiesta en una lengua determinada. En definitiva, esta realización es el resultado más palpable del trabajo terminológico, luego también debería forma parte de nuestra definición.

Según lo que hemos expuesto, por tanto, podríamos reformular, o mejor dicho resituar el concepto de concepto en la siguiente definición provisional:

Un concepto es una abstracción de un conjunto de objetos, propiedades o eventos existentes en el mundo real o un mundo posible, que puede poseer una realización física en una lengua natural o sistema de representación determinados, al cual se puede hacer referencia mediante un símbolo arbitrario, aunque necesariamente único, dentro de un sistema representacional. Como constructo, posee ciertas propiedades distintivas de los demás conceptos, con los que guarda diversos tipos de relaciones. Tanto sus propiedades intrínsecas como sus relaciones con los demás conceptos deben ser evidentes, y por tanto susceptibles de ser especificados de forma explícita.

Esta definición, además de ser situada en el contexto de la terminología, incorpora algunas características que la hacen compatible con la concepción que se tiene en otras disciplinas, notablemente la inteligencia artificial y, dentro de ésta, la ingeniería del conocimiento. En primer lugar, incluye las conceptualizaciones de las propiedades y los eventos como conceptos (y no sólo los objetos), haciendo énfasis en la posibilidad de que sean representados y explicitados por medio de sus propiedades y sus relaciones. En efecto, hace referencia a "sistema representacional", "propiedades" y "relaciones", términos empleados desde hace mucho tiempo por los investigadores de la IA y que han servido como base para la implementación de sistemas informáticos cuya misión es la de representar y procesar conocimiento.

Posiblemente, la mayor diferencia con respecto a las definiciones que mostramos anteriormente venga dada por la última afirmación: la posibilidad de especificar de forma explícita (y formalizada) las propiedades y relaciones de los conceptos. El objeto de incluirla en nuestra definición es plasmar en ella nuestra concepción de lo que debe ser el tratamiento del sistema conceptual subyacente a toda base terminológica.

Los fabricantes de herramientas informáticas consideran que un sistema gestor de bases de datos terminológico está basado en el concepto si cumple la condición de que cada concepto corresponda a un sólo término, lo cual deja al terminógrafo la decisión de si esto será realmente así en su base terminológica. Sin embargo, en estos sistemas no se representan explícitamente dos aspectos determinantes para la diferenciación entre conceptos: las propiedades o características distintivas de los conceptos y las relaciones conceptuales. En los sistemas que permiten establecer relaciones entre conceptos, éstas no son más que punteros o enlaces a otros conceptos, sin que el tipo de relación sea considerada en sí misma un concepto y por tanto, sólo queda especificada por la definición en lenguaje natural que contiene el enlace, y por tanto necesariamente interpretable.

Podríamos decir que, aunque el terminólogo cumpla con la máxima de ir desde el concepto hasta el término, las herramientas que utiliza no imponen que esto deba ser así, ni permiten la representación de las propiedades de los conceptos y las relaciones entre ellos de una manera coherente, formalizada y recuperable. La siguiente cita del grupo de la Universidad de Ottawa resume muy bien la idea que estamos tratando de exponer aquí:

[...] we need to recognize that while the final results of terminology research may be based on knowledge, they are not systematically encoded as knowledge. Rather, most of the subject-field knowledge so laboriously acquired by the terminologist unfortunately stays where it was first stored, namely in the terminologist’s head. Meyer, Eck & Skuce (1997: 98)

Efectivamente, existe una gran diferencia entre simplemente dar por hecho que la base terminológica está basada en conceptos porque cada término o conjunto de términos equivalentes en varios idiomas se corresponden con un sólo concepto, y contar con un sistema conceptual complejo, estructurado y formalizado, es decir, el tipo de sistema representacional que, además de contener conocimiento sobre el ámbito en cuestión es capaz de extraer generalizaciones sobre el mismo, deducir información que no se encuentra plasmada de forma explícita y llevar a cabo otros procesos más o menos "inteligentes".

Este tipo de sistema es lo que en IA se conoce como base de conocimiento. Este término se emplea muchas veces de forma poco rigurosa y se usa indistintamente para hacer referencia a lo que, en realidad son bases de datos. Sin embargo, existen diferencias importantes entre las bases de datos y las bases de conocimiento, que trataremos brevemente a continuación para después proponer la integración de ambos sistemas para la gestión terminológica.


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