ISSN: 1139-8736

CLAVES CULTURALES DEL DISEñO DE LAS LENGUAS: FUNDAMENTOS DE TIPOLOGÍA FRASEOLÓGICA

Juan de Dios Luque Durán y Francisco José Manjón Pozas
Universidad de Granada (España)

  1. Introducción: tipología léxica y tipología fraseológica
  2. Claves universales y claves particulares de la fraseología. Ontología vs. cultura
  3. Cruces de elementos ontológicos y culturales
  4. El papel de la cultura y los elementos transculturales en la creación de fraseologismos
  5. Conclusión
  6. Referencias

1. Introducción: tipología léxica y tipología fraseológica

La tipología léxica completa a otras ramas de la tipología, como la tipología morfológica, sintáctica, etc. explorando hechos del lexicón de diferentes lenguas que puedan ser relevantes para clarificar lo que hay de universal y de particular en el diseño de los lenguajes naturales. En general existe un acuerdo entre los diversos autores que se han ocupado del tema al establecer las características que distinguen los componentes del lenguaje que se conocen con el nombre de gramática y lexicón. La gramática es un componente del lenguaje más estructurado y   más general, mientras que el lexicón sería más idiosincrático, aunque no por ello carece de estructuración. (Lehmann, 1990; Talmy, 1985).

Existen, sin embargo, pocos estudios teóricos que establezcan las diferencias y las similitudes entre el componente léxico y el componente fraseológico de una lengua. Para la mayoría, la fraseología es simplemente una parte del léxico y tiene mayor rasgo distintivo que la característica formal de estar compuesta de varios elementos y la característica semántica de no equivaler a la suma de estos. La teoría clásica que estudia los frasemas y construcciones idiomáticas, sin embargo, no profundiza en cómo y por qué una serie de palabras tienen un determinado significado. Tradicionalmente, los estudios sobre el tema han dado por supuesto que los frasemas tienen un significado arbitrario, es decir, lo mismo que las palabras simples. Lakoff ha sido uno de los primeros en retomar antiguas investigaciones sobre la fraseología, señalando la enorme importancia que tiene el hecho de que los frasemas suelen ser signos motivados (Lakoff, 1987:448). Es decir, son semánticamente transparentes para el que los usa y suelen apoyarse y reflejar alguna realidad del entorno. Podría decirse que los frasemas tienen más carne y sangre que las palabras normales y que están mucho más directamente integrados y vinculados a fenómenos culturales e ideológicos.

Para establecer la distinción entre las realidades que estudiamos, podría establecerse el siguiente esquema: lexicón = léxico + fraseología. El lexicón contendría, por tanto, todos los medios de   expresión no gramaticales de una lengua (morfológicos, prosódicos, sintácticos, etc.). A su vez, dentro del lexicón se diferenciaría propiamente el léxico -o conjunto de palabras acuñadas que tienen un carácter único, en el sentido que se suelen escribir unidas- de la fraseología, que incluiría todas lo que se conoce como idiomatismos, unidades fraseológicas, refranes, dichos, etc. Naturalmente, tal distinción sería solamente provisional puesto que el campo a estudiar constituye un continuo de gran complejidad y en el que es del todo punto imposible establecer distinciones drásticas y nítidas entre el material léxico y el material fraseológico.

Las distinciones entre léxico y fraseología se podrían concretar así en los siguientes puntos:

1) El léxico es un componente más estructurado y nuclear que la fraseología. La fraseología es en general más periférica y fragmentada. La fraseología puede ser general pero también ocasional; geográficamente abunda la fraseología que sólo tiene un ámbito local o, incluso,   individual. El léxico suele ser un fenómeno más colectivo, general y cohesionado. Dicho esto, es necesario hacer varias salvedades:

a) Las unidades fraseológicas pueden estar perfectamente integradas en una estructuración léxica. Para muchos conceptos y valores, las lenguas no tienen palabras simples sino una expresión idiomática (p.ej., 'echar de menos' en español). Muchos frasemas ocupan un lugar dentro de un paradigma lexical codo con codo con otros lexemas monoléxicos.
b) Cuando se afirma que el léxico es más nuclear y cohesionado que la fraseología, ha de entenderse por léxico el conjunto de palabras más frecuentes del idioma, no aquellos términos técnicos que sólo conocen los especialistas o aquellos otros muchos que aparecen en los diccionarios pero no en el habla diaria coloquial. En todo léxico existe un núcleo central, vivo, casi orgánico y, periférico a él, una gran cantidad de complementos léxicos que cubren necesidades de designación pero que no tienen realmente vida lingüística. El empleo cotidiano y múltiple de las palabras nucleares hace que estas tengan una estructuración, es decir, una co-disposición lingüística. En este sentido, la fraseología es algo vivo en el lenguaje, mientras que la nomenclatura química no lo es, ya que su estructuración depende de hechos no lingüísticos.

2) Los signos léxicos son casi siempre signos arbitrarios, opacos, frente a los signos fraseológicos que suelen ser signos trasparentes, motivados, coloristas, etc. Con el tiempo, un signo fraseológico puede perder su motivación porque se olvide el nexo metafórico, es decir, se pierda el referente y el significado original que ha dado pie a la metáfora. Así, para la mayoría de los españoles un embolado es simplemente una tarea ingrata, molesta y deslucida que uno se ve obligado a realizar, sin asociarlo a un toro embolado que se toreaba con unas bolas puestas en los cuernos que les quitaban peligrosidad, pero también vistosidad y dramatismo al toreo y lucimiento para el torero.

3) Los signos fraseológicos están más directamente vinculados a la cultura, las ideas y la forma de vida de una sociedad; son más coyunturales y tienen un status mixto cultural-lingüístico. Muy frecuentemente, los fraseologismos son metáforas nuevas que los hablantes crean ad hoc basándose en unos referentes culturales que los interlocutores conocen bien. Para entender, por tanto, las unidades fraseológicas de una lengua es necesario conocer tanto el universo cultural de sus hablantes y su visión del mundo como la competencia metafórica de estos. Por competencia metafórica se entiende el tipo de licencias que los hablantes se pueden permitir al hablar: p.ej., haciendo símiles, metonimias, etc. estandarizados (la residencia del gobierno por el gobierno: la Casablanca, la Moncloa, etc.) Dicho en otras palabras, el conjunto de metáforas ya conocidas es lo que permite a hablantes y oyentes hacer y entender nuevas metáforas. Esta competencia ha de ser estudiada también desde un ángulo lingüístico-pragmático que establezca los límites de tolerancia por parte de los oyentes en lo que respecta a las innovaciones lingüísticas.

En resumen, la tipología léxica y la tipología fraseológica, aun ocupándose de un terreno contiguo y teniendo en común objetivos y metodología de investigación, se diferencian en el grado en que admiten en sus estudios consideraciones de hechos extralingüísticos, como son la ideología, los referentes culturales, la visión del mundo de los hablantes, etc.

2. Claves universales y claves particulares de la fraseología. Ontología vs. cultura.

El problema de la universalidad o particularidad de ciertas estructuras conceptuales ha sido planteado por distintos autores desde diferentes enfoques. Por poner un ejemplo, podemos citar el estudio de las emociones y, en concreto, la emoción que corresponde a lo que en Español se designa como 'ira' o 'enfado'. Existen al respecto dos posturas antagónicas. Una representada por Schachter y Singer (1962), quienes postularon que no existen diferencias fisiológicas entre las diversas emociones y que una emoción es simplemente un estado generalizado de excitación, por lo que cada emoción particular que uno sienta es simplemente cuestión del estado de ánimo y de las asociaciones lingüístico-culturales de dicho estado. La opinión radicalmente opuesta a la anterior es la de Ekman, Levenson y Friesen (1983), quienes mostraron que determinados síntomas como aceleración del pulso y elevación de la temperatura de la piel se corresponden con emociones particulares. Lakoff (1980, 1987), en sus estudios del inglés, el chino, el húngaro   y otras lenguas, ha intentado probar que las metáforas que se asocian a la ira o al enfado están asociadas al calor y a la presión y no al frío o a la falta de presión. Un estudio contrastivo de diferentes idiomas podría con toda seguridad probar que no existen lenguas en las que la emoción básica de ira se entienda en términos de frío y libertad de presión.

Dicho con otras palabras, tomando como punto de partida la teoría de que en la creación fraseológica intervienen tanto conceptualizaciones de carácter universal -ya que se basan en determinaciones biológicas y psicológicas- como conceptualizaciones de carácter particular que se basan en elementos culturales privativos de una sociedad, algunos lingüistas y sicólogos han demostrado que entre los universales se cuentan la conceptualización de los sentimientos (realidad invisible e intangible) a través de fenómenos exteriores corporales asociados a ellos, o de símiles con realidades del entorno con las que se encuentren paralelismos. En Español y en inglés la ira se expresa con metáforas que proceden de la concepción del ser humano como un contenedor de líquidos (humores), los cuales se calientan o sufren un aumento de la presión:

Español

estoy que reviento; estoy que trino; estoy a punto de explotar; él está que echa chispas; el profesor echaba fuego por los ojos; echar rayos; echar sapos y culebras; cuando se lo dijeron, el pobre echaba espumarajos por la boca; tirarse de los pelos; ponerse de mil colores; estar que muerde; después del disgusto que le dieron, esta que se sube por las paredes; en cuanto me hablan de mi hermana se me sube la sangre a la cabeza; como sigáis así se me van a hinchar las narices; llevárselo a uno los demonios; sacar de sus casillas; hervir la sangre; cuando se enteró, se puso rojo; las venas del cuello estaban a punto de reventarle; se veía que apenas podía contenerse; es un hombre que no sabe controlarse; a la menor provocación se dispara.

Inglés

I almost burst a blood vessel; he was foaming at the mouth; you're beginning to get to me; you make my blood boil; he's wrestling with his anger; watch out! He's on a short fuse; he's just letting off steam; don't get a hernia!; try to keep a grip on yourself; don't fly off the handle; when I told him, he blew up; don't fly off the handle.When I told him, he blew up; he channeled his anger into something constructive; he was red with anger; he was blue in the face; he appeased his anger; he was doing a slow burn; he suppressed his anger; she kept bugging me (Lakoff, 1987:380-1)

Como conclusión provisional, puede afirmarse que la tipología fraseológica tendría un esquema de partida en el cual existiría un planteamiento ontológico opuesto a un planteamiento cultural. El planteamiento ontológico postula que una parte de las metáforas no son más que maneras de hablar sobre un determinado fenómeno basándose en asociaciones ontológicas (fisiológicas, etc.) y, por tanto, tendrán un carácter universal.

Frente a las metáforas y a la fraseología de planteamiento ontológico existen las metáforas y la fraseología cultural, que se basan en algunas realidades peculiares de un pueblo y de una cultura, como es el caso de los toros en Español, el béisbol en el mundo americano, el sumo en japonés, etc., aunque se podían citar centenares de ejemplos. Sin embargo, ontología y cultura son sólo los dos polos en la creación de fraseología metafórica. En realidad, al estudiar la fraseología de diferentes lenguas, encontramos muchos más hechos y problemas que hay que tener en cuenta y dilucidar antes de poder sentar las bases científicas de una tipología fraseológica.

3. Cruces de elementos ontológicos y culturales

Un somero trabajo de reconocimiento en el campo de la fraseología nos muestra que en todas las lenguas lo ontológico y lo cultural están mezclados con diferentes grados y matices. El estudio de determinadas estructuras conceptuales, como p.ej. los movimientos básicos (arriba, abajo, hacia delante, hacia atrás), valoración de partes del cuerpo, etc. puede resultar ilustrativo. La idea base es que en estos casos nos encontramos con una estructura conceptual ontológica que posteriormente se ve reforzada,   recreada y derivada por estructuras conceptuales culturales. Al parecer, en todas las lenguas del mundo existe una estructuración de nuestra experiencia directamente vinculada al cuerpo humano y a la manera en que este interactúa con el entorno. Johnson (1987), en un trabajo titulado The Body in the Mind: The Bodily Basis of Meaning, Imagination, and Reason, ha descrito los esquemas cinéticos elementales humanos, tales como el esquema CONTENEDOR, anteriormente citado, según el cual nuestros cuerpos son contenedores que almacenan ideas, sensaciones, etc. como si fueran fluidos. El cuerpo humano, al parecer, es la inmediata referencia que tienen las personas para medir el mundo y medirse con el mundo. Del cuerpo humano destaca la cabeza, órgano más importante que los otros por estar situada en ella elementos como la visión, el oído, el gusto, etc. Existe una evidencia abrumadora al respecto. Se podría mencionar en apoyo de ello que numerosas culturas hayan desarrollado metáforas organicistas en las que los gobernantes son la cabeza y los gobernados son los pies y manos. Ciertos rasgos humanos como la inteligencia, la pasión, la bondad, etc. pueden ser adscritos en una determinada cultura a un órgano distinto al cerebro. De hecho, seguimos teniendo expresiones que son herencia de estas creencias (tener buen cora<ón, le han roto el corazón). Pero esto no contradice el hecho de que, en general, la cabeza mantiene a lo largo de todas las culturas el papel de órgano predominante.

De igual manera, los movimientos básicos -tomando como referencia al cuerpo o su movimiento hacia alguna dirección orientada (p.ej., ingl. to back)- parecen tener unos valores universales. El problema es complejo porque,   junto a los esquemas básicos corporales, aparecen asociaciones sinestésicas, sobreimpresiones vivenciales elementales como son el ataque y la defensa, etc. P.ej., en Español existen unas asociaciones básicas para las cuatro direcciones siguientes:

ARRIBA= poder, alegría, euforia, alejamiento, superación e indiferencia (incluso con drogas): estar flotando, arriba ese ánimo, estar en las nubes, él está por encima del bien y del mal.
ABAJO=sujeción, pobreza, depresión psicológica: tiene la moral por los suelos (está deprimido, hundido), estoy bajo.
ADELANTE= valor: ser un echao p'alante (ser decidido, osado).
ATRÁS=cobardía: cuando hay que dar la cara, siempre se echa para atrás.

Como venimos insistiendo, frecuentemente resulta difícil dirimir qué hay de ontológico y qué hay de cultural en las asociaciones que distintas culturas dan a las partes del cuerpo, movimientos básicos, etc. En los jeroglíficos egipcios, la nariz representa el olfato pero, también, el desprecio; quizá porque, aparte de una motivación elemental en la cual la nariz se aparta o aleja de lo que es bajo, desagradable, maloliente, etc. para los egipcios la nariz o ciertos movimientos de la nariz fueran sinónimos de 'desprecio'. En japonés existe también esta idea de la nariz como metáfora del desprecio en la expresión hana dé warau (lit. 'reírse con la nariz'), que implica también reírse de la persona a la que se desprecia. Ideas semejantes subyacen en el Español mirar por encima del hombro   o en el inglés to look down, aunque no aludan directamente a la nariz.

Las partes del cuerpo pueden haber recibido simplemente por azar un valor especial en determinadas lenguas y culturas. Un caso conocido es el de numerosas lenguas asiáticas en las que la idea de 'perder cara' es lo mismo que 'perder prestigio'. Así, en laosiano sei khna:2 (lit. 'perder cara'). De las lenguas asiáticas, esta expresión la tomó el inglés y del inglés se ha extendido a otras lenguas occidentales. En japonés, numerosas partes del cuerpo tienen una correspondencia parcial con nuestras lenguas. Así, el estómago tiene asociaciones que nosotros podemos comprender directamente y otras para las que necesitamos tener las claves culturales. Por ejemplo, en la expresión hara o kakaeru (lit. él portó su estómago') equivale a nuestra expresión 'partirse de risa', ya que una risa fuerte se siente en el estomago. Sin embargo, otras expresiones como hara-guroi ('estómago negro') para indicar malicia o el ser malintencionado, o hara o waru (lit. 'se abrió la barriga') para expresar el hecho de hablar sin rodeos. Diversos órganos pueden llegar a tener un valor simbólico particular en una lengua. Así, en japonés, las caderas están ligadas a la tenacidad y hay numerosas expresiones fraseológicas que muestran este hecho: jap. koshi ga kudakeru (lit. 'sus caderas se han roto') significa 'se ha dado por vencido', o jap. koshi o ageru (lit. 'levantar las caderas'), es decir, 'ponerse en acción. En general, cualquier lengua suele tener una gran riqueza de fraseologismos basados en las partes del cuerpo. En la lengua apinayé de Brasil (Larson, 1984:21) encontramos algunos que quizás parezcan más exóticos a primera vista, pero que no lo son más que cualquiera de los mencionados anteriormente:

'yo no tengo mi ojo sobre ti': no te recuerdo.
'yo ya he enterrado mi ojo': estoy listo para partir.
'yo tiraré de tu párpado': te pediré un favor.
'mi ojo está sobre ti': yo te recuerdo.
'lo haré con mi cabeza': lo haré de la manera que creo deben de hacerse las cosas.
'su oreja está podrida': está malcriado, maleducado.

Incluso dentro de lenguas de la misma familia lingüística, y que comparten una misma cultura, se pueden encontrar notables disparidades. Los labios para los ingleses tienen un simbolismo particular, tal como se lee en la expresión to keep a stiff upper lip, que equivale a 'mantener una serenidad desdeñosa ante los problemas en tiempos de crisis'. Las diferencias de valor cultural pueden llegar a constituir trampas para el traductor al presentarse como falsos amigos. Así, p.ej., el ruso slomia golovu (lit. 'rompiéndose la cabeza') significa 'corriendo muy deprisa', mientras que en Español romperse la cabeza significa 'cavilar, pensar con intensidad y preocupación'.

De acuerdo con todo lo anterior, un programa de investigación de tipología fraseológica debería proceder a un estudio exhaustivo de las coincidencias y diferencias fraseológicas entre pares de lenguas y proceder posteriormente a una comparación generalizada. Así, p.ej., habría que comenzar comparando en ruso y en Español las expresiones relacionadas con las distintas partes y elementos del cuerpo humano (cabeza, boca, ojos, manos, dedos,   corazón, sangre, nervios etc.). Ello nos daría la posibilidad de comprobar tanto las coincidencias como las dimensiones simbólicas particulares que dichas partes tienen en estas dos lenguas. Cabe esperar que hasta un cierto nivel en los terrenos más próximos a lo ontológico encontremos que el espectro simbólico en ellas es bastante coincidente. Véase por ejemplo las expresiones Españolas a sangre fría; bullirle a uno la sangre; correr la sangre, chuparle a uno la sangre, sangre azul; helársele la sangre en las venas; llevar algo en la sangre; no tener sangre en las venas, tener sangre de horchata, sudar sangre, etc. o las rusas krobabyï pot (sudor sangriento, trabajar mucho y duro); do posledneï kapli krovi(hasta la última gota de sangre);  kupat'sia v krovi (bañarse en sangre); vysasyvat' krov' (chupar la sangre); obagriat' ruki v krovi( mancharse las manos de sangre); golubaia krov'(sangre azul); krov' udarila v golovu (la sangre le golpeó, le subió, a la cabeza); krov' govorit' (la sangre habla, se muestra el carácter heredado de alguien); krov' igraet (la sangre juega, hierve); krov' stynet v zhilaj (la sangre se hiela en las venas);  umivat'sia krov'iu (lavarse con sangre); krov' s molokom (sangre con leche, color rosado de una persona saludable). En busca de unas conclusiones generales provisionales, y basándonos en estos ejemplos, concluiríamos que la sangre en estos dos idiomas está asociada a la muerte, a la estirpe, al carácter y fortaleza, a la fuerza y salud, al sexo, al dinero y riqueza. En ruso quizá tiene una asociación adicional al trabajo duro que parece ser no existe en Español.   

Próxima a las partes del cuerpo y a los movimientos elementales, y siempre en la tierra de nadie entre lo ontológico y lo cultural, existe un segundo círculo de realidades inmediatas que todos los pueblos reflejan en su lengua, como son los animales, objetos del entorno inmediato, realidades atmosféricas, etc. En relación con los animales existen en todas las lenguas numerosas unidades fraseológicas. Muchas de ellas   se corresponden directamente en lenguas diferentes por razones obvias. Así, en Español y en ruso:

1) Kak ryba v vode (como pez en el agua)

2) Kak cherepaja  (lento como una tortuga)

3) Jitryï kak lisa (astuto como un zorro)

Tales coincidencias tienen necesariamente un ámbito limitado ya que, como estudió V.G. Gak (1977:115), los valores asociados a cada animal o realidad próxima al hombre, suelen variar bastante de un idioma a otro. Esto se explica, por ejemplo, en el caso de los animales, porque el animal en cuestión es más familiar en un medio y en una cultura que en otras. Así, 'rinoceronte', que designa un animal exótico tanto para los habitantes de Francia como para los de Rusia, no tiene ninguna connotación metafórica para los rusos mientras que para los franceses se asocia al individuo tonto. Siguiendo la comparación entre Español y ruso, vemos, p.ej., aparecer sutiles diferencias que eventualmente se hacen diferencias marcadas. Así, la palabra ishak 'burro' se asocia con la disposición al trabajo duro sin queja: rabotaet kak ishak, 'trabaja como un burro'. La palabra osel, 'asno' que es un sinónimo exacto de ishak en significado referencial, se asocia con la estupidez y la terquedad: upriamyi kak osel, 'terco como un asno'; glupyi kak osel, 'estúpido como un asno'; dovol'no oslit', 'deja de hacer el asno' (Apresian, 1974:65). La palabra para 'perro', sobaka tiene connotaciones de vida difícil sobach'ia zhizn, 'vida de perro'; de devoción smotret' sobach'imi glazami, 'mirar con ojos de perro'; y de maldad aj ty, sobaka, 'tú perro'. Mayor diferencia se encuentra en expresiones como pit' kak svin'ia ('beber como un cerdo') y robotat' kak loshad' ('trabajar como un caballo').

Estas diferencias relativamente menores entre la valoración de los animales en ruso y en Español se hacen mayores en cuanto cambia la cultura. Así, en diversas culturas un mismo animal puede tener un carácter de animal doméstico, más valorado, por ejemplo, en Inglaterra que en España, puede adquirir el status de animal sagrado como en la antigua Persia, o simplemente puede considerarse como algo despreciable, tal como sucede entre los hindúes. Entre estos, como es sabido, la vaca es el animal que adquiere mayor valoración y los calificativos que ésta merece, así como las frases idiomáticas basadas en el animal, demuestran hasta que punto es objeto de valoración y de veneración. Más extraño resulta aún la valoración positiva que muchos habitantes de la India tienen de la rata; animal apreciado por su inteligencia y capacidad de lucha pero sobretodo porque en la religión hindú la rata es la montura de Ganesh, el dios con cabeza de elefante, uno de los más queridos del panteón hinduista.

Junto a los animales, en una dimensión inmediata del hombre, existe su hábitat, los fenómenos naturales y los objetos más inmediatos de su cultura. Las realidades materiales tienen propiedades objetivas que, al ser universales, se prestan a ser fundamento de fraseologismos coincidentes en diferentes lenguas. Así, la lengua rusa y la Española comparten muchas observaciones sobre fenómenos naturales, el comportamiento de los animales y determinadas actitudes y actividades humanas. Todo ello ha dado origen a locuciones que existen en las dos lenguas o resultan fáciles de entender como: podvrasyvat' drova v ogon' (echar leña al fuego); lit' vodu na ch'iu-libo mel'nitsu (llevar agua a su molino); sliunki tekut ('la saliva fluye', hacerse la boca agua); rezat' po zhivomu (cortar por lo vivo, por lo sano); slomat' lëd (romper el hielo); igolka v stoge sena ( a aguja en el montón de heno, como buscar una aguja en un pajar); tianut' za iazyk (tirar de la lengua); vitat' v oblakaj (estar en las nubes, en la luna); potirat' ruki (frotarse las manos); spat' kak suslik (dormir como un lirón).

A veces la expresión en uno de los idiomas puede ser más expresiva o afortunada que en el otro. En Español se dice dormir como un tronco, locución que se entiende mejor si se tiene en cuenta la existencia de paso intermedio como en ruso lezhat' kak brevno (estar tumbado como un tronco). En ruso se dice streliat glazami (disparar con los ojos) al referirse a una persona que intenta atraer la atención amorosa de otra; la expresión iazuk bez kostei (lengua sin huesos) se usa para designar a la persona parlanchina, es decir, lo que nosotros expresamos con  hablar por los codos; nosit'sia kak kuritsa s iaïtsom (tratar como la gallina al huevo), es decir, tratar con mucho cuidado, mimar. En ocasiones la mayor expresividad se consigue mediante un símil más contundente; en ruso se dice pliunut' negde (no hay sitio donde escupir) donde en  Español se diría no cabe un alfiler. Para expresar la humillación en ruso se dice kak oplëvannyï (como lleno de escupitinajos). Para expresar el insulto se emplea oblivat' griaz'iu (bañar en barro), es decir insultar, ofender, hablar mal de alguien.  

4. El papel de la cultura y los elementos transculturales en la creación de fraseologismos.

El paso siguiente en el continuo ontológico-cultural lo encontramos en aquellas unidades fraseológicas cuya motivación proviene tanto de la observación directa de fenómenos naturales como de la alusión a hechos históricos, leyendas, mitos nacionales o de otras culturas, y también creencias, ritos, ceremonias, deportes, etc. Analizaremos someramente este amplio espectro dividiéndolo en cuatro apartados: a) tópicos bíblicos, b) tópicos clásicos, c) tópicos nacionales, d) tópicos raciales, prejuicios, etc. (véase Luque y Sikanova, 1995).

a) El antiguo y el nuevo Testamento son una fuente de referencias para los pueblos que comparten una común historia y cultura cristiana. Expresiones como 1) "más viejo que Matusalén", 2)"sepulcro blanqueado" 3) "ojo por ojo y diente por diente" 4) " arrojar la primera piedra" 5) "el pan nuestro de cada día" 6) " vender- la primogenitura- por un plato de lentejas", tienen su correlato en ruso.

1) Mafusailov vek prozhit (lit. 'vivir el siglo de Matusalén')
2) Grob povaplennyï
3) Glaz za glaz, zub za zub
4) Brosit' pervyï kamen'
5) Jleb nash nasuschnyï
6)Prodat' svoe pervorodstvo za chechevichnuiu pojlebku

Sin embargo, y por distintas razones, las unidades fraseológicas procedentes de la Biblia son, tanto en ruso como en Español, mucho menos abundantes que en otras lenguas como el inglés o el alemán; y las que son usadas a menudo han perdido el referente capaz de ilustrar y explicar la locución. La mayoría de los hablantes rusos que actualmente usan una expresión como toschiï kak bibleïskaia korova (delgado como la vaca de la Biblia) ignoran que la vaca en cuestión es la soñada por el Faraón e interpretada por José.

b) En todas las lenguas europeas existe un gran número de unidades fraseológicas comunes que proceden de la tradición greco-latina, en unos casos, y de la cultura común europea en otros. Locuciones como el talón de Aquiles (ajillesoba piata); la manzana de la discordia (iabloko razdora); el cuerno de la abundancia (rog izobiliia); los trabajos de Hércules (gerkulesov trud) son conocidas por todos los hablantes cultos. Asimismo son de origen clásico locuciones como dormirse en los laureles (pochivat' na lavraj); pasar la antorcha (peredat' svetoch znaniï). En ocasiones la correspondencia de las locuciones de origen clásico puede presentar ligeras variaciones. Así, la locución una golondrina no hace verano se traduce al ruso como odna lastochka vesny ne delaet. La frase se remonta a Aristóteles y a Esopo. En griego como en ruso aparece la palabra primaveramientras que en inglés, alemán y Español encontramos verano. De manera similar, una fábula de Luciano dio origen a la locución (ser como) el perro del hortelano, que en ruso se traduce como sobaka na sene (el perro en el heno), en inglés  dog in the manger (el perro en el pesebre).

c) Los tópicos nacionales cubren una gama temática amplia, en la que se incluyen tradiciones, instituciones, juegos, etc. La fraseología de cada lengua refleja inevitablemente el contexto cultural nacional del cual se nutren las creaciones expresivas, símiles etc. que constantemente aparecen en los idiomas. En inglés americano, p.ej., numerosas expresiones tienen su origen en el béisbol, como p.ej. you won't be able to get to firstbase with her ('no vas a conseguir nada de ella', en el sentido sexual) o del rugby, como p.ej. Touchdown!('me apunté un tanto', también en el sentido sexual). En Español el mundo de los toros, las corridas, etc. han dado origen a una gran cantidad de locuciones tipo cortarse la coleta, echar un capote, estar al quite, estar hasta la bandera, dar una larga cambiada, hacer una faena de aliño, salir como toro del chiquero, dar la puntilla, ver los toros desde la barrera, estar para el arrastre, etc. (para una discusión en extenso de la fraseología ligada al mundo de los toros y la tauromaquia, ver el trabajo "Tauromaquia: fraseología y universo metafórico" en este mismo volumen). En tales casos, es altamente improbable que construcciones fraseológicas de diferentes lenguas coincidan. Aunque se puede dar el caso de que existan en otros idiomas locuciones que quizá procedan del mundo Español de las corridas como el   rus. kak byk na krasnuiu triapku ('como el toro al trapo rojo') y otras de dudosa procedencia como brat' byka za roga ('coger al toro por los cuernos, es decir, actuar decididamente, empezar a actuar a partir de lo principal').

El ejemplo de los toros nos sirve para plantear una disyuntiva que se presenta en la traducción de la fraseología cultural; esto es, la casi imposibilidad de salvar al mismo tiempo la exactitud y la expresividad. Por poner un ejemplo, si se traduce un frasema cultural japonés sobre el mundo del sumo por otro en Español del mundo de los toros, se conservará la expresividad, pero difícilmente se podrá encontrar un equivalente exacto. Si, por el contrario, se hace una paráfrasis se conseguirá una versión ajustada pero, naturalmente, inexpresiva y falta de fuerza, lo que también es una traición al texto original. En los ejemplos siguientes damos algunas posibles aproximaciones de frasemas japoneses a Españoles, utilizando respectivamente como base el sumo y los toros:

-gunbai ga agaru: lit. alzarse el gunbai; fig. resultar   vencedor (el gunbai es una especie de abanico que alza el árbitro al terminar una lucha señalando con el al vencedor). Salir por la puerta grande (el máximo reconocimiento para un torero es ser sacado a hombros por la puertagrande de la plaza de toros).
-dohyougiwa: lit. 'límite de la palestra'. Si se rebasa, se pierde el combate; fig. momento de crisis. La hora de la verdad (momento en que el torero ha de entrar a matar, decidiendo el éxito o el fracaso de la corrida).
-dohyou wo waru; lit. salirse de la palestra al no aguantar el empuje del oponente; fig. ser vencido por una fuerza abrumadora. Recibir un revolcón (lit. ser volteado por el aire y arrojado al suelo).
-isamiasi; lit. pie valiente (Sacar el pie fuera de la palestra mientras se ataca con ventaja.)
fig. cometer un error cuando todo iba bien. Pinchar en hueso (lit., fallar al entrar a matar al toro).
-katasukasi wo kuu / kuwaseru: tragar / hacer tragar katasukasi   (quitar el hombro); lit. técnica de esquivar un atacante que se   avalanza con mucha fuerza y velocidad); fig. rehuir un enfrentamiento,   chafar un ataque, protesta, etc. Largar trapos (lit. ponerse en situación ventajosa para evitar el riesgo del ataque del toro).
-hundosi katugi: lit. cargador de hundosi, es decir , luchador novato que sirve a otro superior. fig. El último mono. Novillero (novato, poco experto y experimentado).
-sumo mo tatukata: lit. El sumo depende del sitio desde el que se mira; fig. Tener preferencia o simpatía por una persona o un grupo que se considera más cercano, de modo similar a la simpatía o preferencia que se suele sentir por el luchador más próximo espectador. Cada uno habla de los toros según le fue en ellos.

d) Los tópicos raciales y prejuicios tienen un medio de expresión privilegiado en locuciones idiomáticas, comparaciones, etc. Numerosas expresiones relativas a minorías étnicas, mujeres, grupos marginales, etc. existen todavía en todas las lenguas aunque en muchas sociedades modernas se esté haciendo un auténtico esfuerzo por evitarlas y desterrarlas del idioma. Aunque a veces lenguaje y prejuicio van íntimamente asociados hay que huir de la tentación simplista de identificar formas de decir con formas de pensar. En las comparaciones se advierte cómo el punto de comparación no es necesariamente motivado sino que a veces es caprichosamente elegido. Quizás muchos rusos que ven intencionalidad en expresiones como evreiskoe schast'e (lit. 'felicidad judía', es decir, "mala suerte") o jitryï kak jojol ('astuto como un ucraniano'), pudieran interpretar una carga racial en expresiones Españolas como beber como un cosaco, trabajar como un negro, hacer una obra de moros, ser engañado como un chino, etc.  Pero para los Españoles estas asociaciones son superficiales y no revelan la auténtica valoración del Español medio sobre estos pueblos. Es decir, no es muy exacto suponer que el Español asocie a los cosacos con la borrachera (desconoce a los cosacos y no sabe si beben mucho o no, y si lo supone es sólo por esta expresión), ni que tenga una alta opinión de la laboriosidad de los africanos o los moros (más bien lo contrario, el Español como el ruso tendería a pensar que los laboriosos son los alemanes o los japoneses), y tampoco cree que los nativos de China sean ingenuos o estúpidos (más bien a la inversa). Por tanto, tales expresiones no necesariamente surgen como una expresión de prejuicio o desprecio sino que en muchas ocasiones surgen por una necesidad de reforzar la intensidad expresiva, es decir, de superlativizar un mensaje. En ruso la frase uïti po-angliïski (despedirse a la inglesa) tiene tan poco valor como la Española despedirse a la francesa y no repercute en nada en la visión popular que existe sobre los nativos de Inglaterra y Francia.

Hecha esta salvedad, hay que admitir, sin embargo, que lo normal es que el lenguaje refleje una psicología o un conjunto de opiniones colectivas. No sólo los grupos raciales, cualquier grupo social, profesional, nacional, político, etc. puede llegar a convertirse en un referente fraseológico productivo. Distintas profesiones, por causas complejas en las que no hay que excluir la objetividad, tienen características suficientemente resaltadas como para motivar fraseologismos: así, to be as mad as a hatter ('loco como un sombrerero', debido a los efectos que a estos artesanos les producían los vapores de mercurio), letra de médico (letra cara), visita de médico (visita muy corta), cosas de peón caminero (ocurrencias estúpidas; los peones camineros eran antiguamente los encargados de mantener en buen estado las carreteras), etc.

Cuestión aparte debe considerarse el hecho de que las minorías nacionales, guste o no, constituyen una fuente constante de fraseologismos, casi nunca halagüeños para estas. En Español, p.ej., existen numerosas expresiones relacionadas con la visión que tradicionalmente se ha tenido de los gitanos: ser como los gitanos, que no si la hacen a la entrada la hacen a la salida (indicando la persona indigna de confianza que, tarde o temprano, no podrá evitar gastar una mala pasada a quien se relaciona con ella), estar/venir hecho un gitano (estar sucio y desastrado), etc. Una prueba típica del potencial fraseológico que tienen las minorías nacionales la constituye la rica fraseología que en muchos países europeos existe alrededor de los judíos. El hecho de que una comunidad nacional constituya un referente fraseológico lo mismo que los toros, el fútbol, etc. puede resultar chocante y reprobable si se juzga con criterios éticos actuales. Sin embargo, el fenómeno tiene una explicación psicológica y lingüística muy fácil. Los hablantes de una comunidad, mayoritaria o no, encuentran sorprendente y distinto todo lo que hacen los otros, mientras que no es capaz de percibir lo extravagante o anormal de sus propios hábitos, precisamente porque al ser los suyos constituyen la norma. Los siguientes ejemplos, recogidos por el lingüista polaco Jerzy Slawomirsky (1993), son una muestra de costumbres y características que han llamado suficientemente la atención de los hablantes polacos como para fijarlas en fraseologismos:

-Kochajmy si jak bracia,liczmy si jak zydzi: Amémonos como hermanos, hagamos las cuentas como los judíos.
-Ale z ciebie zyd!: ¡Qué judío eres! (dirigido a alguien muy minucioso en las cuentas).
-Rozpuszczony jak zydowski bachor: Maleducado como un judío.
-Co si tak kiwasz jak zyd przy szabasie [o nad Talmudem]: ¿Por qué te balanceas como un judío sobre la cena de Sabbat? [o sobre el Talmud] (dirigido a un niño que está intranquilo en la mesa).
-Skoncz te zydowskie pienia!: ¡Deja de una vez esos cánticos judíos! (dicho a un niño que desafina o, simplemente, canta en voz alta).
-Zydowski filozof!: ¡Vaya un filósofo judío! (dicho de un niño sabiondo).
-Zydowski rejwach (podniesh) un jaleo judío (armar) (de alguien que reacciona gritando y haciendo aspavientos).
-Obetnij te zydowskie pejsy!: ¡Córtate esos mechones judíos! (dirigido a un chico que tiene el pelo descuidado).
-Wyplamiony jak zydowski cha at: manchado como una túnica judía (referido a un vestido sucio).
-Zdejm czapk, nie jestesh zydem! : ¡Quítate el gorro, que no eres un judío! (dirigido a alguien que se olvida de descubrirse al entrar en una casa).

5. Conclusión

En conclusión, una de las características del lenguaje humano es la posesión de determinados instrumentos de creación y ampliación de los medios de expresión. Dos de los más potentes son la metáfora y la metonimia. El mecanismo consiste en hacer extensiva una cierta noción propia del contexto A, transladándola al contexto B. Fisiológica y psicológicamente, estamos dotados para cruzar y asociar impresiones visuales con olfativas, acústicas, etc. De hecho, todos los lenguajes humanos han crecido a partir de denominaciones elementales (partes del cuerpo, elementos próximos de la naturaleza, etc.) hasta denominaciones más abstractas e intelectuales. Este proceso es histórica y lingüísticamente complejo. Sus mecanismos nos son conocidos en líneas generales, pero sólo recientemente mediante los estudios tipológicos comenzamos a profundizar en su conocimiento.

Dentro de la constante lingüística o, si se prefiere, psicológica de los humanos de explicar o expresar "cosas que no tienen nombre" por medio de otras que ya lo tienen, la fraseología cumple un papel de esencial importancia. Las unidades fraseológicas de una lengua son el preservador natural de las creencias, tradiciones y símbolos de un pueblo y como tales su estudio resulta tan interesante para el antropólogo y el historiador como para el lingüista. El que aprende una lengua extranjera, por otra parte, forzosamente se verá obligado a aprender también los componentes culturales y psicológicos que permiten la comprensión profunda de una lengua. Ningún conocimiento enciclopédico de muchas unidades fraseológicas ya creadas podrá suplir estos conocimientos culturales. Y la razón no es otra que la fraseología   no es un inventario cerrado de locuciones sino que, por el contrario, es una actividad creativa en la que, en cualquier momento, un hablante puede producir una nueva variante o crear una invención personal. Tales invenciones, sin embargo, son entendidas por los interlocutores puesto que participan de ese mismo fondo cultural que el creador del fraseologismo. Para el lingüista o el traductor no es, pues, suficiente el diccionario -por completo que sea- puesto que éste nunca podrá poner todas las variantes o cruces posibles ni incluir las innovaciones al día.

Gran parte de la fraseología con la que día a día nos encontramos en la calle, radio, prensa, televisión, etc. se halla en un terreno intermedio entre lo fijo y lo cambiante, lo generalizado y lo particular, lo universalmente aceptado y lo personal o estilístico. Para el lingüista, aceptar estos hechos supone orientar su trabajo hacia una visión del lenguaje más amplia que incluya, no solamente factores culturales o ideológicos, sino también contrastes entre muchas lenguas. Para el traductólogo, significa que debe de adquirir una competencia que va más allá de los conocimientos que gramáticas y diccionarios pueden ofrecer.

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ISSN: 1139-8736