ISSN: 1139-8736
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6.1. ORDENES DISCURSIVOS Y TIPOS DE TEXTO

Van Dijk (1989:142) habla sobre todo de dos formas textuales o superestructuras, la narración y la argumentación: "una superestructura es un tipo de forma del texto, cuyo objeto, el tema, es decir: la macroestructura, es el contenido del texto". Sánchez (1993), por su parte, considera como los dos órdenes discursivos fundamentales a la narración y la exposición. Como vemos, la mayoría de los autores está de acuerdo en considerar la narración como un orden discursivo, pero hay una discrepancia sobre si el segundo es la argumentación, o si es la exposición.

Los tipos de texto, en cambio, son conjuntos de textos con características similares en lo formal, en lo semántico y en lo funcional construyen los órdenes del discurso (Sánchez, 1993). Un tipo de texto puede combinar dos o más órdenes discursivos. Para esta autora, órdenes del discurso son materias como la narración o exposición y tipos de texto el cuento, la novela, la noticia, el artículo de opinión, la ponencia, la tesis de grado, etc., es decir textos que se construyen a partir de un mismo esquema estructural y que tienen un contenido característico y una función típica (cf. Sánchez, 1993: 75). Sánchez encuentra, entre otras, una relación entre los órdenes discursivos y los conectores empleados, dado que las relaciones de coherencia se indican por medio de los conectores: las palabras o grupos de palabras que señalan explícitamente la relación existente entre los segmentos constitutivos de un texto.

La descripción de los órdenes discursivos varía también, aunque en lo esencial los autores muestran acuerdo. Para Sánchez (1993), los textos narrativos tienen en común que los participantes del acto comunicativo se sitúan en una perspectiva exterior a los hechos . Los significados que se intercambian tienen que ver con los cambios en el contexto situacional creado en el interior de la narración; siendo la esencia de la narración el acontecimiento, por cuanto representa un cambio. Los cambios ocurren en el tiempo, por lo que lo cronológico es un aspecto inherente a la narración. La coherencia del orden narrativo está íntimamente relacionada con la vinculación entre estos cambios (cf. Sánchez, 1993: 76). Por ello, en la narración, tienen que ver con lo temporal. Este parece ser el orden discursivo básico, según algunos autores. Así dice Barrera Linares: "por encima de otros órdenes tales como la descripción, la exposición, la argumentación y la instrucción, estaría el texto narrativo como la forma expresiva más relevante de la especie" (Barrera Linares 1995: 11).

Labov, uno de los lingüistas que más ha trabajado la narración1, la define como un método para recapitular la expe-riencia pasada que correlaciona una secuencia verbal de cláusulas a la secuencia de los eventos. Una narración mínima será entonces una secuencia de dos cláusulas temporalmente ordenadas, de modo que un cambio de orden resultará también en un cambio en la secuencia temporal de la interpretación semántica original. Una narración mínima puede definirse, consecuentemente, como aquella que contiene una sola juntura temporal. Para Genette, "la narración es el hecho de narrar en sí mismo, el acto o enunciación narrativa que produce el relato (Genette, Figures III, citado en Marchese y Forradellas 1991:276). Aquí distinguiremos, siguiendo a este autor, la narración como orden discursivo y el relato, como tipo de texto.

Los discursos descriptivos se asemejan, según Sánchez, a las narraciones, con la diferencia de que el eje de la producción textual no es el de las sucesiones, sino el de las simultaneidades" no se habla de los cambios que se producen en un contexto, sino de los elementos constitutivos de ese contexto en un mismo momento (Sánchez, 1993:77) Se enumeran las propiedades, dice, y los conectores tienen que ver con lo espacial.

En el discurso expositivo, las relaciones de coherencia lo son de coherencia funcional o sea, que tienen la función de especificar, generalizar, establecer un contraste o la de ejemplificar. Los conectores son casi indispensables para la captación del vínculo entre los elementos de secuencia y, para Sánchez, hay también conectores propios del discurso argumentativo (cf. Sánchez, 1993:78).

En relación con el carácter de la argumentación, existe la disyuntiva de si es un orden discursivo o un tipo de texto (no sujeto a una sola superestructura sino a varias) que se sirve del orden expositivo. En el discurso argumentativo se expresan opiniones. El discurso expositivo es de carácter epistemológico y el argumen-tativo presenta una interacción entre lo epistemológico y lo axiológico2.

Además, en estos textos las relaciones de coherencia son diferentes. "Un texto argumentativo es coherente cuando los hechos a que refiere no necesariamente muestran una vinculación entre sí, sino con una conclusión que es la que representa la posición del autor. Los hechos en el orden argumentativo se constituyen, precisamente en argumentos a favor o en contra de una determinada posición, que puede estar expresa o implícita y puede aparecer al comienzo de la porción discursiva o al final. Por tal motivo, los segmentos constitutivos del orden argumentativo no derivan su coherencia del hecho de referirse a un mismo fenómeno fáctico o conceptual, sino del hecho de conducir a una misma conclusión. Atendiendo pues, al criterio de las relaciones de coherencia, la argumentación constituiría un orden distinto del expositivo por cuanto las relaciones que se establecen entre los contenidos expresados por sus enunciados son de una naturaleza diferente (Sánchez, 1993: 78-79)

Nosotros distinguiremos también, por razones de claridad, dos órdenes discursivos básicos, que llamaremos, en primera instancia, narrativo y expositivo. Estos órdenes básicos tendrán variaciones como lo son, por ejemplo, la descripción, como un suborden del tipo narrativo y el texto argumentativo como un suborden del tipo expositivo. Sin embargo, nuestras razones están en otra característica de éstos órdenes, además, claro está de las que aducen los grandes autores que se han dedicado a este tema.

En nuestro modo de ver, el origen que hace a estos órdenes discursivos tan distintos puede explicarse a través de la noción de intertextualidad de Bahktin. Así, los discursos narrativos pueden entenderse como discursos monológicos, donde encontramos una sola voz, o al menos un conjunto de voces que cantan en coro una misma melodía. Los discursos expositivos, son discursos dialógicos, donde las voces se separan para exponer melodías diferentes y, a veces, contrapuestas. Es por ello que, a decir de Sánchez (1993), los discursos narrativos parecen moverse a lo largo del tiempo y del espacio, desde fuera, y los textos expositivos parecen mostrar las voces desde adentro. En todo caso, debe haber una comunidad efectiva, como dicen Perelman y Olbrechts-Tyteca (1994), en el sentido de haber la intención de debatir, o de narrar algo.

Toda argumentación, para Perelmann y Olbrechts-Tyteca, pretende la adhesión de los individuos y, por tanto, supone la existencia de un contacto intelectual. Para que haya argumentación es necesario que, en un momento dado, se produzca una comunidad efectiva de personas. Es preciso que se esté de acuerdo, ante todo y en principio, en la formación de esa comunidad intelectual y, después, en el hecho de debatir juntos una cuestión determinada. Ahora bien, esto no resulta de ningún modo evidente. En el terreno de la deliberación íntima, incluso, existen condiciones previas a la argumentación: es preciso, principalmente, que uno mismo se vea como si estuviera dividido en dos interlocutores, por lo menos, que participan en la deliberación. (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1994: 49). Una argumentación ante un único oyente sería entonces un diálogo. Por eso, según Quintiliano, la Dialéctica, en tanto que técnica del diálogo, la comparaba Zenón con un puño cerrado, a causa del carácter más riguroso de la argumentación, mientras que la Retórica le parecía semejante a una mano abierta (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1994: 79).

Los tipos de texto se relacionan también con la cultura, lo que hace afirmar a Olbrechts-Tyteca, que cada medio podría caracterizarse por su opiniones dominantes, por sus convicciones no discutidas, por las premisas que admite sin vacilar: estas concepciones forman parte de su cultura, ya todo orador que quiera persuadir a un auditorio particular no le queda otro remedio que adaptarse a él. (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1994: 57). A la vez, como en el gusto, lo individual se entiende como general. El hombre convencido piensa que el gusto no es sólo suyo sino de todo el mundo, asimismo que, cuando argumenta, piensa que se dirige no sólamente al auditorio que tiene delante, sino a un auditorio universal (cf. Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1994: 72).


Notas
1 Ver al respecto Journal of Narrative and Life History, 7(1-4).
2 lo científico y lo evidente, respectivamente.

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